1.10.09

El intelectual comprometido

Tiene gracia lo del "intelectual comprometido": todavía se le echa de menos. El intelectual comprometido: probablemente una de las figuras más bellacas del siglo XX. Si algo significaba el término, lo cumplieron precisamente los que quedaron pronto excluidos, como Albert Camus: los extranjeros. O, aquí en España, hoy, aquellos que son acusados de fachas (¡Savater, Félix de Azúa, Muñoz Molina, Arcadi Espada, Boadella!). Hoy, en España, ésa es una de las varas infalibles para medir el verdadero compromiso de un intelectual: si en ningún momento se le ha acusado de facha, es que lo único con lo que se ha comprometido ha sido con la letra de su catecismo (o el de su amo).

Por otro lado, he aquí un ejemplo de frase descomprometida, sacada del mismo artículo de El País. La dice ese chico tan agradable, Roncagliolo:
Lo que no hay tanto son autores que defiendan de una manera radical una idea, como hace Vargas Llosa con el liberalismo, o García Márquez con el socialismo. El siglo XX se encargó de mostrar los límites de ambas opciones, y seguramente mi generación ha visto cómo el socialismo cubano no supo convivir con la libertad y cómo las democracias latinoamericanas no terminan de acabar con la pobreza. Así que tampoco podemos ser tan entusiastas.
¡Hombre, no compare! Si habla de "ideas" no junte a Vargas Llosa y García Márquez. Vargas Llosa, esté acertado o equivocado, no se ha cansado de ofrecer razones, de explicar, de argumentar... Gabo, en cambio, ha sido un mero tótem bobalicón al que no se le conoce una sola idea, sino únicamente su adhesión inquebrantable, religiosa, a una ideología y a un tirano. En cuanto a la pobreza: ya sabemos que en Cuba lo han sabido resolver perfectamente...

Sí, para este asunto del "intelectual comprometido" sigue siendo válida la vieja oposición entre Sartre y Camus. Camus condenado después de haber escrito uno de sus textos más vigorosos: El hombre rebelde. Sartre aplaudido por su comunismo beato, por su maoísmo: es decir, por apoyar esas maquinarias de triturar carne humana. Nunca olvidaré el artículo de Octavio Paz en Hombres en su siglo: "Inicuas simetrías". Allí contaba cómo, tras la Primavera de Praga, los estudiantes esperaban a Sartre para que les diera aliento liberador. Llegó Sartre y lo que les aconsejó fue que no desobedecieran al Gobierno. Ahí se acabó el predicamento de Sartre en Praga, anotaba Octavio Paz. El compromiso más sostenido del intelectual durante el siglo XX ha sido con el crimen. Por un decente, ha habido cien, mil impresentables.