31.10.09

Montano Ciberpunk

Tenía yo ganas de darme un baño de modernidad (o postmodernidad, o postpost, o como quieran) y he visto la ocasión con el cuestionario al que responde el amigo Ferré. ¡Lo respondo yo también, qué diablos! (Lo de ciberpunk lo tomo de su título; en cuanto al disfraz, es el primero que vi en el guardarropa.)

* * *
1916, dadá; 1957, situacionismo; 1961, free jazz; 1977, punk; 1981, grunge… ¿Y ahora qué?
Ahora, tras la tuna, se agradecería un poquito de formalidad.

¿Hazlo tú mismo o deja que te lo haga otro?
Otro no: otra.

¿Humanos ú homínidos?
Ah, ¿aquí es donde hay que decir algo sobre cyborgs y eso?

Crisis… ¿Cómo le resuena la palabra?
Me resuena simpatiquísima.

¿Cuál será la próxima revuelta?
La del hambre, la sed y la falta de calefacción.

¿Qué tipo de adoquines volarán?
¿Adoquines? No me sea antiguo.

¿Contra quién, contra qué?
Contra los políticos del prime time televisivo.

¿Por qué no ‘ahora mismo’?
Porque las cosas requieren su tiempo.

¿Miseria o miserables?
Los miserables: adoro a Víctor Hugo.

La cultura, ¿miseria o miserable?
¿Esto es para una revista cultural o algo?

Pensar… ¿cómo, qué, dónde, para qué?
Si se da el pensar, sobra el resto.

Actuar… ¿cómo, qué, dónde, para qué?
¡Ah, la acción! ¡Me encantaría conocer a esa muchacha!

Su mayor miedo
Seguir como estoy.

Su mayor felicidad
Entrar en funcionamiento.

Persona más odiada
El Mierda.

Persona más admirada
Quizá Spinoza.

Valor-idea más odiada
La crueldad, la mezquindad, la pomposidad.

Valor-idea más preciada
La alegría, el desprendimiento, la ligereza.

Bien material-objeto más preciado
El disco duro de mi ordenador.

Su último llanto
Lo tengo fresco.

Su última emoción
Sigue caliente.

¿Qué debería contener un kit de supervivencia en estos tiempos?
Un flotador.

Por cierto, ‘estos tiempos’... ¿Cómo son, cómo los resumiría?
Oh, campanudos.

La “indecencia”, dice Žižek, es la invisible presencia de “millones de anónimos trabajadores sudando en fábricas del tercer mundo, desde los gulags chinos a las líneas de montaje de Indonesia o Brasil –en su invisibilidad, Occidente puede darse el lujo de balbucear acerca de la clase obrera en vías de desaparición”... Comente la idea.
Campanuda.

¿Quiénes son los capos? ¿Quiénes son los malos?
Los capos son los malos.

¿Y los buenos?
En España, hoy, los antinacionalistas. (Y que no me vengan los nacionalistas con que si Ynestrillas: los Ynestrillas, además de que son pocos, son exactamente unos nacionalistas —como ellos.)

¿Hedonistas o humanos vegetantes?
No son especies incompatibles.

“Lo sé perfectamente bien, pero...” ¿Justificación para ser tonto?
Tonto debo de ser yo, porque no entiendo la pregunta.

“¡Las cosas cambian tan rapido!”. ¿Verdad u opio?
No cambian tan rápido, en realidad. Lo sustancial va lento. Otra cosa es la espuma: ésa sí va a toda pastilla.

¿Se actúa Vd. a sí mismo o es Vd. mismo?
Encuentro un tanto asintáctica la pregunta. No responderé para no ser cómplice.

¿Qué es un ‘coolhunter’?, ¿un basurero?, ¿un mercachifle?, ¿un gurú?...
El protagonista de un poema de Eloy Fernández Porta que, por lo ramplón y moralizante que es, debería subtitularse: "El Nocillismo meets Ismael Serrano".

Lo más obsceno de la cultura contemporánea...
La buena conciencia.

Lo menos...
La inteligencia práctica.

El almuerzo eterno e incandescente de bytes... ¿Le gusta?, ¿le asusta?
Me divierte, me crispa, me seda, me estraga.

La libertad de decisión... ¿Nos dejan elegir lo minúsculo para que no perturbemos el orden máximo?
Buf, con ese tono quejumbroso del si "nos dejan" es que no puedo.

Lo prohibido... ¿De verdad todo nos está permitido?
¿Lo prohibido? ¿Lo permitido? Me suena al vocabulario de las folklóricas.

La realidad... ¿Por qué la obsesión por sus versiones alternativas?
Yo no tengo esa obsesión. La realidad me fascina, tal cual es. (Y ese ser ya es, de por sí, lo sufientemente alternativo.)

La pasión... ¿También, como el café, descafeinada?
Descafeinada no, pero sí en taza. Y caliente, pero que no queme. Y no amarga, sino con azúcar (o sacarina).

Los placeres... ¿De verdad están a nuestro alcance?
Pues unos sí y otros no. ¿Hay algún problema con eso? De todas formas no es en los placeres, sino en el sufrimiento, donde está la clave (la clave del tema de nuestro tiempo, que es la salida del nihilismo, naturalmente).

Otra vez Žižek: “Esto es lo que está emergiendo cada vez más como los "derechos humanos", centrales en la sociedad del capitalismo tardío: el derecho a no ser acosado, es decir, el derecho a mantenerse a una distancia segura de los otros”... Comente la sentencia.
Campanuda.

Los oráculos... ¿Quiénes?
La realidad misma es el gran oráculo y el gran jeroglífico: ahí está todo, delante de nuestras narices. No sólo está fuera como la famosa carta robada de Poe, sino que está abierta y con toda su escritura a la vista. Otra cosa es que la entendamos.

El sentido personal del ridículo... ¿Existe? ¿Ha muerto?
Pues unos lo tienen y otros no. ¿Qué quiere que le diga?

¿Jugamos, segundo a segundo, a un juego de rol?
Jajaja. De verdad: déjelo ya.

La sexualidad reducida a juego... ¿Es así? Si lo es, ¿es una buena cosa?
Sí, padre: me toco.

¿Necesitamos un nuevo Brecht? ¿Es posible un nuevo Brecht?
¿Brecht? ¡Dios mío! ¡Necesitamos millones de cosas antes que un nuevo Brecht!

¿Estamos viviendo el fin de la política?
Ah, no, para nada. Existe la derecha y existe la izquierda. La confusión viene de que no siempre son de izquierda quienes se dicen de izquierda; ni siempre son de derecha quienes los que se dicen de izquierda dicen que son de derecha.

Una vez más, Žižek: “La amenaza real de los nuevos medios de comunicación es que ellos nos privan de nuestra experiencia pasiva auténtica, y así nos preparan para la estúpida y frenética actividad para el trabajo interminable”. Comente el comentario.
Campanudo. De verdad: van ya tres parrafadas de Žižek y ninguna me ha aportado nada; salvo la impresión de que ese Žižek es un tipo campanudo.

El ruido... ¿Hablemos cuanto sea posible y cuanto más alto mejor?
Observo en muchas de sus preguntas una cierta coquetería apocalíptica. Entiendo que esté usted ávido de emociones: pero no es para tanto.

¿Para qué hablamos?
Jajaja. Venga, la siguiente.

¿Hablamos para que nada cambie?
¡Ah, ya! Qué pesado.

El goce como deber. ¿Por qué tenemos que pasarlo bien?
¿Quiénes tienen que pasarlo bien? ¿Habla de su grupito o algo así? Yo personalmente lo paso fatal, y estoy contentísimo.

Algo que añadir...
¡Que ya está bien, hombre!