25.12.08

El discurso de la Corona

Releyendo esta mañana el libro de Conversaciones con Jaime Gil de Biedma (El Aleph, 2002), me encuentro con este pasaje delicioso, y muy apropiado para el día después de Nochebuena. Pertenece a la entrevista de Benjamín Prado:

B.P.: Hablábamos antes de irracionalismo. Octavio Paz dice, en El arco y la lira, que el poema hermético proclama la grandeza de la poesía y la miseria de la historia.

J.G. de B: Pues, la verdad, realmente eso ya casi parece el discurso de la Corona...

Luego dice algo muy agudo sobre el poeta mexicano: "Octavio Paz es un crítico magnífico y un escritor tan brillante que, a veces, su brillantez va por delante de sus ideas y le juega malas pasadas". Pero mi momento favorito sigue siendo este cruce con Leopoldo María Panero (sitúense en 1977):

L.Mª.P.: Ten encuenta que la trampa en que hemos caído todos los poetas es que nuestro discurso, al no pasar por esta simbólica abstracta que rige la sociedad, no es leído, está proscrito simbólicamente por la sociedad y, por lo tanto, este discurso del inconsciente que es la poesía, la literatura y el delirio, ese discurso analógico...

J.G. de B.: Mira, yo estoy muy poco a la page; elabora tu discurso a otro nivel.

Volviendo a la entrevista con Prado, he aquí otra memorable respuesta, a la pregunta "Para usted son importantes los sentimientos, ¿porque son propios o como material poético específico?":

Para mí, lo son en cuanto materia bruta del poema, en el que puede haber todo el exceso de sentimientos que el poeta considere necesario exhibir, pero siempre que la voz que habla en el poema cree una especie de hiato que nos haga comprender que hay alguien ahí que no está completamente a favor de esos sentimientos. Con los sentimientos hay que ser imparcial, como con las percepciones. Generalmente, los poetas que creen que la poesía es, sobre todo, una cuestión de sensibilidad, suelen estar demasiado a favor de sus sentimientos. Yo no creo que un poeta necesite tener más sensibilidad de la que es normal en una persona cultivada de su país y de su época; lo que sí me parece imprescindible es que esa sensibilidad la tenga mejor organizada y sepa cómo funciona.

Siempre me encantó también esta autodefinición que se aplica, citando a Wallace Stevens: "Soy un poeta de domingo con conciencia de lunes".