El aprendiz al sol
José Antonio Montano © (jamontano@gmail.com)
23.1.25
19.1.25
Nos esperan cuatro años de gloria cómica
[Montanoscopia]
1. Mañana 20 de enero (día del flechado San Sebastián, patrón de Río de Janeiro, cuyo nombre completo es San Sebastián de Río de Janeiro) comienza la segunda era Trump. En la primera este fue apenas un patán. Hoy es un patán entre patanes, con equivalentes en numerosas naciones, incluida España. En esta nación hay dos figuras estrafalarias: por un lado, el trumpista español; por el otro, el sanchista antitrumpista. Nos esperan cuatro años de gloria (para mí, de gloria cómica).
2. Que tenemos los peores políticos de nuestra democracia es una verdad tan contundente como la de que tenemos el peor electorado de nuestra democracia. Desde el 23-J no hay políticos culpables, sino ciudadanos culpables.
3. A propósito de lo anterior, yo ya solo veo las barrabasadas de los políticos en relación con los votantes que se las consienten. Si estos no se las consintieran, no las harían.
4. Ahora que en España se desmonta el Estado de derecho, va Errejón y llega a él. Una de las termitas que han contribuido a derruirlo lo reclama ante la puerta del juzgado para defenderse. Un hermoso destello universalista de pronto. Tan hermoso como melancólico, puesto que lo emite un sujeto para salvar su culo.
5. Los barones del PP aplaudiendo a Mazón el Noqueado es una de las escenas más deprimentes de la política española de los últimos tiempos, y eso que abunda en ellas. También es patético el cortejo del PP a Junts. Feijóo anda, simultáneamente, como pollo sin cabeza y como vaca sin cencerro. Más que sus virtudes, se visibilizan sus carencias. Lo que tal vez quiera decir, en el peculiar contexto español, que está preparado para gobernar.
6. Con una sola palabra, Nacho Vigalondo le hace el mejor homenaje al recién muerto David Lynch. En La Cultureta de la mañana (Onda Cero), dice que acerca de sus películas siempre se menciona lo extraño, lo grotesco, lo siniestro, lo bizarro; mientras que Lynch habla de ellas en términos de belleza. Esta es la palabra.
7. Sobre La Cultureta de la noche (en la que no está Vigalondo) tuve una epifanía: es como una sesión de los hermanos Marx en la que Rosa Belmonte fuese Groucho y todos los demás Harpo tocando el arpa.
8. Desde Bélgica me manda Antonio de la Fuente su libro editado en Chile Camino de Santiago (Laurel). Este Santiago es a la vez el de Chile y el del camino. En 1929 su padre asturiano salió de Barcelona a bordo del Conte Verde, barco que ilustra la portada, y llegó a Buenos Aires. Por allá se quedó. El autor nació en Chile, vive en Bélgica, pasa temporadas en España y ha viajado por muchos países. Nos conocimos en uno aéreo, Internet, donde fue Josepepe y ahora es Materlín. Camino de Santiago, hecho a partir de las entradas de su finísimo blog (pínchenlo por la transcripción de la presentación del libro: aquí), es el dietario perfecto. O la bitácora perfecta: bitácora de un viaje que es siempre el viaje a la realidad. Al misterio, la sorpresa, la poesía, la curiosidad, la gracia (y esporádicamente el horror) de la realidad: la de los días excepcionales en alguna parte del mundo y la de todos los días en el rincón de siempre. Con su mirada y su escritura, con su sensibilidad y su pensamiento, con su piedad risueña, Antonio de la Fuente ha escrito un libro hospitalario. Como dije en su día de los Diarios de Iñaki Uriarte, es imposible que Camino de Santiago no le guste a un buen aficionado a la lectura. Así que léanlo.
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En The Objective.
17.1.25
Visita al Museo de Cera
[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 5:25]
Buenas noches. Aunque en mis viajes a Madrid jamás piso un museo que no sea el del Jamón, en el último cedí a uno irresistible: el Museo de Cera. Éramos diez, entre ellos David Mejía (¡a él pongo por testigo!). Fue una visita instructiva. El Museo de Cera viene a ser una destilación pop de la historia y de la fama. En lo que se refiere a la historia, los personajes antiguos se mantienen, mientras que los modernos van mudando. En cuanto a los famosos, la escabechina es terrorífica. Ya no queda casi ninguno de mi anterior visita, en los años ochenta. Hicimos una reflexión filosófica: seguramente la cera de los nuevos es la de los viejos, reutilizada por el demiurgo. Algo divertido del Museo de Cera es que en él no ha entrado todavía el ministro Urtasun: hay imperialismos y machismos a punta pala, lo que resulta refrescante. La maja vestida tiene unos globos bajo el corpiño que suben y bajan al ritmo de su respiración artificial. Sí han retirado el tremebundo muñeco del torero Granero, suspendido en el aire por una cornada en el ojo. Era el favorito de los niños. Y está arrinconado y vacío el tiovivo en que daban vueltas los payasos de la tele y, como sobraba un caballito, pusieron a José María Íñigo con ellos. Las estatuas oscilan entre lo ridículo y lo espantoso, aunque están hechas con cariño. La obra maestra es la nariz de cera de Cleopatra, que como sabemos cambió la historia. Ante la silla de Franco todos hacíamos contorsiones para que no nos sacaran una foto que arruinaría nuestras carreras. Pero lo mejor fue cuando vi a mis amigos confundidos entre las figuras del salón. Parecían bultos de cera ellos mismos. O sea, que ya nunca se sale del museo.
16.1.25
El hermano de Sánchez es mi hermano
No he querido ver, pero he visto la declaración del hermano del presidente Sánchez ante la jueza de Badajoz. No la he querido ver porque las filtraciones judiciales son, pese a su frecuencia en España, impresentables y deberían impedirse o perseguirse. Pero una vez que ha estado a la vista la he visto, con un interés profesional no incompatible con el morbo.
Me ha fascinado el espectáculo; el espectáculo del hermano menor de Pedro Sánchez, David Sánchez, tan parecido a su hermano mayor que sirve para investigar (física y psicológicamente) a este, pese a que el investigado (judicial) es el otro y por eso ha ido a declarar.
Estas comparaciones por semejanza, con desenfoque o sustracción, son instructivísimas. Dicen mucho aunque no se acierte a formularlo. Hay como un trastorno ontológico, algo inquietantemente carnavalesco. Más que de esas personas en concreto, hablan de todas las personas: del hecho mismo de ser persona, quizá. (Ya se sabe: persona es máscara.)
Yo asistí a un ejemplo que me dejó turulato (¡a veces en mis columnas se cuelan palabras de Rosa Montero!). Un amigo mío salió un tiempo con una chica que era absolutamente celosa: ella pensaba que cualquiera se lo podría quitar. Mi amigo era un tirillas no muy agraciado físicamente, pero ella sentía que todas lo deseaban. Rompieron pronto y años después conocí al sustituto, aquel con el que ella se había casado y tenido hijos finalmente. Era como un vaciado deserotizado de mi amigo: como una versión de cartón, más bajito, más escuchimizado, menos inteligente, aún más feo. Mirarlo era fascinante, con mi amigo en mente.
Con David Sánchez me ha pasado también. Pero aquí era más sutil el eco, ocasionado por un ligero desenfoque y no por una gran sustracción como en el ejemplo de antes. De pronto estaba ahí el presidente, en una versión algo más lerda, más estólida, más huevona, más blanda. Una versión sin voluntad de poder, ni maliciada por el poder. De un cinismo, podríamos decir, inocentón. O sea, no realmente un cinismo, sino una aspiración acomodaticia a la vida buena y fácil que las circunstancias regalan. Era como Pedro Sánchez interpretando un papel; y el mencionado desenfoque permitía ver mejor a Pedro Sánchez.
Pero no quisiera embalarme con mi antisanchismo. Así que aparco a Pedro y me quedo con David. Mientras lo estudiaba me he dicho: "¡Hipócrita Montano, el hermano de Sánchez es tu hermano!".
Cuántas coincidencias, en verdad. Su amor por la música, su amor por Portugal. ¡El haberse casado con una japonesa! Algo que la vida no me ha puesto delante pero que hubiera agradecido (aunque ahora me están haciendo tilín las surcoreanas). Y naturalmente el enchufe, el enchufe (¡librarte de unas oposiciones!) para un puesto vacío (¡vivir sin trabajar!). Encima, la pasión por la fonética nominalista: ese pseudónimo David Azagra, tan espléndido.
El hermano menor es un tipo fantástico que se ha consagrado al arte y a la vida. Con la suerte de que le ha venido dado aquello a lo que todo ser humano debe aspirar legítimamente: no dar ni golpe. La Justicia, ay, no debe detenerse. Pero esto no me impide contemplar a ese personaje trágico que soy yo mismo. O hubiera podido serlo, con un hermano mandón.
Ahora la sucia política, las viles intrigas, le alteran la vida que había alcanzado este buen hombre. La vida que yo hubiese firmado que fuese la mía. A pesar de la incomodidad de esos telediarios en que, con mi mismo cuerpo y mi misma voz, aparece un presidente (¡mi hermano!) que lleva la vida que yo no querría llevar ni loco.
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En The Objective.
12.1.25
Sánchez hace ¡chas! y Franco aparece a nuestro lado
[Montanoscopia]
1. Los que en España apoyan al dictador Maduro, de Zapatero a Monedero, son los que nos predican democracia todo el santo día. El que estas dos cosas vayan juntas nos permite formular un límpido axioma: la democracia que predican es exactamente antidemocracia. Uno de cuyos corolarios sería que aquellos a los que ellos acusan de antidemócratas son justo los demócratas.
2. Me cuentan en los corrillos madrileños que los dos máximos dirigentes del PSOE en los ochenta aseguran que solo hay una manera de echar a Sánchez: votando al PP. Y que van a hacerlo, pero que no lo pueden manifestar. Lo entiendo, por una última fidelidad al partido. Aunque es una tremenda contradicción. Yo también la tengo. Se puede enunciar claramente: si Sánchez es tan nefasto como decimos, ¿no habría que dejarse de finuras y votar al PP? El asunto lo tengo atravesado. Me resisto a perder mi finura de votante fino. Al fin y al cabo, sería claudicar ante Sánchez y dejarlo entrar en mi papeleta, haciéndome votar lo que no quiero. Hoy por hoy (en mi auto-CIS) estoy entre Izquierda Española y la abstención. (Finura e inutilidad vienen a ser lo mismo.)
3. La hábil respuesta de Felipe González a la pregunta de qué era el cambio que propugnaba en su cartel electoral de 1982, Por el cambio, fue: "El cambio es que España funcione". A mis 16 años recuerdo que me pareció una frase al mismo tiempo anticlimática y esperanzadora. Para mí, joven Rimbaud, el cambio no podía ser otra cosa que "cambiar la vida". Pero el regeneracionistita que habitaba en mí proyectaba un alivio de país eficiente. Diez años después vino el Ave, que llegaba a su hora. Y cuarenta después, con Sánchez y con Puente, el Ave falla más que una escopeta de feria. El sanchismo es que España no funcione.
4. Me pareció estupenda la versión de Libertad sin ira que hizo Jimena Amarillo ante Sánchez en el acto 1/100 de la conmemoración franquista que he retitulado ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco! El problema está en la canción de Jarcha, tan pegadiza como casposa. Ya lo era en 1976. Hubo un momento delicioso, sin embargo, en mi audicióN. En un compás (les invito a que lo comprueben) la música hace un quiebro y parece que se va a transformar en la canción juvenil de Christina Rosenvinge ¡Chas! Y aparezco a tu lado. De manera que Franco estaba ahí, en la ceremonia, empujando. Sánchez hace ¡chas! y Franco aparece a nuestro lado.
5. Lo de Franco, evidentemente, es una cortina de humo. Lo ha escrito Félix Ovejero, que propone que no se hable más de Franco para deshabilitarla. Estoy de acuerdo, pero vuelvo a incurrir en contradicción: ¡a mí no se me puede quitar este caramelito! Pienso seguir haciendo chistecillos del acto 1 al 100 del sanchista ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!
6. La cortina de humo, por otra parte, intentan que sea bien operativa: el día 1/100 se lo pasaron los psocialistas identificando al PP con Franco. De eso, como es natural, se trataba.
7. Precisamente Ovejero presenta este jueves en Barcelona, junto a Jahel Queralt y el autor, (Pos)verdad y democracia, de Manuel Arias Maldonado (librería Alibri, 19h). Este libro importante está siendo ignorado por los medios oficialistas, y eso que hace un análisis preciso de las tergiversaciones de la verdad de Trump. El problema es que no oculta que también es de aplicación a Sánchez.
8. Ni Jordi Gracia salva el libro de Justo Serna contra Fernando Savater. Aunque Gracia aprovecha su crítica para arremeter contra Savater en plan muy Serna.
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En The Objective.
9.1.25
Lanata en el lago Baikal
En 2005, no sé por qué, me puse a escuchar la radio por las tardes y descubrí a Jorge Lanata. Acababa de volver a Málaga de mis años en Madrid y no me puedo creer que se vayan a cumplir veinte años: este y no otro será mi aniversario de 2025. (Lo de "la frente marchita" solo me suena raro porque es muy poco tiempo.)
El programa era el de Gemma Nierga en la cadena Ser, en el que me enganché a las conversaciones sobre libros entre Almudena Grandes y Juan Cruz (¡a veces me aficiono a mis detestados!) y a lo que llamaban "tertulia de latinoamericanos", con Jorge Lanata, Jaime Bayly, Boris Izaguirre y Álvaro Vargas Llosa (luego se incorporó Santiago Roncagliolo): purita delicia.
Al único al que no conocía era a Lanata, aunque sí sabía qué era el periódico que fundó, Página/12, por un amigo argentino que me hablaba de él en los tiempos en que era difícil ver prensa de fuera. Tampoco conocía su aspecto, así que me pasé unos años seducido por su voz exenta, como con los locutores de antes. Me gustaban todos en la tertulia (¡hasta Alvarito!), pero mi preferido de lejos era Lanata.
En el curso de aquellos años fundó otro periódico, Crítica, junto a Martín Caparrós (de cuya existencia me enteré entonces). Tuvo al menos un titular memorable, cuando ganó Obama en 2008. Al cierre de la edición no se sabía el resultado del martes electoral, así que tenía que poner algo que sirviera tanto si ganaba como si perdía. Fue brillante: "Martes negro". Y cuando Cristina Kirchner volvió a ganar en 2011 propuso en la radio (su periódico ya había cerrado) este titular: "54% de bótox".
El programa de Nierga se acabó y me quedé con ganas de más Lanata. Lo busqué por internet y fue el momento en que su aspecto se acopló a su voz: con disonancia al principio (¡qué gordo era!), con absoluta armonía después. Le cogí (¡disculpen, argentinos!) más afición aún, devoción casi. Se activó en mí el fenómeno fan. Lanata tenía carisma.
Su regreso a la televisión argentina con Periodismo para Todos me pilló, así, asomado y pude ver todos los programas, que ponían al día siguiente en la web. Como eran los años duros de la crisis en España, formulé esta humorada: "Me refugio de los problemas de España en los problemas de Argentina". Me regocijaba también la excentricidad de estar tan informado de lo de allá desde acá, en plan vicio privado.
Esa fue la cumbre de su popularidad e influencia, me entero ahora, con lo de "la ruta del dinero K.", lo de "la grieta" y tantas otras cosas por las que ya no somos tan distintos en España. Su panoplia de caricaturas de políticos estrafalarios, inútiles y corruptos, de la presidenta para abajo, la tenemos también. Podrían servirnos igualmente de lección sus reflexiones lúcidas contra el "periodismo militante" (que obviamente no es periodismo). El kirchnerismo, por cierto, lo acusaba de "golpista". ¿Les suena?
Seguí después a veces su Lanata sin filtro de Radio Mitre por YouTube, donde supe de Jorge Fernández Díaz, que acaba de ganar el premio Nadal. Pero lo que recuerdo ahora que se ha muerto (sus trabadas fechas fatales: 1960-2024) son las entrevistas que le hacían (hay muchas en internet: era un Orson Welles del periodismo) y los documentales que grabó para la productora Turner.
En uno visitaba el lago Baikal y lo imagino ahora allí, adentrándose con su ropa polar en la muerte. Solo que aquel extremo del mundo, frío, alejado, resultaba, resulta, cálido y cercano por Lanata.
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En The Objective.
8.1.25
Contra Franco
Me había quitado de los manifiestos, pero este lo he firmado (¡tal vez sea el último!): "Contra Franco".
5.1.25
El estoicismo no es lo mío
[Montanoscopia]
1. El propósito de imperturbabilidad estoica con que empecé el año fracasó al segundo día. El 1 lo conseguí, gracias a que estuve solo. El 2 tenía comida catacumbística y nos tocó el peor camarero de Málaga, advenedizo en nuestro antro tradicional. Resistí un poco pero acabé estallando. Ahí naufragó mi 2025 entero. Para mí ha sido, técnicamente, un año de un día. Irles me dijo con sorna: "Desengáñate, Montano: el estoicismo no es lo tuyo". Luego le confesé a Arias: "Quise ser Epicteto. Me resigno a ser Bernhard". Creo que me haré (¡estoicamente!) unas camisetas con lo de Irles: "El estoicismo no es lo mío".
2. "Comienza el año de Carmen Martín Gaite", leo. Pobrecilla. Tendrá que compartirlo con Franco.
3. Sánchez les ha traído carbón a los Reyes: el día 8 en el Reina Sofía, precisamente. Los Reyes no irán a recogerlo, pero justo ese es el carbón: darles ocasión a los opinadores (ya han empezado) a que propaguen que los Reyes son franquistas.
4. Ya que la Transición se ha terminado, me permití el 28 de diciembre una inocentada de las que prohibía Cebrián. Aprovechando que era sábado, enlacé en Twitter el artículo de Muñoz Molina en El País celebrando que por fin nuestro gran escritor crítico, la conciencia de España, el propietario de esa "voz moral" construida durante más de tres décadas, le afeaba algo a Sánchez. Muchos picaron: pincharon y se encontraron solo con un bonito artículo navideño. ¡Inocentes, inocentes!
5. Quizá Sánchez se ha precipitado al conmemorar la muerte de Franco. Al final, lo que se recuerda de 1975, además de una flebitis y una coronación, es el Gobierno de Arias Navarro. Aquí detecto otro guiño narcisista: después de todo, Sánchez es el presidente menos pulcro con la democracia desde aquel (y con más mérito que aquel, porque aquel ni siquiera tenía democracia a la que guardarle pulcritud). Ya se ha dicho que después de 1975 los socios de Sánchez –populistas, nacionalistas, independentistas, proetarras (muchos tocan varios palos a la vez)– no tienen nada que celebrar. Pero se me ocurre una cosa más, una última cosa más: la fundación en 1976 del diario El País, que les apoya y les ríe las gracias a todos ellos, y demoniza a sus críticos. Así que en 2026 pueden tener un último aquelarre juntos. Y después chitón: ¡que llega la democracia!
6. Vi tranquilamente las campanadas por Lalachús, que la verdad es que estaba guapa (además de buena la joía). Pero entre el trasteo con la botella de champán y el último asalto del año al turrón, solo me enteré de las estrictas uvas. El resto lo he sabido después. Sobre la estampita religiosa, los católicos que piden represión no son conscientes de la superioridad de su religión (hoy) sobre la islámica (hoy): dejan traslucir su nostalgia inquisitorial. Pero mejor fue lo de la otra cadena, con Pedroche y su vestido de leche materna. Ojalá pronto un hombre con otro vestido (un taparrabos al menos) de leche paterna.
7. Quizá porque en 2024 murió un amigo de mi edad y sus "trabadas fechas fatales", como escribía Borges en un poema sobre un cementerio ("Convencidos de caducidad / por tantas nobles certidumbres del polvo..."), han resultado 1966-2024, por primera vez he sido consciente de que después de las campanadas se nos cambia la cifra última, por otro año al menos.
8. Me hacen gracia los optimistas. Arcadi Espada y Yaiza Santos celebran en su podcast las buenas noticias globales que da Kiko Llaneras en El País: ¡45! Y es verdad que el mundo va mejorando. Hasta que empeore definitivamente.
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En The Objective.
2.1.25
San Enero
1 de enero. El sol se cuela por la persiana, pero no he salido. Lo haré esta tarde y será, supongo, una de esas tardes huecas, prometedoras, de la fecha inaugural.
Es mediodía. A esta hora debería estar preparando mi almanaque, mi agenda, mi moleskine, esas configuraciones del tiempo en papel; mis pistas para 2025. Pero me toca columna. Aun de esta modesta manera, comienza mi año laboral. Con la cabeza como en suspensión.
La primera mitad de la mañana la he dedicado a terminar lo que ayer dejé a medias: una conferencia sobre Epicteto y la película Antes del amanecer. Han sido como grapas que han abrochado un año al otro. También una cita de Nietzsche que puso anoche Toscano y he releído mejor.
Con la conferencia sobre Epicteto de la Fundación March, que empecé a escuchar ayer mientras sobre el Mediterráneo quedaban los rositas o naranjitas del último crepúsculo, me adelanté sin darme cuenta al Año Franco que propone Sánchez (¡una genuina propuesta de futuro la del presi!). Y es que al conferenciante Carlos García Gual lo presenta Lucía Franco (¡Franco, Franco, Franco!), con lo que queda inaugurado este pantano por mi parte.
Epicteto, por cierto, dice Gual que es una palabra griega que significa adquirido o comprado. Se refiere en su caso a que fue comprado como esclavo de niño. Pero se puede afirmar entonces, en buen griego, que Sánchez tiene muchos epictetos (¡y epictetas!). Algunos ya se han precipitado a cortar lonchas de Franco del jamón gubernamental para complacer al amo.
La conferencia es interesante y nos permite comprender por qué Epicteto y los demás estoicos tienen sitio principal en las librerías: por el hincapié en que uno ha de centrarse en lo que depende de uno y aceptar lo que no con deportividad. Se dice fácil, pero requiere un aprendizaje áspero. Yo, de espíritu poco penitencial, aceptaría la lección estoica con un único añadido: entre lo que de uno depende están también las canitas al aire, ¡los momentos epicúreos!
Antes del amanecer, de Richard Linklater, me ha impresionado menos que cuando la vi por primera vez a finales de los 90. Julie Delpy me ha parecido más guapa y encantadora aún, y Ethan Hawke más insoportable aún. En realidad, la película la he revisitado por ver Viena. Pero de nuevo estaba ahí la angustia temporal: esa metáfora del día único, del encuentro único. La intensidad mientras van avanzando las horas hacia la despedida... Naturalmente, la película concentra en un día lo que es la vida entera, lo que son todos los días. Así que bien para empezar el año.
Pero mejor aún es lo de Nietzsche. Toscano trajo el fragmento de La gaya ciencia consagrado a San Enero (Sanctus Januarius, por el dios Jano, el dios de las puertas y de estas encrucijadas del calendario, con una cara que mira hacia atrás y otra hacia delante) y lo he releído esta mañana.
Nietzsche propone ver belleza en la necesidad de las cosas, con una suerte de estoicismo juguetón. Gual señalaba esta asociación nietzscheana en su conferencia: el amor fati celebrado por Nietzsche, que Gual traduce como "amor a nuestro fatal destino". Y escribe Nietzsche: "Amor fati: ¡que ese sea en adelante mi amor! No quiero librar guerra a lo feo. No quiero acusar, no quiero ni siquiera acusar a los acusadores. Apartar la mirada: ¡que esta sea mi única negación! En definitiva, y a lo grande: ¡quiero ser, un día, alguien que solo dice sí!".
Es difícil (¡y más para un columnista en estos tiempos!), pero para el año nuevo no se me ocurre propósito más elegante.
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En The Objective.
31.12.24
Lecturas 2024
1. Memorias de ultratumba. Chateaubriand.
2. Ficción fatal. Ensayo sobre 'Vertigo'. Manuel Arias Maldonado.
3. Cuando hable el gato. Álvaro García.
4. Donde muere la muerte. Francisco Brines.
5. Ensayo de una despedida. Poesía completa (1960-1997). Francisco Brines.
6. Maestros antiguos. Thomas Bernhard.
7. Carne gobernada. Fernando Savater.
8. "Plena margen". André Breton (tr. M. Álvarez Ortega).
9. El cántaro roto. Heinrich von Kleist.
10. Tala. Thomas Bernhard.
11. Trastorno. Thomas Bernhard.
12. Doce lunas. Eduardo Jordá.
13. Helada. Thomas Bernhard.
14. Presente. Tania Padilla.
15. Contra Babel. Ensayo sobre el valor de las lenguas. Manuel Toscano.
16. La ciencia en cuestión. Disenso, negación y objetividad. Antonio Diéguez.
17. Común presencia. René Char (tr. A. Bleiberg).
18. "El nadador", John Cheever.
19. Poesía completa. Guillermo de Aquitania (ed. L. A. de Cuenca).
20. Pessoa, gafas y pajarita. Jesús Marchamalo.
21. La muerte del periodismo. Teodoro León Gross.
22. Planeta invernadero. Rafael Navarro de Castro.
23. La seca. Txani Rodríguez.
24. Letonia hasta en la sopa. Mercedes Cebrián.
25. Los alemanes. Sergio del Molino.
26. Mensagem. Fernando Pessoa.
27. De cu pra lua. Nelson Motta.
28. Una pequeña personalidad linda. Berta García Faet.
29. Lloro porque no tengo sentimientos. Bárbara Mingo.
30. "Poema leído en la boda de André Salmon". Guillaume Apollinaire.
31. "A André Billy". Guillaume Apollinaire.
32. "Elegía a Ramón Sijé". Miguel Hernández.
33. "Epístola a Boscán". Garcilaso de la Vega.
34. "La confesión desdeñosa". André Breton.
35. "De la amistad". Montaigne.
36. A todos nos falta algo (Diario 2000-2002). Laura Freixas.
37. Nana de la medusa. Marina Perezagua.
38. Los sentidos del tiempo. Antonio G. Maldonado.
39. Las hogueras azules. Juan F. Rivero.
40. Raíz dulce. Juan F. Rivero.
41. Corazonada. Berta García Faet.
42. El arte de encender las palabras. Berta García Faet.
43. De donde viene el viento. Manuel Arroyo-Stephens.
44. El origen. Thomas Bernhard.
45. El sótano. Thomas Bernhard.
46. El aliento. Thomas Bernhard.
47. El frío. Thomas Bernhard.
48. Un niño. Thomas Bernhard.
49. Una fiesta para Boris. Thomas Bernhard.
50. El ignorante y el demente. Thomas Bernhard.
51. La partida de caza. Thomas Bernhard.
52. La fuerza de la costumbre. Thomas Bernhard.
53. El Presidente. Thomas Bernhard.
54. Los famosos. Thomas Bernhard.
55. Minetti. Thomas Bernhard.
56. Immanuel Kant. Thomas Bernhard.
57. Comida alemana. Thomas Bernhard.
58. Tres dramolette. Thomas Bernhard.
59. Ante la jubilación. Thomas Bernhard.
60. El reformador del mundo. Thomas Bernhard.
61. En la meta. Thomas Bernhard.
62. La paz reina en las cumbres. Thomas Bernhard.
63. Las apariencias engañan. Thomas Bernhard.
64. El teatrero. Thomas Bernhard.
65. Simplemente complicado. Thomas Bernhard.
66. Ritter, Dene, Voss. Thomas Bernhard.
67. Isabel II. Thomas Bernhard.
68. Heldenplatz. Thomas Bernhard.
69. Sobre el teatro de marionetas. Heinrich von Kleist.
70. La cena. Jean-Claude Brisville.
71. Correspondencia. Thomas Bernhard y Siegfried Unseld.
72. Un anno con Thomas Bernhard. Il diario segreto. Karl Ignaz Hennetmair.
73. Historia de Austria. Steven Beller.
74. La Viena de Wittgenstein. Allan Janik y Stephen Toulmin.
75. El viaje a la ficción. Mario Vargas Llosa.
76. Teoría de la prosa. Ricardo Piglia.
77. Borges por Piglia. Ricardo Piglia.
78. El último lector. Ricardo Piglia.
79. La respiration de Thomas Bernhard. Simon Harel.
80. Thomas Bernhard: Un joyeux mélancolique. Erika Tunner.
81. La poesia di Thomas Bernhard. Samir Thabet.
82. Poesía expresionista alemana. Stadler - Heym - Trakl (ed. J. Talens y E.-E. Keil).
83. Obras completas. Georg Trakl (tr. J. L. Reina Palazón).
84. "La maladie mortelle: Le neveu de Wittgenstein de Thomas Bernhard et À l'ami qui ne m'a pas sauvé la vie d'Hervé Guibert". Anne Claire Gignoux.
85. "La quête de l'inexplicable: Watt de Samuel Beckett et Marcher de Thomas Bernhard". Catharina Wulf.
86. Lo sguardo ritratto. Thomas Bernhard tra parola e immagine. Micaela Latini.
87. Thomas Bernhard's afterlives (ed. S. Dowden, G. Thuswaldner y O. Berwald).
88. New German dramatists. Denis Calandra.
89. Reseña de The rhetoric of national dissent in Thomas Bernhard, Peter Handke, and Elfriede Jelinek, de Matthias Konzett. Dagmar C. G. Lorenz.
90. "Staging the German family photo album: The Wehrmacht exhibit and Thomas Bernhard's Vor dem Ruhestand". Kerstin Mueller Dembling.
91. "The scandal maker: Thomas Bernhard and the reception of Heldenplatz". Christine Kiebuzinska.
92. "Dialectic at a standstill: The discourse of victimhood in Thomas Bernhard's Heldenplatz". Fatima Naqvi.
93. Palabras en versos. Karl Kraus (ed. S. Santana).
94. Escritos escogidos. Novalis (ed. E.-E. Keil y J. Talens).
95. "Thomas Bernhard's infinite phrase: A summary". Aldo Giorgio Gargani.
96. Reseña de The nihilism of Thomas Bernhard: The portrayal of existential and social problems in his prose works, de Charles W. Martin. J. H. Reid.
97. Reseña de The novels of Thomas Bernhard: Form and its function, de J. J. Long. Timothy B. Malchow.
98. Reseña de Gehen, de Thomas Bernhard. Peter Spycher.
99. Reseña de 'Gehen' von Thomas Bernhard: Eine Studie zum Problem der Moderne, de Bernhard Fischer. P. Spycher.
100. Reseña de Alte Meister, de Thomas Bernhard. Thomas H. Falk.
101. "Thomas Bernhard o 'el horror de indiferencia'". Julia Manzano.
102. "A drama of disease and derision: Tha plays of Thomas Bernhard". Martin Esslin.
103. "To lough or not to lough: humor in the works of Thomas Bernhard". Nicholas J. Meyerhofer.
104. "The novels of Thomas Bernhard: A report". D. A. Craig.
105. "Thomas Bernhard: Writing, playing and the compulsion to repeat". Michal Ben-Horin.
106. "Perspective and repetition in Thomas Bernhard' Woodcutters". Daniel Bowles.
107. "Destructive negativity: Thomas Bernhard and Extinction (1986)". Daniel Bowles.
108. "On reading Thomas Bernhard". Heinz Kuehn.
109. "Logologics: Romantic intertextuality in Thomas Bernhard". Bianca Theisen.
110. "The affliction of prose: Thomas Bernhard's critique of self-expression in Korrektur, Ja, and Der Stimmenimitator". Geoffrey Plow.
111. Introducción a Los comebarato, de Thomas Bernhard. Carlos Fortea.
112. "The art of erasing art. Thomas Bernhard". Bianca Theisen.
113. "Fools on the hill. Thomas Bernhard's mise-en-scène". Gitta Honegger.
114. "La mise en scène des tensions institutionnelles. Thomas Bernhard face à Samuel Beckett". Jürgen Siess.
115. "Literature as self-reflection: Thomas Bernhard and Peter Handke". Francis Michael Sharp.
116. "'The most sharp-witted fool': The genius, Glenn Gould, and Schopenhauer in Thomas Bernhard' prose". Reinhild Steingröver.
117. "'Das Problem liegt im Wien': Reading Thomas Bernhard writing". Jacob Haubenreich.
118. "Hearing the silences in Thomas Bernhard's Ja: Difference, narrative, and Lyotard's concept of the differend". Teresa Ludden.
119. "Art and sociality in Thomas Bernhard's Minetti, Der Theatermacher, and Alte Meister". Byron Spring.
120. "Veracity, mendacity, absurdity: Form and its function in Thomas Bernhard's Der Stimmenimitator". Jonathan Long.
121. "Tense and narrative perspective in two works of Thomas Bernhard". D. R. McLintock.
122. "Thomas Bernhard's Frost: Early indications of and Austrian demise". Michael C. Eben.
123. "The teller from the tale: Monologues, dialogues and protocols in Thomas Bernhard's major novel". Augustinus P. Dierick.
124. Un ascenso al Mont Ventoux. Jean-Henri Fabre.
125. "Bernhardiana". Félix de Azúa.
126. "Thomas Bernhard, o el ritmo del torrente será siempre demente". Javier Marías.
127. La phrase infinie de Thomas Bernhard. Aldo G. Gargani.
128. Biblioteca personal. Jorge Luis Borges.
129. La ruptura. Ramón González Férriz.
130. Pensamientos. Blaise Pascal (ed. G. Albiac).
131. Understanding Thomas Bernhard. Stephen D. Dowden.
132. La pagina bianca. Thomas Bernhard e il paradosso della scrittura. Micaela Latini.
133. Tintín en el Tíbet. Hergé.
134. Duelo sin brújula. Carme López Mercader.
135. Out of sheer rage. Geoff Dyer.
136. Fallar otra vez. Alan Pauls.
137. Ciento veinticuatro huecos. Begoña Méndez.
138. A Quico Rivas. Por una revolución de la vida cotidiana. Fran G. Matute.
139. Ropa de casa. Ignacio Martínez de Pisón.
140. El mejor libro del mundo. Manuel Vilas.
141. El plural es una lata. Biografía de Juan Benet. J. Benito Fernández.
142. Contrapunto. Don DeLillo.
143. Poemas. Christine Lavant (ed. I. Gracia Quintana).
144. Atracón. Douglas Coupland.
145. La crítica literaria en los noventa. Miguel Alcázar.
146. El amor y la poesía. Paul Éluard (tr. M. Álvarez Ortega).
147. La escritura o la vida. Jorge Semprún.
148. "El desconocido de sí mismo (Fernando Pessoa)". Octavio Paz.
149. "Reflejos de Thomas Bernhard". Alfonso Crespo.
150. Ensayo sobre Cioran. Fernando Savater.
151. Charles Bukowski. Un disparo en la oscuridad. Carlos Mármol.
152. El amor es un perro infernal. Poemas 1974-1977. Charles Bukowski (ed. V. M. Carrillo).
153. "Café San Marcos". Claudio Magris.
154. El mito habsbúrgico en la literatura austriaca moderna. Claudio Magris.
155. Los extrañados. Jorge Freire.
156. El tiempo de los lirios. Vicente Valero.
157. Pensar la tecnología. Antonio Diéguez.
158. "Tecnología y democracia". Manuel Arias Maldonado".
159. (Pos)verdad y democracia. Manuel Arias Maldonado.
160. De qué te ríes. Beneficios y estragos de la broma. Daniel Gamper.
161. La rocambolesca historia del transportista Pere Bitxo. Ramon Fontserè.
162. Putitos. Ángel Borreguero.
163. Casi. Jorge Bustos.
164. La ligereza. Juan Cárdenas.
165. Explorador de bulevares. Fernando Castillo.
166. El pacto ambiguo. Manuel Alberca.
167. Fernando Savater. La deriva de un intelectual. Justo Serna.
168. O ouvidor do Brasil. 99 vezes Tom Jobim. Ruy Castro.
169. Las personas del verbo. Jaime Gil de Biedma (ed. C. Riera y F. Pardo).
170. La Marquesa de O... y otros cuentos. Heinrich von Kleist.
171. Michael Kohlhaas. Heinrich von Kleist.
172. Corações de papel. Nelson Motta.
173. Felices los felices. Yasmina Reza.
174. El vigilante de sala. J. M. Coetzee.
175. Niños del futuro. Andrea Toribio.
176. Luz del Fuego. Javier Montes.
177. Petrarca. Francisco Rico.
178. La repetición. Sören Kierkegaard (int. J. del Palacio).
179. A history of Austrian literature 1918-2000 (ed. K. Kohl y R. Robertson).
180. Poema a uma deusa índia. Carlos Frias de Carvalho.
181. A substância da sombra. Carlos Frias de Carvalho.
182. La bendición de las estrellas. Ramón Loureiro.
183. Ensayo general. Milena Busquets.
184. Sobre arte y literatura. Joseph Joubert (ed. L. E. Rivera).
185. Así, Roithamer, revista literaria (abril 1998). VV. AA. (entre otros, Miguel Sáenz, Javier Marías, Krista Fleischmann, Vicente Molina Foix y Thomas Bernhard).
29.12.24
2024: podría haber sido peor
[Montanoscopia]
1. El engranaje de la Navidad, con su énfasis en las presencias, resulta siniestro para los que padecen ausencias. Estos, por otro lado, no pueden, ni quizá deben, hacer nada. Aguantar el chaparrón. Esa mezcla de presencias y ausencias no deja de ser la vida misma. Aunque lo truculento de la Navidad es la unanimidad social por las primeras, que confina a las segundas como heridas privadas.
2. El mensaje del Rey es lo único aburrido del año en la pantalla y quizá por ello lo único civilizatorio. Verlo con atención equivaldría a una sesión de mindfulness. Pero a este lado del televisor lo puntean los chistecillos familiares. De algo me entero, no obstante, y hasta me da tiempo a anotarle un bulo: "La sociedad española tiene una idea nítida de lo que conviene".
3. Últimamente siempre están pasando cosas en la cara de Sánchez: cosas patológicas, sísmicas; estertores de terror. Su retorcida moralidad asoma en forma de tics y contorsiones mandibulares. Por el contrario, en la cara de Feijóo nunca pasa nada: es la inanidad absoluta. La eliminación de sus gafas se ha revelado ya como un error: al menos las gafas aportaban algo, un accidente topográfico en esa extensión al menos. Aunque no me cabe duda de que los estudios demoscópicos alertaban sobre la tirria de los españoles por las gafas, es decir, por todo aquello que sea indicio de intelectualidad. Incluso de intelectualidad en Feijóo.
4. Uno de los momentos fundacionales de la Transición, quizá el culturalmente más relevante, fue cuando Cebrián prohibió las inocentadas en El País el 28 de diciembre. Qué tiempos. Ahora El País es, todo él, una inocentada. Y no solo el 28 de diciembre.
5. Tenía un primillo que, en cuanto la madre se descuidaba, quitaba al Niño del pesebre y ponía en su lugar al caganer, o el cagón, como lo llamábamos por el sur. Era un pequeño anarquista teológico, un catarito quizá. Hoy es notario. Iba a contar esto el jueves porque pensaba hacer mi columna sobre Sánchez como caganer en el pesebre nacional. Pero me dio pereza elaborarlo durante 600 palabras. Así que lo dejo enunciado aquí y va que chuta.
6. A propósito de lo anterior, está el título de Juan Goytisolo que recordó el amigo Kehre: Pájaro que ensucia su propio nido. Esa sería la traducción de la estupenda palabra alemana Nestbeschmutzer, que es como han llamado en Austria a escritores como Thomas Bernhard o Elfriede Jelinek. Tiene alguna relación con la expresión española "morder la mano que le da de comer". Pero hoy en España los escritores no muerden la mano que les da de comer ni de coña. Al contrario: adoran al caganer Sánchez en su pesebre. A ver si les cae algo, aunque sea una de aquellas "monedas de moka" de que hablaba Gimferrer en Mascarada.
7. Discursea Puigdemont sobre la decadencia de Cataluña. ¡Lo dice el caganer supremo del asunto! Caganer del flequillo para abajo. Pero es un hombre de éxito, ahí donde lo ven: ha convertido España entera en Cataluña ya; con, volviendo al poema de Gimferrer, "aroma de ámbar subterráneo".
8. Logro ver la última película de Éric Rohmer, que pasó volando por los cines en 2007 y luego no la pude pillar en ningún sitio. Está en RTVE Play (hasta el 2 de febrero). El romance de Astrea y Celadón es una película de pastores galos idealizados que, retórica aparte, parecen muchachos de ahora. Me viene una ráfaga: el cine de Rohmer fue siempre un cine pastoril.
9. ¿Que cómo ha sido mi 2024? ¡Catastrófico! Pero podría haber sido peor.
* * *
En The Objective.
26.12.24
El Petrarca de Rico
El Petrarca de Francisco Rico, que editó Arpa en enero, ha estado todo el año agazapado en mi biblioteca hasta que me he decidido a leerlo en estas entrañables fechas de diciembre (entrañabilidad acribillada por la plétora de villancicos horripilantes). En el transcurso, a la altura de abril, Rico murió y se metió en el ataúd de su libro junto al humanista al que dedicó su vida. Ahora lo he abierto y han salido los dos.
Rico era todo un personaje. Y como personaje quedará, curiosamente, en las dos únicas obras actuales que pasarán el corte: las novelas de Javier Marías y los diarios de Andrés Trapiello. Quizá haya sido ese su gran acierto filológico: haber sabido colarse en las obras adecuadas. Pero no necesitaba, como digo, obras ajenas para ser un personaje. Lo era en la vida. Se aprecia en la prosa de este Petrarca, tan atildada, tan erudita, tan seductora. Y en la dicción merecedora de esos mismos calificativos que puede escucharse en sus dos conferencias sobre Petrarca de la Fundación March.
Es divertidísimo. Sentencia que menos mal que Petrarca no terminó su ambicioso poema África, porque era una pesadez. Y que todo lo que dice Petrarca sobre su propia vida es falso: los hechos (apunta en el libro) "han sido reelaborados con fines literarios o para construir, a través de la manipulación de los datos históricos y su reorganización, una autobiografía ideal y tendenciosamente mendaz". De acuerdo con la clasificación de Manuel Alberca en El pacto ambiguo, Petrarca estaría haciendo autoficción en el siglo XIV.
Fue un lacayo, según Rico, pero de no haberlo sido no habría podido ser tampoco un humanista, porque no habría tenido tiempo ni medios para dedicarse a ello. La suficiencia maravillosa con que Rico habla de Petrarca (prácticamente lo carga de reparos) refuerza la potencia de los elogios (emitidos también con una frialdad coqueta). Petrarca inventó la filología moderna, con la restauración de la Historia de Tito Livio o el rescate del Pro Archia de Cicerón, tan influyente en el Renacimiento. Se inventó, de hecho, el Renacimiento: el humanismo y la vuelta revitalizadora de la Antigüedad.
Al cabo, sus enemigos fueron los escolásticos tardíos, técnicos de la dialéctica teológica. En su inclinación por Platón frente al Aristóteles de los otros, Petrarca reivindica la vida en las letras. "La philosophia petrarquesca", escribe Rico, "aspira a ser non verborum ars..., sed vite". Petrarca no renuncia a "una amplia concepción de la philologia", pero "nunca dejó de constarle que la erudición, notitia literarum, ha de dar fruto in actum, mirar ad vitam". (Dejo los latinajos para no quitarle el gusto al profesor.)
En cuanto a Laura, va unida a su vocación literaria. Para Petrarca amar a Laura y ser poeta laureado era lo mismo. El ascenso al Mont Ventoux, escribe Rico ("un suceso que probablemente nunca tuvo lugar en la realidad"), "sirve para presentar la coronación poética como fruto de una conversión o de una meditación inspirada en el pensamiento de San Agustín". Recordemos que en la cumbre Petrarca abre al azar las Confesiones a modo de oráculo y le sale que se deje de montañas y mire en sí mismo.
Yo me quedo con el manuscrito en el que, según Rico, Petrarca "consigna los días, las horas y los lugares de sus encuentros con la amada" y su relación con el soneto XII del Cancionero, en que el poeta dice que si ella y él llegan a viejos (uso la traducción de Ángel Crespo) "al fin me dará Amor tanta osadía / que podré de mis penas descubriros / cuáles fueron el año y hora y día".
Pero Rico insiste en que el Cancionero hay que leerlo desde el arrepentimiento, que es como el poeta quiso que lo leyéramos. Así lo dice en el soneto que pone al principio y en otros, como este próximo al final que Rico cita en la traducción de Jacobo Cortines: "Cansado estoy ahora, y me arrepiento / de todos los errores que apagaron / de la virtud el germen [...] // contrito por los años malgastados / que debieron gastarse en mejor uso [...] // Señor que en esta cárcel me has metido, / ponme Tú a salvo del eterno daño: / reconozco mi error y no lo excuso".
* * *
En The Objective.
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