28.2.08

Catastrofistas lúcidos

Para concluir este tríptico austrohúngaro, copio un poema de Eduardo Jordá, perteneciente a Instante, editado por la Fundación Lara (colección "Vandalia"):
Paseo nocturno por la Ku’damm

Voy a cumplir cien años. He luchado
en dos guerras perdidas por mi patria.
Tengo buena salud, mi vista es buena
y algunos días voy, entre viñedos,
andando hacia el castillo de Wilflingen.
A veces me visitan ciertos sueños
que no sé interpretar: unas serpientes
muy grises enrolladas en un nudo,
la escalera que asciende en espiral
en torno a la gran pierna de un gigante.
¿Debería saber lo que me indican?
Pero no soy un dios. Ya quise serlo
cuando era joven, hasta que entendí
que un dios no viviría en nuestro mundo,
ni querría salvarlo aunque pudiera.

Hoy me acuerdo de un hombre que me habló
una noche en Berlín, en la Ku’damm,
al salir de la casa de un amigo.
Fue hacia mil novecientos veintinueve,
en los años mezquinos de entreguerras.
Era un judío pobre que escribía
en periódicos malos. Su mujer
vivía en un psiquiátrico. Él tampoco
parecía muy bien de la cabeza.
Amaba, o eso decía, a una mulata.
Bebía sin parar. Para escribir
usaba los cafés. Aquella noche
me confesó que veía al demonio
surgir por todas partes, allí enfrente
tal vez, entre los coches y los cines.
Y ahora su destino consistía
–y lo dijo mirándome a los ojos–
en saber descubrir al Anticristo
y a sus innumerables apariencias.
Tenía, lo recuerdo, grandes bolsas
hinchadas en los ojos, y un bigote
triste y sucio de gato mal comido.

Pero eso no fue nada. Lo importante
llegó mucho después, al despedirnos.
“Escuche, señor Jünger”, susurró
(el diablo le acechaba, no podía
alzar mucho la voz): “Usted no sabe
qué cosas nos esperan. Las he visto”
(golpeaba su cabeza con el dedo)
“y son ciertas, muy ciertas. Vendrán pronto,
señor Jünger, vendrán. Algunas flotan
en el aire, y las oigo, y puedo olerlas,
igual que puedo oler la gasolina
o el aroma de un tilo. La gente habla,
señor Jünger, y yo oigo lo que dice.
El Anticristo lo tiene planeado.
Los niños jugarán a hacer cosquillas
a los muertos tendidos en la calle.
Los testigos que queden, si es que quedan,
ocultarán sus crónicas en cajas
de metal, bajo tierra, entre las ruinas.
Los trenes correrán hacia la noche,
y llevarán la noche dentro, y nada
habrá si no es la noche interminable.
Todo esto ocurrirá, amigo Jünger.
A nosotros, judíos, nos insultan
y nos llaman parásitos, bacilos.
Ese austriaco que aúlla en sus discursos
promete aniquilarnos. Y lo hará,
señor Jünger, lo hará. La gente escucha
sus gritos, y sonríe, o grita más,
o peor aún, se calla, porque espera
que los gritos actúen de bacilos
corrompiendo la mente de los hombres.
Y no olvide, señor, que usted se calla
y no se inmuta, o finge no oír gritos.
Y ahora tengo que irme, señor Jünger”.

Mientras hablaba, creí ver un incendio
–súbito e inexplicable– que avanzaba
en mitad de un océano de hielo.
Pero el hombre se fue, hablando solo,
mirando en las esquinas, olfateando
el mal que ya habitaba entre nosotros,
o que él creía ver entre nosotros.
Y lo dejé marchar. No le hice caso.
¿Por qué iba a preocuparme por aquel
Joseph Roth que me hablaba como un loco?
Yo no era un dios, y bien sabía ya
que un dios no viviría en nuestro mundo,
ni querría salvarlo aunque pudiera.

Es un poema que me gusta mucho y que es especial para mí: porque me está dedicado. Es la primera vez que me dedican un poema en un libro y estoy como un niño con zapatos nuevos. Y además en la compañía de Jünger y Roth. En las notas finales Jordá escribe esto sobre el poema:

Conozco el encuentro entre Ernst Jünger y Joseph Roth, que ha inspirado “Paseo nocturno por la Ku’damm”, porque Jünger se lo contó al profesor Roberto Bada en 1982, el día de su encuentro con Borges en su casa de Wilflingen. En aquella ocasión, Ricardo Bada hacía de intérprete y mencionó por casualidad a Joseph Roth. Fue entonces cuando Jünger contó aquel paseo nocturno, que tuvo lugar a la salida de una cena en casa de un amigo común, Valeriu Marcu. Por lo que sé, Jünger y Roth no volvieron a verse más. Bada lo relató en un artículo que escribió para “Culturas”, el suplemento literario del extinto Diario 16, en 1995, cuando Jünger cumplió los cien años (llegó a vivir 102). Jünger no precisó cuándo tuvo lugar aquel encuentro, sólo que fue mucho antes de que Hitler llegara al poder. El poema es para José Antonio Montano, que tantos hombres –y nombres– ha sido.

Ahora que está de moda denostar el catastrofismo, conviene no olvidar a los catastrofistas lúcidos. Aunque Jordá me dice que nuestro destino ni siquiera será austrohúngaro, sino albanokosovar... con lo que me gana en catastrofismo, y quizá también en lucidez.

27.2.08

Biblioteca austrohúngara



La alusión austrohúngara la ha traído a la actualidad Francisco Sosa Wagner, en su estudio El Estado fragmentado. Modelo austro-húngaro y brote de naciones en España (Javier Caraballo lo reseñó convenientemente en su blog, y el prólogo de Joaquín Leguina puede leerse en Kiliedro). Por cierto, que los chicos de Astrud demostraron una vez más lo listos que son al ponerle a su sello discográfico precisamente ese nombre: Austrohúngaro. Los amigos del Nickjournal, al sacar yo el tema tras el debate electoral del lunes, fueron citando obras austrohúngaras, que he recogido en esta (pequeña) Biblioteca. Dicen los comentaristas que Zapatero y Rajoy no hablaron del futuro. Y eso es justo lo que está en estos libros: el futuro, nuestro futuro austrohúngaro.

1. Los últimos días de la humanidad, Karl Kraus (Tusquets).
2. El hombre sin atributos, Robert Musil (Seix Barral).
3. Las tribulaciones del estudiante Törless, Robert Musil (Seix Barral).
4. La marcha Radetzky, Joseph Roth (Edhasa).
5. La filial del infierno en la tierra, Joseph Roth (Acantilado).
6. El busto del emperador, Joseph Roth (Acantilado).
7. El mundo de ayer, Stefan Zweig (Acantilado).
8. Fouché: el genio tenebroso, Stefan Zweig (Debate).
9. La lucha contra el demonio: Hölderlin, Kleist, Nietzsche, Stefan Zweig (Acantilado).
10. La Viena de Wittgenstein, Allan S. Janik y Stephen E. Toulmin (Taurus).
11. Ludwig Wittgenstein, Ray Monk (Anagrama).
12. Memorias de un antisemita, Gregor von Rezzori (Anagrama).
13. Diarios (1910-1923), Franz Kafka (Tusquets).
14. El otro proceso de Kafka, Elias Canetti (Alianza).
15. La lengua absuelta, Elias Canetti (Alianza).
16. La antorcha al oído, Elias Canetti (Alianza).
17. El juego de ojos, Elias Canetti (Alianza).
18. El Danubio, Claudio Magris (Anagrama).
19. Las aventuras del valeroso soldado Schwejk, Jaroslav Hasek (Destino).
20. El palacio de Gripsholm, Kurt Tucholsky (Punto de Lectura).
21. Poesía lírica, seguida de "Carta de Lord Chandos", Hugo von Hofmannsthal (Igitur).
22. Un armiño en Chernopol, Gregor von Rezzori (Anagrama).
23. La lección de lengua muerta, Andrej Kusniewicz (Anagrama).
24. Nadie es perfecto, Billy Wilder, Hellmuth Karasek (Grijalbo).
25. Billy Wilder, Ed Sikov (Tusquets).
26. Pequeña pornografía húngara, Peter Esterhazy (Alfaguara).
27. Introducción al psicoanálisis, Sigmund Freud (Alianza).
28. El maleficio, Hermann Broch (Adriana Hidalgo).
29. Trastorno, Thomas Bernhard (Alfaguara).
30. Una soledad demasiado ruidosa, Bohumil Hrabal (Destino).
31. El tiempo de los regalos, Patrick Leigh Fermor (Península).
32. El último encuentro, Sándor Marai (Salamandra).
33. Divorcio de Buda, Sándor Marai (Salamandra).
34. La señorita Else, Arthur Schnitzler (Acantilado).
35. El regreso de Casanova, Arthur Schnitzler (Acantilado).
36. Relato soñado, Arthur Schnitzler (Acantilado).
37. Errata: el examen de una vida, George Steiner (Siruela).
38. Presencias reales, George Steiner (Destino).
39. Sexo y carácter, Otto Weininger (Losada).
40. Ornamento y delito, Adolf Loos (Gustavo Gili).
41. Quiero dar testimonio hasta el final (Diarios 1933-1945), Victor Klemperer (Galaxia Gutenberg).
42. La otra parte, Alfred Kubin (Siruela).
43. El Sanatorio de la Clepsidra, Bruno Schulz (Maldoror).
44. El país tenebroso, Bruno Schulz (Círculo de Bellas Artes).
45. Acontecimientos de la irrealidad inmediata / La guarida iluminada (diario de sanatorio), Max Blecher (Aletheia).
46. Sebastián en sueños, Georg Trakl (Pre-textos).
47. Mi Lvov, Josef Wittlin (Pre-textos).
48. Libro de Réquiems, Mauricio Wiesenthal (Edhasa).
49. El castillo alto, Stanislav Lem (Funambulista).
50. Cordero negro, halcón gris. Viaje al interior de Yugoslavia, Rebecca West (Ediciones B).

26.2.08

Austrohúngaro

Los debates están muy bien y tal y pascual, pero el asunto urgente de España es frenar la voracidad nazionalista. Los nazionalistas son nuestro cáncer (no en tanto "unidad de destino en lo universal", esa entelequia franquista, sino en tanto estado democrático). A los nazionalistas se les ha consentido demasiado desde la transición: más por el PSOE que por el PP, aunque también por el PP; y la gran catástrofe del zapaterismo es que se les ha consentido como nunca. La única solución sería que el PSOE largara al nefasto Zapatero y a continuación llegase a un acuerdo con el PP sobre cuestiones fundamentales de estado, la primera de las cuales sería leerles la cartilla a los nazionalistas y ponerlos en su sitio, que es un sitio pequeño y marginal. Todos sabemos que esto no va a ocurrir, por lo que lo más práctico para nosotros, los desconsolados ciudadanos, es dedicar el tiempo de los debates y de los artículos políticos a leer biografías de austrohúngaros. Ver cómo se lo montaron los austrohúngaros tras la demolición de su Imperio; qué hicieron por el mundo y cómo se las apañaron. Eso es lo que le queda a cada uno a nivel particular: prepararse para tratar de ser un austrohúngaro de la manera más digna posible.

25.2.08

Los viejos lectores del 'Abc'

Mi única relación sentimental con un periódico ha sido con El País, y lo cierto es que estos amores que se forjan en la adolescencia son ya irrevocables: a uno podrá asquearle que su amada se haya convertido en una puta, pero la sigue queriendo. A cada uno le toca su periódico, y ya no hay nada que hacer. En Málaga hay una legión de enamorados del Sur. También están esos amantes del Marca o el As, con sus panzones en chándal. Y, por supuesto, los inquebrantables del Abc. Esta primavera, que la pasé en Madrid, solía ir a desayunar al Vips de Velázquez: y allí estaban los ancianos ceremoniosos con su Abc, pese a la campaña en contra de Losantos. Probablemente eran desafectos al contenido, pero no podían resistirse a que aquella cabecera y aquella tipografía acompañasen sus desayunos. Yo solía entrar con El País, y aunque me miraban con recelo, en el fondo estábamos compartiendo el mismo rito sentimental. Por cierto, que un domingo, en la cola de la librería, el cliente que iba delante de mí puso ante la cajera un montonazo de periódicos. "¿Cuáles son?", preguntó la chica, sin ganas de contarlos. A lo que proclamó el cliente: "¡Todos, menos El País!".

Un lector furibundo y devoto del Abc era un pariente mío que vivía en Móstoles. Cuando yo me fui a estudiar a Madrid en 1985, me invitó un fin de semana a su casa. El Abc estaba en la mesa familiar, por supuesto, con aquellas portadas tendenciosas a tope, como hoy ya sólo se ven en Público. Mi pariente era ultracatólico y ultrafamiliar: de aquellos que por entonces hacían chistes sobre los políticos de la transición y manifestaban simpatía por Tejero (en aquellos chistes los políticos siempre se cagaban ante la presencia del golpista). Menudo diíta pasé, chupando familia convencional de extrema derecha... Pero llegó la noche, ah. Se acostaron la mujer y los niños. Yo me iba a acostar ya también, cuando me dijo mi pariente: "¿Un whisky?". Y nos quedamos en el salón, viendo la tele. "¿Te gusta la zarzuela?", me dijo. "Tengo todas las Antologías de la Zarzuela en vídeo". "No mucho...", respondí con un hilillo de voz, temiéndome la noche que se avecinaba. "Bueno, quizá te guste más esto. A mí en realidad me gusta más que la zarzuela". Y entonces me puso una película porno de monjas violadas y torturadas en conventos. Ah, los viejos lectores del Abc...

22.2.08

Naranjito

Parece que hay unanimidad: el primer debate electoral lo ha ganado el ministro Solbes. Hace dos noches decía uno de esos, así llamados, expertos económicos de la Cope: "Pizarro tiene que ir a machacar, a por el K.O. Después de todo lo que ha hecho Solbes, lo tiene tirado". En la Cope llevan semanas ufanos, pensando en los machacamientos del enemigo, que ellos ven muy fácil. Me recuerda a aquellas euforias pre-Mundial '82, en que a fuerza de insistencia parecía que nuestra selección era un pánzer arrollador: naturalmente, antes de jugar ningún partido. Recuerdo cómo yo mismo me repasaba mentalmente la alineación (...Juanito, Gordillo, López Ufarte...) y no encontraba fisuras por ningún sitio: ¡éramos los campeones, joder, los campeones!

Luego llegó el primer partido y hubo un desencaje brutal. Anoche pasó lo mismo con Pizarro. Aquel muñeco, el Naranjito, era en realidad una sátira anticipada de la cara que se nos quedó.

18.2.08

La rubita y el feto

El viernes fui a ver 4 meses, 3 semanas y 2 días: estupenda película, como todo el mundo dice. Salí enamoriscado de la rubita Otilia, cosa que no me pasaba en el cine desde aquella otra rubita de Rohmer, la Félicie de Cuento de invierno. Esta rubita rumana es del mismo estilo. Las dos son guapas, fuertes con algo frágil, esencialmente buenas, visten ropas corrientes y se mueven por paisajes ásperos (el extrarradio de París, el Bucarest de 1987). Son dos rubitas sufridas, sensuales y esforzadas: preciosas. El amigo Marcel Gascón, que está estudiando en Rumanía (sus crónicas salen en la sección "Faction" de Kiliedro), dice del personaje que es "un magnífico ejemplo de las mejores mujeres de las residencias universitarias rumanas: espontáneas, frescas, simples, enérgicas, valientes y algo hombrunas. Hombrunas por su simpleza y coraje, por su falta de artificio. Pero deliciosamente femeninas. Ligeras y gráciles, bien dotadas para la vida". Gascón da también noticia de un amigo español de Bucarest que "descalificó la película como antiabortista, anticomunista y cristiana". Él mismo responde con acierto: "No creo que sea nada de eso. Sólo una película humanísima, rigurosa y simple, y por ello muy eficaz. Antiabortista no. Anticomunista sólo en tanto que llena de humanidad y naturalidad. Cristiana tampoco." En efecto: es una película admirable, porque cuenta la historia como eso, como una historia, como un trozo de vida, con comprensión pero sin moralismo. No se pronuncia, política o periodísticamente, ni "a favor" ni "en contra" del aborto. Lo que hace es mostrar el asunto en toda su complejidad. A este respecto, hay una cosa muy valiente, que demuestra que no escurre el bulto en ningún momento: y es ese plano del feto sobre la toalla, sostenido durante algunos segundos. Una película socialdemócrata hubiera escamoteado el feto; y una película ultracatólica se hubiese regodeado en él. El director, en cambio, lo saca en el momento justo, y lo muestra lo suficiente. Me impresionó que no lo eludiera: fue un plano que reconozco que me sorprendió. Es una gran película, ciertamente.

16.2.08

El Carrascal de enfrente

Esta semana unos jóvenes antidemócratas asaltaron a la demócrata María San Gil en la Universidad de Santiago de Compostela. Tras intentar pegarle (lograron herir a un escolta), le insultaron y le gritaron: “Ojalá te mate ETA”. Esos energúmenos, estudiantes gallegos, son los hijos putativos de Suso de Toro y Manolito Rivas, entre otros: emulsiones del chapapote moral sembrado con la instrumentalización torticera del chapapote físico de 2002. Confieso que he esperado con morbo la columna de hoy de Manolito Rivas, para ver cómo este campeón antifascista no hablaba de lo fascistas que le han salido sus hijos putativos… Como era previsible, ni mu del asunto. En vez de ello, sus mantras de siempre contra el PP: repetidos sin resquicio, como si tuviera miedo de que se le colase en la mente un airecillo ajeno al dogma. Qué entrañables son estos antifascistas: tan escrupulosos en su antifascismo que, en cuanto el fascismo brota en su propio bando, esconden la cabeza como un avestruz (un avestruz antifascista, por supuesto).

No falla: Manolito Rivas, desde hace ya lustros, termina todas sus columnas (cuando no las empieza) con un ataque al PP. Da igual qué haya ocurrido: él siempre a lo suyo, con indefectible previsibilidad. Su obediencia es conmovedora. La única sorpresa es ver cómo deriva (por medio de qué trucos retóricos) hacia la conclusión prefijada. Me recuerda a los teólogos tomistas, que aceptaban los ejercicios filosóficos de la razón… siempre que desembocaran en la Verdad de la Iglesia. Un precursor de esta estolidez sectaria fue, en España, el estomagante José María Carrascal. Éste, en aquellos comentarios que hacía al final de sus telediarios de Antena 3, desembocaba siempre en un ataque a Felipe González, tuviera que ver o no con la noticia. Fue particularmente risible cuando Induráin ganó su tercer o cuarto Tour. Era un día de finales de julio, aburrido, sin nada que no fuera el triunfo de Induráin. Pues bien, Carrascal, tras cantar las glorias del ciclista ("conseguidas con las únicas armas de su trabajo, su esfuerzo, su preparación, su profesionalidad…”), concluía así: “A ver si a Felipe se le pega algo”.

Pues Manolito Rivas igual, sólo que desde el sectarismo de enfrente. Todas las semanas resulta tan grotesco como Carrascal; pero ésta, además, ha resultado sangrante. No ha hablado del chapapote moral de sus hijos putativos: y ese no hablar es su chapapote.

14.2.08

Extinción

Llevaba toda la semana con el lapsus de decir Extinción cuando quería decir Expiación, y anoche al fin fuimos a verla. A mí me gustó y me emocionó, pero a mi acompañante no: y sólo lo supe a la salida. Yo me emocioné porque quizá iba dispuesto a emocionarme. Hasta solté unas lagrimitas cuando la casita azul, como si aquello fuera ¡Qué bello es vivir! (que es ya la única película con la que lloro, matemáticamente). Hoy me he levantado convencido de que no es una buena película, pero he logrado identificar el tipo de emoción que me produjo: esa emoción fungible de las antiguas series de televisión, que uno disfrutaba sin demasiado purismo, como se disfruta la vida. Expiación, de hecho, parece una de aquellas series de televisión, pero recortada. Creo que hubiera sido mejor verla en trece capítulos. Me acuerdo ahora de Raíces, Capitanes y reyes, Retorno a Brideshead, Holocausto, o las españolas Fortunata y Jacinta y Los gozos y las sombras: horas que se iban sucediendo semanalmente y que dejaban un poso de experiencia, no televisiva sino vital.

12.2.08

Una muerte educada

La semana pasada (me da por contarlo ahora, de pronto) se produjo un suicidio en mi familia. Era una prima lejana, de mi edad, con la que yo apenas había tenido trato: pero me ha impresionado su manera pulcra y educada de matarse... Vivía sola. Sus familiares más cercanos (sus padres y su hermano) habían ido muriendo en el curso de los últimos años. Ella dejó encima de la mesa del salón todos los papeles: títulos de propiedad, números de cuentas bancarias, carnets, tarjetas, todo lo que hubiera tenido que buscarse. Ella lo dejaba allí a la mano, ordenadito. Luego pidió una pizza. En la mesa estaba también el estuche de la pizza y el ticket. A la pizza le faltaba sólo un trocito: lo último que comió en su vida. Luego se metió en la cama, se inyectó morfina (era enfermera), se tapó con la manta y se murió. Yo, como digo, apenas la había tratado: pero la he visto siempre, desde niño, allá al fondo en alguna esporádica ocasión familiar. Era amable sin exceso, reticente aunque no callada. Detecto ahora un fondo de melancolía en su sonrisa. Me emociona que lo hubiese dejado todo dispuesto en la mesa: en un último intento por no causar molestias más allá de las inevitables... La inevitable que fue recoger su cadáver y llevarla al cementerio. Y aún tuvo una elegancia última: la de que su ausencia tampoco pese demasiado. (Me emociona eso: su elegancia, su transparencia, su levedad.)

10.2.08

No es país para viejos



Más que el siempre grimoso espectáculo de los cortesanos en pleno ejercicio de cortesanía, lo que llama la atención del vídeo es la vaharada de cochambre que desprende. Parecen todos muy cascados y muy pasados ya (inclusive el alevín Perea). Cuando Norma Duval salió hace años apoyando al PP daba vergüenza ajena: pues ahora todos estos parecen Normas Duvales del PSOE. Pero que hagan lo que quieran: da un poco igual. Lo preocupante, a efectos prácticos, es ese sonsonete que se va imponiendo de "defender la alegría" y "no ser cenizo": descaradas denostaciones de la crítica y de la (auténtica) rebeldía; llamamientos parroquiales a la conformidad. La canción esa (¡con letra de Benedetti!) no tiene precio: una estricta "Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor". Nunca la alegría fue cantada tan cansinamente y en un tono, sí, tan cenizo... Porque lo único en verdad triste no es el pesimismo, sino la sumisión. (No hay más que comparar a todos estos con Albert Boadella.)

Y ya que he usado el título de No es país para viejos para hablar de estos abuelos que le ríen las gracias al Adolescente (que es como Arcadi Espada llama a ZP), diré que anoche vi la película y me pareció estupenda. No llega a ser tan redonda como Fargo, porque flojea un pelín en el último tercio, pero es un peliculón. Jordi Costa lo clava una vez más en su crítica. En cuanto a Javier Bardem: está magnífico. Quisimos verla en versión original, pero no fue posible y al final tuvimos que verla doblada: lo que terminó siendo un acierto, porque Bardem gana mucho doblado. No me había dado cuenta hasta anoche de que lo peor de Bardem es su voz. Él debe de intuirlo, y por eso no ha hecho esa cosa patética de doblarse a sí mismo, como Banderas.

6.2.08

Won in Translation

Ayer mandé a la editorial la traducción en la que he estado trabajando en los últimos tiempos: un archivo de 609 páginas. Extenuación feliz. Este es el primer libro entero que traduzco; y es también, en cierto modo, mi primer libro. Por un gozoso azar, contiene todo lo que amo. Todo. Por no faltar, hay hasta una mención del Zaratustra y otra de una película de Billy Wilder; y también, por supuesto, mar y sol, y ascéticas montañas, y bicicletas...

Pero estas cosas salen de paso, al hilo del tema central, que es otro de mis amores: la bossa nova. El libro es Chega de saudade. A história e as histórias da Bossa Nova, del brasileño Ruy Castro; que es, en verdad, el libro de la bossa nova. Ya había sido traducido al inglés, al alemán, al italiano y al japonés; y ahora saldrá mi traducción española en la editorial Turner, con el título (espléndido) de Bossa Nova. La historia y las historias.

El libro es una maravilla: una de esas historias escritas con la vivacidad de un reportaje y que se leen como una novela; llena de vida y personajes, que recrea todo un mundo (aquí, el del Río de Janeiro, y el Brasil, de las décadas de 1950 y 1960). Es una lectura apasionante en sí misma; y para el aficionado a la música brasileña, un auténtico festín. La bossa nova es lo más parecido que hay a una "sintonía de la felicidad"; y su historia es también la historia de una felicidad: la que transcurre entre 1949, en que unos chicos de Río de Janeiro crean el primer club de fans de Brasil, uno de cuyos ídolos es el inalcanzable Frank Sinatra; y 1966, en que Frank Sinatra llama a Antonio Carlos Jobim para grabar un disco con él (que saldría en 1967).

En fin, ya hablaré más de Bossa Nova cuando se publique (está previsto que sea a finales de abril). Ahora me quedo con el regusto de la tarea de traductor: lo que se gana con ella. El libro de Ruy Castro es una genuina superproducción, hecha sólo de palabras. Volverla a alzar entera en otro idioma ha sido emocionante. Pero la emoción, como en casi todo, ha estado en los detalles: esos pequeños átomos de realidad que he tenido que ir desvelando, en un proceso (ciertamente sin fin) de precisión. Ahora queda lo de antes: la música. Pero con un universo entero detrás; enriquecida.

3.2.08

Tetas y culos

Mi fan Lindo escribe hoy un gran artículo sobre las tetas, y en el Qué leer veo el impresionante culo de Simone de Beauvoir: ¡Dios mío, qué potensia! Y qué cabronazo Sartre: el infierno serían los otros, pero el paraíso lo tenía en casa. ¿Cómo pudo escribir El ser y la nada con eso ahí? ¡El ser y la nalga!

* * *
PS. Un lector me remite a este atinado comentario de Theo Sarapo en su blog.

2.2.08

Liberalismo episcopal

Desengañémonos: el liberalismo español seguirá siendo una filfa en tanto persista en ser episcopal. El Liberalismo Episcopal es, de hecho, el engendro ideológico más risible que vieron los siglos.

Lo trágico del liberalismo (del genuino liberalismo, se entiende) es que quizá sea la ideología más ajena al, así llamado, si es que existe, ser español. Al ser español le van fenomenal el catolicismo, el socialismo, el anarquismo, el fascismo, el nacionalismo centralista, el nazionalismo periférico, el izquierdismo demagógico y oportunista, el derechismo rebañista y especulador... Todo eso le encaja de miedo al, así llamado, ser español. Pero el liberalismo no. El liberalismo y el, así llamado, ser español, son agua y aceite: por más que aquí se inventara la bendita palabra.

Losantos y los demás no saben cuántísimo daño le están haciendo al liberalismo, al dárnoslo con ondas episcopales. Cosa que quizá, por otro lado, no tengan más remedio que hacer en la práctica, dada la presión que tienen enfrente.

El dichoso contexto hispánico, que es muy cuco, y muy puñetero, ha hecho que, hoy por hoy, los únicos que financien mediáticamente al liberalismo sean los obispos. Los liberales piensan que están salvados con eso. Pero estamos viendo muy clarito que no: que eso, justamente, es lo que les condena...

La otra tragedia del liberalismo español es que ese querido Mercado suyo, despojado de obispos, probablemente les aniquilaría. Los genuinos liberales son gente muy simpática, pero tienen, en verdad, un dios caníbal.

1.2.08

Revelación del negativo

Se me ha ocurrido ese título, que me parece espectacular. Quizá me lo tendría que haber reservado, pero es tan bueno que tenía que exhibirlo cuanto antes.

Revelación del negativo (o tal vez Revelación del Negativo) podría ser el título del diario íntimo de un pesimista. O el de un ensayo sobre Cioran. O el de una novela histórica sobre un Padre de la Iglesia que fuese en realidad el Anticristo y se hiciese llamar El Negativo. O el del sermón de un Maestro Zen. O incluso podría ser el de un panfleto electoral del PP contra lo de "La mirada positiva". El Negativo sería en este caso Rajoy.

(Por cierto, que cómo va el PSOE. Primero lo de los cuatrocientos euros. Ahora lo de "No seas él". La política de autoayuda en su apogeo: pronto saldrá de Ferraz un remedo de Tus zonas erróneas, todas ellas infectadas de PP.)