No me he aprendido el nombre del candidato socialista a las elecciones vascas. La primera vez que lo oí (lo miro: es Eneko Andueza) me sonó a Aldonza Lorenzo y como Aldonza Lorenzo se ha quedado. Es poco serio, pero con la política española actúo ya en legítima defensa: me la tomo a pitorreo. Y con el PSOE no digamos. Si este partido quiere respeto, que se lo empiece a construir: desde muy muy muy muy abajo. El lugar exacto en que se encuentra.
Aldonza Lorenzo, con su cara de mazapán, asegura que no pactará con Bildu en ningún caso. Mi natural bonhomía me inclina a creerle. Pero es una bonhomía ya muy maltratada (¡muy maleada!) por estos cuatreros. Así que, a poco que lo necesite o se lo mande Sánchez, Aldonza Lorenzo pactará con Bildu que te cagas (disculpen la escatología: forma parte también de mi arsenal de legítima defensa contra la política española, que es hoy una política de mierda).
Naturalmente, reconoceré que Aldonza Lorenzo ha estado diciendo la verdad si, llegado el caso, no pacta con Bildu o desobedece a Sánchez si este se lo manda, o dimite para no obedecerle. Entonces le diré: "Bien, Aldonza Lorenzo, me equivoqué contigo: decías la verdad. Lo siento". Pero será entonces, no antes. La palabra de un socialista no vale nada: su crédito es cero. Cada socialista, individualmente, si lo desea y se esfuerza, se la tendrá que ir ganando a posteriori. A priori es un mentiroso, en emulación de su jefe, al que respaldan o no cuestionan.
El espectáculo viene siendo patético. Ahora es Bildu. Después de estos últimos años con el propagandismo del PSOE y sus sincronizados en favor de Bildu, de su espíritu democrático (¡nada que ver con el PP!), de su inserción en la causa progresista (¡justo al revés que el PP!), de su pasar página con ETA (¡no como el PP!), ahora vienen unos días (¡y solo unos días, hasta que acabe la campaña electoral vasca!) en que Bildu vuelve a ser antidemocrático, reaccionario y heredero de ETA. Y a todo esto se supone que tenemos que asistir los ciudadanos con interés y gravedad, sin partirnos el culo.
Aparte del espectaculito del PSOE (incluido el PSE, que ha tragado con todo lo que ha venido haciendo el PSOE en favor de Bildu, incluido Patxi Puente, que es medio del PSE; ni una palabra se le ha oído a Aldonza Lorenzo contra Patxi Puente cuando Patxi Puente casi proponía a Bildu para el premio Nobel de la Paz y el Princesa de Asturias de la Concordia), está lo de Bildu en sí: esa caca.
La caca de la sociedad vasca, mayormente. Cómplice de los crímenes y cómplice de los post-crímenes. O cobarde cuando no cómplice: héroes cívicos hubo muy pocos (Aldonza Lorenzo estuvo entre ellos, por cierto: se afilió con diecisiete años, en el oscuro 1996, a aquel PSE; tal vez debería hacer más por creerle). El problema de Bildu es lo que sigue predicando Bildu aunque su ETA ya no mate: la monserga revolucionario-nacionalista de que no vivimos en una democracia sino en una prolongación del franquismo. Lo mismo que piensan también los independentistas catalanes y Sumar y Podemos. Toda esa sopa boba que encandila a los jóvenes porque se sienten guapísimos por ser antifascistas: no contra una dictadura, ¡sino contra una democracia!
Lo único que queda es una tautología a lo navaja de Ockham (¡simplicidad lógica al menos!): ETA golpeó el árbol y ETA (Bildu) recoge las nueces. Y el PNV fuera. El papelón del PNV no está pagado. Por ahí sí: carcajadas sanas.
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En The Objective.