14.11.25

El aspecto lidibinoso de la Transición

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 2:47]
 
Buenas noches. No he leído las memorias de Isabel Preysler ni las del exrey Juan Carlos, porque yo (¡excusadme!) soy un lector hedónico. Pero sí las he rastreado, cruzándolas, con un propósito: atisbar si hubo hueco para que la reina de corazones y el rey de España tuvieran algo, un alguito. Preysler sí menciona varios encuentros con el monarca, pero en ocasiones públicas, cacerías y cosas así. Él, en cambio, no la menciona. Aunque tampoco menciona a Bárbara Rey. En fin, que no hay nada, pero a mi imaginación le habría gustado que sí. ¡Soy un sentimental! Ya que estoy aquí me gustaría hacer un comentario sobre el aspecto libidinoso de la Transición. Esto me lo hizo ver hace tiempo el novelista Juan Francisco Ferré, quien acaba de publicar en Anagrama Todas las hijas de la casa de mi padre, en que los personajes se ven afectados por las transiciones, también eróticas, de la Transición. Su narradora es una chica que transita maravillosamente hacia el lesbianismo; pero desde el punto de vista de un chico como yo (heterosexual, qué le vamos a hacer) se daba algo delicioso, aunque lo supimos más tarde. Resulta que nuestro objeto de deseo era el mismo que el de don Juan Carlos: Bárbara Rey. En mi caso, ella fue la primera mujer que vi desnuda, en algún Interviú distraído a los adultos. Pese a la democracia, se observaba una rígida jerarquía, digna de un bajorrelieve asirio. Los adolescentes le dábamos salida a nuestra pulsión con "la manito", mientras que nuestro rey lo hacía con toda su realeza. Pero era bello pertenecer a una misma comunidad de intereses sexuales. Sí, la Transición tuvo un indudable componente libidinoso... y eso engrasó (¡lubrificó!) la maquinaria democrática, dando aquella hija de penalty y al mismo tiempo querida: ¡la Constitución!