Buenas noches. Entre tantos muertos, el mío es Jorge Ilegal, probablemente el único español que quedaba que no fuese un funcionario. El anterior, según mis cálculos, fue Poch, el cantante de Derribos Arias, que murió en 1998. Derribos Arias e Ilegales tuvieron las mejores letras de la Movida. Poch cantaba: "Branquias bajo el agua es el baile de actualidad, / branquias bajo el agua: ideales go-gós". Y Jorge Ilegal: "Tengo un problema, un problema sexual, / un serio problema, problema sexual: / soy una bicicleta". Estas genialidades vanguardistas devolvieron la modernidad a España tras el franquismo, mientras que los lloriqueantes cantautores arrastraban su peñazo: en realidad, suponían una continuación del régimen. Siempre he sostenido que en los ochenta España progresó estéticamente contra los cantautores. El propio Jorge Ilegal tiene un vídeo memorable en que se ríe de los ripios de Serrat y cuenta cómo los parodiaba. Y compárense los versos citados antes con las ramplonerías de Víctor Manuel, tipo: "Hey, solo pienso en ti, / juntos de la mano se les ve por el jardín". Los que "cuidaban" las letras, contra lo que suele decirse, no eran los adocenados Víctor Manuel y Serrat, sino los indómitos Jorge Ilegal y Poch. La democracia y la alegría de vivir vinieron con estos, contra aquellos. La Movida traía el espíritu de la democracia. Los cantautores, mezcla de tunos y de monaguillos posconciliares, prolongaban la pesadez del franquismo. En fin, no renuncio a mi teoría, pero la vida te da sorpresas y, por la extraordinaria necrológica de Jorge Ilegal que ha escrito Carlos Marcos en El País, me entero de que el primer disco de Ilegales salió gracias a la ayuda precisamente de Víctor Manuel, que los recomendó al ver el potencial del grupo. A veces me digo que no tendría que ser tan ultramontano. ¡Pero así funciono!