No sé si es que ahora se habla más de la longevidad, de las fórmulas para alcanzarla, o si yo estoy más pendiente de lo que se dice al respecto; pero el caso es que en este último mes he escuchado varias. La primera me la dijo Calonje: "Comer poco, dormir mucho y pasar frío". Luego leí la de Francisco Ayala (que tiene ya ciento dos años): "Un whisky y dos manzanas antes de acostarse" (hay la variante, más apetecible, de "dos whiskys y una manzana"). Y Arcadi Espada citó el sábado la del científico Reijo Pera: "Dieta, ejercicio y levantarse cada mañana con un propósito". Todas estas fórmulas parecen buenas, aunque da un poco de repelús lo del frío. Jünger, cuando aún no sospechaba que él mismo iba a llegar casi a los ciento tres, refirió en sus diarios de la Segunda Guerra Mundial la que le dijo en Francia un campesino centenario: "Una cagadita cada mañana, un polvete cada semana y una cogorza cada mes". Jünger le hizo el comentario cómplice de que una de esas tres cosas ya no la podría hacer, ¿no? A lo que el campesino respondió: "Ya, pero eso es porque ahora con la guerra no se encuentra aguardiente". Con el tiempo Jünger fue estableciendo su propia fórmula, que consistía, más o menos, en darse un baño de agua fría por la mañana y tomarse una copa de Burdeos por la tarde. Mi amigo Andújar se propuso una vez ser longevo con esa fórmula y lo primero que hizo fue comprarse una botella de Burdeos... que se bebió sin darse ni un solo baño frío. Aun así, le deseo larga vida. Como a mí. Como a todos. (Bueno, casi todos.)
[Publicado en El Malpensante]