Todos aman su propia obra más de lo que su obra les amaría a ellos, si llegara a ser animada. Quizá ocurre con los poetas que aman extraordinariamente sus propias obras y las quieren como a hijos. La causa es que el ser es para todos objeto de predilección, y somos por nuestra actividad [por vivir y actuar]; y la obra es en cierto modo su creador en acto [en energeia, actuando]; y el creador ama su propia obra más que a sí mismo porque ama el ser.Escúchese del minuto 69:30 al 71:25 (la cita más los comentarios). La referencia bibliográfica que da Lledó es: Ética nicomáquea, 1167b y siguientes.
2.10.09
¡Aristóteles!
Nunca pensé que pudiera citar a Aristóteles. Yo, como todos los artistas, he sido platónico (y antiplatónico: pero con la referencia siempre en Platón). Ahora, en cambio, he escuchado una frase portentosa de Aristóteles; por lo demás, de filiación platónica (por ese engendrar con la obra que suele resaltar Eugenio Trías, enlazando a Platón con Nietzsche). Ha sido en un diálogo que mantuvieron en 1994 Emilio Lledó y Pedro Cerezo en la Fundación Juan March, para presentar el libro del primero Memoria de la ética. El diálogo en sí es interesante: un poco relamido a veces, con un cierto tono de predicación; pero provechoso. Y, sobre todo, con el relámpago (¡fecundador!) de la cita de Aristóteles, que transcribo del audio: