14.1.14

Lo que dije en Málaga

La semana pasada Málaga, que es mi ciudad, fue la capital de la columna de opinión, gracias al encuentro organizado por la Fundación Manuel Alcántara, el director del mismo, Teodoro León Gross, tuvo la amabilidad de invitarme. Lo digo como si tal cosa, pero es la primera vez que me veo en un cartel así.

Aunque he escrito artículos para otros medios (actualmente lo hago también para Jot Down), columnismo es lo que hago en Zoom News. Por eso, el día de mi intervención quise llevar la que considero mi camisa corporativa: esa con la que aparezco ahí arriba en la foto. Sacrificando mi imagen, porque lo cierto es que he engordado y me estaba un tanto ajustada. (¡Estas subjetividades son un rasgo columnístico, como se repitió en las sesiones!).

Mi mesa tenía como lema El artículo, de Larra al 2.0, y participamos Arcadi Espada, Clara Grima, Juan Soto Ivars, María Angulo (la moderadora) y yo. Antes de entrar en debate, cada uno debía hacer una exposición de cinco minutos. Y para homenajear al género que analizábamos, he decidido convertir lo que dije (y lo que me dejé a medias, según lo recuerdo) en columna. O en dos tercios, que es lo que me queda para completar. (El aprovechamiento de la experiencia es otro de los rasgos columnísticos).

Para mí el salto de Larra al 2.0 se ha producido con absoluta naturalidad. He sido lector de Larra y de los grandes articulistas, en sus periódicos y en sus libros, y ahora yo mismo escribo artículos en internet. Entre una cosa y otra no ha habido ningún paso intermedio: no soy periodista ni he pisado jamás la redacción de un periódico.

Mi única experiencia con la prensa de papel fue cuando, a los diecisiete años, me publicaron en el diario Sur una carta al director. Día de una emoción incomparable. Luego publiqué algunas cartas más en otros periódicos. Y lo que hago ahora con mis columnas, me doy cuenta, es seguir escribiendo en cierto modo cartas al director.

Otros columnistas, como David Gistau y Manuel Jabois, defendieron un columnismo que tenga sus raíces en el reporterismo. Su ideal es el columnista que se mantiene en contacto con la noticia y la calle, cuya contrafigura sería el “columnista de batín”. Pues bien: yo soy ese columnista de batín. Yo soy el malo de la película. Yo no estoy en contacto directo con la noticia, ni tengo acceso a las fuentes de información.

Lo que yo hago es lo mismo que los lectores: leer periódicos. Solo que, como luego analizo mis lecturas y escribo sobre ellas, soy algo así como un lector de periódicos en acción. En una de las novelas de Georges Simenon, el comisario Maigret se va de vacaciones con su esposa. En su ausencia se comete un crimen en París y, como ha prometido no trabajar, se dedica solo a leer lo que la prensa va diciendo del caso. Y solo con eso lo resuelve. Esa sería más o menos mi tarea; aunque, naturalmente, sin llegar a resolver los casos.

Se trata de una tarea de segundo grado, y que depende, claro está, del trabajo previo de los periodistas (o de los detectives, en el caso mencionado de Maigret). Pero Arcadi Espada nos ha enseñado que el periodismo constituye en sí una de las manifestaciones de la actualidad. Y tomándolo como síntoma y analizándolo, podemos acceder también a ella.

Por lo demás, hoy en día el columnista de batín no está en su cuarto aislado: sino conectado a internet. En este encuentro, la sala prorrumpió en un aplauso cuando se dijo que estábamos siendo trending topic en Twitter. O sea, el mundo real le rindió pleitesía al mundo virtual. El columnista de batín está, por tanto, conectado a un mundo que compite con el real; y con el cual el real compite.

Mi actitud hacia las nuevas tecnologías, en cualquier caso, intenta ser natural. No tengo ansiedad por las novedades, e incluso me gusta ir un poco rezagado, paladeando el mundo que se despide; pero cuando las novedades se han impuesto, las acojo sin problema. Lo que no cambia es lo que para mí es lo fundamental de las columnas, sean en papel o digitales: la escritura. En este sentido, entre Larra y el 2.0 encuentro una absoluta continuidad. Si acaso, la presencia de los lectores, el roce con ellos, erotiza y dinamiza la escritura. La vuelve eléctrica.

(Esta reconstrucción me ha salido más larga de lo habitual, y esto no es propio del columnismo, que debe atenerse a una medida fija; aunque sí ilustra un rasgo de la prensa online: la elasticidad de las extensiones).

[Publicado en Zoom News]