La nostalgia es una de las "pasiones tristes" que Spinoza considera poco recomendables. Leo ahora a Spinoza y me propongo atravesar la vida (¡la que me queda!) spinozianamente. Sólo que yo estoy sujeto, de un modo viscoso, a los humores. Ese sería un propósito ético-literario: depositar los humores en la página, y así limpiarlos de la vida. La página como alambique alquímico: abajo la ceniza, arriba el oro. Steven Nadler traza un retrato de Spinoza algo alejado de los tópicos vigentes, aunque fiel a su fama en lo fundamental. También hace una descripción detallada de la Holanda del siglo XVII, en especial del núcleo de los judíos de Amsterdam. La edición, de Acento, es magnífica, aunque afeada por un prólogo y un epílogo de José Antonio Marina, que son como dos rebanadas sobrantes de pan bimbo embutiendo la biografía. Me ha encantado una frase que se cita de Hobbes: que la vida en estado de naturaleza es "solitaria, pobre, grosera, brutal y corta" (el amigo Schelling la dio en inglés: "solitary, poor, nasty, brutish and short"). El propio Hobbes, según cuenta Nadler, "se sintió desconcertado ante la audacia de Spinoza" al leer su Tratado teológico-político. En cuanto a la Ética, copio algunas líneas de Nadler (precedidas de esta otra sobre su efecto en los discípulos: "La nobleza filosófica que se desprendía del sistema de Spinoza predisponía favorablemente hacia él"):
La idea fundamental de Spinoza en el Libro Primero es que la Naturaleza es una totalidad indivisible, incausada y sustancial —de hecho es la única totalidad sustancial. Fuera de la Naturaleza no hay nada, y todo lo que existe es parte de la Naturaleza que es traído al ser por esa misma Naturaleza con una necesidad determinista. Este ser unificado, único, productivo y necesario es justamente lo significado por el nombre de "Dios". Debido a la necesidad inherente a la Naturaleza, no hay teleología en el universo. La Naturaleza no actúa con vista a fines, ni las cosas existen para ninguna clase de propósitos. No hay "causas finales" (por usar la conocida expresión de Aristóteles). Dios no "hace" unas cosas en interés de ninguna otra. El orden de las cosas se sigue de las esencias de Dios con un inviolable determinismo. Todo discurso sobre propósitos, intenciones, objetivos, preferencias o deseos de Dios, no es más que una ficción antropomorfizadora. [...] Dios no es un plafinicador orientado a un fin, que juzga luego las cosas según su grado de conformidad con sus propósitos iniciales. Las cosas suceden sólo por causa de la Naturaleza y de sus leyes.* * *
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