27.7.08

El ciclista discreto

Qué grande (y qué bonito) lo de Carlos Sastre: su ataque en el Alpe d'Huez, su solvencia en la contrarreloj... y su trayectoria entera como ciclista. Siempre había estado ahí, profesional, sólido, constante. Como aguardando el momento. Y, cuando éste se ha presentado, ha hecho con precisión lo que tenía que hacer. Su triunfo es de una pulcritud emocionante. Es un triunfo geométrico, hecho sólo con los trazos imprescindibles: algo así como un esquema ético de la victoria; o mejor, de la acción necesaria. Se trata de hacerlo bien cuando toca. Punto. Me he acordado estos días, mientras Sastre pedaleaba de amarillo, de otro ciclista discreto que también lo hizo bien en su ocasión: Jesús Cruz Martín. Nadie se acordará de él, porque no llegó a ser famoso. Pero el 2 de mayo de 1991 se escapó en una etapa de la Vuelta a España, rodó ciento ochenta y cuatro kilómetros en solitario y ganó. Pertenecía a un modesto equipo de entonces, el Wigarma. Su apodo era El Pantera, y en el pelotón español, como en aquel tiempo estaba el rodador belga Vanderaerden, le llamaban de broma Panteraerden. Ganó aquel día y no volvió a ganar más, como lo atestigua su currículum. Tampoco había ganado nada antes. Yo me fijé en él por lo bien que estuvo luego con los periodistas: hizo declaraciones justas y modestas, sobre la etapa y su vida. Se mostraba contento, pero no eufórico. Era noble. Sabía dónde estaba y habló desde ahí: sobrio pero no parco, diciendo lo que tenía que decir, con un seco orgullo, sin alardes. Él sabía que los focos iban a alumbrarle sólo aquella jornada: pero estuvo impecable en ella, y después no se quejó. Quizá se trate sólo de eso: en una escapada o todo un Tour.

25.7.08

Es la hora

He seguido releyendo ya mis subrayados de La vida plural de Fernando Pessoa, de Ángel Crespo. ¡Qué gran libro! Sólo afeado por sus espantosas traducciones rimadas de los poemas. Sus traducciones rimadas del italiano, las de Dante y Petrarca, funcionan a la perfección; pero las del portugués resultan horripilantes. Dejan a Pessoa convertido en un patán poético (o un poeta patán). (En cambio, su traducción en prosa del Libro del desasosiego me parece memorable: y fue en ella en la que leí por primera vez a Pessoa, con toda su sensibilidad y su música.) Y he seguido escuchando también el disco de Mensagem. Otro gran poema-canción es "Nevoeiro" [Niebla], que canta Gal Costa:
Nem rei nem lei, nem paz nem guerra,
Define com perfil e ser
Este fulgor baço da terra
Que é Portugal a entristecer —
Brilho sem luz e sem arder,
Como o que o fogo-fátuo encerra.

Ninguém sabe que coisa quer.
Ninguém conhece que alma tem,
Nem o que é mal nem o que é bem.
(Que ânsia distante perto chora?)
Tudo é incerto e derradeiro.
Tudo é disperso, nada é inteiro.
Ó Portugal, hoje és nevoeiro...

É a Hora!


[Ni rey ni ley, ni paz ni guerra,
define con perfil y ser
este fulgor mate de tierra
que es Portugal entristecido:
brillo sin luz y sin arder,
como el que el fuego fatuo encierra.

Nadie sabe qué es lo que quiere.
Nadie se conoce a sí mismo,
ni sabe qué es el mal o el bien.
(¿Qué ansia distante cerca llora?)
Todo es incierto y es postrero.
Todo es disperso, nada entero.
Oh Portugal, hoy eres niebla...

¡Es la Hora!]
Según la profecía sebastianista, el regreso del rey sería precedido por una densa niebla. La niebla a la que se refiere Pessoa es patriótica, pero también metafísica (y en esto último es donde, para mí, estriba su interés). Es curioso, pero también esa doble niebla patriótico-metafísica (tomado lo patriótico aquí con no poca ironía) era el eje del Poema de 2006, que compuse con palabras del blog de Arcadi Espada de aquel año (por la página enlazada puede accederse al "Prólogo" donde expliqué el procedimiento). Ocurrió algo interesante el día de la última estrofa, el 31 de diciembre de 2006: Espada incluía en su texto la frase "es la hora", y la escogí como cierre del Poema. Yo era plenamente consciente del guiño pessoano, pero sólo después, al releer "Nevoeiro", caí en que el verso "Tudo é disperso, nada é inteiro" definía el Poema y era ideal para encabezarlo. Se produjo así, espontáneamente, o por destino poético, un salto del final al principio: del 31 de diciembre al 1 de enero (o, justamente, a la nebulosa que precede al 1 de enero). El Poema de 2006, por cierto, sí que es la obra de un poeta patán: yo mismo, hipócrita ante el lector. Aun así, tiene su encanto. No es un poema para leer (aunque hacerlo seguido supone una experiencia monumental), sino para picotear en él. Funciona más que nada como objeto (artístico), o como almacén de frases e imágenes. A mí, aparte de la sensación general que desprende, de abrumador desconcierto, lo que me gusta son los pequeños hallazgos expresivos que hay por aquí y por allá: "raspas de laberinto", recuerdo ahora. Y también el conocimiento (extrapoético) de que cada frase está escrita con fuego y sangre. Por ejemplo, para que aparezca la simple palabra "Kampusch", tuvo que haber sido previamente secuestrada la chica, liberarse, etcétera. Es un Poema que contiene las vibraciones de todo un año. Por lo demás, si "todo poema, con el tiempo, es una elegía", como escribió Borges, más debe de serlo uno que lleva inscrita la fecha en su título. Entre él y sus lectores (o sus lecturas) va abriéndose una irreversible fosa de años. El destino del Poema de 2006 es el de ir perdiendo brillo con el tiempo, y a la vez ir ganando belleza. Y el de ir convirtiéndose, poco a poco, en un jeroglifo.

23.7.08

Y otra vez conquistemos la distancia

Ya que pronto voy a irme a Asilah, he estado leyendo Mensagem y, sobre todo, escuchando el portentoso disco que le dedicaron en Brasil. (Ésas sí que son adaptaciones musicales de poemas, y no los aporreamientos que por aquí se estilan.) También he repasado lo que dice Ángel Crespo sobre el sebastianismo en La vida plural de Fernando Pessoa. Es un mesianismo melancólico. El rey don Sebastián fue un desastre, y por eso mismo se confiaba en su vuelta: por si arreglaba lo que él mismo estropeó. Escribe Crespo:
Por lo demás, debió de influir en el ánimo de Pessoa el principio cabalístico de la reconciliación y unión de los opuestos en el sentido de que, si don Sebastián fue el culpable de la catástrofe nacional portuguesa, por ello mismo debía ser él la esperanza de su resurgimiento. Si destruyó un imperio, debía fundar otro.

La última nau del rey don Sebastián desembarcó en Asilah (o Arcila) el 31 de julio de 1578. Cuatro días después, el rey desapareció en la batalla de la cercana Alcazarquivir. Uno de los proyectos no realizados de Pessoa fue escribir un drama sobre esa derrota, titulado Catástrofe. Me he acordado del título de un libro no publicado (pero espléndido) de mi amigo Weil, referido a la vida: Entre la catástrofe y el paraíso. Y también de uno de mis posibles títulos de diario: Tigre o desastre. Alude a que uno empieza cada año hecho un tigre, con sus new year resolutions, pero lo acaba ineluctablemente con un balance desastroso. Aunque, ahora que me voy a Marruecos, podría usar esta humorada que se me ocurrió: El desastre anual. (En la biografía, Crespo cita estas palabras de Pessoa sobre sus "mil proyectos que, incluso si fuesen realizables por un solo hombre, exigirían de él una característica puramente negativa en mí: la fuerza de voluntad".)

Con la muerte de don Sebastián, Portugal pasó a pertenecer a España. Eso fue lo que llevó a los portugueses, como refiere Crespo, “a refugiarse en el sueño mesiánico del sebastianismo, que fue, tal vez, el principal estimulante de su rebelión contra los reyes de la casa de Austria y de la consiguiente recuperación de su entera independencia”. El futuro Quinto Imperio lo imaginaba Pessoa, según Crespo, como “un imperio lúdico, puesto que su fin es la consecución del placer por medio del dominio cultural. Pessoa afirma que el verdadero fin de todo imperio no es otro que el de ‘dominar por el mero placer de dominar’ y que, aunque ello parezca absurdo, tal es el anhelo fundamental de toda vida verdadera, de toda aspiración vital, con lo que la cultura por él preconizada no sería otra cosa que la plena realización del hombre”. Crespo no lo advierte, y es improbable que Pessoa lo supiera, pero esas líneas parecen calcadas del ideal político de Spinoza. En cuanto al tal “imperio lúdico”, me permito juguetear, ¿dónde se ha esbozado, sino en esa extensión de Portugal que es Brasil? (En Verdade tropical, Caetano Veloso habla algo del sebastianismo brasileño, con sus dosis de paganismo y candomblé; e incluso menciona a un supuesto alquimista que hizo una interpretación sebastianista del tropicalismo.)

La verdad es que a mí todo mesianismo, y todo nacionalismo, me repugna desde la raíz. Pero la melancolía del sebastianismo me produce emoción estética. Me gusta además su retahíla de términos: el Encubierto, el Supra-Camoens, el Interregno, la Niebla, el Quinto Imperio... Es un nacionalismo, o un imperialismo, que no ofrece protección, sino al contrario: causa desasosiego, porque se funda en lo incierto, en la infinitud del mar. Como escribe Pessoa en “Padrão” (cantado por Caetano Veloso en el disco), sobre la diferencia entre el Mediterráneo y el Atlántico: Que o mar com fim será grego ou romano:/ O mar sem fim é português [Que el mar con fin será griego o romano:/ el mar sin fin es portugués]. Se trata de una patria de navegantes metafísicos. “Mar português” (cantado por el adaptador musical de Mensagem, André Luiz Oliveira) acaba así: Quem quer passar além do Bojador/ Tem que passar além da dor./ Deus ao mar o perigo e o abismo deu,/ Mas nele é que espelhou o céu [Quien quiera ir más allá del Bojador/ tiene que ir más allá del dolor./ Dios le dio al mar el peligro y el abismo,/ pero fue en él donde reflejó el cielo]. Ningún poema-canción tiene desperdicio, pero el mejor quizá sea “Prece” [Oración], que interpreta Gilberto Gil:

Senhor, a noite veio e a alma é vil.
Tanta foi a tormenta e a vontade!
Restam-nos hoje, no silêncio hostil,
O mar universal e a saudade.

Mas a chama, que a vida em nós criou,
Se ainda há vida ainda não é finda.
O frio morto em cinzas a ocultou:
A mão do vento pode erguê-la ainda.

Dá o sopro, a aragem —ou desgraça ou ânsia—,
Com que a chama do esforço se remoça,
E outra vez conquistemos a Distância —
Do mar ou outra, mas que seja nossa!


[Señor, cayó la noche, el alma es vil.
¡Fue tanta la tormenta, y el empeño!
Sólo nos queda, en el silencio hosco,
el mar universal y la añoranza.

Pero la llama, que nos dio la vida,
si aún hay vida, aún no se ha extinguido.
El frío muerto en cenizas la enterró:
alzarla puede el viento con su mano.

Da el soplo —brisa de desgracia o ansia—
que reavive la llama del esfuerzo,
y otra vez conquistemos la Distancia:
¡sea la del mar u otra, pero nuestra!]

La llama del esfuerzo y la Distancia: hoy que en el Tour vuelve a subirse el Alpe d’Huez.

20.7.08

Contraportada



Hoy, con el diario El País, estaba a la venta el disco que hicieron juntos Frank Sinatra y Antonio Carlos Jobim en 1967. En el librito que acompaña al cedé se reproduce el capítulo de Bossa Nova. La historia y las historias referido a aquella grabación (un capítulo muy emocionante, por cierto). Ha sido una hermosa culminación del interés que esta edición de Turner ha suscitado en los medios. Para culminar, por mi parte, las referencias a Bossa Nova en este blog, copio el estupendo pasaje en que Ruy Castro cita y comenta el texto que Jobim escribió para la contraportada del elepé Chega de saudade, de João Gilberto. Creo que es un buen resumen de la bossa nova, una buena indicación de lo que supuso João Gilberto, y una buena muestra del tono del libro:
El texto de la contraportada que Tom Jobim escribió para Chega de saudade es tal vez lo mejor que se ha producido jamás en Brasil. A su manera, resultó informativo, revelador y hasta profético en aquellas trece líneas. Los contemporáneos quizá no entendieran bien lo que decía, pero allí estaba todo. "João Gilberto es un bahiano bossa nova de veintisiete años", empezaba Tom. Era una de las dos referencias a la bossa nova en el disco —la otra se encontraba en la letra de "Desafinado"—, aunque la expresión tardaría aún unos meses en prender. Y continuaba: "En poquísimo tiempo ha influenciado a toda una generación de arreglistas, guitarristas, músicos y cantantes".
.....Para los primeros compradores poco informados de Chega de saudade, en abril de 1959, parecía una exageración. ¿Cómo era posible que un cantante, de quien no se había oído hablar apenas, ya hubiera influenciado a "toda una generación"? Pero, por increíble que pareciese, era verdad. Esos compradores, naturalmente, no frecuentaban las madrugadas del Plaza o la casa de Nara Leão. Tom, con gran habilidad, omitió a los compositores y letristas de ese radio de influencia. Jobim, así como Vinicius, Newton Mendonça y hasta el mismísimo Carlinhos Lyra, aún no le reconocían autoridad a João Gilberto para "influenciar" sus creaciones.
....."Nuestra mayor preocupación", proseguía Tom, "fue que Joãozinho no estuviese entorpecido por arreglos que le robaran su libertad, su natural agilidad, su manera personal e instransferible de ser y, en suma, su espontaneidad"; una forma elegante de decir que tuvo que andar con pies de plomo para que la grabación llegara a puerto sin que cada uno se lanzase al cuello del otro.
....."Joãozinho participó activamente en los arreglos contenidos en este long-play: sus sugerencias, sus ideas, están todas ahí", seguía Tom. Aquí se quedó corto: "Joãozinho" sencillamente dirigió la grabación, como el cómitre que dirigía con el látigo a los remeros en Ben-Hur. La diferencia es que João usaba un látigo de terciopelo. "Cuando João Gilberto se acompaña, la guitarra es él. Cuando la orquesta lo acompaña, la orquesta también es él". Ni João Gilberto permitiría que fuera de otro modo, podría haber añadido Tom. Y está claro que la "orquesta" tenía que ser João Gilberto. La Odeon no había soltado el dinero y, ya metido en la grabación, el propio Tom se convenció de que era mejor así: cuanta menos gente alrededor del astro, mejor. Y además, João Gilberto solo ya era una orquesta.
.....Más de Tom: "Él [João] cree que siempre hay lugar para algo nuevo, diferente y puro, que —aunque a primera vista no lo parezca— puede convertirse, como dicen en lenguaje especializado, en altamente comercial". Esto, en realidad, era un mensaje de Tom para el público interno: el de la Odeon, donde existían aún ciertos reductos de resistencia contra João Gilberto y ese tipo de música. La frase final —"P. S.: Caymmi también lo cree"— era un aval con dirección explícita, viniendo del hombre al que Aloysio de Oliveira más atención prestaba.
.....Al decir que aquella música podía convertirse en "altamente comercial", Tom estaba sólo acordándose de sus lecturas de Norman Vincent Peale y ejerciendo una especie de wishful thinking. En los primeros días de 1959, nadie podría asegurar que algo tan moderno y sofisticado resultase algún día "altamente comercial". El propio João Gilberto no pondría la mano en el fuego. En la intimidad, por ejemplo, le comentaba a Ronaldo Bôscoli:
.....—No hay nada que hacer, Ronaldo. Ellos son muchos.
.....Ellos eran los enemigos. Pero, aunque Tom tampoco estuviera muy convencido de lo que decía, la Odeon y las demás compañías no tardarían en descubrir que la bossa nova era algo más que un pensamiento positivo.
* * *
(23-VII) Aún quedaba una traca: la estupenda reseña de Miguel Dalmau en La Vanguardia.

19.7.08

La tele: ¡fastuosa gusanera!

Anoche a Faustine de Morel y a mí nos salió en el Nickjournal una improvisada escrituración en directo de ¿Dónde estás corazón?, el infecto (¡y adictivo!) programa de Antena 3. Aquí la copio:

* * *
[239] J. A. Montano - 0:47:00
Guauuuuuuuu! Estoy chateando con la tele puesta... Concretamente, Antena 3: "Dónde estás, corazón". ¡Anuncian a la ex-mujer de Dani Güiza! ¡Va a airear trapos sucios! Juó juó juó juó!

[240] J. A. Montano - 0:48:00
Jajajaja, ya está la ex-mujer de Güiza en plató. ¡Sólo puedo decir una cosa: que es más *horrible* que la Bermúdez!

[241] Faustine de Morel - 0:49:00
¡Y yo estoy viendo a "La calculadora humana" en Telecinco!
Viviendo el viernes peligrosamente.

[242] J. A. Montano - 0:50:00
¡Viene a por la tajá! Dice, en andalú (ella es de Jeré): "Porque no ez juzto, con lo que va a cobrá ahora, que le ziga pagando una mizeria a mi niño".

[243] J. A. Montano - 0:52:00
¡Peor que la Bermúdez! ¡Con eso está todo dicho! ¡Pongan Antena 3 y juzguen por ustedes mismos! ¡Menudo espantajo! "Ante le iba má en er furgo", dice. ¡Claro, nena, porque estaba contigo! ¡La Bermúdez, en cambio, le ha despertado el instinto del gol!

[244] J. A. Montano - 0:54:00
"Ya za gastao la mitá de la cuenta de mi niño".

[245] J. A. Montano - 0:56:00
¡Del mismo modo que ayer salvé y elevé a la gloria al "desastre" que describió el Crítico, hoy condeno y hundo en los infiernos a la estólida ex-mujer de Güiza! ¡Animo, Güiza, con *esa* en casa, yo también me hubiera ido con la Bermúdez!

[246] Faustine de Morel - 0:57:00
Pero pero pero pero pero ¿cómo puede decir que esa mujer es horrible?
:-)
Horrible Güiza, casándose con esa cresta. Por favor... ¡pero cómo se puede alguien peinar así para casarse!
(Ay, que esos que vienen detrás son los de la pierna encima del GH, jajajajaja... )

[247] J. A. Montano - 0:59:00
¡JOJOJOJOJO! ¡Pero lo mejor se anuncia para después! ¡Vuelven Jorge "Quién me pone la pierna encima" y María José Galera! Jajaja!

[248] J. A. Montano - 1:00:00
¡Fiebre del viernes noche! Yujuuuuuuuuuuuuuu!

[249] J. A. Montano - 1:01:00
PREGUNTA: ¿No tienes un novio que se llama Eugene y que es futbolista que juega en el Betis y que vive en tu casa?
RESPUESTA: No, no, no, no, no... Eza ez una relazión que he tenío y ná maz...

[250] J. A. Montano - 1:02:00
No me diga, Faustín, que le gusta ese espantajo... ¡Mucho mejor la Bermúdez!

[251] Faustine de Morel - 1:03:00
Pero si la Galera perdió una hija hace nada, meses...
¡Ay, la mirada del Jorge a la cámara! ¿Está teniendo un orgasmo?

[252] J. A. Montano - 1:03:00
Aparecen imágenes de María José Galera en toriles... ¡Parece que se ha puesto tetazas! ¡Eso me recuerda que mi sueño es ponerme tetazas algún día!

[253] J. A. Montano - 1:04:00
PREGUNTA: ¿Y también has tenido una relación con un futbolista que se llama Varela?
RESPUESTA: ¡Pero zi eze hombre tiene novia! ¡Un rezpeto!

[254] Faustine de Morel - 1:06:00
Vamos a ver, no me haga soltarle dos guantazos aclaratorios. A mí no me gusta ninguna de las dos.
:-)
Cantizano forever.

[255] J. A. Montano - 1:07:00
¿La Cantizana? ¿Le gusta la Cantizana?

[256] J. A. Montano - 1:08:00
A mí me parece, Faustín, y no quiero decepcionarla, que yo tendría más posibilidades con Cantizana que usted...

[257] Faustine de Morel - 1:09:00
Uy, muchísimo. ¡Y Jesús Vázquez!

[258] J. A. Montano - 1:10:00
PREGUNTA: Se dice que ese niño que perdiste, no sería de Dani...
RESPUESTA: ¿Que no zería de Dani? ¡Po zería der butanero!

[259] Faustine de Morel - 1:10:00
Bueno, ya, pero para que me guste (y fantasee) desde la comodidad de mi hogar con él, eso no cuenta.

[260] J. A. Montano - 1:11:00
Usted puede fantasear con él... pero espero que su fantaseo sea verosímil. O sea, sin erección fantaseada.

[261] Faustine de Morel - 1:12:00
Ésta buena mujer está explotando los (viejos, cansinos, enervantes, casposos) argumentos de la Esteban. En andalú y en moreno.
Imagínesela hablando con los ojos cerrados y verá.

[262] J. A. Montano - 1:14:00
¡Menuda cortapollas la tipa esta! ¡Qué horror de mujer! ¡Chantajista emocional! ¡Que si el papi no le regala balones al niño, y el niño va lampando de balones paternos por las calles de Jerez! ¡Anda y que te zurzan, petarda! ¡Güiza, campeón: tú sigue ahí con la Bermúdez! ¡Gran cosa no es la Bermúdez, desde luego... pero *mejón* que la que has dejado en Jerez, descarao!

[263] J. A. Montano - 1:15:00
¡Pero llegan ya Galera y Jorge! Yujuuuuuuuuuuuuu!

[264] J. A. Montano - 1:17:00
Ha habido una novedad: la niña de MJ Galera se murió en febrero. ¡Y eso la ha convertido en una nueva mujer! ¡Uó uó uó uó!

[266] J. A. Montano - 1:19:00
"Después de la muerte de mi niña, he querido enterrar todo lo malo de mi vida y quedarme solamente con los once días que pasamos en la casa".
"¿Los once días de amor con Jorge?".
"Sí..."

[267] Faustine de Morel - 1:19:00
Jorge es Errol Flynn. O cree que es Errol Flynn.

[268] J. A. Montano - 1:21:00
Y ya puestos a rescatar a frikis de GH, ¿por qué no rescatan a mi ídolo absoluto de todos los tiempos? ¡Iñigo!

[269] J. A. Montano - 1:22:00
María José Galera viene filosófica. La muerte de su niña le ha dado conciencia de la existencia y tal y pascual. "Los once días que pasé con Jorge en la casa", insiste. Al final, es lo mejor que ha tenido.

[270] J. A. Montano - 1:23:00
"¿Y las perversiones de Jorge?"
"Nooooooooooooo..."
"Pero vamos, perversiones tenía, ¿no?"
"Bueno, cosillas que no eran normales".
"¿Como cual?"
"Jajaja, bueno... El día que me cogió la peineta y se fue él solo".

[271] J. A. Montano - 1:24:00
¡No me digan que la tele no es maravillosa!
¡Qué fastuosa gusanera!

[272] Faustine de Morel - 1:26:00
Jajajajaja, pero ¿quién ha enseñado a este tío a poner todo este el repertorio de caras?
¿Y ella? Ella dice que no mintió nunca. Que estuvo en la máquina de la verdad y NO MINTIÓ (así, con el dedito).

[274] J. A. Montano - 1:28:00
Pero por dios, Faustín... ¿ha visto ese plano de cuerpo entero de Cantizana? ¡Pero si es un muñeco de José Luis Moreno!

[275] Faustine de Morel - 1:29:00
Cucha, cómo se estira la camisa antes de sentarse. ¡Ningún hombre hace eso!
(Mi palabra favorita andaluza es, sin duda alguna, "cucha")
((Pero para todos los restos.))

[276] J. A. Montano - 1:30:00
Ha aparecido Jorge en plató. Primeras palabras a María José:
"No te han tratado demasiado mal los años. No te han tratado bien, pero podrían haberte tratado peor..."

[277] J. A. Montano - 1:31:00
Jorge ha aparecido en plan horrachiano héroe antictónico! Le está dando bien a MJ Galera!

[278] J. A. Montano - 1:32:00
Jorge, menudo cambio! Era un patán y ha vuelto convertido en personaje de Casavettes! Qué discurso!

[279] Faustine de Morel - 1:33:00
Este programa es insoportable. Voy a prepararme un colacao.
(¡Ojjjjhhhhjjjjj!)

[280] J. A. Montano - 1:33:00
"Ni soy un pervertido, ni soy un maltratador, María José".
¡Meridianamente claro!

[281] J. A. Montano - 1:34:00
Ese colacao, Faustín, es porque está ganando el Hombre frente a la Mujer!
Uno a cero! Jajaja! Aupa Jorge!

[282] J. A. Montano - 1:37:00
JORGE: Te pido perdón por las veces que te he perdido el respeto.
MARÍA JOSÉ: Yo también.
JORGE: Teníamos que haber hablado de nuestros problemas en privado... Pero claro, poderoso caballero es don dinero...
MARÍA JOSÉ: Claro...

[283] Faustine de Morel - 1:38:00
Ah, perdón (sabía que saldría con algo parecido), pero el destino entre estos dos siempre ha sido tozudo: ella acabará colocándole la pierna encima.
Puro humo.
(Menos mal que tengo Estrellitas.)
((...))

[284] J. A. Montano - 1:39:00
A mí me gustaría que profundizaran en lo de la peineta...

[285] Faustine de Morel - 1:41:00
A mí me gustaría hincharlo a pellizcos...

[286] J. A. Montano - 1:41:00
De todas formas, Faustín, reconozca que quien le hace tilín es Angel Antonio Herrera: que, además, es aquitalado poeta.

[287] J. A. Montano - 1:43:00
Ahora hablan del pasado de MJ en la prostitución... y a la pobre se le ha mudado la cara.

[288] Faustine de Morel - 1:44:00
Jajajaja, qué bien me conoce. Casi se me sale la leche por la nariz.
Hubo una época en la que sí. Lo reconozco. El airecillo ese canalla, me temo.

[289] J. A. Montano - 1:45:00
¡Pero por favor, Faustín! ¿Cómo le puede gustar la Cantizana?

[290] Faustine de Morel - 1:46:00
¿A lo de Dani López también nos vamos a quedar? Porque va a salir follando, la creatura.

[291] J. A. Montano - 1:47:00
¡Ese airecillo canalla, ya veo! ¡Pero luego *evolucionó* hacia la Cantizana! ¡Mujeres!

[292] J. A. Montano - 1:53:00
Yo a lo del tal Dani López follando no me quedo ni de coña. Yo me espero a ver qué pasa con María José Galera y Jorge, y me voy cagando leches...

[293] Faustine de Morel - 1:57:00
Vale, pero gana ella. Entró primero al plató, lleva mucho rato achantando y se le ha muerto alguien. Las tiene todas consigo.

[294] J. A. Montano - 1:59:00
No, Faustín. Ha empezado con la cagada estratégica de empezar diciendo que quería volver con el otro y que lo perdonaba todo. Jorge ha entrado ya con la sartén por el mango. Si fuera un samurai, la mandaba a tomar por saco. Pero, como no es un samurai, cabe la posibilidad de que se ablande y le diga que sí, que vuelve. Pero, sea como sea, la decisión la tiene Jorge.

[295] J. A. Montano - 2:00:00
Ahora bien, como Jorge le diga que no, ella sí le va a soltar una pulla que lo va a dejar temblando. ¡Eso sí! ¡Y además con el despecho de sentirse rechazada! Ella va a ganar, sí: pero sólo por reacción.

[296] Faustine de Morel - 2:02:00
A ver si no estamos viendo el mismo programa... porque como yo lo veo, ella se desnudó de sentimientos pabajo nada más entrar (primero), y él llegó con su cantinela de malote, eterna cantinela de malote exhibida de uno al otro plató, con lo que: ella ganará porque en breve soltará un discursito con lágrima y (a-ja-já) se le pondrá la cuadrilla periodista de su parte (maltratos, esas cosas), y él, puede que haga una salida del plató airosa, brazos en jarras y peineta.
Ponga en marcha el cronómetro.

[297] J. A. Montano - 2:04:00
Ah, eso sí, desde luego. Yo me refería a si él iba a decirle que sí volvía con ella o no. Lo que, por otra parte, no tiene nada uqe ver con ganar o perder...

[298] J. A. Montano - 2:05:00
"Si él no quiere, el chollo se le acaba", dice María José. (Léase "chocho" donde dice "chollo".)

[299] Faustine de Morel - 2:07:00
Son unos blandos, Montano. No veo tema y lo que es peor, no veo la vena hinchada en los colaboradores.
Se vienen abajo.
Vayámonos a la cama con carácter de urgencia.

[300] J. A. Montano - 2:07:00
Bueno, pasa lo previsible: aplazan el asunto... ¡Aún quedan muchos programas!

[301] J. A. Montano - 2:08:00
Sí, vayámonos a la cama! Y yo sí me voy con la vena hinchada, por si le interesa :-)

[302] Faustine de Morel - 2:09:00
Gorrino.
Buenas noches, :-)

[303] J. A. Montano - 2:10:00
Jajaja! Adeus!

18.7.08

Más de João Gilberto (y Barcelona)

En la presentación de Barcelona no dije, por vergüenza, que aquel viaje de julio del 2000 para ver a João Gilberto era también mi primera visita a la ciudad. La conocí demasiado tarde, pero me encantó. Yo además llevaba muchos meses seguidos en Madrid y en Barcelona me reencontré con la atmósfera mediterránea. Me sentí en comunión con lo que denominé, cursilonamente, "la hermandad de la brisa". Aquel viaje, lo estoy recordando ahora, fue en verdad precioso. Lo hice en compañía de una de mis mejores amigas: Marga, enamorada también de la música brasileña (y de Vargas Llosa, pero ésa es otra historia: que contaré en su momento). Ella era entonces la productora de Gran Hermano y yo el coordinador de guiones de una serie que se estaba preparando para TVE-1. Ambos estábamos saturados de trabajo, pero no dudamos en hacer la escapada: João Gilberto era João Gilberto, y sabíamos que quizá no tuviésemos otra oportunidad de verlo en la vida. Por nuestros trabajos, teníamos que permanecer en Madrid, a pie de obra, por si surgían imprevistos. Pero nos arriesgamos y, por fortuna, no pasó nada. Sí que tuvimos que despachar numerosos asuntos por el móvil, sin que nuestros jefes sospecharan que nos encontrábamos en Barcelona. Lo de Marga era particularmente divertido. Aquel era el primer año de Gran Hermano, el de la mayor fiebre, y por todos lados, en la calle, en las tiendas, en los bares, cazábamos conversaciones sobre el programa, sin que la gente pudiese sospechar que mi dulce amiga era la auténtica Gobernanta de La Casa. Y nosotros nos regocijábamos de estar trabajando para las masas (con gusto, además) al tiempo que nos permitíamos una peregrinación para ver a uno de los artistas más sofisticados del siglo. Pasamos la mañana paseando, comimos en un restaurante del puerto, echamos la tarde en una terraza de Colón y por la noche partimos para el Grec. El concierto tardó en empezar. Yo le decía a Marga que había que estar preparados para que João Gilberto no apareciera, y que su aparición habría que celebrarla como un milagro. Al final sí apareció. Aunque en la presentación de Bossa Nova Alfredo Lorenzo, que pertenecía a la organización del concierto, nos confesó que estuvo a punto de irse todo al garete. También nos contó que João Gilberto no salió de su hotel en los cinco días que pasó en la ciudad, salvo para las dos actuaciones; pero se despidió diciendo: "Muito linda Barcelona, muito linda...". Aquella velada fue inolvidable. João Gilberto entró en el escenario con traje negro y zapatos blancos. Se sentó y empezó a cantar. Ocurrió lo que conté de la guitarra, y el concierto siguió. Cada vez que acababa un tema, se recogía con su instrumento y miraba abajo, con timidez y modestia. A veces, le pedía nuevos reajustes de sonido al técnico. Por el suelo tenía esparcidos papeles con títulos de canciones. El concierto era al aire libre. Hacía una noche ideal. Al mediodía, con las calles llenas, había caído un repentino chaparrón y algunos de los asistentes tenían un principio de resfriado. El concierto estuvo punteado de estornudos. Pero João Gilberto no se incomodó por ello, ni nadie. Y hoy recuerdo aquellos estornudos con el mismo cariño que la música, como formando parte de aquel concierto específico: igual que las toses que aparecen en ciertas grabaciones históricas de música clásica y cuya eliminación en las ediciones remasterizadas tanto nos fastidia. Cuando terminó el concierto, tras los bises, Marga y yo atravesamos el escenario, junto a los papeles con los títulos de las canciones y el micrófono y la silla donde había estado João Gilberto. Luego nos sentamos a tomar una copa, en silencio. Sí, estuvimos en silencio un buen rato, como si nos diese pudor emitir cualquier sonido. Comprendimos el verso de Caetano Veloso: "Melhor do que o silêncio, só João".

17.7.08

Fénix de los ingenios

(Primera versión)

Un haiku me manda
hacer Violante.
Y ya lo he hecho.

* * *
(Segunda versión)

Un soneto me manda
hacer Violante.
Pero le hago un haiku.

12.7.08

Retraso

El jueves mi avión despegó de Barcelona con una hora de retraso. El vuelo fue normal. En el aeropuerto de Málaga esperé el tren de cercanías. Llegó. Me subí. Encontré asiento muy cerca de la puerta. Entonces escucho las voces de una niña y su madre, en inglés. Me asomo y veo que la niña está sentada al borde del andén, con las piernas en el estrecho hueco entre el andén y el vagón. La madre la mira con cara bobalicona. La niña lleva una camisa blanca y un pantaloncito rosa. Es rubia. Debe de andar por los seis o siete años. Sin pensarlo, agarro a la niña por las axilas y la subo. La madre, fuera con las maletas, casi me regaña. Me señala debajo del tren: por lo visto se les había caído algo. La tonta, las tontas, aún pretenden bajar a recogerlo. Les grito que no, que están locas, y le indico a la madre que suba. No sé si me entiende. Pero mi gesto conminatorio despierta su instinto borreguil (que no otra cosa) y se aúpa con su maleta. Yo, mientras tanto, he estado agitando la mano en dirección a la máquina, desde arriba, para que el maquinista me vea y no arranque. Pero el maquinista no me había visto (¡ni había visto la escena!), porque suena el pitido y la puerta empieza a cerrarse con la madre entrando. Logra pasar, raspándose con los batientes y refunfuñando "shit!". El tren se pone en marcha. La niña llora, no sé si por el susto o por el objeto perdido. Yo vuelvo a mi asiento y paso ya de las dos. Cuando llegamos a la estación, me voy sin mirarlas. Las desprecio, por idiotas. Y me atormenta la imagen de esa niña segada por las ingles (en el mejor de los casos), si mi avión no llega a retrasarse. (O pienso en un silogismo borgiano: el universo en que mi avión se retrasa es el mismo en que esa niña rubia conserva sus piernas; el universo en que mi avión es puntual y la niña las pierde, es otro —sin duda con múltiples maravillas, pero con esa desgracia.)

11.7.08

Bossa Nova y Duchamp



Nada más bajar del avión en Barcelona el miércoles, fui a la exposición Duchamp, Man Ray, Picabia, en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (¿se darán cuenta alguna vez los nacionalistas de lo palurdos que resultan en determinados contextos?). La exposición fue un festín: no sólo estaba el Gran Vidrio (la copia supervisada de Hamilton), sino también un montón de obras de Duchamp que no me esperaba. Me emocioné ante sus cuadros Novia, El paso de virgen a novia y Dulcinea (especialmente el primero). Había más cuadros, y bastantes ready-mades, incluidos el urinario y la rueda de bicicleta, y la Monalisa bigotuda, y los rotorrelieves (girando), y la Boîte-en-valise, y algunos manuscritos, y muchas fotografías... La mayoría de éstas, naturalmente, de Man Ray. Por las que no eran sobre Duchamp y por sus cuadros y objetos, así como por los de Picabia, pasé volando: me gustaron, pero para mí no eran más que un (buen) acompañamiento de los de Duchamp. Sólo me detuve ante una pequeña fotografía de Ray en que aparece Lee Miller haciéndose una pompa de jabón encima de la teta: un pecho sutil de transparencia sobre el de carne, desnudo. En cuanto al Gran Vidrio: ¡glorioso! Impone respeto, y a la vez inspira levedad. ¡Qué obra más limpia y diáfana! En la exposición había dos rincones impotentes, pero aun así de agradecer por los duchampianos: una pequeña fotografía, ya que no podía estar el cuadro, del Desnudo bajando una escalera, y un remedo electrónico de Etant Donnés: sobre una pared se proyectaba la puerta, por cuyos dos agujeritos podía verse el maniquí. Precisamente hace unos días, revisando libretas viejas, me encontré una asociación que hice hace tiempo: el brazo de la chica que sostiene la lámpara traza una línea similar a la de la cuesta del ciclista ético (y la lámpara misma podría ser el sol que hay encima de la montaña). Me gustó, por cierto, que la exposición estuviera en un monte con tradición ciclística: Montjuïc. Desde allí, antes y después, estuve deleitándome con las fabulosas vistas de Barcelona. Y bajando luego la escalinata se produjo un momento duchampiano-landista. Me di la vuelta para mirarle el culo a una espectacular chica que subía, y entonces venía bajando otra al trote con sus dos tetas botando. No iba desnuda, ni lo necesitaba. Casi toco la cuarta dimensión.

Solté mi mochila en el hotel y fui al almuerzo con la facción barcelonesa del Nickjournal. Un encuentro la mar de agradable. Cuando nos despedimos, pasadas las cinco, me entró el miedo escénico y me fui a mi habitación a repasar mi intervención en Casa Amèrica (la presentación de Bossa Nova era a las siete). No temía quedarme en blanco, pero sí estar demasiado rígido, como me pasó la última vez que hablé en público (que conté aquí). Al final la cosa salió más o menos natural, aunque me dejé algunas cosas en el tintero. Sí dije lo esencial de lo que pretendía: que me alegraba que el acto fuese en Barcelona, porque en Barcelona fue donde vi por primera vez a João Gilberto; y que mi propósito al traducir el libro fue que en español resultara tan placentero de leer como en portugués. La presentación la hizo (muy bien) la editora de Turner, Pilar Álvarez, e intervino para concluir Alfredo Lorenzo, de Tangará. Éste nos dio un notición: que João Gilberto acaba de tener otro hijo, a sus setenta y siete años. João Gilberto y Duchamp: tienen más cosas en común de lo que pudiera parecer. El amor por la transparencia y la nitidez, por ejemplo. Su incansable insistencia en lo mismo, con sutiles variaciones. Y, sobre todo, que han sido dos artistas libres, siempre a su aire. Ahora, para mí, están unidos también por Barcelona.

* * *
(1.9.12) El director del MNAC se da cuenta del palurdismo. Me ha llevado a la noticia este correo catalán de Arcadi Espada.

4.7.08

Regalo de la tarde

A veces sólo hay que sentarse y esperar. Ayer pasó eso. Me encontraba en un banco del paseo marítimo, con el sol poniéndose a mis espaldas y el mar enfrente, de azul dorado. Todo era dorado a esa hora: los edificios, los montes, las grúas, el cielo y el malecón. Sentía una felicidad física que se trasladaba al alma. Unos minutos después el horizonte ya era morado, pero aún cruzó por el cielo un avión de oro. Decidí quedarme otro rato para ver oscurecer. Había muchos paseantes, que habían salido a tomar el fresco tras una jornada de terral. De pronto ante mí, a menos de dos metros, se paró una chica de unos veintitrés años, con un vestidito marrón. Sus tetas eran rotundas: dos, permitidme, auténticos melones; pero redondos, esféricos (¡dos sandías! ¡morenas!). Se paró porque el bulldog que llevaba de la correa quería cagar. Noté que estaba incómoda por que el animal hubiera decidido hacerlo tan cerca de mí; tan cerca de un hombre, y además ocioso y contemplativo. Ella sabía lo que eso implicaba: el ritual que se pondría en marcha ineluctablemente. Entendí que iba a recoger la caquita, con lo que tendría que agacharse y dejarme una perspectiva privilegiada de su escote. Lo de recoger la caca de los perros no es común en Málaga, ciudad sucia donde las haya (y cuyo presupuesto para la capitalidad cultural del 2016 debería gastarse íntegramente en basureros). Por eso, cuando el perro empezó a soltar sus compactas cagarrutas, tersas, oscurísimas, inspeccioné las manos de la chica en busca de la bolsa. Me inquieté cuando no la vi. Ella permanecía erguida. "¿Será posible que sea otra merdellona más y vaya a dejar la mierda ahí? Pero entonces, ¿por qué su inquietud?", me dije. El perro terminó y ella se mantuvo un segundo recta. Vi entonces (y ella vio que vi) un paquete de bolsitas atado a la empuñadura de la correa. Tiró de una con el mismo gesto con que Rita Hayworth se quitaba el guante. Y se agachó. Se puso un poco de lado, pero sus tetas eran tan enormes, y su escote tan pronunciado, que no había manera de evitar la exhibición. Pegó pudorosamente los brazos al cuerpo, pero eso apretó las tetas y las realzó aún más. Eran gloriosas. Dos globos divinos y turgentes, vivos, bamboleantes. Ella recogía la caquita y sus pechos estaban ahí. Cuando terminó, se incorporó con un gesto rápido y se fue, con el bulldog detrás. El cocktail había sido ciertamente original, una mezcla arriesgada pero que combinó a la perfección: el aspecto macizo y fibroso del perro, las bien dibujadas cagarrutas y la chica agachada, con su escote, recogiéndolas. Di por terminada la tarde, con un cosquilleo en el paladar.

1.7.08

El antiopositor

Mi fiebre por Spinoza (caliente) tuvo un origen frío. Este año, a última hora, decidí presentarme a las oposiciones para profesor de instituto de Filosofía. (De vez en cuando me entra la tentación del sueldecito fijo.) Tenía poco tiempo y decidí estudiarme sólo a diez o doce autores. Empecé por Spinoza... y en él me quedé. Me apasioné y me he dedicado a leer sólo a Spinoza y sobre Spinoza (ahora estoy con la biografía de Steven Nadler: estupenda). Total, que llegó el día del examen, hace un par de domingos, y sólo me llevaba un tema preparado: el de Spinoza, que era el número 56. Su título: "El sujeto ético-político en Spinoza". Mi apuesta era límpida: Spinoza o nada. Rodó el bombito de bingo infantil que rige el destino de los opositores y no salió la bolita 56. Aun así, acaricié la idea de hablar de Spinoza. Al fin y al cabo, ¿por qué hablar de otros autores, si se puede hablar de Spinoza? Estoy seguro de que el tribunal filosófico, si de veras era filosófico, lo hubiera entendido a la perfección. Todo tribunal filosófico posible e imposible sabe que no hay que hablar de otros autores, si se puede hablar de Spinoza. Miré uno por uno a los miembros del tribunal y pensé endilgarles páginas y páginas sobre Spinoza, por más que no hubiera salido el tema de Spinoza. Como estrategia no era descabellada: en las calurosas y soporíferas horas de la corrección, ¡qué aire fresco les supondría encontrarse de pronto, entre los demás estólidos autores preguntados, un examen sobre Spinoza, aunque no hubiera sido preguntado! Pero me dije que con ello corría el serio peligro de aprobar, y yo no quería aprobar. No ahora, al menos. Así que entregué el examen en blanco y me fui. Para seguir leyendo a Spinoza.

* * *
(27-VI-2018) Me dicen que en las oposiciones de 2018 ha caído Spinoza. ¡Con diez años de retraso!