31.10.10

La compañía de las imágenes

Siempre que menciono a mi cuñado me acuerdo de una fan que me regañó: "¡Tú no puedes tener cuñado!". Pues sí: mi malditismo llega a esos extremos. Esta vez, además, debo hablar de mi cuñado, porque el domingo pasado me regaló un iPhone y éste ha sido el protagonista de mi semana, que he vivido entre la música y las fotos. El iPhone es un diamante negro, suave, como una Kaaba de bolsillo, o un Aleph. Pero no incurro en delicuescencias: lo he incorporado con naturalidad; ahora simplemente tengo una mascota lista. La primera mejora ha sido recobrar la compañía de las imágenes. Mi videocámara está estropeada y hace meses que paseo sin grabar; quiero decir, sin fijarme: abandonado a mi soledad paseística. Llevar encima el recurso de detener los instantes, en cambio, hace que uno vaya atento: atento a los instantes dignos de ser retenidos. Del pastel del mundo, uno selecciona una porción; y es de la selección misma de la que se desprende la dulzura. Es justo eso: la compañía de las imágenes. Y también está la música: la versión de Bossa Três de "Days of wine and roses", de la que estoy enamorado. Mi amiga Mabel me hizo la adaptación de los primeros veinte segundos y, siguiendo sus instrucciones, logré ponerla como sintonía. Esto ha empezado a crearme problemas, porque ahora cuando alguien me llama me quedo hipnotizado con la música y tardo en responder, y a veces se me pasa el tiempo y me quedo sin el amigo pero con la canción. En resumen: el iPhone contribuye a mi soledad, pero me la hace más bonita. Aquí hay una selección de las fotos de estas jornadas.

27.10.10

La sopa boba

El domingo asistimos a Ritter, Dene, Voss, que es la primera obra de Bernhard que veo representada. En esta adaptación española la han titulado Almuerzo en casa de los Wittgenstein, aunque en el original son los Worringer. Es un reclamo legítimo, siempre y cuando se entienda que Bernhard se tomó bastantes libertades con Ludwig y sus hermanas. A mí me gustó menos que al crítico del Málaga Hoy, pero estuvo bien la experiencia. Ésta tenía de rara, ante todo, la entonación: el Bernhard que leemos machaconamente, con su ligereza mecánica, maquinal, aquí aparecía entonado, tamizado por el artecillo de los actores. Estos eran buenos profesionales, pero supongo que no podían hacer otra cosa. Yo, desde luego, no me imagino qué otra cosa podrían hacer. Bernhard me pareció más débil que en la página, más rendido a sus trucos. Pero sus parrafadas siguieron siendo memorables. Copio aquí la de la sopa, por ejemplo:
El comedor
del que han salido todas las desgracias
Padre madre hijos
nada más que representantes del infierno
en sopas y salsas se ha ahogado
siempre todo
lo que valía algo
si tenía un pensamiento auténtico
si tenía un pensamiento valioso
mi madre lo ahogaba en su sopa
si tenía un sentimiento auténtico
si tenía un sentimiento valioso
me lo tapaba con su salsa
Y nuestro padre toleraba sin escrúpulos
lo que nuestra madre mataba en mí
por eso he odiado siempre
este comedor
desde este lugar
desde este lugar paterno
sólo se han dictado sentencias de muerte
El enlace es fácil, para el oído español, con otro pasaje del tercer acto (éste pertenecía al segundo) sobre la ayuda o subvención a los artistas; es decir, lo que para nosotros es la sopa boba:
A los jóvenes artistas no hay que ayudarlos
no hay mayor absurdo
que ayudar a los jóvenes artistas
ayudar a los artistas en general
es absurdo
Los artistas deben ayudarse a sí mismos
sobre todo los jóvenes artistas
deben ayudarse a sí mismos
por eso los jóvenes artistas no llegan a nada
porque continuamente los ayudan
quien ayuda a un artista
lo aniquila
sobre todo quien ayuda a un joven artista
lo destruye y lo aniquila
ésa es la verdad
Verdad bernhardiana, arte de la exageración. Lo bonito fue ver tanto público: público aniquilante, pero público. Me dije: "Bernhard, el tío". Quizá venían por Carmen Machi, pero allí estaban. Aplaudiendo a Bernhard. Todos yéndose a sus vidas después, y yo con ellos. Yo, concretamente, a mi vida bernhardiana: entre la rabia y la herida; el amor, el sarcasmo.

26.10.10

Rompehielos



Estás ahogado en un mar de subjetividad, me dijo Curro. La realidad objetiva es un obstáculo insalvable para ti. Es posible, me quedé pensando. No me lo había formulado en esos términos filosóficos, pero podría ser. Soy un esteta –yo que jugué a ello–, pero de un modo más absoluto del que jamás habría sospechado. Lo malo es que la cosa ha dejado de tener gracia. Desprecio la vida artística, pero la vida que llevo es asfixiantemente artística; quiero decir que es una danza abstracta, una representación. Disociación tremenda: nunca había comprendido tanto el mundo, y nunca había estado tan paralizado. Ciertos recursos que me funcionaban antes (que tiraban de mí) los he abandonado, por vergüenza. Hay tics que se deshacen en cuanto los localizas, como la tensión de un músculo. Me veo cada vez más empujado a la condición de autor tarado, esos de los que siempre abominé: los tímidos de provincia; también de la provincia de la vida.

Para la vida, pues, no sirvo; pero es importante la vida, porque hay que alimentar a la memoria. Uno va abriendo el tiempo como un rompehielos. El presente es desagradable, es frío, es duro, es una pesadez; es un frente de batalla. Pero no hay más remedio que estar ahí, dando cabezazos. Sólo después lo ya abierto y traspasado, la estela, ofrece un principio de legibilidad. Es como el Angelus Novus de Walter Benjamin, sólo que a un nivel estrictamente biográfico. Quizá sea ése uno de los consuelos: cómo se opera el milagro retrospectivo. Se van componiendo frases por detrás; como si surgieran como serpientes de la tierra que se ha arado. Por eso vienen años de lectura del instante que pasó como un galimatías. Es una maldición, pero es nuestra maldición: al fin y al cabo, esto también ocurre en nuestro tiempo.

21.10.10

Almanaque de esqueletos



Qtyop, el amigo robot, me manda este almanaque de esqueletos. "Más que desnudas", dicen por ahí. Los rayos X como el strip-tease que se fabrica el que mira. También podría verse como un exceso de mirada: la mirada que no se detiene en la frontera de la piel, sino que sigue; atraviesa este mundo de carne y se adentra en el de las esencias, que es el de los huesos. Me acuerdo de Octavio Paz, de su Nocturno de San Ildefonso: "Cada año fue monte de huesos".

18.10.10

La lucha por la vida



A veces prescindo voluntariamente de un poder; en parte por tener el gesto, en parte porque me molesta el poder que se gana de manera barata. Y siempre, indefectiblemente, la otra persona no ve el gesto: sólo el poder que se ha quedado libre, y se hace con él obscenamente. El ser humano es un animal infecto.

Es como esas señoronas que les sostienes la puerta y pasan sin hacer el amago de sujetarlas ellas para que te puedas ir, ni darte las gracias. Pasan como si fueras su criado. Ignorando lo fácil que me hubiera sido estamparle la puerta en su jeta.

17.10.10

Escribo para leerme

Estaba pensando en esa cosa aberrante que es escribir para la Historia de la Literatura, como han vuelto a hacer muchos ahora, cuando me he preguntado que para qué escribo yo. Ha habido un silencio (mental) inicial. Como si el periodista me hubiese formulado una pregunta embarazosa. He ensayado respuestas frívolas, pero entonces ha aparecido: Escribo para leerme. Me he puesto contentísimo: es exactamente eso. En todas sus acepciones, también en la narcisista, pero sobre todo en la menesterosa: ir sacando algo de luz de lo oscuro; ir sacando algo de lo que es nada (la nada que soy). La página en blanco c'est moi y escribo para que haya algo que leer. Luego he metido la frase en el Google. Resulta que ya se ha usado dos mil doscientas veces.

16.10.10

Exilios

Empiezo a escuchar el ciclo de conferencias de Ramón Xirau sobre nuestros exiliados en América tras la guerra civil. Su presentador, José Luis Yuste, enumera los exilios que ha habido en la historia moderna y contemporánea de España, según la lista que hizo otro conferenciante, Vicente Lloréns:
Expulsión de los judíos en 1492.
Persecución inquisitorial de los judíos conversos y de los heterodoxos en el siglo XVI.
Expulsión de los moriscos en 1609 y en 1613.
Expulsión de los jesuitas, que fueron más de cuatro mil, en 1767.
Exilio de los afrancesados, más de dos mil familias, en 1813.
Emigración de los liberales en 1814 y en 1823.
Emigraciones carlistas en 1833, 1848 y 1876.
Exilio de progresistas y demócratas en las postrimerías de la época isabelina.
Emigraciones republicanas en 1874 y 1939.
Y expatriaciones políticas tras el fin de la última guerra civil.
Yuste ha citado antes estas palabras de Manuel Azaña: "Las rivalidades políticas se depuran en España no mediante sucesivas integraciones de los extremos contrarios sino merced a grandes amputaciones sociales".

Xirau empieza el ciclo distinguiendo a los exiliados por sus edades; las edades a que llegaron al otro país. Los más nostálgicos, curiosamente, resultaron ser los que llegaron niños. Menciona a uno de aquellos niños: Luis Rius. Ahora leo su necrológica de 1984. Xirau llegó a México en la adolescencia, y su padre, el filósofo Joaquín Xirau, dijo: "No vamos a vivir entre paréntesis".

Hay otro exilio, que es el del que se queda, pero con su mundo roto. Basta con que se extranjerice todo alrededor. Entonces lee a los exiliados como si se leyera a sí mismo. Lee a Cernuda, por ejemplo: "tierra nativa, más mía cuanto más lejana". Ayer estuve tomándome un whisky frente al mar. Estuve fijándome en su borde: nunca trazado con tiralíneas, sino irregular siempre. El límite del mar, donde comienza o termina. Incluso en los días de poco oleaje, en los días tranquilos, la orilla es una turbulencia.

15.10.10

Candelas en los cuernos

Los correbous huelen ya como pescado podrido. Cuando apareció la noticia de que el Parlament los había blindado, después de haber prohibido las corridas de toros, quise escribir sobre el asunto (¡como un columnista más!). Pero mis ocupaciones no columnísticas me lo impidieron. Tomé algunas notas, sin embargo, que armo aquí ahora malamente.

* * *
La protección legal de los correbous en Cataluña no es más que una manera de cerrar el significado de la prohibición de las corridas de toros. Son dos frases del mismo mensaje. La neurosis nacionalista no podía dejar abierto el sentido de la medida anterior: no podía permitir que la prohibición de las corridas de toros pudiera leerse, en efecto, como una defensa de estos animales; era imprescindible afianzar (¡explicitar!) que se trataba de otra cosa: contribuir a la diferencia, a la separación de España. La patología nacionalista se aprecia en el tinglado que montaron en el Parlament, con aquel ridículo despliegue de Wagensbergs con banderillas: esos mismos Wagensbergs que no aparecerán ahora con candelas en los cuernos. Se trataba entonces de acentuar aquello otro, para que posteriormente chirriara más esto. Una bofetada conceptual diseñada para hacer daño.

Aunque no creo que haya un diseñador frío detrás; una especie de Mariscal estratega trazando un caminito de Cobis. El nacionalismo es tan patético, que necesita de la cursilería y la fe reales. Si faltan estas y se abre un huequecito en la mollera del nacionalista, este simplemente dejará de ser nacionalista. O, lo que es lo mismo a efectos prácticos, dejaría de tener el nacionalismo como el componente fundamental de su vida: se convertiría en una persona normal. Lo que me parece, pues, es que estas cosas suceden por una lógica exenta. El nacionalista pone su corazón, pero la dinámica va sola. O sea: yo creo que el nacionalista realmente cree que las corridas de toros son malas para el toro. Pero porque se trata de una tortura española. Con los correbous, en cambio, el animal no sufre: porque el hecho de que sea una tradición catalana actúa de bálsamo anestesiante sobre el bicho. Tenía apuntado un pequeño desarrollo a la atlética manera sobre si algunos nacionalistas no considerarían que el bou incluso disfruta y blablabla, pero paso. Menudo coñazo el de esta panda; y el de los que nos picamos también. Si quieren más, lean lo que puso Desierto Polaco en su blog (él es catalán, de Barcelona).

14.10.10

Nuevo arte de entrevistar

El troll se sutiliza. Hay un nuevo modelo, de segunda generación, que ya no se conforma con el patanismo del principio, sino que asume retos. Para ello necesita entornos hostiles, exigentes: entornos con filtros. Uno prestigioso es el de las ciberentrevistas con personalidades, que se suceden ahora en medios como El País o El Mundo. El troll se ha aficionado a mandar preguntas, y yo a veces me entretengo localizándolas. En la de ayer a Menéndez Salmón, por ejemplo, he identificado seis que son segurísimo de trolls; y quizá haya algunas más demasiado sutiles para mí. Lo que hacen es muy sofisticado y, como digo, de la máxima exigencia. El troll, ante todo, ha de pasar el corte. Para ello tiene que procurar que su pregunta: a) no sea ofensiva; y b) resulte interesante para el criterio del que las selecciona. Dentro de esos márgenes, el troll introduce su coña. Una vez que cuela, la diversión está garantizada: el entrevistado trata de bailar elegantemente (incluso engoladamente) sobre un suelo que, en realidad, está lleno de globos, serpentinas y matasuegras. Lo de Salmón fue muy divertido en esas cuantas ocasiones. (Me río sabiendo que, si un día me veo en esas, me la pegarán también.)

Por lo demás, los viejos trolls están lejos de desaparecer. Siguen con sus gansadas fáciles, en los sitios donde les dejan. Lo llamativo es que todavía existen señores que les regañan: señores que, aunque llevan lustros en internet, parece que no se han enterado de nada; de nada de lo que pasa a este lado del presupuesto.

12.10.10

Ministros bernhardianos

La realidad imita al arte, y si el arte es bernhardiano, la realidad lo imita más. Oigo que tres ministros de Chile aconsejaron al presidente que diera por muertos a los mineros atrapados al principio. Por fin parece que van a rescatarlos mañana. Como son treinta y tres mineros, para cada ministro habrá once mineros supervivientes, un equipo de fútbol correteando por su conciencia, que se supone de césped mullido. En las noches de insomnio, en vez de contar ovejitas, podrán contar mineros, y probablemente se duerman antes de llegar al once. Pero pienso en soledades, un día antes de la operación. La soledad del minero de turno en la cápsula, subiendo en el ataúd vertical. Y la soledad del último minero, del último que quede abajo cuando los demás ya han subido. Esos minutos a solas en la gran tumba de la tierra. El relato de Bernhard no era sobre mineros, sino sobre espeleólogos. Es mi preferido de El imitador de voces y está todo Bernhard ahí:
Espeleólogos

Los llamados espeleólogos, que dedican su vida a explorar cuevas y suscitan siempre el mayor interés, sobre todo entre los lectores de revistas ilustradas de las grandes ciudades, han explorado recientemente también la cueva existente entre Taxenbach y Schwarzach, que hasta ahora había estado siempre totalmente inexplorada, como hemos sabido por el periódico. A finales de agosto y en condiciones meteorológicas ideales, según informa el Salzburger Volksblatt, los espeleólogos penetraron en la cueva con la firme intención de volver a salir de esa cueva hacia mediados de septiembre. Sin embargo, como los espeólogos no habían vuelto de la cueva ni siquiera a finales de septiembre, un equipo de salvamento, formado con el nombre de Equipo de salvamento de espeleólogos, se dirigió a la cueva para socorrer a los espeleólogos que penetraron originalmente en la cueva a finales de agosto. Pero tampoco ese equipo de salvemento de espeleólogos había vuelto a mediados de octubre de la cueva, lo que indujo al Gobierno del Land de Salzburgo a enviar a la cueva un segundo equipo de salvamento de espeleólogos. Este segundo equipo de salvamento de espeleólogos se componía de los hombres más fuertes y valientes del Land y estaba equipado con los más modernos, así llamados, aparatos de salvamento espeleológico. Sin embargo, el segundo equipo de salvamento de espeleólogos, igual que el primero, penetró, sí, en la cueva, de acuerdo con lo previsto, pero ni siquiera a principios de diciembre había regresado de la cueva. En vista de ello, la oficina responsable de la espeleología del Gobierno del Land de Salzburgo encargó a una empresa constructora de Pongau que tapiase la cueva existente entre Taxenbach y Schwarzach, lo que se hizo ya antes del nuevo año.

8.10.10

Un selecto club

A Almudena, que me dio la idea

Hay un selecto club del que forman parte escritores como Borges, Jünger, Bernhard, Salinger, Cioran, Onetti, Galdós, Kafka, Alfonso Reyes, Rulfo, Joyce, Proust, Darío, Nabokov, Greene, Cernuda, Lispector, Cavafis, Rilke, Apollinaire, Breton, Celan, Chesterton, Svevo, Unamuno, Highsmith, Simenon, Machado, Vallejo, Connolly o Pessoa. Los demás escritores (incluso los escritores sin obra como yo) nos sentimos muy orgullosos de pertenecer a tan distinguido club. Pero cada año, por estas fechas, uno de nosotros es expulsado de él, sin miramientos. La ejecutora de la patada en el culo es la Academia Sueca, que, aunque malvada, al menos se compadece de los pequeños y escoge a los más envalentonados. Ayer le tocó a Vargas Llosa y sentí mucha pena: prefería que hubiera seguido perteneciendo a mi club.

7.10.10

¿No, niño?

De Vargas Llosa, Premio Nobel, sólo quiero enlazar hoy mi "Historia secreta de una pasión", y copiar su final más limpio, más nihilista, uno de los más excelsos y desoladores de la historia de la literatura. Es el de Conversación en La Catedral, que no desvela nada (salvo el telón de la vida):
Todo igualito pero más chiquito, todo igualito pero más chato, sólo la gente distinta: se había arrepentido de haber ido, niño, se había regresado esa noche jurando no volveré. Ya se sentía bastante jodido aquí, niño, allá ese día además de jodido se había sentido viejísimo. ¿Y cuando se acabara la rabia se acabaria tu trabajo en la perrera, Ambrosio? Sí, niño. ¿Y qué haría? Lo que había estado haciendo antes de que el administrador lo hiciera llamar con el Pancras y le dijera okey, échanos una mano por unos días aunque sea sin papeles. Trabajaría aquí, allá, a lo mejor dentro de un tiempo había otra epidemia de rabia y lo llamarían de nuevo, y después aquí, allá, y después, bueno, después ya se moriría, ¿no, niño?

6.10.10

Indigestiones generacionales

No falla: a quienes fundan su discurso (o su propuesta) en términos generacionales, nos los tendremos que comer dos veces. Primero en sus gansadas juveniles; después en sus arrepentimientos de cuarentones. Así Bret Easton Ellis, que la semana pasada estuvo en España hablando de lo mal chico que fue. Cuando nosotros decíamos de él lo que él dice ahora de sí mismo, nos acusaban de antimodernos. Y de antimodernos nos seguirán acusando: porque lo moderno será ahora esa lamentación. Hay quienes definen qué es lo moderno y no somos nosotros. (Y no acudan los puntillosos a precisar que si posmoderno, equis, afterpop o cualquier otra categoría de una época específica: cuando yo digo moderno quiero decir moerno; o sea, a la page: y vale para todas las épocas.)

A este efecto tan desagradable para el comensal, me gusta llamarlo Efecto Enrique del Pozo, porque Enrique del Pozo es el prototipo del individuo al que nos hemos tenido que comer dos veces, en dos versiones a cuál más indigesta: en la versión A, como melifluo cantante del dúo Enrique y Ana (¡"Amigo Félix"!, ¡"Cocoguaua"!, ¡"Dale con el hulahop"!); y en la versión B, como víbora histérica y locaza de la televisión basura. Aplíquenlo y verán cómo funciona. Por ejemplo, con los primeros que nos dieron la tabarra generacional dos veces: los sesentayochistas. Primero se entregaron a la Revolución, que fue su "Cocoguagua" particular. Y después se pavonearon basurilmente en el Poder.

Ahora tenemos a nuestros jóvenes (¡y no tan jóvenes!) neovanguardistas sentando cátedra moerna. Lo enternecedor es observar cómo se ríen de los antiguos. Al más abstruso de estos papagayos le leí hace poco unas risitas sobre cierto teórico de la posmodernidad española de los ochenta: es decir, se reía de su equivalente en aquel entonces. Dentro de veinte años (qué digo veinte: diez, cinco), el chaval será ya una pieza de museo y los que vengan en la próxima hornada se reirán de él. Los nocillas son los productores presentes de la chatarra literaria del futuro.

Al cabo, somos nosotros los más modernos: porque ya los estamos viendo a ellos como los bibelots que en el futuro serán. (Y este nosotros que empleo no es generacional, sino intempestivo: hablo, naturalmente, por nosotros, los intempestivos.)

4.10.10

El círculo

Hace un tiempo, buscando otra cosa, caí en el blog de un desconocido que lamentaba la no publicación en español de cierto libro. Yo, por azar, disponía de determinada información al respecto. Se lo mencioné a una persona. Ésta, a su vez, tenía contacto con una editorial que buscaba autores extranjeros. Lo dijo allí. Les interesó. El libro ha salido hace poco y ahora leo a aquel desconocido celebrando que se haya publicado. Ignora que él fue la causa. Tras dudarlo, he decidido que no se lo voy a decir.

2.10.10

Tiros por la culata

Hace ya años que la democracia española sólo les funciona bien a los nacionalistas, quizá para darles la razón a los que sostienen que el régimen actual es el franquismo por otros medios: ya que ellos, los nacionalistas, son los herederos estructurales de Franco (digo estructurales, porque el colorín de las banderas sí que habría que cambiárselo a los angelitos). A los demás, todos los tiros nos salen por la culata. No ha habido profundización democrática que no haya empeorado las cosas. Lo he pensado estos días a propósito de las primarias de mañana en el PSOE madrileño. Zapatero llegó a la secretaría general por unas primarias. O sea: la catástrofe que es Zapatero se la debemos a la implantación en su partido de ese prurito democrático que son las elecciones primarias. Y en el partido de enfrente, el PP, esa otra catástrofe que es Rajoy procede también de un prurito democrático: el de la renuncia de Aznar a estar más de ocho años en el poder. No fue democrático el nombramiento a dedo de Rajoy, por supuesto; pero sí esa autolimitación. La cual, por otra parte, considero que tuvo mucho que ver con la incompetencia de Aznar tras los atentados del 11-M: era ya un gobernante sin reflejos, abandonado, que sólo pensaba en su retiro imperial dejando en el trono a su delfín. Cuando su cabeza estaba en otro sitio, le llegó el momento más importante de su mandato: y lo hizo fatal. Así se le coló Zapatero, que no tuvo escrúpulos. Y en esta mierda estamos: con el peor Gobierno y la peor Oposición que ha padecido España desde la muerte de Franco. Aunque, al menos, los nacionalistas están felices.

* * *
PS. Me corrige un lector: "ZP no llegó a la secretaría general del PSOE por unas primarias, sino mediante el procedimiento habitual de elección de un secretario general. Que también consiste en votar a quien se presenta para el cargo, sí, pero unas primarias no le convierten a uno en nada más que candidato, y lo de la secretaría general tiene otro fuste...".