4.9.14

Las P-P del PP

Estos tiempos deshilachados de la poscrisis que todavía es crisis y de la semirrecuperación nos hacen añorar por momentos los del zapaterismo: con Zapatero nos pudríamos mejor. Durante sus gobiernos el país se hundía, pero conservábamos un tono mental en el fondo estimulante: había enfados nítidos y brotaban como agua de manantial las argumentaciones en contra. Sé que se trata de las trampas de la melancolía; del bucle melancólico del que hablaron Freud y Jon Juaristi. Pero ahora, cuando la economía no es tan mala, hay una grisura en la atmósfera que induce a la pereza. Las argumentaciones contra el gobierno tropiezan con las argumentaciones contra la oposición, y las aguas están entre estancadas y turbias.

Creo que hasta Rajoy estaba mejor con Zapatero. En la presidencia se le ve desubicado, y su aparición en el plasma creo que respondía ante todo a su anhelo de enmarcarse. Ni siquiera se le aprecia ese cosquilleo de la erótica del poder que sí exhiben Soraya o Montoro. Lo mínimo que se le puede pedir a un político es que se lo pase bien mandando. Y que sus comparecencias sean como el cigarrillo que se fuma después de. En las de Rajoy da la impresión de que no terminó de salir bien la cosa. El deshilachamiento de estos tiempos parece que surge de Moncloa para afuera. España es un gatillazo generalizado. Y ni siquiera nos vale la justificación esteticista de Gambardella, el protagonista de La gran belleza, después de haber tenido uno: "Es muy triste ser bueno. Te arriesgas a volverte hábil".

Pero a este PP confuso y divagatorio, con piernas como almohadones, se le han presentado dos patas sólidas, en las que apoyarse de verdad y a partir de las cuáles erguirse, y definirse. Ambas empiezan por P: Podemos y Pujol. Sobre este último, está por ver si Rajoy mantendrá la veda levantada por Montoro, que anteayer nos recreó maravillosamente Jorge Bustos; pero es raro que no lo haga, porque es de lo poquito de lo que dispone. Lo otro, como digo, es Podemos. El miedo a Podemos como único argumento poderoso para votar al PP. Podemos como comecocos de la izquierda, que se está convirtiendo en una especie de frente popular imperialista, que crece no por unión sino por deglución de los otros. Y enfrente el PP, más que Partido Popular, partido anti-frente popular.

Rajoy no ha dejado de zarandear (a veces, por medio del simple aburrimiento) a sus votantes prestados. El votante útil estaba ya decidido a no volver a votar su propia inutilización. Pero quizá termine haciéndolo. El PP, sin ofrecerle nada, se aprovechará del chantaje. Y los tiempos se seguirán deshilachando.

[Publicado en Zoom News]