31.1.11

Tardes largas

Ha sido como un truco de magia, o de prestidigitación: las tardes eran cortas y ahora vuelven a ser largas. El cambio se ha producido por detrás del pañuelo de las nubes. Después de muchos días grises se ha retirado y, de pronto, nos hemos dado cuenta de que eran más de las seis y aún había sol.

30.1.11

Novela al instante

Esta semana, esperando en Correos, se me brindó una imagen con la que un novelista podría montar eso, una novela. Pero para mi gusto sería una novela demasiado larga, aunque fuese corta; una novela, en cualquier caso, inferior a la imagen. Por eso anoto aquí la imagen y la regalo, aunque también le regalo mi desprecio a quien la tome y la amplifique y le arme alrededor ese engrenaje siempre burdo que es una novela. En la imagen está ya la mejor novela. Hay un personaje que no se ve y que no hace falta inventar. Una mujer, pero no sabemos nada y no tenemos que saber nada. Solo que es una mujer. O ni siquiera eso.

A mi lado había una conversación. Un hombre de unos treinta y cinco años le decía a otro: "...debían de ser empleados eventuales, y se dedicaron a abrir los paquetes. Del mío no sé lo que se llevaron, ahora me dirán lo que queda. Pero fíjate, ¿qué se iban a llevar? Si solo había una Biblia y ropa interior femenina".

29.1.11

Brasil despega

Esto se hunde, pero Brasil despega. Todavía no descarto irme para allá. En realidad no sé por qué no lo hice hace ocho años. En web de la Fundación Juan March ya puede escucharse la conferencia que ha habido esta semana sobre su desarrollo económico, con gráficos en pdf. Yo esas cifras casi no las entiendo, pero las sensualizo: me suenan como el tintineo de un collar de oro en el pecho de una mulata. Sí, cualquier día de estos me voy.

28.1.11

Destrucción de la destrucción

No estoy de acuerdo con lo que escribió mi ex fan Lindo el miércoles en El País: cuando lo que se hace es un bodrio, criticarlo (y hasta destruirlo) es superior a hacerlo. La frase que cita de Valéry está muy bien: "la horrible facilidad de destruir". Pero Machado tiene una mejor: "Entre el hacer las cosas bien y el hacerlas mal, está el no hacerlas". La crítica busca reestablecer este equilibrio. Un ejemplo: por mucho esfuerzo que le haya costado a Paulo Coelho escribir un libro, mandar ese libro a la mierda es superior a haberlo escrito. Cribar bibliotecas es una tarea más creativa y positiva que atiborrarlas de libros fatuos... salvo que se tenga del hacer, claro está, una concepción burocrática, oficinesca: el rellenar folios como mérito en sí. (Y no hablo de su caso, porque ella escribe buenas páginas; sino de esa concepción.)

27.1.11

El factor tiempo

Buena columna de Arcadi Espada sobre el buen reportaje de Patrick Symmes aparecido en Letras Libres: "Treinta días viviendo como un cubano". Solo quisiera añadir algo que no aparece (que quizá no puede aparecer) en el reportaje ni en la columna: el factor tiempo. Escribe Espada:
Tal vez lo más atroz de lo que le pasa no esté en el estómago ni en ninguna otra experiencia crudamente sensorial. Es el tiempo. Con 15 dólares en el bolsillo el tiempo no pasa; de tal modo que uno tiene la conciencia constante de que se va muriendo.
Sí, existe ese tiempo del momento, de la jornada. Pero hay otro más importante: el que no se termina. En este tipo de reportajes el autor puede introducirse en todos los aspectos de la vida que ha ido a investigar; salvo en uno: la conciencia de que esa vida es una condena sin plazo. Symmes sabe que su experiencia lo tiene. Tal día se terminará: su tiempo es un tiempo con horizonte. Hemos leído historias de príncipes, o de actores de Hollywood, que han decidido pasar unos días a la intemperie, para saber "cómo vive" el que vive a la intemperie. Pero de ese safari se le escapará la pieza más importante: el machacamiento de todos los días que ya fueron así, y de todos los que seguirán siendo así; sin posibilidad posterior de palacio o de jacuzzi. No se puede, pues, como se presenta el reportaje de Symmes, "vivir un mes en esas mismas condiciones": porque esa acotación del tiempo elimina la condición principal.

[Publicado en Penúltimos Días]

26.1.11

Hobbes y el carril bici

No puedo quedarme sin completar lo anterior. Ahora los fumadores están perseguidos, pero durante décadas ejercieron su tiranía sin contemplaciones. Atufaron lo que pudieron. A mí me resultaban particularmente desagradables en el desayuno. Estabas desayunando en la barra de un bar, se te plantaba un fumador y tenías que tragarte su humo con el café. En aquel tiempo se bromeaba sobre la viejecita que se ponía a toser antes de que el fumador encendiera su cigarrillo. Pero lo cierto es que aquella viejecita tenía razón, porque iba a terminar tosiendo justo por esa causa. La cuestión es que últimamente se iba alcanzando un equilibrio. Los fumadores habían comenzado a comedirse. Y entonces, ante su debilidad, han saltado los antifumadores a jorobarlos como ellos los habían jorobado. He recordado de nuevo este aforismo de Cioran: "Por las víctimas hay que tener una piedad sin esperanza".

Se impone Cioran, y se impone Hobbes. Todo es una lucha de poder. En Málaga se aprecia ahora también con el carril bici. El ciclista ha sido siempre el débil. Metido en la carretera, lo despreciaban los automovilistas, los motoristas, los camioneros. Ahora le han puesto el carril bici y va por él como loco, haciendo con el peatón lo que los coches hicieron con él. Compadezcamos, pues, al débil, pero solo en tanto que es débil; sabiendo que, en cuanto logre salir de su estado, será un cabrón como los demás.

25.1.11

Trampa para malsines

Me cuenta un amigo profesor de instituto el show ahora de los profesores persiguiendo a los alumnos para que no fumen, y de su búsqueda después de lugares ocultos en los que fumar. Un país machacado, entre otras cosas por la acción de este Gobierno, y este Gobierno empeñado en estropear aún más la vida en este país. Lo más asombroso es la docilidad de la población: sus tragaderas. Salvo unos cuantos casos (¡aislados!), no ha rechistado nadie. Es la abyecta masa: la que nos encasquetó a ZP y nos encasquetará a Rajoy, esos dos políticos que son peores que Franco por el simple detalle biológico de que siguen vivos (una vez que se mueran, reajustaremos el escalafón).

En este lodazal Francisco Rico, en su semana petrarquista, escribió un artículo que acababa, según supo ver Mercutio, con una posdata-trampa. Decía en ella: "en mi vida he fumado un solo cigarrillo". No se trataba propiamente de mentir, puesto que se sabe de sobra que Rico es fumador; sino de eso: poner una trampa. En el propio artículo aparecía la definición de malsín: el que "de secreto avisa a la justicia de algunos delitos con mala intención y por su propio interés". Su trampa fue un éxito y proliferaron los malsines, que corrieron a chivarse de que Rico fuma.

Un poco campanudamente he pensado estos días que el humo que se ha ido es el humo de la libertad. En las tertulias de ahora nadie fuma y todos vociferan al unísono, según la ideología de la cadena en la que estén. La primera tertulia, sin embargo, la que tuvo Balbín en Antena 3 Radio a finales de los ochenta, era un paraíso de la discrepancia. Mantenía el espíritu de su programa televisivo La Clave, uno de los espacios donde se forjó la Transición, con el que yo me eduqué intelectualmente, y que era en sí mismo un anticipo de la radio: porque de los participantes, tapados por el espeso humo que emanaban, solo se conocía la voz.



También en Buenas noches y buena suerte el humo salía de la misma boca que defendía la libertad. Murrow atacaba la Caza de Brujas sin sospechar que hoy sería víctima de la caza de brujas de los antitabaco. No deja de ser un sarcasmo que el presidente que iba a imponer esta ley utilizara la frase de la película para despedir el último debate electoral, que ganó. Verle hoy espeluzna.



* * *
PS. Me manda mi amigo esta puntualización: "El que a los alumnos se les persiga y sancione por fumar en los centros no es una novedad. Lo nuevo es que fumen junto a la puerta –mientras los profesores fumadores se alejan unos metros– y esa conducta sea sancionable con una multa y, sin embargo, si son sorprendidos realizando la misma conducta en el interior del centro, no se les pueda imponer la misma sanción. De cualquier forma es todo de una imbecilidad considerable".

24.1.11

Venderse

Mi amiga Berta González de Vega escribió la semana pasada unas cosas muy bonitas sobre mí en su columna de la edición malagueña de El Mundo. Saramaguianamente (propongo que al egosurfing se le llame en nuestro idioma saramaguear) la enlazo aquí. Con esto ya tienen mis fans provechosa lectura para hoy. Pero quisiera aclarar algo: en mí lo de "no venderse" no es una virtud, sino un defecto. No lo hago (no lo he hecho hasta ahora) porque no sé: me falta esa habilidad. Yo soy un defensor del comercio, como Escohotado. Solo que, para las transacciones, como yo no voy al mercado, al mercado no le va a quedar más remedio que venir a mí. Estoy abierto a las ofertas. Anhelaría ser un hombre fácil.

19.1.11

Cumpleaños negro

La semana pasada leí una idea buenísima, parece que de Auden: "año tras año vamos pasando por el aniversario de nuestra muerte". A esa fecha podríamos llamarla cumpleaños negro, y es posible rememorarla en la vida de los diaristas una vez que se ha producido. Eso hice cuando murió Jünger, el 17 de febrero de 1998. Dos días después, anoté esto en mi diario:

(19-II-1998) Me he fumado un Dunhill en la Biblioteca en homenaje a Jünger. Luego he releído atentamente el prólogo de Radiaciones –exaltación: “Una frase sin tacha causa desde luego efectos que van mucho más allá del placer que en sí misma proporciona. En la plasmación de una de esas frases está viva, aunque el lenguaje envejezca, una distribución de luz y sombra, un delicadísimo equilibrio que se extiende luego a las demás zonas”.

Anoche estuve consultando también en sus diarios todas las anotaciones del 17 de febrero. Encontré que son escasas, pero significativas. Justo por esa fecha inicia o concluye sus apartados: el 18 de febrero de 1941 empieza el Primer diario de París; el 17 de febrero de 1943 termina sus Anotaciones del Cáucaso, y dos días después inicia el Segundo diario de París. Las tres únicas anotaciones del 17 de febrero son las de los años 1942, 1943 y 1968. En la de 1942 es donde se hace esta conocida e importante afirmación: “En lo más hondo el estilo se basa precisamente en la justicia. Sólo el hombre justo es capaz también de saber cómo hay que sopesar la palabra, cómo hay que sopesar la frase. Por esta razón a las mejores plumas no se las verá nunca al servicio de una mala causa”. La de 1943 empieza: “Tras varias semanas de tiempo borrascoso y lluvioso hoy brilla esplendorosamente el sol”. Y termina con aquella emocionante reflexión sobre la conservación de los manuscritos: “Cuando se piensa en lo muy difícil que resulta encontrar un escondite adecuado, causan asombro las cantidades de documentos antiguos que han llegado hasta nosotros a través de las mudanzas de los tiempos”. Por último, en la anotación de 1968 Jünger refiere un sueño en que es quemado por la Inquisición y anhela que, para presenciar el acontecimiento, se reúna mucha gente, “también fotógrafos y periodistas de revistas sensacionalistas”. Una vez despierto, asiste durante esa jornada a una exposición sobre la Danza de la muerte, y para terminar recuerda un canto de Johann Timotheus Hermes que dice así: “De lejos he divisado, / Señor, tu trono...”. En una nota a pie de página, el traductor nos remite a otra anotación anterior, donde Jünger reflexiona sobre este mismo canto y cita algunos más de sus versos:
Desde lejos, Señor,
he divisado tu trono,
y me hubiera gustado
enviar por delante mi corazón,
y me hubiera gustado entregarte a ti,
creador de los espíritus, mi cansada vida.
Mientras buscaba estos pasajes, me ha estremecido pensar que al autor de diarios le está vedado leer su obra de ese modo: fijándose sólo en las anotaciones que llevan la misma fecha que su muerte.

18.1.11

El laurel de Petrarca

De las amenas, aunque atildadas, conferencias de Francisco Rico sobre Petrarca en la Fundación Juan March, me quedo con lo que contó (en la primera) del laurel. Cuando Petrarca lo recibió, en su coronación como poeta de 1341, a sus treinta y seis años, no había escrito nada destacable. Lo obtuvo por sus influencias, por sus intrigas. Esa fue la razón, no sus méritos: el propio Dante no lo había conseguido. Sin duda lo hizo para que su vida rimase con el símbolo de Laura, que extenuaría después en el Cancionero. Pero entonces, según Rico, ante esa conciencia de la vanidad de los honores, fue cuando Petrarca cambió de rumbo. Puede decirse que el balance de su vida fue el merecimiento del laurel. En su posteridad lo hemos visto siempre laureado, y no rechinaba la imagen. Fue su esfuerzo. Como en la famosa anécdota de Gertrude Stein, se quiso parecer a su retrato. Por otra parte, según escribió Borges al final de su "Emma Zunz", lo fundamental es auténtico, solo hay que reordenar un par de circunstancias.

16.1.11

15.1.11

Última entrevista a Bayón

He encontrado en internet el vídeo de una entrevista a Félix Bayón. Se la hicieron en TV3 el 3 de abril de 2006 y probablemente fue la última, porque Bayón murió doce días más tarde. Se habla de la corrupción de Marbella (contra la que se había actuado al fin) y de la novela que acababa de publicar Bayón, De un mal golpe. La literatura suele llegar tarde; pero en este caso la carrera estaba ganada: Bayón no solo tenía la velocidad del periodista, sino que nuestra Justicia llega tarde siempre, cuando llega. La entrevista no tiene desperdicio.

13.1.11

Un lugar pequeño

Acabo de detectar el problema de algunos escritores: aman demasiado la literatura. El excesivo amor a la literatura le pone un cerco a la página: hace de ella un buen lugar; pero un lugar, en fin de cuentas, pequeño.

6.1.11

Contra la ironía

Concluyó la encuesta en que les propuse a ustedes, lectores, que fuesen mis timoneles estético-psicológicos. A la pregunta de si debo aumentar mi amabilidad y reducir mi ironía (o mi sarcasmo), estos fueron los resultados:
: 8 votos (10%).
No: 37 votos (46%).
No le toques ya más, que así es la rosa: 34 votos (43%).
La segunda respuesta-tipo estaba mal formulada, aunque se desprendía su significado por contraste con la tercera: no solo no debo aumentar mi amabilidad y reducir mi ironía, sino que debo aumentar mi ironía y (quizá) reducir mi amabilidad. Esta es la que ha ganado, seguida muy de cerca por la tercera, que apuntaba en la misma dirección. No cabe duda de que a ustedes les gusta el espectáculo; y, como todos los fans, quisieran mantener embalsamado a su ídolo. Mi amiga Jarttita lo resumió muy bien: "Si eliminas la ironía, ¿en qué te quedas?". Paradójicamente (¡irónicamente!), me reveló ahí una vía de santidad: la vía a la inexistencia, que ha sido siempre la verdadera santidad laica. Otros dos amigos, en cambio, se salieron de la corriente y me recomendaron lo contrario: uno (Josepepe) que aumentase mi amabilidad y otro (Bil) que redujese mi ironía. Este me remitió a un texto de Rilke que había puesto tiempo atrás en su blog:
En primer lugar, algo acerca de la ironía. No se deje dominar por ella, y menos que en cualquier otra ocasión, en los momentos de esterilidad. En los que sean fecundos, procure aprovecharla como un medio más para comprender la vida. Empleada con pureza, también la ironía es pura, y no hay por qué avergonzarse de ella. Pero si usted siente que le es ya demasiado familiar y teme su creciente intimidad, vuélvase entonces hacia grandes y serios asuntos, ante los cuales ella quedará siempre pequeña y desamparada. Busque la profundidad de las cosas: hasta allí nunca logra descender la ironía... Y cuando la haya llevado así al borde de lo sublime, averigüe al mismo tiempo si ese modo de entender la vida brota de una necesidad propia y esencial. Pues entonces, bajo el influjo de las cosas serias, acabará por desprenderse de usted –si es algo meramente accidental–; o bien –si es que realmente le pertenece como algo innato– cobrará fuerza, y se convertirá en un instrumento serio para incluirse entre los medios con que usted habrá de plasmar su arte.
Es una reflexión poderosa, y creo que en el fondo certera. Pero algo no me convence. Debe de ser por lo mismo por lo que Rilke nunca me ha llegado del todo: me incomoda en él un exceso de seriedad; un como apretar la boca para que no se escape ninguna sonrisa. Aunque admito que esto pueda deberse a que no me merezco a Rilke. Tal es mi circunstancia ahora: cuando el globo de infla demasiado, siento la necesidad de pincharlo. Eso sí: encuentro ganancia metafísica en ello. A la famosa aletheia hay que liberarla del hormigonado que la constriñe; tanto el ortodóxico como el heterodóxico. Encuentro que hay truco en todo trascendentalismo que no parte de la ironía; como me huele a chamusquina toda afirmación que no se haya levantado desde el nihilismo. La ironía y el nihilismo son nuestro suelo.

* * *
(8-I) Josepepe ha añadido una reflexión.

2.1.11

Año nuevo filosófico

Ayer, con la invasión de los unos (1-1-11), se inauguró un blog filosófico que promete ser espléndido: Pensar Libre. Su lema es "Antídotos contra la pereza mental" y escribirán en él Francisco Lapuerta (miércoles y sábados), Jorge Mínguez (martes y viernes) y Juan Antonio Rivera (jueves y domingos). Sus perfiles se encuentran aquí; y aquí los propósitos de sus respectivos blogs (que son blogs dentro del blog). En el post de su primer sábado, Lapuerta nos promete un recorrido de la mano de Schopenhauer; y hoy domingo Rivera inicia una reflexión sobre las líneas brillantes que proyectamos sobre el calendario.

Cuando yo era estudiante quise simultanear Filosofía y Periodismo, pero no pude hacerlo por un descuido burocrático. Aquel verano en que daba por hecho la doble matriculación, lo pasé repitiendo la broma de que iba a ocuparme de la realidad sub specie temporis (Periodismo) y sub specie aeternitatis (Filosofía). Ahora que me he enfrascado en mi cura de actualidad, me viene de perlas esta página del amigo Lapuerta y sus amigos.

1.1.11

Viaje al extranjero


Chema Cobo (felicitacion 2011)

Este año que viene, será duro. Pero yo me enteraré en la calle, o por lo que me vayan contando: he decidido no leer ni un solo periódico ni a ningún columnista ni ningún blog de actualidad, ni escuchar ninguna tertulia radiofónica ni ningún informativo, ni por supuesto ver telediarios. Quiero aprovecharme del privilegio de no ser periodista; de mi no obligación de estar pendiente. Será como viajar al extranjero; como cuando en Río abría la prensa y saltaban trifulcas que no me concernían. Aquí me conciernen y me disparo, por eso voy a someterme a un semestre (en principio será un semestre) de enfriamiento. En el librito de cartas de Duchamp viene esta declaración que ya me gustaba de antes:
para mí hay algo más que , no e indiferente–. Es, por ejemplo, la ausencia de investigaciones de este tipo.
Y en Crepúsculo de los ídolos, Nietzsche establece como tarea preliminar para una "cultura aristocrática":
Aprender a ver – habituar el ojo a la calma, a la paciencia, a dejar-que-las-cosas-se-nos-acerquen; aprender a aplazar el juicio, a rodear y a abarcar el caso particular desde todos los lados. Ésta es la primera enseñanza preliminar para la espiritualidad: no reaccionar enseguida a un estímulo, sino controlar los instintos que ponen obstáculos, que aíslan.
Con esto de internet llevo ya demasiados años de opinador, gratuitamente. Se acabó, por un tiempo prudencial.