30.11.09

Conciencia de lunes

Hoy ha empezado Conciencia de lunes, mi colaboración semanal en Frontera D. El primer articulito me ha salido flojo; habrá que esperar al próximo lunes.

* * *
La batalla de la realidad

La gran frase de la semana la dijo mi amigo Curro. Lo vi el jueves, día del editorial conjunto de la prensa catalana del movimiento, y me soltó: “¡La realidad es una batalla perdida!”. Se acababa de comprar un libro de Étienne Gilson, El espíritu de la Edad Media, con la intención de refugiarse en él y pasar del resto. Me pareció un plan encomiable; pero esta derrota de la realidad en todos los frentes es un espectáculo mucho más divertido. Lo pienso seguir desde aquí en primera fila. El ser humano es un bicho prodigioso: con lo sencillitas que son las cosas, y en los líos que se mete. Definitivamente, le va la marcha. (Con respecto a los famosos doce periódicos, lo risible no fue la conjunción, claro, sino la obediencia; esa sonrisita agradecida de Montilla.)

Quiero mezclar en esta página el jolgorio y la adustez. A eso responde el título. Lo he tomado de una autodefinición de Wallace Stevens que hizo suya Jaime Gil de Biedma: “Soy un poeta de domingo con conciencia de lunes”. Yo seré un articulista (un bloguero) de domingo con conciencia de lunes. El efecto inmediato de mi nueva obligación será arruinarme el fin de semana; pero lo doy por bueno. Si, como dijo el propio Gil de Biedma, “tienen razón los días laborables”, esa razón se extenderá a mis domingos.

Lo que observo es que predomina la tendencia opuesta: el espíritu festivo que se desborda por el lunes y llega al viernes, convirtiendo la semana entera en una ondulación insensata. La población trabaja (salvo la que está en el paro), pero detecto unas generalizadas vacaciones mentales.

Detecto también un exceso de buena conciencia. Todo el mundo parece satisfechísimo de lo que es y de lo que hace. Se ha perdido la figura del hombre apesadumbrado. Sobre todo, se ha perdido la figura del hombre apesadumbrado de izquierdas. Aquel tic moral tan saludable, la mala conciencia, ha desaparecido por completo. El resultado es que el personal se exhibe sin ningún pudor.

Debe de estar bien El espíritu de la Edad Media. Aunque yo tampoco me quedo manco en lecturas. He empezado la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, que no es una evasión de la realidad sino todo lo contrario. Menudas perlas: “Muchos fueron los horrores que sufrieron las ciudades en las revoluciones, horrores que suceden y sucederán siempre, mientras sea la misma la naturaleza humana”. Sí, me temo que por el momento la naturaleza humana seguirá siendo la misma. El espectáculo está garantizado.

29.11.09

El periodismo no se vende

Además de con Tucídides, estoy ahora con Hölderlin. Y Hölderlin, en su poema "Patmos", dice los famosos versos: Wo aber Gefahr ist, wächst / Das Rettende auch. "Donde crece el peligro, crece también lo que nos salva." Quizá no sea azaroso que en el momento más adocenado de la prensa española de papel, surjan dos prometedoras publicaciones digitales: Frontera D, que arrancó anteayer viernes, y Factual, que lo hará mañana lunes. Me da muchísima alegría colaborar en las dos.

En esta última quincena, Factual, que dirige Arcadi Espada, ha lanzado a la red cuatro atractivos anuncios con el lema "El periodismo se compra". En el cuarto convoca a los lectores a asistir al nacimiento en directo: será a las 20:00, pero desde dos horas antes habrá un chat/vídeo con la redacción.

Un buen amigo de Arcadi Espada, nuestro añorado Félix Bayón, lo hubiera celebrado. El jueves, con el espectáculo de la prensa (catalana) del movimiento, me acordé de él. No propiamente con el editorial conjunto, sino por la noche: cuando vi en el telediario al president Montilla dando las gracias y, por primera vez que yo recuerde, emitiendo una sonrisa. El 19 de diciembre de 2005 apareció en los diarios del Grupo Joly un artículo de Bayón que trata justo de ese otro periodismo: el que se vende; o, al menos, el que se deja acariciar. Lo copio para saludar la ocasión:
El aguinaldo

Desde hace tiempo, el presidente de la Junta de Andalucía viene escogiendo estas fechas, tan entrañables, para entregar los Premios Andalucía de Periodismo. Diciembre, inevitablemente, transforma cualquier agasajo en aguinaldo. Además, la proliferación de comidas navideñas de empresa le da a cualquier distinción un considerable tufazo a premio al empleado del año. Aun así, en unas semanas en las que todo se tiñe de bondad obligatoria es razonable que la Junta premie, casi en exclusiva, a medios y periodistas afines. Son días de paz. También es cierto que no creo que haya muchos periodistas críticos —valga la redundancia, porque sin crítica no existe periodismo— que consideren adecuado aceptar premios del poder. En este caso, 12.000 euros, un aguinaldo de lujo.

El presidente de la Junta, Manuel Chaves, suele transformar el acto de entrega de estos premios en lecciones morales. A veces, incluso, olvida que, además de presidente del PSOE y de la Junta, él es, a través de los medios públicos, el principal empresario del sector de la comunicación en Andalucía. Así, hace dos años, pidió que los medios cuidaran la imagen de nuestra región, sin caer en la cuenta de que la que da Canal Sur no es especialmente positiva.

El viernes, en la entrega de los últimos premios, pidió algo insólito: que los medios hagan labor de arbitraje, mediando entre las partes en conflicto y vigilando el cumplimiento de las reglas del juego. Pide demasiado el presidente Chaves. Los periodistas ya tenemos bastante con informar, analizar, criticar y, eventualmente, entretener. Ahora, con los sueldos tan encogidos, es demasiado pedir que nos convirtamos además en cascos azules. Eso no está ni en los contratos ni en la tradición del oficio.

Chaves recordaba una encuesta en la que el 21 por ciento de los españoles pensaba que los medios de comunicación tienen culpa de la crispación política. Es cierto que una de las características curiosas de buena parte de la prensa española es el abandono del modelo de periodismo de empresa, instituido a comienzos del siglo XX, para retroceder hacia el modelo decimonónico de periodismo de partido.

Es por eso por lo que buena parte de la prensa se ve contagiada por la crispación política, expresión un tanto alarmista que viene a describir el juego duro que se produce cuando la oposición se ve con posibilidades de alcanzar el poder. No es un fenómeno novedoso, aunque a los españoles nos lo pueda parecer porque no se produjo durante casi una década, entre 1982 y 1991, cuando no existía oposición verosímil a las mayorías absolutas del PSOE. Desde entonces, crispa el que se ve con posibilidades de llegar al poder. Nada que Chaves deba criticar, porque el partido que preside también crispa cuando le toca. Como es natural.

Eso sí, Chaves dijo que el periodismo andaluz goza de “buena salud”. Enhorabuena a los premiados.

28.11.09

Cuelga al dj

Mi amigo Hervás también tiene blog en Frontera D. Se titula Cuelga al dj y escribirá sus entradas los sábados. Ha empezado hoy. Su idea es poner cada día una canción y escribir sobre ella y/o a partir de ella. La primera ha sido una de Radio Futura: "La vida en la frontera". Hervás recomienda que se oiga la canción mientras se lee su entrada, en la que enlaza el audio. Yo la tengo puesta ahora mientras escribo. De pronto, la evocación: aquel disco, De un país en llamas, era uno de los que sonaban cuando llegamos a Madrid. Lo hicimos al mismo tiempo, él desde Córdoba, yo desde Málaga, y nos conocimos en el colegio mayor: aquel Johnny del jazz. Hervás comparte conmigo el fetichismo de las fechas, y nos lo pasamos pipa (o de miedo) hablando de plazos y propósitos. Hoy su canción nos recuerda algo que hemos venido aprendiendo: "La vida en la frontera no espera. / Es todo lo que debes saber".

27.11.09

Nace 'Frontera D'

Hoy nace Frontera D, revista digital creada por el periodista Alfonso Armada. Tiene el propósito de ser "una web en español para estimular la inteligencia". Copio el inicio de la presentación:
No somos una página de noticias más, Frontera D es un sitio web que no está obsesionado por la actualidad instantánea sino por hacer periodismo de verdad, riguroso y apasionado, con una escritura y unas imágenes que alimenten la curiosidad de los lectores. Incorporamos en nuestra revista el reportaje radiofónico, formato casi inexistente en las cadenas de radio españolas. Nuestro objetivo son los hechos analizados desde todas las perspectivas, no las opiniones.

Un grupo de periodistas insatisfechos con la oferta informativa actual nos hemos lanzado a una aventura. Hemos creado Frontera D, una revista semanal que combina la tradición de las grandes revistas en papel y los elementos más innovadores de internet.
Los contenidos informativos se renovarán los jueves; pero cada día habrá una entrada nueva de cinco de los blogueros que formamos la sección "Mientras tanto". En el mío, Conciencia de lunes, escribiré los lunes. Como yo soy sólo un colaborador que no ha participado en la creación de Frontera D, puedo felicitar a Alfonso Armada y a su equipo por este hermoso proyecto. ¡Suerte en la singladura!

25.11.09

El libro sobre Poe



Acaba de publicarse el libro colectivo sobre Edgar Allan Poe en el que participo con mi artículo "La muerte en Poe". Se titula Misterio e imaginación: Edgar Allan Poe, de la literatura al cine, lo edita el Cedma junto con la Universidad de Málaga y el Festival de Cine Fantástico, y lo han coordinado Juan Antonio Perles Rochel y Sara Robles Ávila. Los autores, además de los coordinadores y de mí mismo, son: Antonio Nadales, Lorenzo Silva, Juan Antonio Vigar, Jean-Pierre Castellani, Antonio Ballesteros, Alicia Hernández, Eduardo Jordá, Raquel Ruiz, Miguel Ángel Oeste y Álvaro García. Ayer lo presentamos en el Rectorado y después tuvimos una agradable cena. Eso de hablar en público lo voy sobrellevando: es cuestión de rodaje. Pero lo cierto es que, baudelerianamente, dije una cosa que me había propuesto no decir, y no dije algunas otras que me había propuesto decir. Además, me alargué un poco. Queda el libro, de hermosa factura. Las ilustraciones de cubierta y contracubierta se han hecho a partir del daguerrotipo "Última Thule", con duplicación simétrica de cada lado del rostro: salen dos Poes. Les confesaré que una de las gracias de mi ensayito –que, por lo demás, me resultó un tanto penoso de escribir– fue el empleo de las notas al pie, bibliográficas, un recurso que no es de mi predilección pero en el que me apliqué en esta ocasión para no desentonar en el carnaval universitario.

24.11.09

Las ciudades con mar



Ventaja de las ciudades con mar: tienen dos cielos.

(Pero el mar es también un olor: un cielo que huele.)

23.11.09

En serio

Ya que estamos con las melancolías, les contaré otra historia. Sucedió hace algún tiempo, durante unos meses oscuros. Una tarde quedé con un amigo en su club de ajedrez para ir a dar una vuelta. Cuando llegué, estaba a punto de empezar un torneíllo de partidas rápidas y mi amigo quería disputarlo. No tardaría mucho: una hora a lo sumo. Para entretener la espera, me apunté también. Yo de ajedrez no sé nada: mover las piezas y poco más. Por entonces solía jugar partidas de dos minutos por internet, pero compulsivamente, sin conocimiento. Con un ajedrecista de verdad, no tenía nada que hacer. En el sorteo de la primera eliminatoria, me tocó justo con el dueño del club. Era un tipo del norte, de unos cuarenta y cuatro años, delgado, altito. Yo lo había estado observando otras veces y me caía mal. Lo encontraba seco y sin humor, y siempre estaba imponiendo normas. No creo que existiese en Málaga un local más reglamentado que el suyo. Además, me parecía absurdo que hubiera venido a montar un club de ajedrez aquí, para todos esos frikis del ajedrecismo malagueño. Empezó la partida. Con mis primeros movimientos, él ya se debió de dar cuenta de que yo no tenía ni idea y de que su triunfo era seguro. Por eso me molestó que me descalificara por una minucia. Yo había hecho un movimiento en falso, devolví la pieza a su casilla (todo muy rápido: un arrepentimiento súbito), y él paró ahí el reloj. Me levanté maldiciendo entre dientes. Me pareció patético por su parte. Él sabía que me iba a ganar de todas formas. Y también que yo me estaba iniciando. Su puntillosidad se había impuesto incluso sobre sus intereses de comerciante: ¿y si con su pejiguera había perdido a un cliente nuevo? Me pareció tan idiota, que me pasé días despotricando contra él, cada vez que aparecía en la conversación. Transcurrió medio año y una noche, mientras caminábamos por el paseo marítimo, mi amigo me dijo que aquel tipo se había muerto. Por lo visto estaba ya enfermo cuando llegó a Málaga. De pronto tuvo una complicación, y se murió. Yo me puse a despotricar de nuevo contra él, más por retomar el teatro que por otra cosa. Pero mientras despotricaba, se fue configurando en mi mente la conciencia de algo que me dejó aturdido. Me tuve que sentar en un banco, con una ahogante sensación de bochorno, de vergüenza. Cuando pude hablar, le dije a mi amigo: "Puede que ese tipo haya sido la única persona que me ha tomado en serio en todos estos meses".

22.11.09

Me salvará el Peloponeso

Me he dejado de tonterías y he empezado a leer la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides: ¡me salvará el Peloponeso! También me he puesto a seguir un cursillo de alemán que tenía en cintas. No aprenderé (¡ni estudiaré!) alemán, pero quiero saber algunas frases en alemán y tener algunas nociones de alemán. Una amiga me ha invitado a pasar unos meses en Hamburgo y a lo mejor me voy a Hamburgo en enero. Hamburgo: ciudad schopenhaueriana y ciudad bernhardiana. En Mis premios Bernhard dice que Hamburgo es su ciudad alemana favorita: "todavía hoy no conozco en Alemania ninguna otra por la que deambule con tanta despreocupación y feliz naturalidad". Mi amiga vive ahora allí y me acoge en su apartamento, con todos los gastos pagados. Así pues: el Peloponeso y Hamburgo. El Peloponeso y Hamburgo. ¡Hamburgo y el Peloponeso!

21.11.09

La última vez

La última vez que pensé que sí, que la cosa podía marchar. Fue en Asilah, el año pasado, cuando volví a finales de agosto. Me encontré sin luz en la casa y apuré el día en la calle. Paseé, leí, fumé en el malecón. Asistí al crepúsculo en Krikiya. Cené en el café de la Medina, en la plaza, demorándome con el té y el purito. Regresé al apartamento, escribí un rato en el moleskine a la luz de una vela y me acosté. Alumbrándome con una linterna, empecé a leer el segundo tomo de En busca del tiempo perdido. Llevaba unas cuantas páginas, cuando de pronto fui consciente de mi felicidad. No sé qué me pasó. Quizá me vi épico. (Épico, naturalmente, en la extremación del lirismo.) El caso es que, por primera vez en muchísimo tiempo, sentí que iba por el camino adecuado. Pero entonces golpearon la puerta. Serían las once y pico de la noche. Era Fátima, la chica marroquí encargada de los asuntos domésticos. Cuando llegué al mediodía y vi que no había electricidad, la telefoneé. Me dijo que estaba en Tánger pasando unos días de vacaciones. Le dije que no se preocupara, que se quedara allí el tiempo que tuviera previsto y que viniese a la casa a su regreso. Pero aquella misma noche ya estaba allí. Abajo, en el portal, tenía a un electricista. Fátima me dijo que un vecino había desviado la conexión, en mis semanas de ausencia, y que lo iban a reparar. Bajó y yo ni siquiera tuve que acompañarla. A los pocos minutos gritó desde abajo: "¿Ya?". Le di al interruptor y la luz se encendió. "Ya", grité por el hueco de las escaleras. Grité también gracias. Cerré la puerta. Y hasta hoy.

16.11.09

Almacén platónico



Mi fan Lindo publicó ayer uno de los artículos más hermosos que he leído jamás: "Mujeres desnudas". Como la noche antes vi En la ciudad de Sylvia, en mi percepción el artículo ha prolongado la película, y de algún modo la ha completado: a las chicas vestidas de las calles de Estrasburgo, de una belleza etérea, idealizada, han seguido las mujeres desnudas del vestuario de Nueva York, en su rotunda carnalidad. Juntas conforman una suerte de almacén platónico, donde se guarda y se genera el eterno femenino. En la película de Guerín, por cierto, el motor parece duchampiano: el de las ubicuas bicicletas, con su sonido de timbres y ruedas de bicicletas. Son también las ruecas de las Hilanderas; los hilos de las Madres.


15.11.09

El amor es el lugar del excremento



Ahora suelo llevarme el Cancionero de Petrarca al retrete, para ir leyéndolo en el transcurso de mis deposiciones. Funciona. Caen dos poemas por sesión, si son sonetos. Mi favorito sigue siendo el XII:
Si del tormento áspero mi vida
puede guardarse, y de los desengaños,
tanto que vea en los postreros años
la luz de vuestros ojos extinguida,

la áurea melena en plata convertida,
dejar guirnaldas y vistosos paños,
y ajarse el bello rostro que, en mis daños,
me hace lento el lamento y me intimida:

al fin me dará Amor tanta osadía
que podré de mis penas descubriros
cuáles fueron el año y hora y día;

y aunque la edad me impida conseguiros,
que llegue al menos a la angustia mía
un socorro de ya tardos suspiros.
* * *
He visto además, al fin, dos años después, En la ciudad de Sylvia: película luminosa (¡de luz excremental!). Entiendo que a nuestros críticos no les gustara: es de esas obras que seleccionan a sus degustadores. Y para degustar En la ciudad de Sylvia hay que haber leído filosofía y poesía (¡hay que haber leído a Platón, hay que haber leído a Petrarca!). No es una película para los que están todo el día en el cine y lo único que saben hacer ya es ver imágenes masticadas por el cine. Es una película para los que están todo el día en la calle, observando con frescura y con profundidad (¡con profundidad la superficie, naturalmente!). El que está todo el día en la calle no se aburre con esta película, porque ofrece el espectáculo de la calle más algunos extras: los de Petrarca y Platón; y también el de Botticelli; y el de un Baudelaire solar. Uno se imagina a esos críticos deglutidores (¡y defecadores!) de películas y comprende perfectamente que esta maravilla de José Luis Guerín, que exige no sólo paciencia, sino refinamiento espiritual y estar, en cierto modo, fuera de este mundo, les resbale y aburra. Es perfectamente comprensible, hasta el punto de que si una película tan gloriosa como En la ciudad de Sylvia les hubiera gustado a esos, sería para preocuparse seriamente; sería el signo del más estrepitoso de los fracasos.

14.11.09

Señales

Creo que el mundo habla, pero no nos habla. El mundo, de hecho, lo dice todo; pero no a nosotros. Es una fuerza, un idioma, impersonal. Las señales que aparecen son ininteligibles. Lo que sí podemos es tomarlas poéticamente, jugar con ellas. A mí me gusta jugar con ellas.

Ayer recibí tres. Cuando bajaba las escaleras del portal después de comer, para dar un paseo, encontré una carta del Joker; estaba en la caja del extintor, en la ranura del cristal. Después, en la calle, fui a tirar un kleenex a una papelera y vi que dentro, encima de la basura, había el cadáver de una paloma. Cuando regresaba a casa, ya al anochecer, recogí de la acera la pieza de un juego de construcción, tipo tente o lego, pero sin marca; era gris. Se puede elaborar una historia con estas señales. Yo la he elaborado ya.

13.11.09

Ping-pong

El magnífico artículo que publica hoy Jabois (¡nuestro Camba!) desde Pontevedra, me ha hecho pensar en la relación que mantengo con Madrid, que es de ping-pong: fui, volví, fui, volví, fui, volví y en este último volver estoy (aunque con un paréntesis de dos meses, hace dos años). Madrid es la ciudad que prefiero para vivir y, si pudiera, mañana mismo me iría (¡qué digo mañana: esta tarde!). Uno de los efectos más curiosos de cuando vivo en Madrid es que dejo de odiar a Málaga. Cuando vivo en Madrid, vengo a Málaga encantado; e incluso puedo pasarme meses en Málaga. Pero cuando vivo en Málaga, odio a Málaga. En Málaga, de hecho, he conocido el odio. Como en Madrid conocí el amor.

12.11.09

Nichos

No hay nada más pesado que un escritor dócil en su nicho: Juan Manuel de Prada, por ejemplo, en su nicho reaccionario-católico; o Isaac Rosa en su nicho revolucionario-comunista. ¡Qué calentito se debe de estar ahí! Da igual qué nicho sea: lo importante es que sea un nicho. Una vez acomodado dentro, se operan milagros: los milagros de la temperatura y la simplificación. Así, el católico De Prada adquiere ademanes firmes de subsecretario del PCUS; y el comunista Rosa, feliz sonrisilla de obispo. En cambio, yo voy vagando por ahí, cual zombie ideológico, sin meterme en ninguna tumba: todas me repelen.

(Soy antinacionalista, antifascista, antirreligioso, antitotalitario y, por supuestísimo, anticomunista: me defino por estar fuera, pisando el cementerio y a veces meando y cagando en las lápidas. Tengo frío, pero me siento limpio, me siento bien.)

10.11.09

Balance

Una diferencia entre comunismo y fascismo es que en el comunismo ha habido buenas personas. Eso desde el punto de vista de la moral; desde el punto de vista de los hechos: el comunismo ha matado más que el fascismo.

Conclusión: la bondad ha matado más que la maldad.

9.11.09

Mejor el fuego

[Cuelgo aquí el artículo que, como anuncié, he publicado en la revista Boronía, dirigida por mi amigo Hervás. Ya he tenido ocasión de verla en papel: espléndida. Me ha emocionado ver mi texto impreso; aunque he tenido la sensación de que funcionaba peor que en pantalla. Por otra parte, caigo ahora en que, en esa condición, podría verse físicamente presa del fuego mencionado. Lo escribí a principios de septiembre.]

* * *
No sé cuánto llevan con la matraca del 2016 en Málaga, mi ciudad; pero cuando Hervás me invitó a participar en Boronía, pensé que una venganza perfecta sería defender la capitalidad cultural de Córdoba. Al fin y al cabo, la matraca cordobesa no me toca a mí. Y si le dan la capitalidad a Córdoba, es algo de lo que nos habremos librado los malagueños. Málaga, por lo demás, no debería permitirse lujos culturales: todo excedente presupuestario tendría que destinarlo en exclusiva a la contratación de barrenderos y basureros; más barrenderos y basureros. No hay ciudad más sucia que Málaga. Si merece un título, es el de capital europea de la basura (y, ya puestos, también de los escombros).

En ésas estaba, recreándome en el juego de la traición, cuando una amiga segoviana me dijo que Segovia optaba a su vez a la capitalidad cultural del 2016. Divertido, se lo conté a una amiga asturiana, quien me indicó que Asturias se presentaba igualmente, con una candidatura conjunta de Gijón, Oviedo y Avilés. No me lo podía creer. Fui al Google para confirmarlo, ¡y salieron diez más: Alcalá de Henares, Burgos, Cáceres, Cuenca, Palma de Mallorca, Pamplona, San Sebastián, Santander, Tarragona y Zaragoza! Esto era el camarote de los hermanos Marx de las capitalidades culturales...

El asunto, pese a lo risible, dejaba de ser una broma: se ponía en verdad interesante. Para empezar, lo obvio: el espectáculo grotesco de que casi todas las ciudades del país más cazurro de Europa (el de los bajísimos índices de lectura y el desastre educativo) se postulen como capitales europeas de la cultura... Con esto está dicho todo, pero se puede decir más. De puertas para adentro, nos encontramos ante un síntoma gordo de uno de nuestros males crecientes: el localismo. Había catorce candidaturas, pero yo sólo conocía dos: las que me pillaban más cerca; y si conocí otras dos, fue por boca de amigas de esas ciudades. Lo de la “capitalidad europea de la cultura”, por lo tanto, con lo cosmopolita que suena, es principalmente un ropaje para el consumo interno, para la autopropaganda local. Cada ciudad se repite a sí misma que merece ser la capital cultural de Europa, siquiera por la temporada asignada. Se echa mano de lo que se tiene —Picassos, Mezquitas, Acueductos— para ensalzarlo hasta la extenuación, en una suerte de apoteosis del narcisismo provinciano.

Está además el impagable espectáculo de las firmas. Las webs habilitadas, los pliegos. Es una invitación, naturalmente: sólo que, por unánime y ubicua, resulta intimidatoria (“una oferta que no se podrá rechazar”). No se llega al extremo de las amenazas (la cultura no da para tanto), pero, por ejemplo, conozco el caso de que a los participantes en un acto celebrado en una de las ciudades candidatas, se les pasó el pliego de firmas antes de serles entregados los cheques que les correspondían por su intervención. Es algo así de suave, sin violencia; y por supuesto que uno firma: ¿por qué no iba a hacerlo? Pero es en estas ocasiones amables donde mejor puede apreciarse la coacción. Una coacción que, por otra parte, resulta innecesaria: los artistas y “gentes de la cultura” de cada ciudad apoyan sin fisuras su 2016, por si les cae algo (que seguramente les caerá). Es un interés legítimo, aunque estéticamente un tanto deplorable. Y la ausencia de crítica hace que la propuesta se convierta en dogma.

Al final, no nos engañemos, el invento de la capitalidad cultural no es más que la construcción de un escenario al que el político se aupará para exhibirse. De ahí el énfasis, y de ahí lo arriesgado de la disidencia. Cuando vemos que hay cosas necesarias que no se hacen, mientras que hay otras innecesarias que sí se hacen, el criterio que suele aclararlo todo es el de la posibilidad que ofrecen para el lucimiento del político. El dinero que se va a gastar en la capitalidad cultural del 2016 resultaría mucho más provechoso, desde el punto de vista estrictamente cultural, si se destinase a la construcción de bibliotecas, o a becas, o al simple adecentamiento de las escuelas: pero daría para menos fotos. Cada año, cuando llegan los incendios, se repite la misma lamentación: “los incendios del verano empiezan a apagarse en el invierno”. Es en los trabajos poco lucidos del invierno donde está la clave: pero no se ejecutan, porque no son glamourosos. Siempre me acuerdo de lo que decía Félix Bayón: que lo más útil para prevenir el fuego son los rebaños de cabras por el monte, para que se coman los rastrojos; y que una de las causas de la proliferación de los incendios es que los políticos no se ven inaugurando rebaños de cabras...

Los incendios, la cultura. Las imágenes de este verano del fuego cercando la Acrópolis de Atenas. Precisamente esos días escuchaba yo conferencias sobre la Grecia clásica, de las que hay disponibles en la web (maravillosa) de la Fundación Juan March. Los conferenciantes, Rodríguez Adrados, García Gual, Lledó, insisten todos en lo mismo: que el fundamento de la democracia ateniense era la educación, la paideia. Sin paideia, literalmente, no hay democracia. La metáfora es fácil, pero exacta: la Acrópolis a punto de arder porque se ha descuidado lo esencial, el trabajo oscuro del invierno. Sin paideia, las capitalidades culturales son un mero festejo de verano: una pantomima.

La cultura, los incendios. Quizá lo que se merece una cultura que ha abandonado la educación y que, en consecuencia, se ha convertido en hojarasca, es eso: arder. Escribe Jünger: “La etapa museística es la etapa previa al mundo del fuego”. Las capitalidades culturales como algo esencialmente museístico. En su poema “Limbo” , Luis Cernuda cuenta la visita a una casa burguesa donde diletantes adinerados hablan y presumen entre obras de arte ya desactivadas. El poeta se siente extraño, aborrecido, y reflexiona sobre el artista que las creó: “Su vida ya puede excusarse, / Porque ha muerto del todo; / Su trabajo ahora cuenta, / Domesticado para el mundo de ellos, / Como otro objeto vano, / Otro ornamento inútil”. Me da la impresión de que el 2016, sea cual sea la ciudad elegida, va a ser eso: otro ornamento inútil. Como la Semana Santa, la Feria o los Juegos Olímpicos que se celebrarán ese mismo año y que otro político anhela como escenario para su exhibicionismo faraónico. El poema de Cernuda termina con este verso memorable: “Mejor la destrucción, el fuego”. No se trata de quemar ningún museo, ni ninguna ciudad convertida en museo: entre otras cosas, porque la quema de museos (el vanguardismo mecánico) es ya también un acto museístico. Pero queda el anhelo, la imaginación purificadora. Sólo en mi mente: sí, mejor el fuego.

8.11.09

Cortesía antinacionalista

Cuando pillaron a Pujol, éste, como decían las crónicas, "se envolvió en la bandera catalana". Ahora la familia del pájaro Prenafeta aduce que su detención es "un ataque al catalanismo". En ambos casos los antinacionalistas pecamos de corteses. Decimos que es un abuso, que no se puede identificar a Pujol o Prenafeta con Cataluña y tal. Pero al fin y al cabo, ¿qué es "Cataluña"? "Cataluña" es una carcasa; como lo es "España" y lo son "Francia", "Alemania" o "Zimbawe": carcasas vacías, sin espíritus herderianos ni zarandajas que las habiten. En Pujol y Prenafeta, lo concreto, lo físico, es el delito; si quieren acoplárselo a la carcasa "Cataluña", ¿qué más nos da? Sean, pues, (¡retornamos a la cortesía!) la bandera de Cataluña la capa (¡o el pijama!) de Pujol y la detención de Prenafeta un ataque al catalanismo.

Naturalmente, no sólo se roba en Cataluña: se roba en toda España (¡Madrid, Valencia, Mallorca, Andalucía!), como se roba en el mundo entero. Lo que no es tan habitual es ese recurso a la grasa retórica del nacionalismo como coartada. Si nos atenemos a la actividad de nuestros prohombres catalanistas —estos Pujoles y Prenafetas— como elemento definidor de lo que pueda ser "Cataluña", nos encontramos con algo inmediato y a la mano: "Cataluña" es hoy, entre otras cosas, una coartada para delinquir.

* * *
(9-XI) No se pierdan al Azúa del sábado.

(15-XI) Minicorreo catalán.

7.11.09

Doblemente por culo

No deja de tener su morbo el espectáculo de la burguesía, empeñada en dar por culo dos veces, o en dar doblemente por culo. Primero, con la generación del papi especulador y explotador. Segundo, con la generación del hijo progre que, amamantado con el dinero del papi, y por marcar sus distancias (estéticas, que no económicas) con el papi, lo que hace es joder también a quien jodía el papi: al obrero.

Pero esto ya lo dijo Pasolini.

6.11.09

Reviviendo

He terminado de escribir estos días una "Autobiografía brasileñista" de dieciséis páginas, que saldrá en la revista Zut. Pretendía ser un trabajo sin duda caliente pero profesional; lo que no esperaba era quemarme. Sabía que el brasileñismo era importante en mi vida, pero hasta que no me he puesto a hacer memoria y a ahondar en la memoria, no me he dado cuenta de su magnitud. Inevitablemente, he estado escuchando mucha música mientras lo escribía. Entre otros, he vuelto a Noel Rosa (1910-1937), del que por lo demás nunca me he llegado a alejar demasiado. Ahora, buscando en YouTube, he encontrado una joyita: una edición limpiada de la grabación original (septiembre de 1930) de "Com que roupa?". Yo tengo la primigenia, en el cedé Feitiço da Vila de la colección Revivendo, y el trabajo es intachable: sólo han eliminado los ruidos. El que canta es el propio Noel. Sobre "Com que roupa?" dice el cuadernillo:
Samba lanzado después del carnaval [de 1930]. Su éxito se prolongó hasta el carnaval de 1931. Grabación original de Noel. Traduce la profunda crisis posterior a 1929, causada por el crack de la bolsa de Nueva York y por la caída del precio del café. La expresión "¿con qué ropa?" es un eufemismo de "¿con qué dinero?".
Fue el primer gran éxito de Noel, a sus veinte años. Como se cuenta en la magna biografía escrita por João Máximo y Carlos Didier (Noel Rosa. Uma biografia, Linha Gráfica/UnB, 1990), Noel quiso hablar en él del "Brasil de tanga": el Brasil de la pobreza, con "el hambre y la miseria expandiéndose como una plaga". Traduzco de los biógrafos:
Del feliz matrimonio entre música y verso procede la fuerza de "Com que roupa?". Pero ésta no es su única baza. Están también la originalidad del tema, las rimas poco usuales en la canción popular, la técnica de su construcción, en la cual el sexto verso del coro es una especie de llave. Al terminar siempre en una palabra que rime con "roupa", el verso funciona como una especie de quiebro y "llama" musicalmente al estribillo. (...) Y está además el humor. Noel traslada a la música popular el rasgo tan carioca de tratar con gracia e irreverencia los asuntos más serios, de hacer escarnio con la desgracia propia. En este samba, la crisis económica, el Brasil de tanga, se convierte en una sucesión de chistes. Uno, a la vez que los ríe, piensa en la tristeza que ocultan.
Una de las bromas de la composición es que la melodía recuerda al himno nacional brasileño (se aprecia comparando el arranque de la canción con los compases en que empieza la letra del himno). Sobre el éxito de "Com que roupa?", prosigue la biografía:
Nunca se ha visto nada igual. Es como si Río hubiese despertado al son de un único samba, escuchando la voz de un único cantante, recintado los versos de un único poema. La música y la letra de "Com que roupa?" suenan por todas partes, conquistan todos los barrios. En estos primeros días de diciembre de 1930, otros sambas y marchas prometen destacarse en el próximo carnaval. Algunos son muy buenos. (...) Pero ninguno tendrá el éxito de "Com que roupa?", cuyo encanto y originalidad atrapan a la población desde el primer instante. (...) Las emisoras de radio no paran de poner el disco. Los altavoces instalados en algunos puntos de la ciudad, la Rua Dona Zulmira, la Praça Saenz Peña, la Avenida Atlântica, proyectan la voz de Noel, cantando, quejumbroso: "Eu hoje estou pulando como sapo / Pra ver se escapo / Desta praga de urubu..." (...) Un éxito realmente sin precedentes. Ninguna canción popular subyugó tanto a la ciudad, y en tan poco tiempo.
El disco vendió más de quince mil copias; pero Noel no se benefició, porque ya había cedido por poco los derechos. La primera versión que yo escuché, y que es mi versión canónica, es la brillantísima que hizo Gilberto Gil para el Songbook de Noel Rosa. Ahora veo que la han usado para el anuncio del iPod shuffle (¡el que yo uso!) en Brasil: brillantísimo también.

1.11.09

La tribu me aplaudirá hasta con las orejas

El amigo Ferré ha desactivado temporalmente los comentarios de su blog. Como mis fans (¡y antifans) se han quedado, pues, sin poder acceder a los que escribí en la entrada "ciberpunk", los copio aquí, junto con las partes de las respuestas de Ferré correspondientes. Le dejo a él la última palabra, por cortesía y porque no tengo nada que añadir. (Para simplificar, separo los párrafos con barras:)

* * *
Montano: Me enternece, amigo Ferré, la convicción con que usas ese sintagma: "el poder". ¿Post, after, neo? Dejémoslo en pre, please. / (Yo, por lo pronto, sólo deseo no verme excesivamente incordiado por un *poder* muy concreto: el de los neopitagóricos.)

Ferré: Hombre, Montano, he ahí toda la diferencia: usar ese sintagma con convicción, sin profilácticos, o con la blanda diatonía con que usted ni siquiera se atreve a esgrimirlo. Prepunk no funcionaría, ya que el único precoz es usted. Yo siempre post, que era el as que me guardaba en la manga. Postpunk, corolario de todo devenir post que se precie. Y me parece a mí que los neopitagóricos, excepto en Wall Street y la Reserva Federal, sólo existen en sus aleladas neuronas. Pregúntele a su admirado Vargas a qué viene tanta inquina inguinal contra Polanski, qué extraña forma de represión ha canalizado contra él...

Montano: Sí, eso que dice usted de Polanski es coherente con aquello otro que nos proponía hace algún tiempo: que Gilles de Reis era un modelo alternativo de moral. Entenderá que, con tal clarividencia ética, uno prefiera refugiarse en los sótanos (morales) del Vaticano. Allí puede que te viole algún cura: pero sin sermón *artístico*.

Ferré: Ya sabía yo que el filisteísmo del maestro era contagioso. Jamás defendí a Gilles de Rais como un modelo alterno de moral sino como el complemento de toda moral vaticana, la perfecta consumación de su teología y ciencia divina, por así decir. El problema clínico que usted padece es que prefiere que lo viole un cura dándole un sermón de verdad, o una regañina infantiloide como las de su maestro, con tal de que no haya nada de artístico o de estético en su discurso. Y no olvide que fue su maestro el que dedicó un ensayito a glosar las delicias de Bataille y Gilles de Rais como ese erotismo os curo y subterráneo que jamás debía aflorar a la superficie, gobernada sin problemas por los sádicos habituales. Por lo que veo esta es también su predilección filistea: los Polanski en la cárcel o abozalados por pecadillos mientras los grandes sádicos campean a sus anchas aclamados por las muchedumbres y por esos intelectuales y artistas que siempre se alinean, por pereza o conformismo, del lado del poder (aka orden establecido)... // Lea o relea las agudas reflexiones de Cioran sobre Napoleon, parece ignorar usted a uno de sus supuestos maestros, y entenderá sin problemas lo que le planteo...

Montano: Hombre, yo preferiría que no me violase nadie, a poder ser: ni un cura ni un oficiante de la religión del arte. En cuanto a Vargas Llosa: por fortuna, haya sido mayor o menor su calidad novelística del momento (alta antes, baja ahora), él siempre ha defendido la libertad absoluta de la imaginación, pero sin que ésta se meta a hacer la payasa (o la asesina) en la realidad. Aunque entiendo que a usted, adorador de aquellos espúreos telquelianos maoístas, le desagrade tal división.

Ferré: Parece mentira, Montano, que usted incurra en groserías éticas de este calibre. Creer que los crímenes artísticos sólo pueden conducir a su realización es propio de las buenas conciencias de la corrección política y los biempensantes, no me lo esperaba ni de usted ni de su maestro. Polanski, al revés de lo que creen los americanos más filisteos, con el juez infame a la cabeza, no sodomizó a esa menor cumpliendo con su credo estético, sino arrastrado por un deseo tan confuso como humano. El puritanismo inquisitorial con que el maestro de antaño (concuerdo en esto)juzga esta cuestión es, precisamente, más digno de maoístas que de creyentes en la libertad, con todas las salvedades que se quiera. Y esto es lo paradójico en su defensa, atribuir al otro las defiiencias del propio punto de vista. Error dialéctico que sólo podría enderezar practicando la genuflexión en alguno de esos altares gregarios que su espíritu cultiva con predilección... / Pero ya en serio, a ver si nos enteramos de lo que los americanos quieren: no reparar el daño hecho a una niña sino imponer el imperio de la ley. Castigar a Polanski no por el daño infligido a la menor con su presunta violación sino por la burla flagrante infligida a la ley y el sacrosanto sistema judicial de este país dándose a la fuga. Ni más ni menos. Lo juzgarán y castigarán, levemente o no, sólo por esta transgresión formal. Al tiempo. El escándalo, entre tanto, vuelve a ser aprovechado por los de siempre en su beneficio...

Montano: Bueno, Polanski actuó movido por su deseo, y supongo que también arropado por el blindaje de su arte y de su estatus (ahí tiene, por cierto, en el comportamiento de Polanski una manifestación cruda de "el poder"). En cualquier caso, Polanski está ahora callando y apechugando. Es usted, y son los firmantes del manifiesto infame, los predicadores ahora de la tal religión artística. / En cuanto a lo del formalismo legal: me parece muy bien. Yo soy socrático en eso: hay que preservar a toda costa la ley, para que no se hunda la ciudad (al menos, en sus presupuestos conceptuales). / Dicho lo cual, añado: yo, como antiguo seguidor de romanticismos, simbolismos, decadentismos, malditismos y vanguardismos (e incluso de punkysmos), soy un atento espectador, y quizá admirador, de las transgresiones de los respectivos. Ahora bien: considero que han de pagar por ello. El transgresor, que apechugue. Aplaudo, por ejemplo, al desertor: pero si se le atrapa, ha de ser encarcelado (y tal vez fusilado). De lo que ya estoy hasta las pelotas es de las transgresiones gratis, e incluso subvencionadas.

Ferré: Discutir con usted, amigo Montano, suele conducir a la aporía por su tendencia a pervertir los argumentos. / Invocar a Sócrates para legitimar la actuación de la ley es como hablar del diablo para defender la existencia de Dios. La ciudad es siempre tan arbitraria que condena a ingerir la cicuta al individuo singular que, en algún momento, tropieza y comete la torpeza fatal que todo individuo suele estar destinado a cometer tarde o temprano, en su vulnerabilidad y fragilidad infinitas, mientras que el que se alza como representante públiuco del poder ése sí que se blinda y acoraza en la total impunidad. Una ley que condena a Polanski por un crimen privado y respalda la pena de muerte y la impunidad del canalla que emplea el poder para declarar guerras infames y acarrear muertes innecesarias no es una ley que merezca mi respeto, ni siquiera formal. / No se equivoque, dura lex sed lex suele ser el argumento del fascismo más crudo. La ley que yo respetaría a ultranza no creo que pueda existir, no sería humana, y esto bastaría para recusarla... / En cuanto a Polanski vueklve a errar: su así llamado crimen lo hermana con los miles de criminales anónimos y comunes que en todas las ciudades del mundo, a diario, cometen actos similares. No es el acto de un esteta criminal, ése es el error de su maestro al juzgarlo un crimen privilegiado. Nada de eso. Su poder, como usted lo llama, no es otro que el que cualquiera tendría en cualquier circunstancia sobre un inferior por origen, edad o condición. Nada más. / Y, por supuesto, el precio de la libertad de palabra o de obra, no lo dude, puede ser la vida, desde luego, como en el caso de Sócrates. No hay, en mi opinión, transgresión subvencionada, está claro, ahora bien eso no legitima la docilidad y conformismo de que hacen gala tantos de sus artistas más admirados...

Montano: Ay, amigo Ferré: yo le atiendo a usted más de lo que se cree. Pero observo que usted no me atiende a mí. ¡Con lo refrescantes y dinamizadoras que mis aporías le serían a su escolasticismo telqueliano...! (¡Lo digo sin acritud! :-)

Ferré: Montano, usted sabe mejor que nadie que sus aporías neoconservadoras no es que me puedan beneficiar ocasionalmente sino que soy el que mejor se las detecta y desarticula...

Montano: Se equivoca, amigo Ferré. Mis aporías eran la última oportunidad histórica que le quedaba a su *modus scholasticus* (de usted) para desescolastizarse un poco. Pero prefiere usted seguir los surcos de los antiguos bueyes telquelianos. Le deseo lo mejor: pero yo voy, en plan Bernhard, en la dirección contraria. Es decir: hacia el oxígeno :-)

Ferré: Aunque no es mi caso, ya que no tengo nada de telqueliano ni de escolástico, al revés de sus maestros, llegado el caso tenga por seguro que preferiría mil veces seguir el surco del buey telqueliano que el de la acémila neocon o neocarca que tanto le encandila (llamar a eso oxígeno, con metáfora ecologista de bajo vuelo, es hacerle un favor a Greenpeace, no lo olvide). Y eso de dárselas de berhardiano ya cansa un poco, hombre, que cuando yo ya me lo sabía de memoria al austriaco usted aún andaba bregando con el enésimo discípulo de Catón. A ver si al menos, como conservador en ejercicio, respeta usted las jerarquías cognitivas...

Montano: La preeminencia temporal en su lectura de Bernhard se la concedo; otra cosa es el aprovechamiento que de ella haya sacado. / Pero en fin, le doy ya por perdido. Es imposible abrir brechas en su hormigonado heterodóxico.

Ferré: Desde luego, la única lección que usted aprendió de Bernhard es a proyectar en él, con total arbitrariedad, las obviedades conformistas que constituyen su pensamiento. Y a utilizarlo en contra de los que hemos aprendido otras lecciones mucho más sustanciales: el discurso de B, al revés de lo que usted cree, es una escuela de inconformismo moral y no de filisteísmo gregario.

Montano: Me he permitido responder yo también al cuestionario en mi blog. Así a ojo, la única diferencia que veo es que a mí sí me gusta Víctor Hugo (¡y eso que no lo he leído! :-) / http://joseantoniomontano.blogspot.com/2009/10/montano-ciberpunk.html

Ferré: Montano, en efecto, te gusta Víctor Hugo sobre todo porque no lo has leído (aunque a mí, para devolverte el sarcasmo, me encantan Les travailleurs de la mer, novela del mar que no debe nada a la gran tradición anglosajona)... / Me permito decirte que tu entrevista la podrían haber hecho Gaby, Fofó, Miliki, Fofito and Company y no habría sabido ver la diferencia. A mí siempre, puestos a elegir astracanadas, me gustaron por encima de todos los hermanos Marx. Tu opinión sobre el poema de Fernández Porta es injusta. Y el hecho de que impidas todo comentario dice más que toda tu palabrería demagógica. La tribu te aplaudirá hasta con las orejas...

* * *
(2.11) Juan Francisco Ferré acaba de quedar finalista del Premio Herralde con su novela Providence. ¡Aplaudo con las orejas! :-)