25.2.08

Los viejos lectores del 'Abc'

Mi única relación sentimental con un periódico ha sido con El País, y lo cierto es que estos amores que se forjan en la adolescencia son ya irrevocables: a uno podrá asquearle que su amada se haya convertido en una puta, pero la sigue queriendo. A cada uno le toca su periódico, y ya no hay nada que hacer. En Málaga hay una legión de enamorados del Sur. También están esos amantes del Marca o el As, con sus panzones en chándal. Y, por supuesto, los inquebrantables del Abc. Esta primavera, que la pasé en Madrid, solía ir a desayunar al Vips de Velázquez: y allí estaban los ancianos ceremoniosos con su Abc, pese a la campaña en contra de Losantos. Probablemente eran desafectos al contenido, pero no podían resistirse a que aquella cabecera y aquella tipografía acompañasen sus desayunos. Yo solía entrar con El País, y aunque me miraban con recelo, en el fondo estábamos compartiendo el mismo rito sentimental. Por cierto, que un domingo, en la cola de la librería, el cliente que iba delante de mí puso ante la cajera un montonazo de periódicos. "¿Cuáles son?", preguntó la chica, sin ganas de contarlos. A lo que proclamó el cliente: "¡Todos, menos El País!".

Un lector furibundo y devoto del Abc era un pariente mío que vivía en Móstoles. Cuando yo me fui a estudiar a Madrid en 1985, me invitó un fin de semana a su casa. El Abc estaba en la mesa familiar, por supuesto, con aquellas portadas tendenciosas a tope, como hoy ya sólo se ven en Público. Mi pariente era ultracatólico y ultrafamiliar: de aquellos que por entonces hacían chistes sobre los políticos de la transición y manifestaban simpatía por Tejero (en aquellos chistes los políticos siempre se cagaban ante la presencia del golpista). Menudo diíta pasé, chupando familia convencional de extrema derecha... Pero llegó la noche, ah. Se acostaron la mujer y los niños. Yo me iba a acostar ya también, cuando me dijo mi pariente: "¿Un whisky?". Y nos quedamos en el salón, viendo la tele. "¿Te gusta la zarzuela?", me dijo. "Tengo todas las Antologías de la Zarzuela en vídeo". "No mucho...", respondí con un hilillo de voz, temiéndome la noche que se avecinaba. "Bueno, quizá te guste más esto. A mí en realidad me gusta más que la zarzuela". Y entonces me puso una película porno de monjas violadas y torturadas en conventos. Ah, los viejos lectores del Abc...