6.10.07

El último Rimbaud

Espectaculares los últimos capítulos del Rimbaud de Graham Robb: su vida africana, sin romanticismo ni mitología; y justo por ello más impresionante. El biógrafo se reservaba esta traca desde el prólogo, en el que decía rumbosamente:
Mi experiencia personal en las ciudades y las zonas rurales de África oriental me ha sido menos útil para escribir este libro que la "dura realidad" de la investigación literaria. Resulta demasiado fácil mantener el apego a imágenes e ideas del pasado cuando se tiene la cabeza ocupada en guías de bolsillo, horarios, mosquiteras y pastillas depuradoras de agua. No hay nada como la brutal impresión producida por la información verificable: cartas redescubiertas, testimonios de otros viajeros en una Abisinia desaparecida, historias de terror nunca contadas relacionadas con las transacciones comerciales de Rimbaud, y el levantamiento del mapa de sus exploraciones en una de las terrae incognitae más extensas que quedan en el mundo.
.....Llama la atención que las biografías de quienes han salido en busca de Rimbaud e incluso han tratado de vivir igual que él lleguen exactamente a las mismas conclusiones que las historias románticas de los biógrafos sedentarios.

Una vez más, una nebulosa que había en la mente queda concretada. El último Rimbaud. Sus acciones, los datos. En sus cartas desde Abisinia sorprende la coexistencia de dos elementos aparentemente incompatibles: la descripción seca e implacable del entorno, junto con la queja autocompasiva. El resultado es efectivo: se potencia la sensación de absurdo. Y al final la enfermedad en la pierna, el regreso a Francia, la amputación, la muerte... al tiempo que "triunfa" en París, por su cuenta, el poeta que fue hasta los diecinueve años. Una fábula sin moraleja: aunque ejemplar.