19.3.09

Papelones históricos: Bíbulo

El otro día, cuando repasaba la Historia de Roma de Indro Montanelli, me encontré con un curioso personaje, Bíbulo, que no sé si es famoso. Yo no lo conocía. Estábamos entonces con los bostezantes y pensé que, además de bostezantes, ha debido de haber muchos Bíbulos en la historia: individuos que sólo asomaron para hacer un papelón. Este Bíbulo aparece en la época en que se forma el primer triunvirato. Así lo cuenta Montanelli:
Pompeyo y Craso ponían su influencia, que era grande, y sus riquezas, que eran inmensas, al servicio de César para hacerle elegir cónsul. Éste, una vez alcanzado el poder, distribuiría las tierras a los soldados de Pompeyo y concedería a Craso las contratas a las que aspiraba.
.....Así fue rota la famosa "concordia de los órdenes" auspiciada por Cicerón, o sea, la alianza entre la aristocracia y la alta burguesía. Esta última, que veía en Craso y Pompeyo a sus legítimos representantes, se coligó, en cambio, con los populares de César. Y la aristocracia, estúpida y arrogantemente convencida de no tener necesidad de ayuda y de no tener que compartir sus privilegios con nadie, se quedó aislada. Presentó como candidato a un personaje insignificante, Bíbulo, que fue elegido. Pero no pudo impedir que también fuese elegido César, figura de muy otro relieve.
.....César cumplió los compromisos adquiridos con los aliados. Propuso en seguida la distribución de tierras y la ratificación de las medidas adoptadas por Pompeyo en Oriente. El Senado se opuso. Y entonces César llevó los proyectos de Ley ante la Asamblea. Era lo que también habían hecho los Gracos, jugándose el pellejo. Mas los tiempos habían cambiado. Bíbulo puso el veto diciendo que los dioses, interrogados, se habían mostrado contrarios. La Asamblea se le rió en la cara y un popular le volcó un orinal en la cabeza. Los proyectos fueron aprobados por gran mayoría. Pompeyo se convirtió en yerno de César, al casarse con su hija Julia, burgueses y proletarios se estrecharon en un gran abrazo, y durante meses y meses se divirtieron a expensas de los triunviros, que ofrecieron magníficos espectáculos en el Circo.
.....En aquella atmósfera de favor popular le fue fácil a César llevar a efecto sus reformas económicas y sociales, que por lo demás eran las de los Gracos. El Senado hizo oposición a todas mandando regularmente a Bíbulo a la Asamblea para manifestar que los dioses las desaprobaban. La Asamblea se burlaba de los dioses y se reía de Bíbulo, que al final se encerró en su casa y no volvió a salir más.
Ahí queda Bíbulo, al que he apuntalado con negritas. Seguro que nunca se había visto así. Vivió en la época de César, pero su sustancia era otra. Era la nuestra, por lo demás: hoy todos son (¡somos!) Bíbulos.