21.1.09

El gozne del tiempo

La fotografía que ha puesto hoy el amigo Francisco Luna en su blog me ha recordado una especie de revelación (o, más modestamente, intuición) que tuve acerca de la esencia del tiempo, hace años. Me encontraba en la mediana de la carretera del paseo marítimo, esperando una remisión en el tráfico, para cruzar. Vigilaba los vehículos que venían hacia mí; pero con el mismo golpe de vista abarcaba los que se alejaban de mí. Estos son como el pasado, pensé. Pero entonces me di cuenta de que los que vienen son como el futuro. Nosotros no vamos hacia el futuro, sino que es el futuro el que viene hacia nosotros: lanzado a toda pastilla, a estrellarse. De esa colisión (de ese estallido) surge el relámpago del presente. Nosotros somos esa colisión: el gozne del tiempo. En nosotros (en cada uno) el tiempo gira y sale rebotado: el pasado es ese rebote. El tiempo no es una carretera por la que caminamos, delante de la cual está el futuro y detrás el pasado. No tenemos que mover la mirada para ver ambas dimensiones del tiempo. No vale, pues, la figura de Jano; ni la del ángel de Walter Benjamin. Mirando al frente vemos tanto el pasado como el futuro. El cosquilleo del instante es el del gozne.