24.6.12

Las tripas de Frankenstein

La no celebración del debate sobre el estado de la nación posee la diafanidad de las tautologías: ese, exactamente ese es el estado de la nación. El miedo de Rajoy le ha llevado esta vez a expresarse del modo más osado: arrojándonos la verdad, sin tapujos; como no hubieran podido hacerlo mil debates. Él quizá imagina que gana tiempo, escondiéndose; pero ese esconderse es otra emanación del entramado que nos ha conducido a esto, que tiene entre sus componentes principales la falta de control sobre el poder y la dejación institucional. De manera que lo que hace Rajoy es seguir ahondando en las causas del desastre.

También resulta indicativo el que, con la que está cayendo (¡a mí sí me gusta la expresión!), sigan saltando titulares más grandes que los económicos. El jueves había tres: el de la mencionada no celebración del debate, el de la dimisión de Dívar y el de la legalización del partido proetarra por parte del Tribunal Constitucional. La loncha de una sola jornada, cortada al tuntún, que nos hace ver lo podrido que tenemos el jamón entero. Si la hubiéramos cortado otro día, habríamos tenido al Rey en Botsuana, Urdangarin, el Bigotes, Camps, Correa, YPF, MAFO, los ERE de la Junta de Andalucía, el agujero de la cajas, el agujero de las comunidades autónomas, el Parlamento vacío o el Parlamento con pancartas, el aeropuerto sin aviones, los pitidos al himno, el revival de Gibraltar y hasta el juicio a Krahe... Y siempre, sin descanso, la prima en su carrusel, y el déficit y el paro y la pobreza creciendo. Llevamos una racha que abrir el periódico es hacer que nos salte el monstruo de Alien o el de La cosa.

Enric González, aquí mismo, vinculó nuestra “ruina moral” con los apaños de la Transición. Estoy de acuerdo. Aunque a mí tales apaños, en principio, me parecieron bien. Visto lo visto (y conocido el percal), me imagino lo que hubiera pasado si triunfan los de “la ruptura” y se me hiela la sangre. Se hizo, pues, lo más sensato: montar un Frankenstein con todos los pedazos posibles, coserlo y echarlo a andar. El problema ha sido que, una vez que se vio que en efecto andaba, se detuvieron en seco las tareas quirúrgicas. No se siguió trabajando para que nuestro Estado fuese presentable, sino que ya cada cual se puso a mangonear en su sector, con un frenesí franquista del que no se libra aquí nadie. Esto ha sido como el edredoning de Gran Hermano: una fina sábana de legalidad y debajo las orgías.

Lo llamativo es cómo todas las costuras han empezado a abrirse simultáneamente: como si el monstruo hubiera sido construido según el principio de la obsolescencia programada. Los apaños, de pronto, no han aguantado más y ahora tenemos al Frankenstein de la Transición con las tripas fuera. Lo inquietante es que no se ven cirujanos por ninguna parte, ni siquiera científicos locos; sino solo carniceros, y charcuteros.

[Publicado en Jot Down]

22.6.12

La coagulación del papel

Ya tengo el especial en papel de Jot Down, que se puede comprar por aquí o en estas librerías. De lo (poco) leído hasta ahora los textos que más me gustan son los de Iñaki Uriarte y Fernando Savater; pero hay muchos que tienen buena pinta. El mío, "La velocidad adecuada", es modestito. Se me echó el tiempo encima y mandé in extremis algo digno pero a lo que no le hubiera venido mal un repaso. La sorpresa ha sido encontrármelo coagulado en el papel, en ese estadio que para mí no hubiera sido el definitivo. El efecto es curioso. Me gusta incluso. En internet siempre pulo detalles de lo que publico. Pero aquí, paradójicamente, el texto aparece cazado en un momento dinámico. Corregiría algunas cosas, pero ya no se puede. Y descubro que está bien que sea así.

20.6.12

Filosofía histórica

He leído ahora un librito que publicó Turner el año pasado y que es una delicia: El futuro de la Historia, de John Lukacs. Pese a su origen húngaro y a su apellido, creo que no es familia del ceñudo filósofo marxista György Lukács, el que se inventó aquello del "Gran Hotel del Abismo" para meter a Schopenhauer (y meterse con él). John Lukacs nació en 1924, emigró a Estados Unidos en 1946 y es, a todos los efectos, un historiador estadounidense; solo que con la mirada excéntrica (y fecunda) del que llegó de fuera. Turner le había traducido ya otros libros, propiamente de historia; este es de la segunda rama que cultiva: la filosofía histórica, que él opone a la tradicional filosofía de la historia. Tal oposición, por cierto, determina el género: la filosofía de la historia pide el tratado sesudo, articulado con idéntico determinismo al de la historia que propugna; mientras que la filosofía histórica de Lukacs invita al ensayo divagatorio del estilo de Montaigne, abierto al tiempo y la digresión. Digresión que, por lo demás, es siempre enjuta: señalizaciones, apuntes, aperturas de posibilidades y no brazos churriguerescos.

El tema, propiamente, es la historia, la profesión de la historia. El historiador, a sus ochenta y seis años, hace recuento de su oficio y trata de vislumbrar lo que le aguarda. Al paso, va emitiendo ideas (que se abren). Lo encantador es que son ideas por las que no lucha, ni sobre las que trata de convencer (como haría un tratadista), sino que las va dejando (en los dos sentidos de dejar). Pero el lector que las recoja se encontrará con un buen manojo, más osado de lo que por el tono amable parece: la historia como hermana de la literatura (que no de la ficción); las ideas como superestructura de la vida económica (marcando a su vez las distancias con el idealismo); la historia como curso impredecible (que no marcha mecánica ni pendularmente); o la importancia para todo (empezando por el pensamiento) del cuándo. Los historiadores que privilegia son Tocqueville, Burckhardt y Huizinga, y Tucídides y Gibbon. Y suelta algunos mandobles: al historiador E. H. Carr y al novelista Philip Roth, y también a esos colegas suyos contemporáneos que se dedican a escribir estudios como "Pelos con volumen: una historia del consumo en la Francia del siglo XVIII a través de las pelucas" (sic: es un título de 2006).

Para que se aprecie su estilo, copio un pasaje (páginas 94-95; magníficamente traducido por María Sierra):
El valor de cada cosa, tanto material como intelectual o espiritual, es el que nosotros le demos. Esto siempre ha sido así, hasta cierto punto al menos, pero no tanto como hoy. (A esto es a lo que he osado llamar una intrusión mental en la estructura de los hechos; podemos llegar incluso al punto de calificarlo de espiritualización [y abstracción] de la materia). Por supuesto, esto choca de frente contra la creencia de que ahora vivimos en un mundo abrumadoramente materialista, de personas abrumadoramente materialistas. Sin embargo, lo que piensan esas personas –sea como individuos o como masa– constituye la esencia fundamental de lo que sucede en este mundo: los productos y las instituciones no son sino sus consecuencias, sus superestructuras. Y lo que piensan y creen las personas –y lo que pensaron y creyeron– es un tema (sí: un tema) que, por muchas pruebas documentales que se nos brinden, resulta difícil de investigar. (Además, puede que sea mejor que, para analizar este tema, nos dejemos guiar por la literatura y no por la ciencia).
.....No estoy haciendo con esto una declaración de idealismo categórico. Las ideas y las creencias no son abstracciones; son históricas, como los demás asuntos humanos. Pero no siempre surgen como consecuencia obvia de un cierto Zeitgeist. Repito: hay que darse cuenta de que la gente no tiene ideas. Las elige (y cómo, o por qué, o cuándo las elige, son preguntas difíciles).
Concluyo con dos comentarios adicionales, uno doméstico y otro de actualidad. El doméstico se refiere al ámbito del arcadiespadismo, en el que me inserto (si bien díscolamente). El maestro Espada insiste en denominar faction a la escritura purgada de ficción; pero en este libro aparece el término justo con el significado que le dan los anglosajones, que es el contrario: mezcla de "los hechos con la ficción" (p. 120). Algo que reprueba Lukacs (cuya defensa de la literatura no incluye escapaditas a Arganzuela): "esta mezcolanza lleva a que muchas novelas resulten imprecisas, ilegítimas, sin criterio o manipuladoras". El comentario de actualidad se refiere a nuestro momento europeo. En el capítulo final busca qué nombre ponerle a la Era Moderna, etiqueta en realidad provisional, vacía. Propone en principio Era Burguesa (que me gusta), pero luego se inclina por Edad Europea: edad que habría empezado en torno a 1500 y que Lukacs da por concluida en 1950. Esto que estamos viviendo sería un estertor.

18.6.12

Tiro al pato

Esta sensación del ser el pato del tiro al pato. El fin de semana es el lapso en que desaparecemos. Pero en cuanto llega el lunes, ya están ahí otra vez: ¡pum! ¡PUM!

15.6.12

Culo de saco

Yo, que he sido (¡y soy!) antizapaterista acérrimo, me revuelvo ahora cuando Rajoy se escuda en la herencia de ZP. Una herencia nefasta, naturalmente: pero el marrón que nos estamos comiendo contiene ya sustanciosos elementos rajoyanos. Su precipitado de incompetencia y contumacia aroma ya el pastel.

Confieso que me he llevado una sorpresa. Era difícil ser un presidente tan malo como Zapatero, y Rajoy lo ha logrado. Pero lo más alucinante ha sido la velocidad: prueba de que no se ha tratado de un proceso, sino de un simple quedarse en bolas. En cuanto ha tomado los mandos, se ha visto que no sirve. Al menos en una situación tan complicada como la nuestra.

A menudo he pensado que Rajoy hubiera sido un presidente aceptable del país que era España antes de los atentados del 11-M. Hacer política ficción no es serio, pero el pacto con mi lector me permite jugar un poco. Rajoy hubiera sido un buen gestor, un hombre apaciguado en la presidencia, lugar muy satisfactorio para un registrador de la propiedad. Con él, la legislatura 2004-2008 hubiera sido aburrida y feliz. Feliz para la derecha, por supuesto; pero también para la izquierda. En especial para tantos escritores y columnistas, que se habrían mantenido contra el poder, ahorrándose el triste trago de la obediencia cortesana. Y para los actores, que habrían seguido rodando secuelas del Hay motivo, con lo que sube eso el caché, al tiempo que mantenían los bolsillos cosquilleantemente llenos. Zapatero, en fin, habría vuelto a perder las elecciones de 2008 y se habría retirado de la política, tras haber sido un agradable líder de la oposición, un contrapunto de color y lirismo a las grises cuentas de Rajoy. La crisis nos hubiera alcanzado, pero de un modo menos traumático. Y además en 2012 ya no hubiera repetido Rajoy y tendríamos otro presidente, del PP o del PSOE, que sin duda sería mejor.

Hasta aquí el cuento: los cántaros de la lechera saltaron por los aires con las bombas del 11-M. Llegó ZP y comenzó el proceso de descomposición en el que seguimos. Desde la perspectiva actual, ya sabemos que Rajoy formó parte de ese proceso. El zapaterismo fue una danza a dos, que consistía en tener el peor gobierno y la peor oposición posibles. La segunda legislatura de ZP nos la tragamos por la estricta inutilidad de Rajoy, que no supo ganar las elecciones más fáciles que ha habido en Europa (exceptuando las últimas, que venían regaladas). Y durante la sórdida legislatura que siguió, la de 2008-2011, Rajoy ha sido cómplice también del encanallamiento (y encallamiento) general. Su estrategia de dejar que el zapaterismo se pudriera solo fue profundamente antipatriótica. Y fue una negligencia: porque la podredumbre ya no hay quien la pare, y menos alguien que tiene una parte tan principal en ella.

Ahora estamos peor. Con Zapatero quedaba una última esperanza: la de que pudiera haber alguien mejor que Zapatero. Rajoy, en cambio, es ya un cul-de-sac: un callejón sin salida. Aunque no sin bajada.

[Publicado en Jot Down]

12.6.12

La voz de Billy Wilder

Billy Wilder se puso de moda en España por Fernando Trueba, pero en mí no se puso de moda por eso (¡yo no le consiento a ningún Trueba que me ponga de moda nada!), sino por un artículo de Muñoz Molina del que me impresionó este comentario:
Nació, como proclamaba de sí mismo Rafael Alberti, con el cine: que se acuerde de los tiempos en que las películas eran atracciones de feria es como si Graham Greene hubiera podido acordarse en su vejez de la primera publicación del Quijote. El cine ha tenido una historia tan veloz, un proceso tan rápido de invención, clasicismo, amaneramiento y decadencia que un solo hombre ha podido ser testigo de su nacimiento, maestro de su plenitud y superviviente de sus mejores días. Billy Wilder vio dirigir películas a Erich von Stroheim y escribió guiones para Ernst Lubitch. No habría sido más alucinante que Francis Bacon hubiera trabajado como aprendiz en el taller de Velázquez.
El artículo, "La voz de Billy Wilder", era a propósito del libro de Hellmuth Karasek Nadie es perfecto, que acababa de aparecer y que me leí pronto, como todo lo que fue saliendo sobre Wilder aquellos años, que fue un montón. Hubo una época en que prácticamente solo me dedicaba a leer libros sobre Billy Wilder y a ver películas de Billy Wilder. Una época feliz, como se puede sospechar. Las anécdotas eran siempre las mismas, pero no cansaban. El colofón fue la grandiosa biografía de Ed Sikov. Ya no salió nada más, y el wilderismo se aplacó un poco. He seguido revisitando sus películas y citando frases suyas a mansalva; pero manteniendo un poco apartado al personaje. Ahora le he dejado volver, gracias a un estupendo reportaje-entrevista que hay en YouTube: Billy Wilder, un hombre perfecto al 60%. Con respecto a aquellas entrevistas en libro, hay aquí dos extras: el de los paisajes de su oficina, su casa y su chalet frente al mar ("vengo los fines de semana, sobre todo en verano, para recuperarme de lo mucho que he sufrido"), y el de la propia voz de Billy Wilder.

9.6.12

Extranjero

Para quienes no vivimos bajo el radio de acción directo de los nacionalistas, ese “foco achicharrante” del que hablaba Arcadi Espada, sus monsergas casi se han extinguido con la crisis. Ellos siguen, pero nosotros no les hacemos caso. Tenemos cosas más importantes en las que pensar; es decir, tenemos cosas importantes en las que pensar. Sin embargo, el otro día leí en Twitter (¡últimamente todo pasa en Twitter!) una ristra de catetadas nacionalistas que me volvieron a poner enfermo. Y me recordaron que los nacionalistas son lo más lamentable intelectual y estéticamente que tenemos en España. Una rémora que nos hace perder el tiempo en estupideces como las de este artículo.

Las catetadas se referían esta vez al Primavera Sound, el festival de música indie que tuvo lugar la semana pasada en Barcelona. Copio una muestra (omitiendo autores):
Senyors del #PrimaveraSound: a Catalunya les coses van així. I si no us agrada, calavera, pinta i la ratlla al mig.

què vols d’un festival que patrocina una cervessa amb nom espanyol i d’orígen filipí #primaverasound #SanMiguel

Com subvencionar música estrangera i ignorar la catalana, la nostra cultura.

Com cada any el més típic del #primaverasound és l’odi anticatalà dels pseudogrogrers postmoderns que l’organitzen amb subvencions catalanes

autoodi disfressat de modernor. tot un clàssic...
La explosión tuvo lugar –he sabido luego– después de que uno de los directores del festival, Gabi Ruiz, llamara retarded (retrasado) y retirara la acreditación al crítico Jordi Bianciotto, que había lamentado el poco énfasis catalanista del Primavera Sound. Represalias como las de retirar la acreditación al que critica son, por supuesto, absolutamente improcedentes; y, aunque el festival rectificó, ahí se queda la mancha. Pero más allá de esto, lo que me interesa es el tufo retrógrado, netamente franquista, de los citados tuits. Tufo que también exhalaba el artículo de Bianciotto en cuestión, algo más articulado y matizado, pero retrógrado también. Por este artículo he llegado a otro de Xavier Bru de Sala en el que se acuña la expresión, celebrada por Bianciotto, de “cosmopolitismo excluyente”.

¡Cosmopolitismo excluyente! ¡Qué maravilla! Teniendo en cuenta que el nacionalismo es, por usar otra expresión frecuentada por Espada, “un achique de espacios”, lo que teme Bru de Sala es que lo excluyan del corral y lo encierren en el ancho mundo. Los nacionalistas siempre se lo ponen fácil al columnista: con una transparencia abrumadora, lo que Bru de Sala reivindica frente al “cosmopolitismo excluyente” son nada menos que los trajes regionales. Se ve que en Cataluña una cosa es ser indie y otra independentista. Los primeros deben ir sabiendo qué tipo de festivales alternativos al Primavera Sound les tienen preparados los segundos. Algo así como esta especie de Sardana Sound que describe Bru de Sala: “en Amposta hacen una fiesta solo para ampostinos que consiste en pasear por la calle, al atardecer, ataviados a la antigua usanza y dar vueltas por una feria de productos artesanos y oficios que no se han perdido”. Anhelo que se complementa a la perfección con aquel bucolismo sin internet con que soñaba Otegui en La pelota vasca...

Ha dado la casualidad de que estos días he regresado a un viejo disco de Caetano Veloso, Estrangeiro. Y he vuelto a pensar en cómo la música brasileña me salvó la vida. Precisamente porque me convertía en extranjero: me sacaba del tostón ambiente y me llevaba a un sitio por el que corría el aire.

[Publicado en Jot Down]

6.6.12

Escrituración en diferido



Anoche me puse la entrevista de Julia Otero a Vargas Llosa que se emitió anteanoche; y, como ya ocurre, solo pude soportarla gracias a Twitter. Salió así un género nuevo: el de la escrituración en diferido. La transcribo (tras ligerísimo cepillado):

* * *
Anoche me inflé de opinar sobre la entrevista de Julia Otero a Vargas Llosa. Una vez que la vea, os diré si sostengo mis opiniones.

Viendo ya lo de Vargas Llosa. ¡La entrevista es con piano de fondo! ¡El horror, el horror!

Tras las preguntas de Rosariyo y Gallardón, mi conclusión es que Rosariyo podría ser ministra de Justicia.

Vargas Llosa se ha pronunciado contra los "estados [ejem ejem] elefantiásicos".

Con ese piano de fondo hay un problema: el cine español nos tiene acostumbrados a que, si suena uno, el prota se bebe un tazón de leche.

(Esa última observación no es mía, sino de mi ex-ídolo Luis Antonio de Villena. Él denominaba a tales escenas "escenas de tazón").

Noto que entre Otero y Varguitas no hay la TSNR que hay entre Otero y Espada. ¿He de deducir que entre ellos S está R?

Al descartar a Josema Yuste, Vargas Llosa exhibe su genuina talla de intelectual comprometido.

El subtexto de la pregunta de Herrera es que el madrugar no adelgaza los mofletes.

Vargas Llosa defendiendo la Monarquía, con la boca convertida en un surtidor de bullshit.

Alucino un poco: en la televisión pública le preguntan al Nobel sobre la abdicación del monarca.

Varguitas se ensaña con ZP. Me imagino a este lloriqueando anoche: "¡Estas cosas no me las dice Suso!".

(El piano de fondo se torna, por momentos, infernal.)

La pancita de don Mario me permite leer el futuro, cual si fuera poso del café: en agosto, clínica Buchinger.

La entrevista admite ya un calificativo: soporífera.

Media hora de entrevista y aún no hay ningún elemento que me permita afirmar que Norma Duval lo hubiera hecho peor.

Lucía Etxebarría le pregunta por el puñetazo que Varguitas le pegó a Gabo y Varguitas rehúsa responder. Pero: bit.ly/LyB61D

¡Sánchez Dragó! Este es un hombre que sólo asoma por TVE cuando, vía electoral, lo deciden los españoles. Si no, no existe.

La paniaguada Otero pronunciando "Parlament". ¿Y no le preguntas por la *abdicación* de Mas, prenda?

Muy mal la Otero, francamente. Una entrevista floja, tonta, manida.

Y Varguitas con esa "langue de bois" del consagrado. ¡Todo es culpa de Balcells, que lo aburguesó!

¡Ya salió lo de la petite mort! Hasta ahora, Otero lo había hecho fatal. Ahora ya es, literamente, de vergüenza.

Cuando se ha caído del guindo con lo de la petite mort se le ha puesto cara de Thatcher. Lo cual se la habrá puesto morcillona a don Mario.

Qué lección de elegancia de VLl a Herrera! Este apareció (barbeitamente!) con un pañuelo en el bolsillo. VLl lleva ahí la funda de las gafas

Gracias a Patricia, dice don Mario, lo único que hace es escribir y leer. Tétrico panorama.

Habla don Mario de su estrictísima autodisciplina. En esto ya sí me identifico con él.

Dice Otero que *Juanito* Cruz y Vargas Llosa se fueron a comer "una picha" (sic).

Al fin hablan de algo cultural que me interesa: ¡el hipopótamo!

"El récord en hacer el amor lo tiene el sapo, como probablemente tú sabes", le suelta Varguitas a Otero.

Debe de ser la primera vez que se cita a Bataille con orquestilla (ya no es piano, sino orquestilla) de fondo.

Don Mario dice que la pornografía es chusca. ¡Oiga, caballero!

Otero le pregunta por la muerte. Vargas Llosa responde. Y ese es el vídeo que pondrán cuando se muera. (¿No es para pegarse un tiro?)

Dice Varguitas que no ha perdido "las ilusiones". Eso es buenísimo para su vida, y regular para su literatura.

Cuando el entrevistador está mejor peinado que la entrevistadora, chungo.

¡Al fin se terminó este suplicio! ¡Al fin cesó la música del puto pianista! El programa debería titularse: "¡Disparen al puto pianista!".

Mi dictamen de fino crítico de TV es el siguiente: el programa de Julia Otero es malo de cojones. Es una entrevistadora pésima. ¡Un HORROR!

1.6.12

Necesita 'cash'

La baronesa necesita cash y va a vender justo el cuadro al que yo le tenía puesto el ojo. En uno de mis proyectos (¡a ver cuándo lo escribo!) La esclusa ocupa un lugar importante. Por lo tanto (¡así lo sostengo!) se revalorizará. La baronesa (¡alguien debería avisárselo!) va a perder dinero (¡impepinablemente!) con esta subasta. Y el comprador va a hacer el negocio (¡artisticoeconómico!) del siglo. Mi interpretación del cuadro (¡cada loco con su tema!) es duchampiana: dos niveles (¡hidráulicos!), retención, portón, corriente, palanquita (¡la cosa manual!), etcétera. Guillermo Solana, director del Thyssen, indica en su conferencia sobre la obra que el centro es la mano que acciona la palanca. Y en una pirueta (¡que aplaudo!) sugiere que de esa palanca dependería el movimiento de todo el paisaje. En tal sentido (¡añado yo!) se tiende un puente con el famoso cuadro de Richard Dadd. Y esta obra (¡señores!) es la que vamos a perder.

* * *
(3.7) Más madera: "Tormenta en el Museo Thyssen...".

(4.7) 24,8 millones de euros: ¡Adjudicado!

(5.7) Sigue la movida.

(9.12.15) Subasta en Sotheby's.