31.5.12

Vaya mañanita

Del Apocalipsis solo sabemos una cosa: que nos pillará tuiteando. Sin duda hay quienes no tienen Twitter, pero a esos el Apocalipsis les ha llegado ya: estarán en el Infierno, o quizá en el Paraíso; aunque sin Twitter no puede haber Paraíso en absoluto.

Qué bien lo pasamos. Del tostón de la vida nos salva el Twitter. Ahora no entendemos cómo pudimos vivir sin él, tragarlo todo sin él. Los debates electorales, los Goya, Eurovisión, incluso las emocionantes finales deportivas: si, como ya sabemos, solo son digeribles con Twitter, ¿cómo no nos indigestábamos antes? Quizá teníamos entonces (hace nada, dos años) un dispositivo darwinista que nos permitía sobrevivir sin Twitter. Pero ese dispositivo se la volatilizado ya, y como nos quiten Twitter ya no aguantamos nada: ni una final del Mundial, nada.

Ni siquiera el Apocalipsis. Me imagino lo de ayer sin Twitter. Todos acojonados en nuestro rincón, cambiando de canal, atentos a los transistores. En manos de los profesionales de la información, inevitablemente barriendo para casa, es decir, para la catástrofe: a río revuelto, ganancia de informadores. ¡Y sin bromas! Pero ayer los informadores no eran mucho más que los cantantes de Eurovisión. Iban soltándonos las noticias, como quien suelta Vitorinos, y nosotros, en Twitter, las toreábamos que daba gusto. Lo que pudo haber sido una miríada de dramas individuales, lo convertimos en un gran festín colectivo.

Esto se hunde, no lo voy a negar. Pero los cascotes tendrán que acostumbrarse a convivir con nuestras risas. La orquesta del Titánic somos nosotros mismos: descojonándonos mientras nos hundimos, la sinfonía del jajaja. Podrían habernos enlatado las risas para mil años de teleseries. De pronto saltó un titular maravilloso: “La prima de riesgo llena de nervios los pasillos del Congreso”. Y nos imaginábamos a la dichosa prima con un arnés, persiguiendo a nuestras utilísimas señorías (¡queriendo dar placer por dolor, y luego dicen que la prima es mala!).

Las sensaciones son eléctricas (¡electrónicas!). Con los dedos pegados al teclado mientras nos bombardean los alemanes. Los tiburones nos muerden por todas partes, pero nosotros no apartamos la vista de la pantalla. No es exactamente evasión, puesto que estamos al tanto de lo que pasa; compulsivamente al tanto incluso. Se trata más bien de procesarlo a toda leche. Por un sofisticadísimo proceso alquímico, las desgracias se transmutan (tras pasar por nuestros alambiques neuronales) en gracietas. Lo que va a venir será sin duda tremendo, pero nos lo tomaremos a guasa. Con el agua en la barbilla, aún soltaremos un último chistecito. Siempre que el cacharro no se haya mojado y podamos tuitear.

[Publicado en Jot Down]

30.5.12

¿Dónde está la honestidad?



Onde está a honestidade?
(Noel Rosa, 1933)

Você tem palacete reluzente
Tienes un palacete reluciente
Tem jóias e criados à vontade
tienes joyas y criados a placer
Sem ter nenhuma herança nem parente
sin tener ninguna herencia ni parientes
Só anda de automóvel na cidade
solo andas en automóvil por la ciudad

E o povo já pergunta com maldade:
Y el pueblo ya pregunta con maldad:
Onde está a honestidade?
¿dónde está la honestidad?
Onde está a honestidade?
¿dónde está la honestidad?

O seu dinheiro nasce de repente
Tu dinero nace de repente
E embora não se saiba se é verdade
y aunque no se sepa si es verdad
Você acha nas ruas diariamente
encuentras en las calles diariamente
Anéis, dinheiro e até felicidade
anillos, dinero y hasta felicidad

Vassoura dos salões da sociedade
Escoba de los salones de la alta sociedad
Que varre o que encontrar em sua frente
que barres lo que encuentras a tu paso
Promove festivais de caridade
promueves festivales de caridad
Em nome de qualquer defunto ausente
en nombre de cualquier difunto ausente.



* * *
PS. Bankias bajo el agua... ¡es el baile de actualidad!

29.5.12

Taller de escritura

A veces me piden consejo sobre escritura. Yo siempre remito al taller donde lo aprendí todo (¡en veinte segundos!):

26.5.12

Cualquier cosa


Qualquer coisa
(Caetano Veloso)

Esse papo já tá qualquer coisa
Ya estamos diciendo cualquier cosa
Você já tá pra lá de Marraqueche
tú ya estás más allá de Marrakech
Mexe qualquer coisa dentro, doida
metes dentro y agitas cualquier cosa, loca
Já qualquer coisa doida, dentro, mexe
ya cualquier cosa loca, dentro, y la agitas
Não se avexe não, baião de dois
No te cortes, no, baião de dos
Deixe de manha, deixe de manha
déjate de mañas, déjate de mañas
Pois, sem essa aranha, sem essa aranha, sem essa aranha
pues, sin esa araña, sin esa araña, sin esa araña
Nem a sanha arranha o carro
ni la saña araña el carro
Nem o sarro arranha a Espanha
ni el sarro araña a España
Meça tamanha, meça tamanha
tamaña medida, tamaña medida
Esse papo seu já tá de manhã
hablando ya te ha dado la mañana
Berro pelo aterro, pelo desterro
Berreo por el suelo, por el destierro
Berro por seu berro, pelo seu erro
berreo por tu berrido, por tu error
Quero que você ganhe, que você me apanhe
quiero que conquistes, que me tomes
Sou o seu bezerro gritando mamãe
soy tu becerro gritando mamá
Esse papo meu tá qualquer coisa e você tá pra lá de Teerã
Digo cualquier cosa y tú estás más allá de Teherán.

* * *
La de arriba es una traducción imposible, y se mantendrá en marcha. La canción "Qualquer coisa" es del disco Qualquer coisa (1975) de Caetano Veloso. Ayer encontré una nueva grabación (la que pongo al final) y me quedé enganchado. Aunque no me entero de lo que dice la letra; ni siquiera después de mi (esbozo de) traducción. Sospecho que está llena de alusiones sexuales en gíria (en jerga), pero no lo sé. Voy a pedir ayuda a mis amigos brasileñistas Josepepe y JollyRoger, y, con lo que me vayan diciendo, iré modificando la traducción. Mientras tanto, disfruten de la música (incluida, naturalmente, la esplendorosa música verbal).

(29.5.12) Ya introduje en la traducción algunas correcciones que me sugirió Josepepe. JollyRoger, por su parte, me cuenta: "Esa letra tiene intríngulis, claro, aunque no tanto como parece. Hay mucha aliteración sin más, tampoco es que oculte mucho significado real. La clave está al inicio: esse papo já tá qualquer coisa. Ya estamos hablando tonterías, hablando sin ton ni son. Estar pra lá de Marrakesh es una expresión muy años setenta, originalmente de la jerga grifota: se te ha ido la cabeza a la otra punta del mundo; se ta ha ido la olla, vamos. Al final cambia Marrakesh por Teherán por juego de palabras. No sé si conoces la expresión tirar sarro de alguém; significa burlarse, criticar, despellejar incluso. Tá tirando sarro na minha cara, né?  No sé qué podía ocurrir en aquella época, mediados los 70, para que Caetano dijese literalmente que ni las críticas afectan a España. Aunque ya te digo que el móvil principal para mí es aliterativo y rítmico. Mexe cualquer coisa dentro doida, para mí se refiere a la conversa, que já está cualquer coisa, y puedes meter lo que sea y agitarlo que da igual".

(26.7.15) Ernesto Hernández Busto me indica que "quero que me apanhe" significa "quiero que me tomes" (con connotación erótica). También se habla –me indica Busto– de otros aspectos eróticos (muy duchampianos; también son duchampianas las asociaciones verbales de la canción) aquí.

25.5.12

Un tuit por Madrid

Madrid es hoy la única ciudad de España a la que se puede insultar sin que pase nada. Por eso Madrid es hoy nuestra única ciudad respirable.

24.5.12

Síntesis de la autoayuda

Revisando mis cuadernos de los últimos años, encuentro una parrafada de Goethe que copié algún día del verano de 2009, no sé de dónde. Es una frase que viene a ser la síntesis de toda autoayuda posible (autoayuda que segrega, obsérvese, la complicidad de lo ajeno):
A propósito de todas las iniciativas, hay una verdad elemental cuya ignorancia mata innumerables ideas y espléndidos planes: en el momento en que uno se compromete de verdad, la Providencia también lo hace. Toda clase de cosas comienzan a ocurrir para ayudar a esa persona, cosas que sin su previo compromiso jamás habrían ocurrido. Todo un caudal de sucesos se ponen en marcha con aquella decisión, ayudándole por medio de incidentes inesperados, encuentros insospechados y ayuda material que nadie hubiera soñado que pudieran ocurrir. Si sabes que puedes, o crees que puedes, ponte en marcha. La audacia tiene genio, poder y magia.

16.5.12

Una camisa planchada

Me prohíbo leer prensa española, pero un procedimiento que he encontrado para no desligarme del todo es echarle un vistazo a El País in English. Ahí es donde veo que "Minister blames spike in Spain’s risk premium on Greece’s political problems", que "Andalusia and Catalonia announce new cuts to curtail deficits", o que "Ex-Balearics party baroness goes on trial for embezzlement". Con eso voy más que servido y en lo demás déjenme, tururú. El País in English se hace en España, pero el idioma produce el efecto que yo busco, que es el de que se ha hecho "en el extranjero". Es como si uno se sacase un ojo con la mano y se mirase con él desde ahí, desde fuera. Como si lo que pasa en España me lo contara Gibraltar.

El artículo de hoy ha sido el de Juan Cruz a la muerte de Carlos Fuentes. Leyendo sobre su energía y su voluntad ("his iron will", "the stamina of an athlete", "his physical strength", "his literary force", "his discipline") me acuerdo de por qué nunca me he aproximado a Carlos Fuentes. Admiro esos alardes, naturalmente; pero como ya están en Vargas Llosa, que es al que sigo, otro más de esa gama me producía saturación (en el propio Vargas Llosa me saturan). Mi propio ejemplo (mi caso) no es recomendable en absoluto (yo me he pasado en la dirección contraria); pero una dosis controlada de inutilidad segrega una materia, un aroma, que es el que a mí me gusta en la literatura. Me parece que hay dos modos de ser moderno: el fáustico y el melancólico. Fuentes y Vargas Llosa son fáusticos (como Ferré, admirador de Fuentes), y en sus páginas jamás encontraré esos vencimientos que hay en Chéjov, en Leopardi, en Baudelaire, en Bernhard o en Pessoa.

El inglés, por otra parte, permite asociaciones que en español no hubieran sido posibles. Esta vez ha sido ese "his iron will", que encuentra un involuntario eco al final del artículo con "one of those impeccably ironed white shirts". Eso quizá sea la voluntad: una camisa planchada (blanca e impecable).

12.5.12

Palabras de Brasil

Reconozco que no he leído (aún, lo vengo aplazando desde hace mucho) a Guimarães Rosa; pero, aparte de él, y desde el enorme Machado de Assis, los dos grandes novelistas y cuentistas brasileños son Clarice Lispector y Rubem Fonseca. A Jorge Amado no lo cuento porque no me gusta. Al margen está Nelson Rodrigues, del que este agosto se cumple el centenario. Los demás de su altura que haya no los conozco (todavía). Ahora escucho poca música brasileña, pero me ha dado por pinchar programas brasileños en YouTube. Programas de conversaciones. Busco en varias vetas: el Programa do Jô, Roda viva y Sempre um papo. Aparte he visto una intervención loca de Rubem Fonseca; y una entrevista impresionante a Clarice Lispector, cuando acababa de escribir A hora da estrela (está en español), el año de su muerte:



11.5.12

Otra para mi harén baudeleriano

Poco a poco voy montándome un harén de desconocidas (¡passantes de Baudelaire!) y el martes hice mi última adquisición. Recuerdo otras que anoté: la del perro, las de la pista de atletismo, la china popular... La del martes apareció en Torremolinos. Fui a tomar notas para un artículo, con un gin-tonic; la tarde era grisácea. Antes me di un paseo hasta el mirador. En un semáforo surgió ella: delgada, como en los treinta, con ese look hippy pero sofisticado que adoptan algunas mujeres; falda larga de vuelo caro, una bolsita con ropas de boutique. Y en la otra mano la correa (extensible) de su perro. Yo no sé de perros pero sí sé de tamaños: este era pequeñito. Llevaba en la boca, como un bebé, un cocodrilo de goma verde; verde eléctrico. Al morderlo, el cocodrilo chillaba. Era una estampa que en sí misma ya valía: la mujer atractiva (le vi el perfil al pasar y tenía una sonrisa larga, como de ironías interiores, un poco crueles) y el perrito con su cocodrilín que chillaba. Pero ocurrió eso: que se acompasaron nuestros pasos, ella delante y yo detrás, y pude estar observándola con demora. El cuadro se enriquecía, mejoraba con el movimiento. El perrito de pronto soltaba el cocodrilo, y la elegante mujer le daba a este una patada para que el perrito fuera a buscarlo. Ese era el juego. El perrito corría, mordía el cocodrilo, que chillaba, y unos pasos más adelante lo volvía a soltar. La mujer entonces, que caminaba con sofisticada compostura, soltaba otra patada seca, la obra maestra de todas las patadas. Yo estaba encantadísimo. Embelesado con la escena, aunque sin forzar mi seguimiento. Tan solo mantenía mi rumbo, con la fortuna de que el de ella parecía ser el mismo. Al cruzar una calle el perrito se demoró y yo me adelanté. Tuve entonces la misma estampa pero por detrás, y solo acústica; su acústica inconfundible: pasos de mujer y pasitos de perro, chillido de cocodrilo, y de vez en cuando patadón. Llegamos a esa calle que he puesto en la foto (que saqué a mi vuelta). Ahí el azar nos dispuso en paralelo. Ella iba por la acera de los banquitos azules y yo por la otra. Ambos en la misma dirección. Yo atendía a los sonidos y de vez en cuando echaba una mirada a la derecha. Ella se dio cuenta y me miró también un par de veces. Pero seguía igual. No se cortaba (¡los dioses la bendigan!) al dar el patadón.