14.2.11

De la Iglesia vuelve al underground

Da miedo el establishment cultural de este país. El mercado sería una salida... si existiesen compradores de altura; es decir, si el público hubiese sido desasnado por un buen bachillerato. Medio existía: pero el establishment acabó con él, sin duda por tener el control absoluto. Solo queda, pues, buscarse un sueldecillo por algún lado y dedicarse a escribir al margen. Y eso porque para escribir no hace falta presupuesto. Los cineastas como De la Iglesia lo tienen crudo. Este ya se ha señalado y me temo que no se lo van a perdonar. Anoche en la gala de los Goya la ministra Sinde se presentó con más ministras (Pajín, Salgado) y con Sebastián: resultaba intimidatorio. Durante el discurso de De la Iglesia enfocaron sus caras asesinas y también la de su previsible sucesora, Iciar Bollain. Me sorprendió ver cómo esta se había convertido en Margaret Thatcher. Su pareja es el guionista de Loach, Paul Laverty, azote de la Dama de Hierro. No sé por qué alucinante alquimia ahora la tiene en casa. Ellas van a instaurar un nuevo modo de mandar, decían. Sí: peor.

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PS. [Añado esto que he derramado por esos muros:] Sobre el discurso de De la Iglesia habría bastante que matizar. Como escribió Arcadi Espada, tiene algo de "niño que lo quiere todo"; y también me parece que tendría que haber sido algo más institucional. Pero yo me quedo con su valentía de decir eso ante Sinde y demás ministras dobermans, y ante su sucesora Bollain, a la que se le ha puesto cara de Thatcher. Y también: cómo el verdadero artista se sale del cepo burocrático: para bien y para mal. Y cómo los que no lo son, como Sinde, viven en y para el cepo. / Bueno, yo entiendo el reproche de Arcadi. Y entiendo también a De la Iglesia. Él se vio en la famosa cena de la ministra del lado de "los serios". El único rebelde fue Amador Savater. Yo creo que a De la Iglesia se le creó un conflicto entre sus razones académicas y el romanticismo del rebelde. Y la cosa al final se rompió por este lado. A mí lo que me produce simpatía es que al menos existiese en él esa tensión. Era un signo de inmadurez, pero también de vitalidad... Ya digo: gajes del artista.

PS2. Y la cara que puso la Sra. Ministra Pajín: