[Montanoscopia]
1. Hay un papa en la sopa. En todas las sopas: periodísticas, internéticas, radiofónicas y televisivas. Qué saturación, para mí: si lo dan es porque a la gente le interesa. A mí me da igual, en minoría siempre. Sí respeto el duelo, la muerte de un ser humano. Y les doy mis condolencias a los católicos y (casi más) a los comunistas. En el papa Francisco se ha evidenciado lo que ya detectó Nietzsche y formuló brillantemente Octavio Paz: el marxismo es la última herejía del cristianismo (aunque hoy quizá habría que decir la penúltima; la última ha sido lo woke). De la pompa me llama la atención lo que tiene que ver con la Roma imperial: en los rituales de la serie Roma se percibía lo que ha conservado la Iglesia de aquello. Impresiona también, en los mandatos vitalicios de reyes y papas (salvo cuando abdican o hacen il gran rifiuto), el acompañamiento de los procesos vitales hasta la muerte. Aquí está el auténtico misterio, que es el de la vida.
2. Me ha pasado con Parthenope lo mismo que con La grande bellezza: rechazo inicial, casi instintivo, y luego regusto; vencimiento de la hermosura pasajera, de la sensorialidad atravesada de melancolía. Aquí ayuda la actriz: Celeste Dalla Porta. Inalcanzable pero con algo extrañamente familiar. Lo identifico: ¡es la sonrisa –y la mirada– de Patricia Adriani! La película es mala, pero me toca. Es mala, pero no mediocre: Sorrentino hace bien en gustarse.
3. Me pregunta una amiga qué es lo más sucio que he hecho por amor. Busco un poco en la memoria y lo encuentro: poner bien una novela malísima. Mi amada era la editora.
4. Mi amigo Rafael Maldonado y yo estamos convencidos de que hoy nadie se come nada en la literatura española si no eres tía, llevas barba o te pones gorrito. Como confirmación me manda la foto de Álvaro Pombo recogiendo el Cervantes. Desde hace unos años no se quita gorrito y por eso se lo han dado. Este premio, por cierto, es lo único que ha ganado a la postre, después de todas sus derrotas, UPyD.
5. Paseando por la suave Lisboa me asaltó un pensamiento contra España: los países que han tenido una guerra civil están condenados. No hay redención para las naciones que han llegado a las manos dentro de sus fronteras, porque ya han demostrado que no tienen límite en el enfrentamiento. La Transición fue un espejismo, más fruto del miedo y de la experiencia en sus carnes de dos generaciones que de la lucidez o de una súbita civilización. Está bien prolongar el espejismo, estirarlo todo lo que se pueda. Pero es eso: un espejismo.
6. En Lisboa vi un anuncio de Pepsi en un tranvía: Sabe bem, sabe a Lisboa. Me acordé de la verdadera gran hazaña de Pessoa, que no fue poética (aunque la provocó una rima): retrasar el desembarco de la Coca-Cola en Portugal. En 1927 le encargaron el primer eslogan y escribió: "Primero se extraña. Después se entraña". Por esto último la declararon adictiva y la retiraron. No volvió hasta varias décadas después.
7. Sánchez excusa su asistencia al funeral del papa y a la ceremonia del Cervantes. Muchos lo han criticado, y objetivamente es criticable. Pero, sin refutar esta consideración, yo detecto ahí un principio de autoconciencia ética, estética incluso, que se daría en simultaneidad con lo otro (¡así de compleja es la vida!). El presidente ha detectado que aún dispone de algo bueno que dar, una última cosa que se guarda para ennoblecer (o no envilecer) las verdaderas grandes ocasiones: su ausencia.
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En The Objective.