15.9.11

La barraca de las cañas

Estoy esperando el momento de escribir como es debido sobre el segundo volumen (2004-2007) de los Diarios de Iñaki Uriarte, pero adelantaré dos cosas: 1) son excelentes, yo diría que mejor aún que el primero si no se entendiera que este es peor; y 2) su lectura me ha hecho abandonar la de los diarios de Jünger. Cuando me llegó el libro, Jünger acababa de meterse en la barraca de las cañas (17-XII-1939). Como escribe el traductor Sánchez Pascual en el prólogo:
Al mando de una compañía, es enviado al Muro Occidental, a orillas del Rin. Las abstractas y mecánicas casamatas de hierro y cemento provocan en él una repugnancia incluso física, y pronto se hace construir una barraca de cañas, barro y madera donde pasa sus días y sus noches.
Pensé que era un buen sitio para dejarlo mientras leía a Uriarte. Mi idea era retomarlo en ese punto. Ha sido imposible. Después de la soltura y naturalidad de Uriarte, volver a Jünger era como someterse a la disciplina del uniforme alemán en el invierno bélico tras haber pasado un puente al sol con ropa cómoda. Así que ahí lo dejo sine die: en la barraca de las cañas. Sin embargo, no voy a regresar tampoco a Montaigne, que sería lo suyo; ando un poco crispado, y voy a buscar lecturas que satisfagan mi crispación.

* * *
Mientras tanto, sobre estos Diarios II ha escrito Muñoz Molina.

(21-IX) Y también García Martín: "Ejercicios de inteligencia".