17.11.24

La neurosis en la maleta

[Montanoscopia]  
 
1. Pesadísimo día en Málaga con la lluvia y las inundaciones. Pero todo estaba controlado, salvo los cuatro majaretas malagueños que no podían faltar en la calle. Desde fuera, sin embargo, era peor: nos veían como a valencianos en peligro. Por eso no cesaban de preguntarnos angustiados. Al cuarto o al quinto me di cuenta de que la angustia me la provocaban, bienintencionadamente, ellos.  
 
2. Pasé el día en mi gabinete elevado, oyendo la lluvia, viendo los vídeos de Málaga por internet, escribiendo sobre el último libro de Arias Maldonado y leyendo Casi de Bustos. Este se había quedado sepultado en el montón de los pendientes, pero cuando le dieron el Cervantes a Pombo le pregunté una cosa a Bustos y me acordé del libro. Al final no hubiera podido encontrar mejor momento de leerlo que el día lúgubre. Es un buen libro: limpio, con el tono adecuado y la realidad (cruda) recogida en las palabras acertadas. Volví a fijarme en eso que me viene interesando últimamente, cuando se da (no suele suceder): la imaginación expresiva. Es esto, y no la ficción, lo que distingue a la literatura.  
 
3. Mazón es un cadáver político y su putrefacción va afectando a Feijóo, que no lo suelta. Supongo que, en sus cálculos políticos, no quiere perder la Generalitat valenciana. Pero debería entregarla: cortar por lo sano. Es la historia de La pata de la raposa, de la que escribió Pérez de Ayala: la raposa (o zorra) que se roe a sí misma la pata atrapada en el cepo. Pero Feijóo no es una zorra, ni siquiera un zorro. Zorros son los psocialistas, unos genios en el arte de sacarles beneficio electoral a decenas de muertos. Lo han vuelto a hacer. (Los peperos, con Feijóo, también lo intentaron, claro; pero a ellos no les sale.)  
 
4. Wert sobre Puente: "No termino de ver esto de convertir en estadista cruce de Churchill y Adenauer a un miembro del Gobierno sólo por limitarse a hacer su trabajo por primera vez desde que fue nombrado". Es por pura comparación consigo mismo. Puente estableció su standard, Puente lo rebasa.  
 
5. "Pensé que eras de izquierdas", me recrimina uno por criticar a Sánchez. Así lo ven: uno es de izquierdas o de derechas no por las ideas, sino por la obediencia partidista. El capricho de cada líder es lo que marca qué es de izquierdas o qué de derechas. Aunque sea de hecho, respectivamente, de derechas o de izquierdas. Aquí resalta una vez más la tradición ovejuna española: su catolicismo, su clericalismo, su obediencia al que manda. El pensamiento crítico (no lo que ahora se entiende por tal, que es otra forma de beatería, sino el ilustrado) siempre fue una flor rara en este pedregal. El que se atreve a practicarlo nunca deja de recibir, precisamente, su pedrada. 
 
 6. Miren Arzalluz: ejemplar puro de la raza. Una rubia sofisticada, con carácter y conocimientos. Su padre le allanó el camino, empeorándoles la vida a los maketos
 
 7. Nuestros antifascistas tienen una entrañable peculiaridad: huelen fascismo en algún lado y no se dan cuenta de que es en ellos mismos donde lo huelen. Al fin y al cabo, son antifascistas de una democracia. De igual modo, detectan toxicidad en Twitter e ignoran que ellos mismos la producen (unos descarnadamente; otros embadurnada en cursilería y sentimentalismo). Ahora se van de Twitter huyendo de la toxicidad. Naturalmente, la acarrearán allá donde se instalen. Me recuerdan a los neuróticos que se van de viaje para escapar de su neurosis; neurosis que, como decía un psicoanalista, es lo primero que meten en la maleta. 
 
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14.11.24

Mapa completo de la posverdad

Los amigos catacumbistas decimos, medio en broma, medio en serio, que Málaga es la Nueva Atenas. Antonio Diéguez y Manuel Arias Maldonado parecen empeñados en probar que va en serio: todos los años publican algún libro y este 2024 llevan dos por cabeza. A los que hay que sumar el de Manuel Toscano, Contra Babel. Ensayo sobre el valor de las lenguas (Athenaica). Los de Diéguez son La ciencia en cuestión. Disenso, negación y objetividad (Herder) y Pensar la tecnología. Una guía para comprender el desarrollo tecnológico actual (Shackleton), del que escribí en mi última Montanoscopia. Y los de Arias Maldonado, Ficción fatal. Ensayo sobre 'Vertigo' (Taurus) y (Pos)verdad y democracia (Página Indómita). En este último, que acaba de llegar a las librerías, me detengo.
 
El regreso de Arias Maldonado a Página Indómita culmina el ciclo que inició en 2016 con la publicación en la misma editorial de la influyente La democracia sentimental. Entre tanto, el autor ha iluminado con su reflector epistémico, potenciado por su admirable integridad intelectual, variadas cuestiones desde el punto de vista del pensamiento politico: Antropoceno (2018), (Fe)Male Gaze (2019), Nostalgia del soberano (2020), Desde las ruinas del futuro (2020) y Abecedario democrático (2021).
 
En (Pos)verdad y democracia estudia la candente posverdad, los bulos, las fake news y su incidencia en la deriva iliberal de las democracias llamadas liberales. El rigor le impone a Arias Maldonado el análisis previo de qué sea la verdad, o los diferentes tipos de verdades, entrando de lleno en la problemática de la filosofía contemporánea. Su conclusión es que el descrédito de una supuesta verdad fuerte, ahistórica, encuentra en el pluralismo el marco adecuado para la búsqueda de verdades que se saben frágiles.
 
Por otro lado, su consideración realista de la lucha por el poder, con las artimañas no prioritariamente veraces de los partidos, y el componente emocional que prima en el electorado, le hace escéptico a la hora de pensar que la verdad pueda ser respetada en el juego político. No obstante, considera que la democracia no puede desentenderse, por un lado, de un horizonte de veracidad, para que haya algo parecido a una conversación pública; ni, por el otro, de un fundamento factual, para que los aspectos materiales al menos funcionen.
 
Lo más original del libro (estoy resumiendo abruptamente lo que es rico y matizado) es su resistencia a las inercias vigentes, que están siendo aceptadas sin más. El análisis de Arias Maldonado nos muestra que la posverdad ha existido siempre. Lo único nuevo es el nombre, y la potencia que ha adquirido por la digitalización. Esta, por otro lado, lo que nos ha permitido es saber en qué consistía realmente la opinión pública.
 
Pero lo más oxigenante, la prueba de la honestidad (valiente) de Arias Maldonado, es que muestra lo que suelen escamotear nuestros politólogos. Casi todos estos, por ideología, sectarismo o interés, dan ejemplos sesgados cuando analizan asuntos como la posverdad (y tantos otros). Es un gustazo ver, cuando son pertinentes las comparaciones, el procés junto al Brexit, el populismo de izquierdas junto al de derechas o Sánchez junto a Trump. De este modo, contra lo acostumbrado, (Pos)verdad y democracia ofrece el mapa completo: siempre ajustado a los datos y con el respaldo de una bibliografía exhaustiva.
 
Al final del libro (no sé si esto es un spoiler) comparece una figura que ya conocimos en La democracia sentimental. Escribe Arias Maldonado: "al ironista melancólico, hijo natural de la democracia liberal tardía que ha aprendido a tomar distancia sin por ello abandonar la escena, solo le queda seguir intentándolo. Y es su deber hacerlo".
 
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13.11.24

Este jueves en Sevilla


¡¡¡SUSPENDIDO!!! Está cortada la comunicación desde Málaga. Avisaré nueva fecha. Mis disculpas!

10.11.24

El sexo será robótico o no será

[Montanoscopia] 

1. No soy creyente y la fe se desprendió de mí como una hoja seca sin ocasionarme ningún trauma. Soy pagano, nietzscheano, y no echo de menos la religión. Pero en El tiempo de los lirios, el gran libro de Vicente Valero en que se sigue las huellas de san Francisco de Asís por la Umbría italiana, pendiente de su arte y su naturaleza, se acierta a plantear el asunto en otros términos: "En fin, ¿quién, si ha tenido una infancia católica, no piensa muchas veces en ella mientras pasea tranquilamente por las calles de Roma? ¿Y quién no ha acabado también preguntándose alguna vez si perder la fe significó en verdad entrar en razón y un acto de madurez, o simplemente una consecuencia más de la desidia y el aturdimiento con que inauguramos la edad adulta?". 

2. Pasado el enojoso momento de la responsabilidad, saldado con 220 muertos, 50 desaparecidos, devastación y ruina, nuestros políticos (del PP y del PSOE, más sus periodistas afines, que no hacen periodismo sino política por otros medios) ya están en su salsa: acusándose mutuamente de irresponsabilidad. En esto pueden estar tranquilos, porque todos tienen razón. 

3. Me lamentaba de que se hubiera pasado el tiempo de los chistes sobre Errejón (¡duró tan poco!), cuando Mercutio dijo algo genial: "Errejón hasta está fuera de los chistes. Errejón ya está con los enanos, los gangosos y los de Lepe". 

4. Pablo Iglesias tras la victoria de Trump: "Toca radicalizarse". ¿Cómo piensa hacerlo? ¿Quemando su chalet? 

5. Catalanes que se tragaron todo el procés sin chistar hablan ahora de la amenaza nazi que se cierne sobre Estados Unidos. El ser humano es básicamente una parodia. Y el ser humano catalán no digamos. 

6. Nuestros trumpistas, que no sé de dónde sacan la visión tan alta que tienen de sí mismos, se ríen de la histeria de los antitrumpistas perdedores. Se olvidan de la histeria de cuando los perdedores fueron ellos, con aquel risible bisonte. 

7. Lo de nuestro liberalismo rendido a Mr. Aranceles es de no creer. Falta de honestidad intelectual (¡político-intelectual!) por todos los flancos. 

8. La editorial Shackleton publica el libro que Antonio Diéguez, catedrático de Filosofía de la Ciencia por la Universidad de Málaga, escribió durante una estancia en Oxford: Pensar la tecnología. Una guía para comprender filosóficamente el desarrollo tecnológico actual. Es su segundo libro este año; del primero, La ciencia en cuestión, escribí aquí. En Pensar la tecnología el lector no echará en falta ninguno de los grandes (y a veces graves) asuntos tecnológicos de hoy, de la inteligencia artificial a la biotecnología, pasando por las implicaciones de la tecnología para la democracia o el cambio climático; en todos combinando los análisis y las reflexiones con los ejemplos. Por estos últimos, la lectura resulta muy plástica. Resalto el equilibrio del libro, que no es ni apocalíptico ni tecnoutópico, sino crítico con ambos extremos y desarrollado con un pensamiento propio, de carácter abierto, bien fundado en las investigaciones científicas y en los datos empíricos. Se trata de una obra ejemplarmente antidogmática. Hay dos sintagmas de la introducción que dan las claves de su tono. En uno dice Diéguez que se propone "decir algo bien medido". En otro, que su objetivo es "arrojar algo de luz". La apariencia modesta de ambos sintagmas no puede ocultar una noble ambición, para mí plenamente cumplida. 

9. En la presentación de Pensar la tecnología en Málaga le pregunté a Diéguez por los robots sexuales. Luego le wasapeé a otro amigo que mi vida es ya solo un esperar a que estén operativos los robots sexuales. Tuvimos este dialoguillo a partir de su respuesta: 
    –Necesitamos satisfayers con perspectiva machista. 
    –Somos Dantes que ya solo esperan su Beatriz satisfayer. 
    –El dolce stil nuovo del sexo. 
    –El romanticismo nos ha conducido a la robótica. 
    –El sexo será robótico o no será. 

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8.11.24

La Naturaleza es Donald Trump

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:13:06
 
Buenas noches. El amor por la Naturaleza, con ene mayúscula, ha hecho que se la considere una especie de mascota gigante, de mascota total. Es como si el planeta entero fuese nuestra mascota y lo llevásemos plácidamente del collar, como un perrito. Pero no, lo que llevamos del collar es un tigre hambriento. Y encima lo del collar es una ilusión: lo llevamos al lado sin collar, dispuesto a devorarnos. Lo más parecido a la Naturaleza sería esa Moby Dick que tanto le gusta a Rafa Latorre: una ballena indomable que viene a por nosotros. Pero la comparación se queda corta. Yo creo que la Naturaleza es Donald Trump: un Donald Trump absoluto, dentro del cual vivimos. Somos piojos en el tupé amarillento de Trump y estamos a expensas de que nos descabalgue de un manotazo, por puro capricho o porque le picamos. Eso es la Naturaleza, eso es Trump. A este se le ha comparado con Nerón, y eso es la Naturaleza también: un Nerón que toca el arpa mientras nos consumen las llamas que él mismo provocó. Quienes aman la Naturaleza es esto, y ninguna otra cosa, lo que aman. Las inundaciones de estos días, incompetencia de los políticos aparte, son obra de la Naturaleza. Está muy bien que cuidemos a los gatitos y que nos encariñemos con nuestras entrañables tortuguitas. Pero que esto no nos haga olvidar que la Naturaleza es una película de terror. No ha faltado quien ha dicho que la Naturaleza simplemente se venga por lo que le hacemos los seres humanos. Pero ahí se ve cómo es la tía: ¡vengativa, despiadada, cruel! Como decían los romanos: Cave canem. Cuidado con el perro. Es decir, ¡cuidado con la Naturaleza! ¡Ese frívolo Nerón que canta mientras ardemos! ¡Ese Donald Trump en cuyo amarillento tupé habitamos!

7.11.24

Lo catastrófico es político

Se solapan catástrofes: naturales, políticas. A la riada de Valencia le sucede, montándose en ella periodísticamente, la victoria de Trump. Los sanchistas dan la nota en unas y en otras. Ellos son también una catástrofe: el peso muerto de España; un tercio permanente del electorado, nada menos. El 23-J del año pasado remataron la catástrofe política española, en la que aún seguimos.

Yo soy antisanchista y soy antitrumpista: las dos cosas simultáneamente, y por los mismos motivos. Soy (con dos o tres en España, no más) la mortadela del sándwich de la Historia. España se ha llenado de ganadores: los ganadores del trumpismo, los ganadores del sanchismo. Los perdedores somos los cuatro mortadelos: los dos socialdemócratas antisanchistas y los dos liberales antitrumpistas que debe de haber como mucho. ¡Unos desgraciados!

El festival ahora, incluso desde el más furibundo antitrumpismo como es el mío, está en las vacas sin cencerro de El País y la Ser: Pepa, Àngels. Si se limitaran a denostar en Trump lo que es exclusivo de Trump... Pero no, denuestan en Trump lo que adoran (¡trumpistamente!) en Sánchez. Dice Pepa calentito sobre Trump que su victoria ha sido un "triunfo de la desinformación" y que las urnas "lo han indultado de todas las mentiras que ha ido contando". Te tienes que reír. A mandíbula batiente.

Pero estábamos en la riada, en la terrible desgracia negligente. "El 98 del 78", como ha dicho Monsalvo. El desagüe (perdón por la proximidad semántica) de todas nuestras incompetencias y miserias. Un desastre a lo grande, porque todo estaba copado ya por los pequeños. Ha sido la cumbre (¡sotánica!) de la "selección adversa" de los políticos españoles de la que hablaba Bayón hace veinte años. Han ido subiendo en los partidos y ocupando todos los puestos de los partidos y sus extremidades institucionales los peores de la sociedad. Los peores en términos absolutos: los más ignorantes, los más zafios, los más inútiles. Los delincuentes civiles.

El patético Mazón del PP, al que por cierto se debe seguramente el renovado mandato de Sánchez, por su saltarín pacto con Vox antes del 23-J, tras las municipales y autonómicas de 2023. El pacto que desató todos los demás, espantando (¡con justicia!) votantes en las generales. Esos son nuestros políticos, del PP, del PSOE y de todos los demás partidos: tipos que solo han demostrado, cuando llegan al poder, que han sabido hacer tres cosas, trepar en el partido (inevitablemente con puñaladas), engañar al electorado y maniobrar para obtener la poltrona. Luego llega la catástrofe y no saben nada. Por eso se acoplan a la catástrofe tan guapamente: es una de las suyas. La destrucción que ocasionan es conjunta.

Y lo del Gobierno, escalofriante. Estas palabras de la ministra de Defensa (se apellida Robles pero es un alcornoque): "Yo no sé si es una emergencia nacional. Estaba centrada en Valencia". Algo en consonancia con las ya tristemente célebres del presidente: "El gobierno central está listo para ayudar [...] Si necesitan más recursos, que los pidan [...] Si no tienen recursos suficientes, que los pidan". Al final, observen la profundidad de la catástrofe, es una cuestión conceptual: el país no es cosa de ellos. Lo de Sánchez es muy fuerte: nadie ha hecho tanto por mandar y nadie ha mandado menos. No pinta nada. Es un figurín, un presidente de escaparate.

Última hora: como señala Máiquez, el Estado ha destinado recursos en plena catástrofe (con calles todavía enfangadas e inutilizadas, comercios y puestos de trabajo arrasados, más de 200 muertos) a detener a los vecinos que le pegaron con un palo al coche del presidente. El trumpismo está aquí.

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4.11.24

En el podcast Prólogos



Los amigos del podcast Prólogos, Marta Suárez y Diego Urteaga, me invitaron el 2 de octubre a la biblioteca Eugenio Trías de Madrid para hablar ante el público allí presente de mis dos libros editados por Sr. Scott: Zona de confort y Oficio pasajero. Justo un mes después está disponible el audio: aquí y en las demás plataformas. (Foto del editor.)

3.11.24

La riada se lo ha llevado todo

[Montanoscopia] 1. La riada se lo ha llevado todo, hasta los chistes sobre Errejón, que empezaban a constituir un pilar de mi cotidianidad. Ahora, como siempre ocurre con las catástrofes cuando no te han tocado directamente, la cotidianidad es justo la cuestión: por un lado, la sombra de la desgracia presente pero lejana en cada uno de nuestros gestos; por el otro, la conciencia de su fragilidad y la fruición que produce su disfrute, aun con aquella sombra. Uno tiene que limpiar de la propia vida el barro, que es lo que harían también las víctimas si pudiesen. Eso sí: con una redoblada conciencia de su provisionalidad. (Y el aliento de la pena.) 

2. Acababa de leer Los extrañados, de Jorge Freire, cuando sucedió la desgracia en Valencia. Me parece el mejor libro del autor hasta ahora, escrito con un estilo sereno y de una rica imaginación expresiva: la clave de la literatura. Creo que Freire se consagra como gran escritor. Sus cuatro retratos son estupendos y originales. El que más me interesaba era el de José Bergamín, por eso, aunque va el segundo, me lo leí al final, tras los de P. G. Wodehouse, Vicente Blasco Ibáñez y Edith Wharton, también muy buenos. Freire destaca el libro de aforismos de Bergamín La cabeza a pájaros. Yo lo leí de adolescente con El cohete y la estrella, editados por Cátedra en un volumen doble y breve. Lo abro y sale este: "El cohete es una caña que piensa con brillantez". Mi favorito es este otro: "¿Para qué saber a qué carta quedarte, si de todos modos no te vas a quedar?". Solía citarlo Fernando Savater, que le dedicó una necrológica preciosa a Bergamín: "Bergamín levanta el vuelo" (recogida en Instrucciones para olvidar el Quijote). Decía Savater: "Es la única persona que he conocido a la que se le podía hacer rabiar con solo darle la razón". Sus últimos años están también en Pisando ceniza, en que Manuel Arroyo-Stephens narraba memorablemente su relación con el escritor. El último episodio es el de su muerte, que tuvo lugar durante las inundaciones del País Vasco de 1983. Bergamín vivía allí y Arroyo cuenta su odisea para llegar al entierro. Me ha gustado la historia complementaria de Freire, con los detalles de los denuestos de Bergamín contra la Transición. Magníficas frases todas (como, en 1978, "la coronación referenduménica constitucional que al parecer se nos impone a los españoles tramposamente"), y admirables por lo que tienen de indomables, de intempestivas. Pero lo cierto es que su posición solo le dejaba el aplauso posible de algún ultraderechista y de la izquierda abertzale de ETA: la topología enojosa de no estar con la democracia real. Termina el capítulo de Freire: "La muerte de Bergamín el mediodía del 28 de agosto de 1983 coincide con un temporal de lluvias e inundaciones que hace que la noticia pase inadvertida". Y poco después de mi lectura volvió a ocurrir en Valencia. 

3. Desde el 11-M (malditamente inclusive) nuestras desgracias ya son dobles: tenemos la desgracia en sí más el espectáculo infamante de la lucha partidista, entre políticos, periodistas y la afición en general, por ver si sacan tajada carroñera. El estómago le pide a uno que otra riada se los lleve a todos. Pero por fortuna se impone la razón y cambia el anhelo: que sigan vivos, abandonados a su ser, condenados a su miseria. Como hizo Cioran una noche con una cucaracha. 

4. La riada se ha llevado de paso el Estado de las autonomías, que es nuestro Estado: no funciona. Fin del ciclo virtuoso de la Transición. 

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30.10.24

Un premio fruto del chapapote

El ministro Urtasun elimina el premio nacional de Tauromaquia y le da (lo da él, técnicamente) el de las Letras Españolas a Manuel Rivas, que del arte literario solo conoce el descabello. El socavón de calidad es tan abrumador que constituye un escándalo, también político. Muy en la línea de este Gobierno, por otra parte.

Un premio que aún no han recibido Félix de Azúa, Fernando Savater ni Andrés Trapiello, los mejores prosistas españoles vivos, los tres con más de setenta años, lo recibe uno con menos de esa edad cuyo uniquísimo mérito literario es haber acertado a poner la palabra "ornitorrinco" al final de un cuento. Bueno, esto es lo que había en mi memoria. Consulto el libro, ¿Qué me quieres, amor?, y lo que dice es: "¡Sapo! ¡Tilonorrinco! ¡Iris!". Vale también. Son las palabras que el maestro republicano le enseñó al niño y que el niño le grita como insultos, integrado en la turba, cuando se lo llevan preso en el camión. Por lo demás, en la adaptación al cine, La lengua de las mariposas, lo suprimieron. La película (dirigida por José Luis Cuerda con guión de Rafael Azcona) es mala (salvo en la interpretación de Fernando Fernán Gómez), el cuento es malo, el libro es malo y la literatura toda de Rivas es mala. De hecho, no creo que sea ni literatura, sino un subproducto sentimental trufado de ideología torticera. Por esto, por la ideología torticera, lo ha premiado Urtasun, naturalmente.

Pongo las cartas sobre la mesa, para que mi cretinismo relumbre: de Rivas solo he leído ¿Qué me quieres, amor?, y en la traducción del gallego al castellano. Luego solo he picoteado otros libros suyos, sin que nada me hiciera intuir que mereciera la pena leerlos. Mi juicio sobre su obra, además de tajante, es infalible y se fundamenta en mi asombrosa capacidad de establecer el valor de un autor (funciona mejor con los malos) por ósmosis.

Sí he leído sus artículos en El País, hasta que dejé de leerlos: uno tiene que cuidar con la edad su salud, sobre todo la moral. La bilis disfrazada de miel de sus artículos, el runrún lánguidamente galleguiño con un puro propósito inquisitorial, esa plasta tan autocomplaciente de sentimentalismo sectario, me sentaban mal. Todo tenía un enfoque partidista, para atacar al PP. Si te dibujaba un crepúsculo bellísimo desde la Costa da Morte, lo cruzaba una gaviota con cara de Aznar a la que había que escupirle. En el chapapote se cumplió el tipo, como escritor y como todo. Fue su cumbre, el chapapote. (De aquel chapapote viene sin duda el lodo de su premio.)

Siempre recordaré (lo escribí en mi blog –ya lo quité– en 2008) el día en que unos jóvenes antidemócratas atacaron a María San Gil en la Universidad de Santiago de Compostela. Tras intentar pegarle (lograron herir a un escolta), la insultaron y le gritaron: "Ojalá te mate ETA". Esos energúmenos, estudiantes gallegos, eran hijos putativos de Suso de Toro y Rivas, entre otros: emulsiones de su chapapote moral. Esperé con morbo la columna de Rivas de aquella semana, para ver cómo este campeón antifascista no hablaba de lo fascistas que le habían salido sus hijos putativos... Como era previsible, ni mu del asunto. En vez de ello, sus mantras de siempre contra el PP: repetidos sin resquicio, como si tuviera miedo de que se le colase en la mente un airecillo ajeno al dogma.

Pero a mí me da pena que el premio no se lo hayan dado a Suso de Toro: en esa gama, la apuesta de Urtasun hubiera sido más desfachatada aún.

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PD. En el mismo número de The Objective aparece un artículo de Juan Marqués elogioso con mi denostado; lo pongo porque me gusta que sea así (en el periódico la voz de cada cual es una voz entre otras): "Manuel Rivas y el mundo que se oculta en el paisaje".

27.10.24

Errejón y el arrasamiento de la sintaxis de la intimidad

[Montanoscopia]  
 
1. La dimisión de Errejón y su voladura política le ha servido de alivio al Gobierno en una semana nefasta, entre otras cosas, por las informaciones de The Objective sobre la trama corrupta ligada al exministro (y exsecretario de organización del PSOE) Ábalos. Durante unos días solo se ha hablado de Errejón y su conducta sexual. Pero resulta que el partido de Errejón forma parte de la coalición de gobierno. Por lo cual el alivio del Gobierno es a costa de la pérdida de una de sus piezas. Imposible no acordarse del "¡Más madera!" de Groucho Marx: para que siga marchando el tren, hay que ir echando en la caldera trozos de ese tren.  
 
2. Todos los chistes sobre Errejón los he gastado en Twitter (chistes mayormente de pichas: ¡no me pidan inquisición, lo mío es carnaval y vodevil, incorregible frivolidad!). Para aquí me reservo una reflexión sobre el arrasamiento de la sintaxis de la intimidad que ha supuesto el predominio de la ideología. Lo de "lo personal es político" ha devastado lo personal y embrutecido lo político. La incapacidad de Errejón para explicarse, como hemos visto en su tortuosa carta, prueba que el procesamiento ideológico de la realidad es una basura. No vale para comprender ni vale para la vida. El conflicto entre persona y personaje del que habla Errejón se salda, como se ha dicho, con la derrota de la persona en su carta; esta solo acierta a balbucear engrudos ideológicos producidos por su personaje: que si la "subjetividad tóxica", que si el "patriarcado" o el "neoliberalismo"... No ayudan, desde luego, papanatas como Javier Aroca, que insiste en lo del neoliberalismo, u Octavio Salazar, que dice que todos los hombres llevamos un Errejón dentro (generalización insultante que pretende encubrir quizá una confesión propia: ¡sácate a tu Errejón, Salazar!).  
 
3. La precaria sintaxis de la intimidad de estos ignorantes políticos de la nueva política es algo precisamente nuevo: antes no era así. Todavía en los años ochenta, en la izquierda, estuvo la poética de la "otra sentimentalidad" de Luis García Montero y algunos poetas de su generación, que sabían indagar en sí mismos y articular un discurso íntimo (en comunicación con lo público). Y antes la de la generación de los cincuenta, con Jaime Gil de Biedma como gran sintáctico íntimo. Un poco mayor que este era Jorge Semprún, a cuya sintaxis íntima he asistido recientemente con mi lectura de su libro La escritura o la vida y el visionado de la película de Alain Resnais, de la que Semprún hizo el guión, La guerra ha terminado. Es otro mundo. Por estas comparaciones nos podemos hacer cargo de las dimensiones de la devastación.
 
4. Para mí el Ventoux es un monte totémico y leo cuanto puedo sobre él. Hay una curiosa bibliografía, que empieza con la carta en que Petrarca narra su ascenso a pie en el siglo XIV, Subida al Monte Ventoso, y pasa por las crónicas de las gestas (y tragedias) ciclistas en el Tour, como las recogidas en Cumbres de leyenda, de Carlos Arribas, y Plomo en los bolsillos, de Ander Izagirre. Ahora se ha publicado Un ascenso al Mont Ventoux, del naturalista del siglo XIX Jean-Henri Fabre, cuya atención se centra en la vegetación y los insectos de la subida. Una delicia que elogió en su día Gerald Durrell. Junto a este estoy pasando una temporada de felicidad en Corfú, gracias a la serie sobre su familia: Los Durrell. Me la perdí en su día, pero así es mejor, porque la felicidad de entonces ya se hubiese pasado y en cambio la estoy teniendo ahora. 
 
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25.10.24

Contra los hermanos Machado

[La Brújula (Opiniones ultramontanas)] 
 
Buenas noches. A mis hits en La Brújula (reconozco que odiosos, ¡pero así funciono!) de que Tolstói es un piernas y los Beatles son la tuna, añado otro más odioso aún: los Machado son los hermanos Calatrava de la literatura española. Nota para los jóvenes: los hermanos Calatrava eran unos caricatos sin gracia; y encima feos, solo que, como había uno más feo que el otro, este era conocido como "el guapo". Así ha sucedido con los hermanos Machado. Antonio y Manuel son unos piernas (¡tolstoianos!) de la poesía, o mejor dicho, del ripio; pero como Manuel es peor poeta que su hermano, Antonio es conocido como "el bueno". Pero también era malo, y la prueba es que acabó de letrista de Serrat (gracias a lo cual este ha recibido hoy el Princesa de Asturias de las Artes: ¡nunca se premia lo bueno!). La detestable política al menos nos ha permitido durante décadas comernos a uno solo de los Machado, Antonio, exaltado en la Transición por su republicanismo frente al franquista Manuel. La parte pesada es que a Antonio se le tomaba por san Antonio, un poeta obligatorio con el que había que comulgar en la escuela y el instituto, y que le daba nombre a centros culturales, calles, plazas y hasta (como ocurre en Málaga) a paseos marítimos. Ahora, con la exposición esa de Sevilla y la rehabilitación de Manuel, nos vamos a tener que comer a los dos. ¿No querías Machado? ¡Pues toma dos tazas! Los Machado representaban a las dos Españas, y por eso Antonio escribió lo de: "Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios: / uno de los dos Machado / ha de helarte el corazón". Pero ya no es uno de los dos Machado: ¡ahora son los dos Machado! Tan fraternos y cargantes como los Calatrava.