17.10.25

El más distinguido club de escritores

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:03
 
Buenas noches. ¡Semana de premios! Merecidísimo el Antena de Oro para nuestro Rafa Latorre (¡felicidades, jefe!). Merecidísimo también el Nobel de la Paz para María Corina Machado. Sobre el Planeta no digo nada, porque es de esta casa. En cuanto al Nobel de Literatura, me da buena espina el húngaro de nombre raro. Pero tengo que decir una cosa: respetar este premio después de que se le negara a Borges me parece mucho respetar. Los suecos se hicieron ahí los suecos de manera irreversible y se autolesionaron mortalmente. Cada año entramos en el juego de valorar al premiado, y me parece bien, porque con algo hay que llenar la vida; pero no debemos olvidar que es eso, un juego. El Nobel de Literatura hay que verlo al revés. El verdadero premio es no ganarlo. El escritor sin Nobel pertenece a un club del que forman parte –además de Borges– Proust, Joyce, Jünger, Salinger, Lispector, Pessoa, Vallejo, Onetti, Galdós, Kafka, Rulfo, Nabokov, Greene, Highsmith, Ginzburg, Cavafis, Rilke, Chesterton, Svevo, Simenon, Piglia, Marías, Conrad, Cioran o Bernhard. Los escritores pertenecemos de entrada a este club tan distinguido. Pero cada mes de octubre uno de nosotros es expulsado. La ejecutora de la patada en el culo es la Academia Sueca, que, aunque malvada, al menos se compadece de los pequeños y escoge a los más envalentonados. Fue maravilloso cuando expulsó a Saramago, por ejemplo. Es cierto que a los no poseedores del Nobel nos da pena que ya no podamos contar con Mann, Faulkner, Beckett, Bellow, Jiménez, Paz, Varguitas, Coetzee, Szymborska, Glück o Jelinek. Sin ellos, el club es algo menos distinguido, ciertamente. Pero lo que jamás le perdonaremos a la Academia Sueca es que haya mantenido entre nosotros a Tolstói, quien, como saben los asiduos de estas opiniones ultramontanas, es un piernas.