28.1.07

Dos momentos televisivos

Aporreando la guitarra
Oh, ha sido enternecedor ver el telediario! Siempre es enternecedor ver el telediario! Hoy ha salido un flash del acto de Barcelona por el "diálogo con los terroristas" (¡no se han leído mi artículo los ceporros, ni el de Savater!). Allí estaba la plana mayor del franquismo (¡del neofranquismo!) de nuestros días, empezando por la gore Goirizelaia y el no menos gore Carod, que simbólicamente eran algo así como doña Carmen Polo y el Caudillo (¡estéticamente también!). Pero lo mejor ha sido el barrido que han hecho las cámaras por la arisca multitudilla: allí, en el corro, estaban Marina Rossell y el aporreador de guitarras Raimon. ¡El aporreador de guitarras Raimon, por Dios! ¡El aporreador de guitarras Raimon en persona, aunque afortunadametne sin su guitarra! He pasado mucho miedo. He temido que el aporreador de guitarras Raimon, con el calentón ideológico del dicho acto franquista, se pusiese a aporrear a Marina Rossell, que era lo más parecido a una guitarra que tenía cerca de su mano aporreadora. Pero no, no se ha puesto a aporrear a Marina Rossell. Al fin y al cabo él no estaba en ese acto para prostestar contra el franquismo, sino para comulgar con él.

Y el otro momento televisivo ha sido el del mitin de ZP en Albacete. Mientras ZP soltaba su habitual mermelada cerebral, ahíta como siempre de milikitismo ideológico, me he fijado en el panel de jetas jóvenes que tenía por detrás. Qué guapos eran todos, joder: chicos y chicas, todos como quesos. Hasta había una negrita maravillosa. Me he fijado en ellos, en lo limpitos y bien alimentados que estaban, en sus jerseicitos coloridos y caros, en el aplomo de sus caras, y he deducido que no pueden ser otra cosa que hijos de capitostes socialistas de Albacete. La nueva élite juvenil de Albacete, que va segura por la vida, con sus buenos dineros y sus buenos puestos de trabajo asegurados para el futuro. Son, por decirlo así, los pinochetistas de Albacete. Lo digo porque siempre me ha llamado la atención de las trifulcas chilenas lo guapos que son los pinochetistas (las pinochetistas principalmente -exceptuando a las de la propia familia Pinochet) y lo feos que son los antipinochetistas. Es lo que hace la Historia: machaca y afea a las clases oprimidas, y enguapece a las dominantes. Por eso estaba muy clarito a qué clase pertenecían los guapísimos vástagos albaceteños que le hacían de forillo a ZP.

25.1.07

Ninguna necesidad

Copio aquí la mejor página que he leído en mucho tiempo. Es la primera de Ninguna necesidad, de Julián Rodríguez:

.....La noche anterior fui a ver al Muerto.
.....Lo habían trasladado a la habitación 202: sólo una cama estrecha con mil botones en su cabecero. Y el gotero a un lado. Y al otro, una máquina provista de una pantalla digital.
.....En realidad el Muerto aún no había muerto, pero ya lo estaban enterrando: a la puerta de la habitación hablaban del nicho, de las coronas de flores, de cuánto costaría todo aquello.
.....Al Muerto, calcularon, le quedaban siete días de vida. Suficientes para crear el mundo, pensé.
.....Él no sabía que iba a morir, nadie se lo había dicho. Aunque podía esperárselo: había adelgazado treinta kilos y su piel tenía un color amarillento. Y su barriga era lo único terso, tirante como la de una embarazada, en todo aquel cuerpo. Y tartamudeaba: las palabras iban y venían por su boca y por sus fosas nasales: un airecillo que olía a agua sucia. Dentro de él, había dicho el cirujano después de coserlo, estaba todo podrido.
.....No podemos hacer nada, prometió.
.....Una promesa fácil de cumplir.

22.1.07

La auténticas punkies

Esta mañana he salido a esperar el anunciado desplome de la temperatura y los coletazos últimos del huracán por Europa. Quería recibir el frío a porta gayola, con el capote de mi bufanda; pero, una vez más, el toro ha salido afeitado. En vistas de que seguíamos en primavera, he dado la fiesta del invierno por concluida (¡ahora esperamos el invierno como Cavafis a los bárbaros!) y me he metido en la librería del Corte Inglés a hojear las (estas sí que heladas) novedades. Y entonces, morrocotuda sorpresa, me he encontrado con un párrafo mío. Lo reproduce la apollineriana pelirroja Silvia Grijalba en su Dios salve a la Movida, exactamente en la página 60. Ella se lo atribuye a Arcadi Espada, porque fue publicado en su blog... pero una periodista de vanguardia debería saber que una cosa es la cubierta del capitán y otra las hondonadas donde reman (o remaban) los galeotes. Este es el párrafo en cuestión:

Pero tanto Ana Rosa como María Teresa odian a su público: saben que ellas se parecen demasiado a él. El único que supo amar a las marujas fue Almodóvar, en Qué he hecho yo para merecer esto. Algún día se reconocerá el gran mérito estético y moral que tuvo Almodóvar al detectar, en plena Movida, que las marujas eran las auténticas punkies.

Es una idea, o una indicación, que mis fans conocen bien, porque la he repetido más veces. Las líneas que cita Grijalba corresponden al post [302] Escrito por: Atleta Sexual - 14 Septiembre 2005 12:16 PM. Añado, para redondear, otras del [361] Escrito por: Atleta Sexual - 1 Febrero 2006 12:19 AM.:

Por poner un ejemplo de su genialidad (y esto ya lo mencioné en este blog hace meses): Almodóvar supo ver, en plena Movida, que las auténticas punkies eran las amas de casa, con sus pastillas, sus chupitos y sus "no futures"... Cualquiera que se haya puesto a currar en esto de la creación sabe que ese tipo de descubrimientos (y su elaboración correspondiente) tiene mucho, pero muchísimo, mérito.

Aquí queda, para que conste. (Y Silvia, amor: exígele a tu documentalista que afine un poquito más en las referencias.)

20.1.07

Sin tregua

Digámoslo de una vez: aquí los únicos que han defendido auténticamente el "diálogo" han sido los que se han opuesto al "diálogo con ETA". Resulta llamativo cómo se han enredado las cosas. Ha sido una operación a la vez cínica y sentimental. Primero, se ha vaciado la palabra "diálogo" de contenido; después, se ha tomado esa palabra ya vacía y se la ha cargado de connotaciones sentimentales. La rentabilidad era inmediata: el que se oponía a comerse el pastel era tachado de insensible. No se entraba a discutir o razonar. Tan sólo se alzaban los ojos al cielo (póngasele la cara de Sopena al angelito) y se exclamaba: "¿Pero cómo se puede estar contra el diálogo?". (Obsérvese con qué frecuencia se ha utilizado la frase así: eludiendo el "con ETA" final.)

Era inútil argumentar a esas alturas que "dialogar" con un interlocutor que esgrime una pistola y que se ha ganado su voz asesinando, no es que sea deseable o indeseable, es que es imposible. Conceptualmente imposible. Es decir: no se puede dialogar con él, si respetamos lo que la palabra "diálogo" significa. De ahí que quienes han defendido "el diálogo con ETA" en realidad estaban entrando a saco en la palabra "diálogo", subvirtiéndola y expoliándola; mientras que los que se oponían estaban defendiendo y preservando, de hecho, su integridad. Sangrante paradoja: aquellos que, según los angelitos, estaban ominosamente "contra el diálogo" eran en realidad los únicos que lo defendían y lo preservaban. (Por supuesto, pasaban por ser los malos de la película.)

Resulta interesante comprobar cómo de los tres términos en juego, "hablar", "negociar" y "dialogar", ha sido este último el más usado. Obviamente, porque era el que mejor se prestaba a esa estratagema sentimental. Era el término más digno, más prestigioso: el único cuyo estricto ejercicio requería que, en realidad, ya estuviese resuelto el problema. Los otros, en cambio, no. Con un terrorista no se puede dialogar, pero sí que se puede hablar y negociar. No entro aquí en el debate de si es ético, legal o conveniente, y hasta qué límite puede hacerse sin pervertir el estado de derecho: tan sólo indico que es conceptualmente posible. ¿Por qué entonces ha sido preferido el otro? Porque "hablar", tan aséptico, y "negociar", tan áspero, no valen para el exhibicionismo sentimental. Tratemos de modificar la exclamación del angelito Sopena (mirada al cielo): "¿Pero cómo se puede estar contra la negociación?". No funciona.

Lo sórdido (¡y cansado!) del zapaterismo es ese perpetuo envoltorio sentimental concebido para la segregación de los que no tragan. La operación siempre es la misma: algo que es discutible y está sujeto a debate, es hurtado del terreno racional y trasladado urgentemente al sentimental. Los críticos pasan entonces a ser individuos sin corazón. Donde pudo apreciarse más nítidamente este mecanismo fue en el folklórico espectáculo de las rosas blancas, aquellas "rosas blancas por la paz" que unas actrices repartieron el año pasado en las puertas del Congreso. Algo sujeto a debate, como era la política concreta de un Gobierno, quedaba convertido en tótem sentimental por el simple procedimiento de adosarlo a algo no sujeto a debate (y con connotaciones blindadamente positivas) como unas "rosas blancas", que además llevaban el refuerzo acrítico de la palabra "paz". Quedaba así constituido un artefacto no sólo embarazoso, sino también siniestro. Embarazoso porque su ofrecimiento suponía un puro chantaje emocional: ¿quién podía renunciar a coger la rosa? Y siniestro porque constituía nada menos que una estrella de David al contrario: quien no cogía la rosa quedaba signado como indeseable, como judío (en un contexto que, entre risitas y lirismos, era simbólicamente nazi).

Aquellas actrices, y las autodenominadas gentes de la cultura en general, son la encarnación perfecta del espíritu zapaterista. Entre los intelectuales orgánicos rechina demasiado el servilismo: son, propiamente, tecnócratas del intelecto al servicio de quien manda, gente fría en el fondo. Pero entre las gentes de la cultura sí pueden apreciarse los elementos sentimentales, porque en verdad se lo creen y no se reprimen a la hora de manifestarlo a flor de piel. Son por ello la auténtica avanzadilla de este Gobierno sentimental. La escalofriante reacción que han tenido después del atentado, cargando las tintas más contra el PP que contra ETA, es sumamente reveladora de lo que se cuece en sus cabecitas. Por supuesto, no están a favor del crimen... pero, por decirlo crudamente: perciben al PP como más enemigo de sus ilusiones que ETA. ETA, de hecho, forma parte de las ilusiones de las gentes de la cultura, y también de las de los angelitos. No la actual ETA asesina, sino la hipotética (¡la ilusoria!) ETA que deje las armas. ETA forma parte de las ilusiones de las gentes de la cultura y de los angelitos en tanto banda de asesinos que un día (¡ilusorio!) dejarán las armas y, por tanto, dejarán de ser asesinos, con lo que quedará demostrado que el hombre es bueno por naturaleza y todos seremos felices (comiendo no perdices, sino gaviotas). El PP, en cambio, se opone a ese sueño: considera que no hay ilusión posible con ETA, y que lo que hay que hacer con los asesinos es perseguirlos y encarcelarlos. Para las gentes de la cultura y los angelitos es más ilusionante una ETA que asesine pero que un día deje de asesinar (una ETA con la que, en suma, puede "dialogarse"), que un PP que diga que una ETA que asesina será asesina para siempre y que no se puede "dialogar" con ella.

Una vez más ha sido el bueno de Bernardo Atxaga el que se ha pronunciado de un modo más sintomático a este respecto. Después del atentado le dijo a Juan Cruz la ya famosa frase: "Esa presencia de los muertos convertía en feo, muy feo, el paisaje que se abría delante..." Si el atentado era lo feo, ¿qué era entonces lo bonito? ¡El diálogo! ¡El "diálogo con ETA" era justamente lo bonito! Lo bonito era saltarse la realidad. De hecho, el tétrico "cordón sanitario" contra el PP que enarbolaba el otro día Federido Luppi (en el momento más atorrante de su vida) no es más que un cordón sanitario contra la realidad. Esa incómoda realidad (¡sin tregua!) en la que resulta imposible dialogar con asesinos.

19.1.07

Top-less con melodrama

Llegó la hora de hablar del gran tema de estas dos semanas: ¡la gallega de Cancún! Es curioso y sumamente morboso el modo en que Interviú (nunca dejaré de envidiar el apellido de su director: Cerdán, toda una declaración de principios) nos ha ido ofreciendo las fotos. En la primera entrega, tuvimos a una gallega artificiosa y pasada a tope por el photoshop: era como el elefantito de silicona, pero con tetas (no de silicona). En esta segunda, ya hay detalles naturalistas: ciertas irregularidades en el color de la piel, alguna insidiosa verruguita... Pero lo que en ambos lotes predomina es el melodrama del rostro. Ese rostro compungido no es un poema, sino justamente eso: un melodrama. Uno puede asomarse a una película de Berlanga por él (se trata, sí, de un melodrama castizo). Las estrecheces económicas de la peluquera y el marido (¡con lo imposibles que están las hipotecas!). La inesperada oferta de Interviú, que cae como una genuina "proposición indecente". Los debates de mesacamilla dentro del lecho conyugal. Las (sospechamos) poco convincentes reticencias iniciales del marido y el (sospechamos igualmente) secreto alivio cuando comprueba que su esposa está dispuesta a inmolarse tal Juana de Arco del top-less en la hoguera de la mirada pública... Y luego los incómodos flecos prácticos: la sesión fotográfica (¡el maquillaje, los focos, el fotógrafo de la melenita!), el cheque, la frialdad del cheque, la llegada a los kioskos de la revista y el eterno crepitar de las llamas durante la semana entera... Si no recuerdo mal, se fueron a Cancún a pasar la luna de miel. Pero me da a mí que estas fotos son ya el comienzo del divorcio. Lo malo es que ni siquiera habrá película: ¡se lo comerá todo la televisión!

[Publicado en Nickjournal]

16.1.07

El año de Radio 3

No se me ocurre mejor justificación del Estado que la existencia de Radio 3. Podría aducirse también la Sanidad, y la verdad es que yo me enternezco cada vez que visito un hospital público y veo a los enfermos allí acumulados bajo el cuidado estatal; cutre y deficiente con frecuencia, pero también cálido. Veo las sabanitas o esas bandejitas de plástico con el soso menú y me emociono. Siempre trato de visualizar ese gasto a la hora de pagar mis impuestos. Porque si lo que visualizo son los coches oficiales o los dispendios de autopromoción política, me deprimo. Con la Educación tengo un problema. Soy partidario (¡republicanamente!) de la Instrucción Pública. Pero el rebanamiento cerebral que ha provocado la Logse me hace pensar que podríamos suprimir esa partida presupuestaria. A cambio, naturalmente, habría que incrementar la de la Policía: el vaciamiento de las aulas causaría hoy mayores desórdenes callejeros que el vaciamiento de las cárceles. No es justo que los inermes profesores deban seguir ocupándose de esas hordas de delincuentes que son nuestros alumnos: auténticos lobos hobbesianos nacidos de pedagogos con el cerebro rebosante de mermelada Rousseau. Esos que aún no han aprendido que el buen salvaje no nace: se hace. Si se le deja hacer, se convierte en caníbal.

Pero volvamos a Radio 3. Conforme más lo pienso, más milagrosa me parece su existencia. ¿Cómo es posible que exista, en España, y pagada por el Estado, una maravilla así? ¿Cómo se ha colado una maravilla así? Cada mañana la sintonizo con el temor de que voy a encontrar un chisporroteo de nieve. Pero no: el milagro se renueva. Me siento como esos antiguos que temían que cualquier día dejase de salir el sol. Radio 3 lleva ya un montón de años, ¿pero cuántos más durará? Si algo me ha enseñado la vida es que hay que disfrutar del momento, porque cualquier rinconcito agradable, cualquier retícula por la que circule un poco de aire fresco, acaba siendo cerrada inevitablemente. En esto, como en tantas otras cosas, soy muy de Cioran, quien decía: "La vida es un infierno, cada instante del cual es un milagro". Y, por ahora, el milagro diario de Radio 3 se sucede.

Yo la escuché mucho en los ochenta, pero desde entonces no había vuelto a enchufarme a ella con la fruición con que lo he hecho en este recién acabado 2006. Me he pasado el año haciendo vida de gabinete, en que mis únicos esparcimientos (aparte de los eróticos) han sido los paseos por la playa y la música. La música también en la playa, por los cascos, rivalizando con el mar; y, por supuesto, en mi gabinete, a manera de mar sonoro. Creo recordar que Trías, en una de esas clasificaciones de las Artes que hace en sus libros, colocaba a la Arquitectura y a la Música como las dos artes esenciales, creadoras de habitabilidad. La Arquitectura, de habitabilidad del espacio; la Música, de habitabilidad del tiempo. Cuando uno pone música en la habitación, se le abre un desván de materia sutil. Aparece una ola invisible: literalmente, un mar de sensaciones (esta expresión le encantará a Antonio Gala, mas no por ello voy a reprimírmela). Los que estamos en este esforzado y áspero oficio de la escritura, no cesamos de envidiar a los músicos: nuestro público ha de hacer una pausa en la vida para atendernos; el de los músicos puede atenderlos en el curso de la propia vida -caminando, mientras conducen o follan, cuando se adormilan... incluso cuando leen. Sin literatura la vida sería posible. Sin música no. Y, si lo fuera, resultaría nefasta: un error, como señalaba Nietzsche.

Lo que uno descubre escuchando Radio 3 es la riquísima variedad de belleza y de talento que burbujea por el mundo. Hay miles (¡millones!) de personas haciendo las cosas bien. Toda esta riqueza apenas llega a las masas, que por esto son pobres. La maquinaria de los grandes medios de difusión emite sin cesar un grumo estólido que es el que configura la atmósfera estética que nos cubre (¡pegajosamente!). En realidad, esta atmósfera estética es ya un cielo sin capa de ozono, perpetuamente achicharrante. El paisaje general está perdido: sólo caben refugios. En este sentido, Radio 3 es un inagotable surtidor de sombrillas. Lo llamativo es que todos esos músicos actuales están metidos hasta las cachas en nuestro tiempo: su sensibilidad está conformada por la pluralidad de incitaciones que ofrece el mundo capitalista. Son sus mejores intérpretes, los que mejor saben gozarlo y surfearlo (y también sufrirlo de un modo fértil). Y a la vez ese mundo capitalista les cierra el Mercado, quiere ahogarlos y exterminarlos... pero al final, sorprendentemente, es el Estado el que nos permite enterarnos de la existencia de esos músicos y disfrutar de sus obras. Es una paradoja sólo aparente: el Mercado es también totalitario. El enemigo no es, pues, el Mercado en concreto ni el Estado en concreto, sino la perversa inercia que ambos tienen de configurar masas incapacitadas para una percepción estética singular. Por muy optimistas que nos pongamos, no podemos dejar de considerar que Radio 3 es una estricta excepción que nada contracorriente.

Pero las cosas también están estupendamente así -siempre y cuando uno haya caído del lado de los happy few. No se trata de elitismo, ni mucho menos: basta echarles un vistazo a nuestras, así llamadas, élites para comprobar en qué grado de embrutecimiento sensitivo y mental viven. Se trata más bien de una invitación a la aristocracia puesta al alcance de todos -de todos los que quieran merecerla. Hablo, como siempre, de aristocracia espiritual. La del oyente de clase media-baja, o de clase baja, que puede poner la radio y recibir la música de Paul Mounsey, por ejemplo, mientras los más afamados banqueros del país bailan estólidas sevillanas. Tiene su morbo, de hecho, que el paisaje sonoro sean las sevillanas y que uno pueda abrirse una catacumba en que suene Paul Mounsey. Es una variedad estética de la emboscadura de Jünger. Por eso poner Radio 3 me produce siempre regocijo.

[Publicado en Kiliedro]

13.1.07

La selección de Hervás

Definitivamente, ese es el mejor regalo que puede hacer un amigo: una buena selección musical. Yo llevo ya dos semanas escuchando sin pausa la que me hizo Hervás, que es una auténtica obra de arte. La selección es un arte en sí. Yo recuerdo, por ejemplo, que quedé muy satisfecho de mis subrayados a Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, de Safranski: se trata, sin duda, de una obra maestra (¡mía!) del subrayado. Pues con esta selección musical de Hervás pasa lo mismo: es una obra maestra. Los temas fluyen con una lógica inexorable, enriqueciéndose los unos a los otros y conformando una atmósfera coherente y seductora. Es una genuina suite fabricada para el gozo de la sensibilidad. He decidido copiar aquí el listado para que cada cual pueda fabricarse su CD, si quiere. En sentido estricto, es como si yo pusiera a Hervás a hacer de dj para mis lectores. La selección, titulada Best of 2006, la hizo de entre los discos que se fue comprando el año pasado. Aunque ahora me especifica esto: "no añadí a los Flow ni a Prin' La Lá porque ya los tenías, pero estarían ahí temas como Alma de escarabajo y Date un salto de los primeros y Con Gotas de Limón, de las segundas". En cuanto a la ilustración, hecha por él mismo: se trata de una foto desenfocada... ¡de un pin con la imagen del joven Raphael!

1. Loss Adjuster (Excerpt, Pt. 2) / Jarvis Cocker
2. I Will Kill Again / Jarvis Cocker
3. Where Is My Love / Cat Power
4. The Greatest / Cat Power
5. Broken / Lauren Hoffman
6. Continental 62 / Christina Rosenvinge
7. Blue Monday [Nouvelle Vague] / Mélanie Pain
8. Capable / Najwa Nimri
9. The Killing Moon [Featuring Mélanie Pain] / Nouvelle Vague
10. A Lady Of A Certain Age / The Divine Comedy
11. That Leaving Feeling / Stuart A. Staples
12. Say Something Now / Stuart A. Staples
13. Mr. Ambulance Driver / The Flaming Lips
14. So Down / Limousine
15. You Have Killed Me / Morrissey
16. When The Paint Grow Darker Still / Frank Black
17. In the Time of My Ruin / Frank Black
18. We Should Never Have Children / Absentee
19. Alone Again Or / Matthew Sweet & Susanna Hoffs
20. Claro y meridiano / Grupo De Expertos Solynieve.