3.10.25

Hasta los huevos de Caetano Veloso

[La Brújula (Opiniones ultramontanas)m 4:00:30

Buenas noches. Mi pasión por la música brasileña, que muchas veces he proclamado aquí, se encuentra en crisis. No exactamente por la música, sino por los músicos. Siempre los he adorado, al plantel completo. Desde Vinicius de Moraes, Antonio Carlos Jobim, João Gilberto o Gal Costa, que ya murieron, hasta los que siguen vivos y coleando, aunque algunos un tanto renqueantes: Caetano Veloso, Gilberto Gil, Maria Bethânia, Chico Buarque, Milton Nascimento, Djavan o Adriana Calcanhotto. A estos últimos me puse a seguirlos en las redes sociales, pero ya no puedo más. La saturación es idéntica a si estuviera casado con cada uno de ellos; o peor: con todos ellos a la vez. Los veo a diario levantándose, acostándose, vistiéndose, desvistiéndose, en pijama, en bañador, con ropa tropical, con ropa europea, comiendo, bebiendo, riendo, llorando, ¡soltando peroratas interminables! ¡El primero Caetano Veloso, al que amo pero al que ya no aguanto más! Se han tomado las redes sociales, ante todo Instagram, como una parte esencial de sus vidas; yo diría que más que nadie en el mundo. El afán de comunicación de los brasileños ha hecho que se vuelquen a comunicárnoslo todo en todos los minutos. El colmo es que también se comunican entre ellos, desaforadamente. No hay día del padre, ni de la madre, ni de la infancia, ni de nada, y no digamos los cumpleaños, en que no se lancen a felicitar y recordar y poner fotos. Es una locura inflacionaria de efusividad y buen rollo que ya no pueden parar. El día que uno no le felicite el cumpleaños a otro (y cada día cumple años alguien), se pinchará la burbuja y puede que lo asesinen. En realidad es entrañable. ¿Qué se puede objetar a la explosión del calor humano? Pero yo, francamente, estoy ya hasta los huevos.