6.11.12

Matrimonios gais

El Tribunal Constitucional es ya como el Premio Planeta: sus resultados los anuncia la prensa antes de que se produzcan. Escribo esto el lunes, pero la prensa ya dice que el martes el Tribunal dirá que acepta el término “matrimonio” para las uniones entre personas del mismo sexo. Esta vez el adelanto no se debe a una filtración, ya que la votación aún no se ha producido. Lo que se producido ha sido el recuento por anticipado de los votos. Para esto no se requiere razonamiento jurídico alguno, sino simplemente conocer la adscripción ideológica de los magistrados. Los futurólogos de nuestra justicia necesitan saber de política, no de derecho.

Aparte de esta cuestión melancólica, el sí del Tribunal será (es) una noticia alegre. Ha habido veinte mil bodas homosexuales desde julio de 2005, y por lo tanto se han pronunciado cuarenta mil “sí, quiero”. Todos esos síes, sin embargo, dependían de este Sí mayor. Su escenificación daría para una superproducción de Bollywood. La cifra también nos indica lo catastrófico que hubiera sido un no. La ley ha mejorado la vida (lo que pueda “mejorar la vida” dentro del matrimonio) de cuarenta mil personas, sin haber perjudicado la de los demás. Y ha incrementado, objetivamente, el número de familias. Quizá sea esta bondad tan limpia la que irrite a nuestros católicos recalcitrantes.

Una de las batallas ganadas en la calle ha sido justamente la del término: la expresión “matrimonio gay” se dice con naturalidad, funciona. Y en estos asuntos del lenguaje el pueblo es el que manda. La que ha venido a estropearlo todo ha sido la Academia, que recomienda que en plural se escriba “gais”. Siguiéndola, El País pone en su página futuróloga del lunes unas horrendas “bodas gais” y “uniones gais”. ¡Menudo bajón! Quitar la y griega es aguar la fiesta, como cuando se escribe “dandi”, que es como un dandy vestido de diario. Deberíamos elevar otro recurso al Tribunal Constitucional para que se acepten los “matrimonios gays”.

[Publicado en Zoom News]