13.11.12

No les cabe la menor duda

Hay razones para hacer huelga. Pero caben dudas al respecto, la principal de las cuales es si resulta conveniente hacerla. El ciudadano con el que me identificaré mañana será el ciudadano atribulado. El que, haga lo que haga, no sepa muy bien si está en lo cierto y pase un día melancólico. Con este ciudadano, obviamente, no se va a ningún sitio.
A otros, en cambio, les pasa como al del chiste: son tan pequeños (de pensamiento al menos), que no les cabe la menor duda. Viven en un mundo de buenos y malos. O mejor dicho: en un mundo en el que ellos son los buenos y los otros los malos. Es un mundo de apariencia doliente, pero reconfortante en lo íntimo. Estar siempre entre los buenos da mucha paz. Así los protagonistas del vídeo pomposamente titulado “La Cultura con el 14-N”.



Los veo desfilar y se me ocurren reproches para la mayoría, y no solo estéticos. Hablan de la Derecha y de lo que está “intentando arrebatarnos”, de que le “quita a los pobres para dárselo a los ricos”, de que lo que quiere es (¿y no va a querer, si es el Mal?), “reprimirnos, represaliarnos y engañarnos”. Domina la autocomplacencia acrítica. Uno que ha contribuido a nuestro empobrecimiento se queja de nuestro empobrecimiento. Otro que no ha secundado estos días la huelga de su propia empresa llama ahora a la general; como llama otro que ha despilfarrado el dinero público que tuvo a su cargo. Otro de indisimuladas simpatías por la dictadura cubana (de estos hay varios, y varias) habla de “golpe de estado del capitalismo”. En fin. Algún día, el que desee animar a una huelga general en España deberá empezar por esconder a esta gente... porque, tras ver el vídeo, de lo que entran ganas es de ponerse el 14-N a trabajar en un escaparate, para que todo el mundo lo sepa.

Pero no hay descanso. En la no huelga tampoco. El ciudadano que ha decidido apartarse de los anteriores, se reencuentra de pronto con las razones para hacerla, muy elocuentemente especificadas por (¡sorpresa!) la vicepresidenta del Gobierno:



Y en este ping-pong nos consumimos. Dudando como el asno de Buridán, mientras el suelo se hunde y menguan los montoncitos de paja.

[Publicado en Zoom News]