16.5.25

Ser o no ser tajante

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 2:50
 
Buenas noches. Después de su ensayo sobre la película Vértigo, de Alfred Hitchcock, el catedrático de Ciencia Política y articulista Manuel Arias Maldonado ha vuelto a publicar un libro de pasión cinéfila: Forever Cinema (editorial Confluencias). Aún no lo he podido leer, pero lo recomiendo a ciegas: ¡a ciegas por el cine! Lo traigo porque he encontrado en el prólogo algo que da para una reflexión ultramontana. Escribe Arias Maldonado: "Declaro que en ningún momento he querido ser tajante. Releyéndome, se me ha hecho evidente que el gusto va cambiando con el tiempo; nuestra relación con el cine y demás expresiones de la cultura abunda en deslumbramientos, malentendidos, desengaños". ¡Me he dado por aludido, puesto que yo solo tengo (al menos en este programa) opiniones tajantes! ¡Mi trabajo es no ser ponderado! ¿Qué ocurre aquí? Arias Maldonado tiene una visión larga de la vida, una conciencia de los cambios de opinión y las modificaciones del gusto; conciencia que atenúa la contundencia de los juicios. Yo lo que hago es dar un tajo en cada instante, por eso soy tajante. Digamos que me abstraigo del que haya sido o vaya a ser, y apuesto por el energúmeno que soy ahora. Se lo doy todo y me quedo sin nada. Todo lo gasto en mi opinión energuménica presente, aunque contradiga la del pasado o la del futuro. El sabio Arias Maldonado fluye con el tiempo, va aprendiendo y va anudando razonada, coherentemente sus opiniones. Yo no aprendo nada. Voy dando saltos compulsivos. En cada juicio tajante vivo y muero. ¡Me desangro en mi contundencia! ¡Ya resucitaré después, con la próxima opinión contundente! No me labro una carrera. Me limito a dar en todo instante el espectáculo a costa de mi reputación. Es un sinvivir, pero es divertido. Para los demás, al menos.