28.5.11

La institución familiar

Hay un momento en la biografía de Luis Cernuda que sólo podemos degustarlo nosotros, desde la posteridad. Es cuando en Londres, en 1946, Leopoldo Panero le ruega durante una velada que lea en voz alta algún poema. Panero ha sido enviado por el Gobierno franquista para que se ocupe del Instituto de España y, aunque a lo largo de aquellos meses iría estrechando su amistad con Cernuda, ésta se encontraba aún en sus inicios. Cernuda se resiste. Panero, que se ha bebido él solo una botella de coñac, sigue insistiendo; hasta que Cernuda al fin cede. Le pide al anfitrión, Rafael Martínez Nadal, un poema que le ha pasado hace poco. Resulta ser "La familia", uno de los grandes poemas de Cernuda, durísimo contra la institución familiar. A mitad de lectura, Leopoldo Panero estalla. Transcribo el relato de Martínez Nadal que cita el biógrafo Taravillo:
Leopoldo dio un palmetazo en la mesa y se puso en pie con algo de enfurecido don Quijote en defensa de Melisendra:
.....—¡Basta! No lo admito. La familia es lo más sagrado y tú la denigras. Buscas la popularidad con malas mañas.
.....Y se sentó en guardia, como gallo de pelea.
.....Pandemónium de silencios, valga la contradicción. Tras larga pausa, Luis se levantó, lívido:
.....—Rafael, lo siento, pero no puedo permanecer aquí.
.....Le acompañé y retuve en el salón del piso de abajo. Temblaba de ira y de desprecio:
.....—La culpa la tengo yo por haber cedido; ésa es la España de Franco: sacristanes, hipócritas, cursis y pueblerinos.
Cuánto le hubiera regocijado en aquel momento a Cernuda conocer el destino familiar que le aguardaba al otro. Panero moriría un año antes y no sé si Cernuda llegaría a leer su autoepitafio ("Ha muerto, / acribillado por los besos de sus hijos..."); pero ambos se perdieron lo mejor, que es la película. Mi secuencia favorita de El desencanto es la conversación entre Leopoldo María, Michi y la madre, en la que los hijos llaman "el Conejito Blanco" al padre muerto. En especial el momento en que, después de que la madre haya evocado una vez más su "amor" por Cernuda (asunto que se trata en el libro), le suelta Leopoldo María: "Lo que nunca te perdonaré, mamá, es que habiendo podido ser yo hijo de Cernuda, me tuvieses con el Conejito Blanco". Me hubiera gustado poner el vídeo, pero no lo encuentro. Sí está el de mi segunda secuencia favorita, con Michi y Juan Luis: