14.10.10

Nuevo arte de entrevistar

El troll se sutiliza. Hay un nuevo modelo, de segunda generación, que ya no se conforma con el patanismo del principio, sino que asume retos. Para ello necesita entornos hostiles, exigentes: entornos con filtros. Uno prestigioso es el de las ciberentrevistas con personalidades, que se suceden ahora en medios como El País o El Mundo. El troll se ha aficionado a mandar preguntas, y yo a veces me entretengo localizándolas. En la de ayer a Menéndez Salmón, por ejemplo, he identificado seis que son segurísimo de trolls; y quizá haya algunas más demasiado sutiles para mí. Lo que hacen es muy sofisticado y, como digo, de la máxima exigencia. El troll, ante todo, ha de pasar el corte. Para ello tiene que procurar que su pregunta: a) no sea ofensiva; y b) resulte interesante para el criterio del que las selecciona. Dentro de esos márgenes, el troll introduce su coña. Una vez que cuela, la diversión está garantizada: el entrevistado trata de bailar elegantemente (incluso engoladamente) sobre un suelo que, en realidad, está lleno de globos, serpentinas y matasuegras. Lo de Salmón fue muy divertido en esas cuantas ocasiones. (Me río sabiendo que, si un día me veo en esas, me la pegarán también.)

Por lo demás, los viejos trolls están lejos de desaparecer. Siguen con sus gansadas fáciles, en los sitios donde les dejan. Lo llamativo es que todavía existen señores que les regañan: señores que, aunque llevan lustros en internet, parece que no se han enterado de nada; de nada de lo que pasa a este lado del presupuesto.