28.2.11

La página prometida

La revista brasileña Errática le dedica un especial al gran Augusto de Campos, por sus ochenta. El homenaje incluye piezas de, entre otros, Adriana Calcanhotto, Caetano Veloso o Arnaldo Antunes. Son piezas (poemas) para juguetear con el ratón. La conclusión es que la esforzada tipografía en que se empeñaron los concretistas con sus experimentos, y que practicaron también amigos como Octavio Paz, encuentra en la pantalla electrónica la tierra (la página) prometida. Estuvieron atisbándola décadas, y aquí está.

17.2.11

¿Qué fue de nosotros?



Jorge Sanz siempre me ha dado un poco igual y a David Trueba lo he tenido entre mis (semi)detestados. Me puse a ver ¿Qué fue de Jorge Sanz? por morbo, por echar un rato tontorrón. Pero resulta que es una serie estupenda, deliciosa. Es fresca, está bien hecha, es inteligente, tierna, triste: funciona. Se da eso tan difícil en nuestras filmaciones: la naturalidad. De los seis capítulos, flojea el último; pero los otros cinco son redondos. Las historias son sencillas, sin alardes, con trucos (deliberados) de tebeo. Al principio parece que va a ser un poco impúdica, pero no traspasa el límite. Sanz acepta ser retratado como un perdedor al que todo le sale mal, que envejece, que vivió mejores tiempos, que anda con dificultades. Y esa aceptación es noble, le da grandeza. De pronto nos reconforta que aparezca alguien ironizando sobre sí mismo; y que lo haga no con sarcasmo, sino con dulzura, con suavidad agridulce. Algo insólito en España. Esa actitud se contagia, milagrosamente, a los demás actores que salen con sus nombres: Resines, Galiardo, Larrañaga, Segura, hasta Botto... Se refleja muy bien el mundillo del cine, sus conversaciones, en un tono de comedia melancólica. En cierto sentido, ¿Qué fue de Jorge Sanz? viene a ser una actualización de El viaje a ninguna parte de Fernán Gómez. Se cuenta la vida precaria de los actores. Y se cuenta la decadencia. Esta serie es saludable porque Jorge Sanz se toma con humor su decadencia y, de paso, la de todos nosotros.

* * *
Hay dos elementos sensacionales que no he mencionado: el actor Eduardo Antuña, que hace de representante de Sanz; y la música de la serie, que es la que se suena en el vídeo de arriba. Para más detalles, recomiendo la entrada de Alberto Rey en su blog.

16.2.11

Asistencia

El niño se ha quedado la mañana en casa. No ha ido al colegio porque tiene tos. Ve dibujos animados, juega a la Nintendo. De vez en cuando tose, y lo hace con seriedad, con cuidado de adulto: como demostrándose a sí mismo, y demostrándonos a los demás, que la razón por la que no ha ido a clase era verdadera.

Le asiste la tos. Y él se siente bueno.

14.2.11

De la Iglesia vuelve al underground

Da miedo el establishment cultural de este país. El mercado sería una salida... si existiesen compradores de altura; es decir, si el público hubiese sido desasnado por un buen bachillerato. Medio existía: pero el establishment acabó con él, sin duda por tener el control absoluto. Solo queda, pues, buscarse un sueldecillo por algún lado y dedicarse a escribir al margen. Y eso porque para escribir no hace falta presupuesto. Los cineastas como De la Iglesia lo tienen crudo. Este ya se ha señalado y me temo que no se lo van a perdonar. Anoche en la gala de los Goya la ministra Sinde se presentó con más ministras (Pajín, Salgado) y con Sebastián: resultaba intimidatorio. Durante el discurso de De la Iglesia enfocaron sus caras asesinas y también la de su previsible sucesora, Iciar Bollain. Me sorprendió ver cómo esta se había convertido en Margaret Thatcher. Su pareja es el guionista de Loach, Paul Laverty, azote de la Dama de Hierro. No sé por qué alucinante alquimia ahora la tiene en casa. Ellas van a instaurar un nuevo modo de mandar, decían. Sí: peor.

* * *
PS. [Añado esto que he derramado por esos muros:] Sobre el discurso de De la Iglesia habría bastante que matizar. Como escribió Arcadi Espada, tiene algo de "niño que lo quiere todo"; y también me parece que tendría que haber sido algo más institucional. Pero yo me quedo con su valentía de decir eso ante Sinde y demás ministras dobermans, y ante su sucesora Bollain, a la que se le ha puesto cara de Thatcher. Y también: cómo el verdadero artista se sale del cepo burocrático: para bien y para mal. Y cómo los que no lo son, como Sinde, viven en y para el cepo. / Bueno, yo entiendo el reproche de Arcadi. Y entiendo también a De la Iglesia. Él se vio en la famosa cena de la ministra del lado de "los serios". El único rebelde fue Amador Savater. Yo creo que a De la Iglesia se le creó un conflicto entre sus razones académicas y el romanticismo del rebelde. Y la cosa al final se rompió por este lado. A mí lo que me produce simpatía es que al menos existiese en él esa tensión. Era un signo de inmadurez, pero también de vitalidad... Ya digo: gajes del artista.

PS2. Y la cara que puso la Sra. Ministra Pajín:

11.2.11

Branquias bajo el agua



"Branquias bajo el agua" sigue siendo el límite más lejano al que se ha llegado en España en materia artística y poética. Ha habido otros intentos, anteriores y posteriores, pero demasiado sesudos, con un exceso de deliberación vanguardista y, en fin de cuentas, sin gracia. La gracia, la frivolidad, le permitió a Poch (a Derribos Arias) ir más lejos. La gracia tiene como una de sus condiciones un cierto abandono. Como su nombre dice, ha de darse con una cierta gratuidad. Siempre ha habido demasiado profesor metido a artista, capitalizando el discurso y las remuneraciones. Pero el arte ha estado siempre en la bancada de los alumnos gamberros.
Branquias bajo el agua

Branquias bajo el agua es el baile de actualidad.
Branquias bajo el agua, ideales go-gos.
Siente la tentación de arrojarte de una vez en mi pecera.
¡Cielos! Los peces asustados.

Algas cianofíceas,
algas verdeazuladas,
danzando entre las algas,
branquiando entre las algas.

Branquias bajo el agua es el baile de actualidad.
Branquias bajo el agua, ideales go-gos.
Siente la tentación de arrojarte de una vez en mi pecera.
¡Cielos! Los peces asustados.

Inmersión en la pecera,
inmersión en tu pecera,
inmersión en mi pecera.
¡Listos! para la inmersión.

10.2.11

Rebalanceo del mundo



Por alguna extraña (y supongo que morbosa) razón me alegra ese revolcón al mapa que nos manda a la Cochinchina. Ya estábamos en la Cochinchina mental: es justo que estemos también en la Cochinchina geográfica. Decía Borges que ordenar bibliotecas es un modo menor de la crítica literaria: pues organizar mapas es una manera elegante de ponernos a cada uno en nuestro sitio.

La puesta al día de la movida está en el ciclo que se ha celebrado en la Fundación Juan March sobre los, así llamados, países BRIC: Brasil (que ya mencioné aquí) más Rusia, India y ¡China!

9.2.11

Antes del carnaval



El incendio en la Ciudad del Samba, en Río, ha dejado imágenes bellísimas, como la de los maniquíes quemados que aparece hoy en la portada de O Globo. El carnaval es fuego, y por eso después viene el miércoles de ceniza. Estas cenizas anticipadas son tristes, pero también son puras: porque conservan, intacto, el carnaval perfecto, el que ya nunca tendrá lugar. (Es como si las cenizas no hubieran querido perdérselo, y, al asomarse, lo han destruido.)

8.2.11

Novelas

Le tengo fobia a leer originales. Rechazo todos los que puedo, que son, realmente, casi todos. Pero en ocasiones me cae uno que no puedo eludir, y se convierte en una carga que me estropea largamente la vida. Se juntan muchas cosas: la tensión de una lectura que no es libre sino que está coaccionada por el obligatorio ejercicio de la opinión (una lectura a la que se le ha despojado de la posibilidad de no ir segregando opinión); el que esta opinión deba decírsele luego al autor de las páginas; mi tendencia a figurármelo como un niño de Dickens o Capra al que sería una brutalidad dejarle sin su caramelo; las dudas que me asaltan sobre mi idoneidad como lector, por mi incapacidad para el análisis frío; recordar lo poco que sé de esto y lo poco que amo la literatura; la culpabilidad por mi pereza y por mi falta de generosidad; por supuesto, la melancólica constatación de que todos menos yo logran escribir sus novelas; y, dominando desde arriba, la convicción de que no hacen falta más libros, la pregunta de para qué más libros... El caso es que me tiro meses con los originales antes de poder leerlos. Se integran en mi circuito neurótico.

Pero un día se emprende al fin la tarea, y se termina. Y el libro queda, para mí, como un termómetro espiritual del amigo que lo ha escrito. Traspasada la penosa lectura, me habita ya como experiencia del otro: como campo de observación, como síntoma de lo que lleva dentro. Hace tres años leí la novela de un amigo brillante que me dejó consternado: era una basura. Contenía todos los tics, toda la autocomplacencia, todo el embrutecimiento por el que ese amigo llevaba años despeñándose. En el día a día de la amistad, y con la protección de la amistad, no me había dado cuenta de la absoluta devastación de su espíritu: pero en esa novela estaba. Ahora, en cambio, he terminado otra que ha tenido el efecto contrario: me ha revelado la riqueza interior de un amigo de maneras más romas. Aquel me llevó al patio trasero de su casa y había cucarachas, ratas, estropeada maleza y hasta flores de plástico, y una hamaca; este, en cambio, guardaba un jardín.

7.2.11

Egipticismo

La dañina obscenidad de estos gobernantes, como Mubarak, enroscados en el poder. Uno tiende a establecer un principio moralizador: "No se les cae la cara de vergüenza...". Pero, para cuando uno se lo formula, ellos hace ya mucho que rebasaron el territorio en el que tenía sentido: y por eso están ahora ahí, suscitando nuestra indignación. Es como el criminal al que se le grita "criminal": si tal acusación tuviese la capacidad de afectarle, seguramente no habría cometido su crimen.

Enroscamiento al poder es lo que también ejerce, salvando las distancias guasónicas, nuestro entrañable Zapatero, ese faraón con aspecto de escriba. No pude dejar de pensar en él cuando leí el principio de esta crónica de Enric González desde El Cairo:
El de Hosni Mubarak está siendo un largo adiós. Su era ha terminado, la gran mayoría de la sociedad egipcia se sitúa ya mentalmente en el día después, pero el presidente permanece en su puesto.
La diferencia es que ellos no saben lo que vendrá después pero nosotros sí: Rajoy. Una momia que confirma lo egipciaco de nuestra situación. Cada vez estoy más convencido de que ZP es una desgracia en dos fases: la fase ZP propiamente dicha y la fase Rajoy. Cuando ZP se vaya, Rajoy prolongará por más tiempo este tétrico periodo de la Historia de España. Ya lo está siendo ahora desde la Oposición: una Oposición digna de este Gobierno.

Al comienzo del tercer apartado de Crepúsculo de los ídolos, "La 'razón' en la filosofía", Nietzsche utiliza el término egipticismo:
¿Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?... Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su egipticismo.
El traductor Sánchez Pascual escribe una nota al respecto:
Egipticismo: tendencia a la permanencia estática, a la intemporalidad, a la petrificación. Véase el aforismo 323 de Opiniones y sentencias mezcladas: "...Cuando un pueblo tiene muchas cosas fijas, ello es prueba de que quiere petrificarse y de que le gustaría convertirse del todo en un monumento: como ocurrió, a partir de determinado momento, con el mundo egipcio...".
Nietzsche: el intempestivo que nos ilumina sobre la actualidad.

5.2.11

Materiales para una expedición

He aquí un libro recomendable: Materiales para una expedición. Su autor, Pedro Ugarte, me lo envió dedicado por medio de nuestra común amiga Txani Rodríguez. En el libro hay varios textos sobre las tendenciosas frases que se cruzan entre sí los escritores: elogios en espera de elogios y eso. Yo no soy escritor por lo que he escrito, aunque sí, desdichadamente, por los tics, de los que tengo la colección completa. Mi tendencia sería lanzarme a un ditirambo tipo Goytisolo-Fuentes; pero me refrenaré. Diciendo esto cumplo con aquello que recomendaba Connolly de no ocultarle al lector la relación. Ahora hablaré solo de la noche y la tarde deliciosas que he pasado con el libro: noche en la cama, tarde en un banquito al sol, en esta pausa del invierno. Y ofreceré una impresión rápida. En poco más de doscientas páginas se incluyen 161 textos (con numeracion consecutiva y títulos independientes), el más largo de tres páginas y el más breve de dos líneas, la mayoría de una página o menos. Son textos –entre el cuento, la observación y el apunte– que me han evocado a Kafka, a Borges, al Bernhard breve, incluso a Cioran; aunque Ugarte aporta un grado más elevado de compasión y ternura. Es un libro triste, pero cálido; con una herida transparente pero no abandonada a sí misma, porque está protegida por la belleza; y no le falta el humor. Copiaré, sin más, algunos de los textos más cortos, que dan una idea adecuada:
44. Ejecuciones
Se trataba de un sueño.
...Los ojos de unos niños encaminados al patíbulo. Yo anotaba sus nombres, con la larga pluma de oca, en el libro de las ejecuciones. Les preguntaba su nombre y su edad. Y ellos sacaban una mano torpe y levantaban con trabajo tres, cuatro, cinco dedos.

67. El auxilio
Hombres diminutos, que vivían acurrucados bajo las alas de las golondrinas y cuya única misión consistía en socorrerlas cuando estas caían a tierra y ya no podían alzar el vuelo. Los hombres entonces salían de su guarida de plumas, con sus pequeños brazos extendían las largas y aparatosas alas de las aves y las levantaban para que pudieran remontar el vuelo. Pero los hombres quedaban en tierra, incapaces de asirse otra vez a sus protectoras cuando un aletazo las proyectaba hacia las nubes.
.....Ellos, en el suelo, no tardaban en morir de hambre y frío, o devorados por otros animales.

79. Parte del juego
Donde los hombres debían comprar su libertad por cien monedas y para conseguirlas (inútilmente) se vendían los unos a los otros.

96. Un sueño
En esa ciudad, los hombres, colgados de los pies por largas sogas, decoraban las fachadas de las casas, y cuando hacía mucho viento oscilaban pesadamente, como los bambalinas de un teatro.

116. Biografía heroica
No. Yo no soy un fracasado. Guardo dentro de mí la misma energía enorme que asistió a Alejandro Magno o a Julio César. Tampoco yo apago con suavidad las colillas de tabaco: las aplasto casi a golpes contra el cenicero.

124. Nido de águilas
Las águilas depositan dos huevos sobre el nido. Entre uno y otro hay varios días de diferencia. Ese breve espacio de tiempo marca una barrera definitiva, una línea que separa la vida de la muerte, pero también la crueldad de la agonía. Entre los dos polluelos, que rompen el cascarón también en días distintos, el primero tiene la ventaja de empezar a engordar antes y siempre es más corpulento. Consigue más comida de sus padres. Ataca a su hermano a picotazos. Lo hiere hasta morir. Las águilas asisten impasibles a esas luchas fratricidas.
.....Cuando ha muerto el polluelo más joven, las águilas arrastran su cadáver fuera del nido. Pero a veces, si es grande la escasez, alimentan con él al primogénito.

132. Otro modo de ser realista
No pensé que el regreso del joven rey Sebastián fuera imposible porque su desaparición, al mando de un ejército que tragó el mar o el desierto, se hubiera producido hacía casi quinientos años. Todo eso lleva casi quinientos años siendo realmente factible.
.....Pensé que era imposible porque, al no ser portugués, la historia no me había concedido una forma tan poderosa de esperanza.

140. Los libros, los cigarrillos, tu hijo y sus juguetes, el rostro de tu esposa
Estás en casa, y es de noche, y apagas la última luz. Qué extraño: de pronto todo desaparece.

142. Para moverse en el mundo literario
No es tan difícil estar con un escritor del que no se ha leído nada. Hay ciertas preguntas, abstractas, generales, que recibe con placer si vienen recubiertas por una leve pátina de halago (porque también existen formas de halago, abstractas, generales, que a nada comprometen). Por otra parte, existe una curiosa excepción al principio de la visibilidad final de todas las mentiras: un rostro no dice absolutamente nada acerca de si se ha leído un libro o no.
Ese era uno de los textos sobre escritores que mencioné al comienzo. En la web de la editorial, Lengua de Trapo, pueden leerse unos cuantos más; el 127 y el 161, "¡Madame Bovary no soy yo!" y "Un desconocido", están entre mis preferidos. Aunque el que escogería de todo el volumen es este que copio por último:
12. Un mundo de mentiras
Imaginar un planeta en cuya densa atmósfera el sonido se propague lentamente y la luz tarde meses en recorrer unos pocos centímetros. Un planeta en que todo esto dé lugar a inevitables equívocos entre sus habitantes, en que la percepción sea muy difícil y nadie pueda estar muy seguro de lo que le llega por sus ojos. Así, habrá luces que la gente admirará cuando ya se hayan consumido; jóvenes adolescentes se enamorarán de la imagen de elegantes damas que habrán muerto hace ya muchos años, y las familias disfrutarán, por este compasivo fenómeno, de sus seres queridos durante muchos meses después de que hayan desaparecido.
.....A pesar de estas contrariedades, la vida en ese planeta discurriría tranquila. Sólo una inquietud podría atormentar a sus habitantes: la de estar tal vez solos, rodeados de falsas imágenes, en un mundo donde ya todo hubiera perecido.

3.2.11

El mejor libro posible

Me ha dicho un amigo que en su día le regalé el primer tomo de los diarios de Jünger con una dedicatoria en que ponía: "el mejor libro posible". Lo había olvidado completamente. Es una fórmula espléndida. Ahora le he sacado una foto a mi viejo ejemplar, para enseñarla aquí. En la conversación ha salido el pasaje del "uniforme congénito":
Vicennes, 29 de abril de 1941.– Hôtel de Ville y muelles del Sena; estudiado los puestos. Tristitia. Buscado salidas: las únicas que se ofrecían eran dudosas. Notre-Dame, sus demonios, más bestiales que los de Laon. Estas imágenes ideales contemplan fijamente con una mirada llena de saber los tejados de la gran urbe y al mismo tiempo ven reinos cuyo conocimiento ha desaparecido. El conocimiento, desde luego: ¿pero también la existencia? [...] Buscando, en el trayecto que lleva del Pont Neuf al Pont des Arts, la salida a que antes he aludido, he comprendido con toda claridad que únicamente dentro de nosotros mismos está lo laberíntico de la situación. De ahí que sería perjudicial el empleo de la violencia, destruiría muros, cámaras de nosotros mismos – el camino que lleva a la libertad no es ése. Las horas vienen reguladas desde el interior del reloj. Si movemos las agujas, modificamos las cifras, no la marcha del destino. Desertemos adonde desertemos, con nosotros llevamos nuestro uniforme congénito; y ni siquiera en el suicidio logramos escapar de él. Es preciso que nos elevemos, que nos elevemos también a través del sufrimiento; entonces se vuelve más comprensible el mundo.
En su prólogo Sánchez Pascual se había referido a este pasaje:
Sin duda no estará de más indicar que Jünger sigue en estos diarios la máxima de Nietzsche, que dice que las cosas más importantes caminan silenciosamente, "con pies de paloma". La reconocida discreción de Jünger alcanza en estos textos su punto más alto. Cuando las frases, de puro transparente, parezcan no decir demasiado, se puede estar seguro de que allí hay un abismo. Un ejemplo célebre: el 29 de abril de 1941, en París, merodeando por los muelles del Sena, Jünger medita en si, para ser libre en aquella situación, debe suicidarse o desertar. Sólo la palabrita Ausgang ("salida", que aquí tiene el significado de exitus vitae), señala al lector que Jünger está hablando aquí de su propia muerte. Tras angustiosa reflexión, que no deja la menor huella en la tersa prosa, el rechazo del suicidio se expresa en esta frase inaparente: "el camino de la libertad no es ése". Jünger decide "elevarse a través del sufrimiento: entonces se vuelve más comprensible el mundo".

* * *
(29.3.20) "Jünger y el uniforme congénito".

2.2.11

Fórmula antigua

"Buen hombre", me dijo una anciana la otra tarde, "¿me puede ayudar?". Quería bajar un escalón y la ayudé. Luego me quedé pensando en esa fórmula antigua: llamar a un hombre "buen hombre", para que lo sea. Una especie de moralidad infundida.

1.2.11

Estela de frases

El Facebook es feo. Después de La red social sabemos que estamos en el juguete de un niñato que va siempre en chándal y no ha leído un libro en su vida. Tiene algo bonito, pero es cuando te vas: tus frases desaparecen. A diferencia de los otros sitios de internet, tus frases no se quedan luciendo o incordiando sin ti, sino que te acompañan en la desaparición. Como si fueran perritos falderos, fieles. O mejor: partes mismas de tu ser; una estela pegada a ti y, como tú, condenada a la antiposteridad.