2.3.11

Filósofo en la noche

A Emilio Lledó le profeso simpatía, aunque con un cierto reparo debido a su extrema melosidad. Es de esos críticos no del todo críticos, porque no terminan de decir nada inconveniente. Hacen la crítica que se espera de ellos: una crítica, digamos, sacerdotal. Lledó tiene algo de sacerdotal. Sin embargo, cómo lo hubiera agradecido de profesor cuando empecé Filosofía. Eran profesores así los que anhelaba, y no la recua de carcamales que me tocó. Sacerdotes-sacerdotes que llevaban a (y por) un camino cegado; un sacerdote laico como Lledó, en cambio, hubiera sido fecundo. Confrontarse con la Modernidad, no con la Edad Media. A veces me cruzo con algunos de aquellos individuos: son, sin remisión, unos estafadores. Unos delincuentes que viven de modo fraudulento del erario público.

En la Fundación Juan March hay bastantes audios provechosos de Lledó. El último, el de "Autobiografía intelectual", lo he escuchado ahora. Lledó es un espíritu delicado, como lo fue Julián Marías, y he sabido hace poco que compartieron la misma tragedia: la pérdida temprana de la mujer. Sobre la del segundo escribí en "Julián Marías y la Sra. Muir". De la tragedia de Lledó me enteré por el recital (espléndido) que dio Joan Margarit también en la March. La cuenta a partir del min. 23 de la "Lectura", como presentación del poema "Filósofo en la noche" ("Filòsof en la nit" en el original catalán). Además de en el cuadernillo, puede leerse aquí, en los dos idiomas. Cuando lo escuché, el golpetazo me lo dio este verso: "Amo más que a nadie, junto a mí, tu ausencia".