13.11.09

Ping-pong

El magnífico artículo que publica hoy Jabois (¡nuestro Camba!) desde Pontevedra, me ha hecho pensar en la relación que mantengo con Madrid, que es de ping-pong: fui, volví, fui, volví, fui, volví y en este último volver estoy (aunque con un paréntesis de dos meses, hace dos años). Madrid es la ciudad que prefiero para vivir y, si pudiera, mañana mismo me iría (¡qué digo mañana: esta tarde!). Uno de los efectos más curiosos de cuando vivo en Madrid es que dejo de odiar a Málaga. Cuando vivo en Madrid, vengo a Málaga encantado; e incluso puedo pasarme meses en Málaga. Pero cuando vivo en Málaga, odio a Málaga. En Málaga, de hecho, he conocido el odio. Como en Madrid conocí el amor.