11.4.13

Barba regia

No es cierto que la nueva generación de españoles sea la mejor preparada de la historia: gracias al PSOE, al PP y a los nacionalistas, que han abaratado o embrutecido nuestro bachillerato, es una de las peor preparadas. Lo que ocurre es que, en esa generación, por su suerte y por su esfuerzo, sí están los individuos mejor preparados. Entre ellos se encuentra el Príncipe Felipe.

La realidad no debe contaminarse de ficción; pero es permisible extraer de los periódicos las novelas entreveradas. Novelas hechas de realidad. Una es la del Príncipe, que lleva meses comportándose como un monarca entre los escombros. Intentando no fallar, mientras ve cómo su futuro reino se evapora. Lo tiene todo para ser rey menos el trono. La corona sí la lleva: es esa barba que se ha dejado. Antes se la quitaba y se la ponía, pero ya no se la quita nunca. A esa barba le cabe un adjetivo con intención: es anticampechana. Por eso, contra nuestra costumbre, es también regia.

La novela tiene que ver con aguantar. Con mantener la compostura, como un torero. No sé si existe una lucha soterrada entre el Príncipe y el Rey, como insinúan algunos columnistas. Si existiera y el Príncipe fuese algo así como una oposición monárquica, lo hermoso es que esa pugna se llevaría a cabo mediante las formas. Solo mediante las formas. No puede protestar, sino hacer gestos. Mantenerse. Proteger su integridad. Es un cuadro sutil para el gourmet de prensa con sensibilidad literaria.

Yo soy republicano, pero no creo que lo urgente sea la República. Lo urgente es la democracia, el Estado de Derecho y el estado de bienestar. La Monarquía es admisible si favorece estas cosas; del mismo modo que la República no lo es si las entorpece. Entre nuestros republicanos más vociferantes (que son los que alzarán otra vez la voz este 14 de abril) yo detecto que aspiran a un régimen ideológico, no a un marco institucional en el que quepan todos. Y no veo que tengan soluciones, solo un pensamiento mágico en el que parece que todo va a arreglarse con poner morada la franja inferior de la bandera. Entre los problemas con que se encontraría hoy una hipotética República, está, como señaló el director de Zoom News, Agustín Valladolid, el que no contamos con nadie que pudiera presidirla.

Salvo, paradójicamente, el Príncipe. Y aquí asoma de nuevo la novela, la que conmueve callada en los periódicos: el Príncipe, como los mejores de su generación, se ha preparado para un país que no existe.

[Publicado en Zoom News]