1. La salud.
2. Los placeres.
3. El vacío.
4. El pensamiento.
5. La escritura.
* * *
Ese pentálogo (que relacioné a posteriori con la estrella de cinco puntas de Duchamp) me lo formulé hace tres veranos, por estas fechas; o quizá algo más avanzado septiembre, ya en los primeros días del otoño. Fui solo a la playa. Había escasísimos turistas. Me metí en el agua. Entonces, sobrevino la niebla. La tarde había estado gris, pero sin niebla. Y de pronto me vi en el agua rodeado de niebla. Era extraño, pero agradable. Se escuchaban las voces de algunos bañistas, a los que no podía ver. Eran voces tranquilas, como el mar. Me imaginé que estábamos en la laguna Estigia: lentitud, sosiego, abandono; una felicidad apagada, que no tenía que ver con la alegría sino con la reconciliación. Fue después, saliendo del agua, cuando me vino la frase: "No me queda vida, pero sí tiempo. Consagrarlo a la salud, los placeres, el vacío, el pensamiento y la escritura".