20.6.13

Corregir con el error

El ministro Montoro es una fábrica de autosatisfacción. Antes de que la consigna del Gobierno fuese el optimismo, él ya irradiaba una positividad a prueba de ajustes, amnistías fallidas, fraude fiscal y recaudaciones bajas. Los números ya podían ser negativos, que él se mantenía positivo. Yo creo que la subida de impuestos ha sido la manera que él ha encontrado de expresarnos su subidón personal. Seguramente había más procedimientos, pero con la crisis no tenía en su mano otra cosa que subir. (Bueno, salvo los caracolillos de su aclamada melenita, algo que por lo general acaba en bajo pero que en él lo hace en alto: el positive thinking le riega hasta las terminaciones capilares).

El gran espectáculo que proporciona el narcisista es el de la conversión de todo lo que le ocurre (y no digamos de lo que hace) en triunfos. No hay nada que, tras pasar por su alambique, no salga transmutado en ego. Lo del DNI de la infanta Cristina, esa quiniela de 14 hecha carnet (aunque, curiosamente, no con catorce aciertos sino con trece fallos), es una chapuza como yo solo había visto antes en los tebeos de Pepe Gotera y Otilio. Sin embargo, Montoro ha salido a defenderlo con una delectación que casi parecía que nos estaba presentando el último producto de Apple.

Y la verdad es que se trataba de un artilugio (retórico) sumamente sofisticado, puesto que se trataba, nada más y nada menos, que de corregir con el error. Es decir, de utilizar el error como corrector. La situación era complicadísima y no había manera de salir de ella. En sí misma, no tenía corrección posible. Salvo si se alegaba que había sido un error: con esto se encontraba una salida. Que fuera creíble o no es secundario: lo relevante es que esa explicación ha sido vivida por Montoro como un acierto. De ahí su ausencia de pesadumbre, su euforia incluso, en la comparecencia: no hablaba como un hombre que se ha equivocado, sino como el Montoro que ha vuelto a acertar una vez más. Cometiendo al mismo tiempo, naturalmente, un error de verdad: el de no dimitir.

[Publicado en Zoom News]