21.7.15

Brasas políticas (y un refrigerio)

El hombre del tiempo parece Rajoy: ha anunciado ya varias veces que la ola de calor se termina, pero esta sigue asándonos como pollos, igual que la crisis. Ya ni nos refresca hacer como que lo creemos: diga lo que diga, del futuro también nos viene un flato de estufa.

Cabe el apaño individual, como ya hacían los griegos del periodo helenístico (Diógenes, Zenón, Pirrón, Epicuro), que se replegaban en sus filosofías tras los estropicios de los Tsipras y los Varoufakis del momento. Mi solución es la epicúrea, o sea, la de ponerme cerca el ventilador, que es mi jardín de brisas. Al otro lado, la ciudad calcinada. Y a este los azotes fresquitos, que evocan el mar y no el asfalto.

En julio todo está listo para que solo haya Tour y serpientes en los periódicos. Pero este de 2015 no va a poder ser. Por cada achuchón entre Coronado y Eugenia, caliente para ellos pero refrescante para el público, hay cien políticos con sus brasas. En plena canícula mantienen encendida la chimenea de su estolidez, la caldera de su locomotora loca. Sobre todo Artur Mas, nuestro Locomotoro supremo: ese discurso inflamado de anteayer, como si África empezase en los Pirineos, justo al ladito...

Y siguiendo por los Pirineos hasta Navarra, la nueva presidenta Uxue Barkos, con ese gran control ético-estomacal que le impide sentir retortijones (y vomitar) al poner a correligionarios de los etarras en su flamante (e infamante) gobierno. Ya ha hablado de "todas las víctimas", que es la fórmula habitual para compadrear con los verdugos. Lo leo y se produce como una interrupción en mi ventilador: el aire de fuera no puede con lo que me quema por dentro.

Como decía Nietzsche que crecía el desierto, así crece el infantilismo: ese Sáhara abrasivo de bobadas. Podemos había contagiado ya al PSOE (aunque tampoco hacía falta que lo contagiasen mucho, que ya se bastaba Zapatero) y ahora también contagia al PP, que anda como un cencerro (sin vaca). La última ocurrencia, en su búsqueda desquiciada de agua en el secarral electoral, es que "se reunirá con mareas y plataformas antidesahucio", y suponemos que sus guaperillas también se dejarán coleta.

Y de pronto, entre tanto infantilismo y tanta brasa, un refrigerio: el episodio de la canciller Merkel y la niña palestina Reem, lo más adulto que ha ocurrido en Europa en años. Por parte de Merkel y también de la niña, cuyas lágrimas no eran sentimentales sino trágicas: lloraba, porque lo comprendía, por el principio de realidad, que es un cabrón. El mismo principio desde el que le había hablado Merkel, tratándola como adulta y dignificándola.

Esa es la piedra en la que hay que hacerse (La educación por la piedra, tituló un libro de poemas João Cabral de Melo Neto) y en cuya ignorancia (como si se ablandara con la blandura mental) no se va a ningún sitio. Cabe la compasión, cabe la ayuda y cabe la justicia: pero sabiendo lo que hay, no con pamplinas. La verdad fría, que se acopla a mi ventilador por un rato en este verano de brasas.

[Publicado en Zoom News]