28.11.12

Sapiencia y carraspeos

No hay que entregarse a los premios de manera automática. Debe haber un segundo de cuestión acerca de si nos los tomamos o no en serio. Solo desde este suelo relativista es pertinente enfadarse o alegrarse. Hoy toca alegrarse, y con un absolutismo que desmiente lo anterior. Si hay una eminencia en nuestras Letras, con mayúscula, es el profesor Rodríguez Adrados. Y la prueba es que, si no llega a plantarse en los noventa años, no habría recibido el Premio Nacional. Recuerdo que en mis años universitarios tenía un compañero que era alumno de Adrados en la Complutense. Un día le pregunté por él y me respondió (con su seseo canario): "Transpira sapiensia".

Una manera de celebrar la noticia, y de impregnarse del maestro, es escuchar las conferencias suyas que hay en la web de la Fundación Juan March. Todas son espléndidas, pero al que solo quiera asomarse le recomiendo especialmente dos: la de Tucídides y la de Eurípides (esta es la que lleva por título "Del eros trágico al eros feliz"). De los tres ciclos, mi favorito es el de 2003, con un Adrados ya pleno en carraspeos; carraspeos que se suman al swing (un swing delicioso, de erudito) con que siempre había hablado. Al principio chocan un poco; pero pronto uno se acostumbra a ellos, y más aún: se enamora. De entre las toses emerge Grecia, como de entre los cascotes de sus ruinas.