26.10.08

Corrección

Ha llegado el momento de releer Corrección. La primera lectura la hice hace cinco años, en el otoño madrileño de mis últimas esperanzas. Recuerdo jardines despojados, y el ejemplar (prestado por Curro) con la rosa amarilla en la cubierta. Era el de la edición de Alianza Tres; el mío de ahora, comprado posteriormente, es el celeste de la de bolsillo. Y seguiré con O óbvio ululante del gran Nelson Rodrigues, que trajo Andújar de Brasil: una recopilación de artículos autobiográficos y divagatorios, de 1967 y 1968, que son una gozada.

El impulso para releer Corrección me vino anoche, cuando regresé a casa nada más terminarse la hora extra estatal y visité el blog de otro amigo, Paco Torres, donde cuenta cómo ha sucumbido al contagio bernhardiano. En su entrada cita además estas declaraciones de Thomas Bernhard sobre el suicidio:

Nada he admirado más durante toda mi vida que a los suicidas. Me aventajan en todo. Yo no valgo nada y me agarro a la vida, aunque sea tan horrible y mediocre, tan repulsiva y vil, tan mezquina y abyecta. En lugar de matarme, acepto toda clase de compromisos repugnantes, hago causa común con todos y cada uno, y me refugio en la falta de carácter como en una piel nauseabunda pero cálida, ¡en una supervivencia lastimosa! Me desprecio por seguir viviendo.

Eso es lo que hay que hacer, decir o escribir frases así... y no suicidarse gilipollescamente como David Foster Wallace. Sobre este autor están saliendo detalles patéticos, como esto que venía ayer en El País:

Su agente Bonnie Nadell recordó cómo todos se esforzaban en protegerle del mundo y de su reciente obsesión con Obama, cuyos discursos veía una y otra vez.

Al final David Foster Wallace va a resultar ser la primera víctima mortal de la obamitis. Es algo, repito, patético. Y de un candor asombroso. Un candor como sólo tiene, por cierto, el verdadero artista. (¡Qué tragedia ser un verdadero artista!)

25.10.08

La pluma con gallinazos

Yo soy así, si Vargas Llosa es bueno, García Márquez es malo; me polarizo, y de ahí saco mi combustible. Pero no crean que no les doy oportunidades a mis detestados. Hace unos meses, por ejemplo, leí El amor en los tiempos del cólera, convencido de que ésa al menos sí me iba a gustar. ¡Menuda lata! El folletín era potable: pero quedaba ahogado en la narración relamida. (Algún tesinando debería ocuparse de los paralelismos entre García Márquez y Antonio Gala.) Poco después se estrenó la versión cinematográfica de la novela y los críticos repitieron lo de costumbre: "Gabo no tiene suerte con el cine". Pero yo, que tenía reciente el mazacote anestésico, caí en que ocurre justo al revés: es el cine el que no tiene suerte con Gabo. El sopor de las películas de Gabo se corresponde exactamente con el sopor de los libros de Gabo. Los cineastas han reflejado a la perfección el mundo de Gabo, y por eso sus películas son un coñazo. Un coñazo, por cierto, repleto de gallinazos: los que salen de la pluma de Gabo. Resulta irritante. Si el personaje abre una puerta, le salta a la cara un gallinazo. Si camina, tiene que ir esquivando los gallinazos que revolotean a sus pies. Si come, un gallinazo se sube a picotear a la mesa. Si habla con otro, no hay quien se entere por el jaleo que arman alrededor los gallinazos. De pronto, inusitado alivio: ¡ningún gallinazo a la vista! El personaje se dirige entonces al fondo de la estancia, saca de un arcón un par de alas enormes, se las coloca y dice que es un ángel... ¡pero lo que parece es otro gallinazo! En eso consiste el famoso Macondo: cuando al fin desaparecen los gallinazos, ¡va el protagonista y se disfraza de gallinazo!

Y frente a tal estolidez, ¡qué oxigenante Vargas Llosa! Ayer me releí esa pequeña obra maestra, Los cachorros. ¡Qué maravilla! ¡Cómo vive! ¡Cómo respira! ¡Ni un átomo de muerte o necrosis en sus páginas! ¡Salta en las manos como una culebra eléctrica! El otro día copié el final; hoy el principio:

Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos desde el segundo trampolín del Terrazas, y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces. Ese año, cuando Cuéllar entró al Colegio Champagnat.

24.10.08

El hormigonado ortodóxico



Bueno, bueno, la penúltima etapa del Tour 2009, la decisiva, termina en el Mont Ventoux. El recorrido se presentó anteayer y los aficionados estamos dando botes; particularmente yo, con mi predilección por el monte petrarquista. Me he ido a buscarlo al Google Earth y, al ver esa carreterita que lo recorre, he pensado en la correspondencia con los patrones zurcidos de Duchamp. Así pues, el año que viene: del cielo a París. En esta ciudad precisamente acaban las dos tramas paralelas de El pez en el agua: a ella viaja Vargas Llosa en 1958, tras ganar un concurso literario; y en ella se refugia tras perder las elecciones de 1990. Qué estimulantes y qué tristes son sus memorias: estimulantes para la literatura (y el trabajo); tristes para la política (y la intelectualidad y el periodismo). En el blog de Vicente Luis Mora leí el otro día una expresión fascinante, de Derrida: "el hormigonado ortodóxico". A eso, al hormigonado ortodóxico, del Perú y de la progresía acomodada de todo el mundo, tuvo que enfrentarse Vargas Llosa en aquella campaña. La seguí con atención, y yo que siempre he sido vargasllosista tuve un repunte vargasllosiano y me leí en aquellas semanas los libros que me faltaban: todas sus obras de teatro, por ejemplo, o los tres tomos de Contra viento y marea, o Historia de Mayta, o Conversación en La Catedral. Recuerdo las estólidas reacciones que se produjeron entonces: la de mi querido Bryce Echenique, por citar a uno, con su aturdimiento decadente, fláccido, de señorito. Al leer El pez en el agua uno comprende la desgracia que fue para Perú que no ganara Vargas Llosa. (Y la bendición que fue, dicho sea de paso, para Vargas Llosa.) Ganó Fujimori, y vino lo que vino. Pero a la progresía acomodada ya le daba igual, porque no había ganado Vargas Llosa. Abro ahora Conversación en La Catedral y releo su famoso comienzo:
Desde la puerta de "La Crónica" Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú?

Y su final, menos famoso pero impecable. Uno de los finales más despojadamente nihilistas que conozco:

Trabajaría aquí, allá, a lo mejor dentro de un tiempo había otra epidemia de rabia y lo llamarían de nuevo, y después aquí, allá, y después, bueno, después ya se moriría, ¿no, niño?

O el final también, maravillosísimo, de Los cachorros:

y comenzábamos a engordar y a tener canas, barriguitas, cuerpos blandos, a usar anteojos para leer, a sentir malestares después de comer y de beber y aparecían ya en sus pieles algunas pequitas, ciertas arruguitas.

¡Ah, qué lección de soltura verbal, de verdadera prosa viva! ¡Contra lo que se piensa, Vargas Llosa es el auténtico estilista, y no el insufrible García Márquez, ese embalsamador de palabras! ¡Con esa ramplonería suya consustancial, puro hormigonado ortodóxico!

20.10.08

Bicicleta fija



Mi hermano (que también tiene blog) me ha escaneado tres imágenes del álbum de Mortadelo y Filemón del que hablé el otro día. Allí he colgado ahora la portada y he enlazado la primera página. Y aquí he puesto (arriba) esas otras viñetas que había olvidado y que me ha alegrado reencontrar: las de Filemón en la bicicleta estática (que en el tebeo aparece con un nombre mejor: "bicicleta fija" —¡que se suelta!). De manera que en mi lectura inaugural ya estaba presente el ciclismo... ¡y con mención de Eddy Merckx! Bicicleta fija y fijaciones. Mis fijaciones. Siempre me fijo en ellas, como no podía ser menos. Las ciclísticas, por ejemplo. O las brasileñistas. En El pez en el agua me he enterado de una doble conexión brasileñista del joven Vargas Llosa. Su primer cometido periodístico, para La Crónica de Lima, fue cubrir la presentación de credenciales del nuevo embajador de Brasil en Perú (en 1952, antes de cumplir los dieciséis años). Y la primera mujer con la que se acostó fue una brasileña (en 1950, con catorce):
Recuerdo muy bien aquel sábado en que con Víctor fuimos, con nuestros veinte soles en el bolsillo, nerviosos y excitados, a vivir la gran experiencia. Fumando como chimeneas para parecer más viejos, subimos y bajamos varias veces la cuadra de las francesas, sin decidirnos a entrar. Por fin, nos dejamos convencer por una mujer muy habladora, de pelos pintados, que sacó medio cuerpo a la calle para llamarnos. Pasó primero Víctor. El cuarto era chiquito y había una cama, un lavador con agua, una bacinica y un foco envuelto en celofán rojo que daba una luz medio sangrienta. La mujer no se desnudó. Se levantó la falda y, viéndome tan confuso, se echó a reír y me preguntó si era la primera vez. Cuando le dije que sí, se puso muy contenta porque, me aseguró, desvirgar a un muchacho traía suerte. Hizo que me acercara y murmuró algo así como "Ahora tienes tanto miedo pero después cuánto te va a gustar". Hablaba un español raro y cuando eso terminó, me dijo que era brasileña. Sintiéndonos unos hombres completos, fuimos luego con Víctor a tomar una cerveza.

18.10.08

La fábrica del poema

Así se hace la poesía. Por ejemplo, tomando la respuesta del cineasta brasileño Joaquim Pedro de Andrade, director de Macunaíma, a la pregunta "Pourquoi filmez-vous?", del diario Libération (mayo de 1987), y transformándola en canción. Eso hizo Adriana Calcanhotto en el primer corte de A fábrica do poema, su disco de 1994 (el último en que escribió su apellido con una sola té). "Por que você faz cinema?" puede escucharse aquí. Y esta es la letra:
Para aburrir a los imbéciles, para no ser aplaudido después de secuencias do de pecho, para vivir al borde del abismo, para correr el riesgo de ser desenmascarado por el gran público, para que conocidos y desconocidos disfruten, para que los justos y los buenos ganen dinero, sobre todo yo mismo, porque de otro modo la vida no merece la pena, para ver y mostrar lo nunca visto, el bien y el mal, lo feo y lo bonito, porque vi "simón del desierto", para insultar a los arrogantes y poderosos cuando están como "perros dentro del agua" en la oscuridad del cine, para que me estafen con mis derechos de autor.

En noviembre hay minigira de Adriana Calcanhotto por España, con Maré: el día 4 en Madrid, el 5 en Tenerife, el 6 en Gerona y el 7 en Barcelona.

16.10.08

Los caballos y los tanques

A Fernando Savater, que se ha dado como premio al Planeta

Ah los adultos: niños vencidos! Nunca he sido cantor de las maravillas de la infancia, ni he querido recuperar (¡recobrar!) infancia alguna; el peterpanismo me resulta cargante y no soporto a los "eternos adolescentes" (¡no me soporto!) ni las "conductas infantiles" en los adultos. ¡Pero cómo no ver a éstos como lo que son: niños derrotados!

El domingo, cuando el desfile. Pasaron el micrófono entre la multitud. Las estolideces de siempre: militarismo, antimilitarismo (un despistado que andaba por allí), pomposas palabras (¡patria, unidad, nación, democracia!), chistes políticos (¡el coñazo!) y todo lo demás. Hasta que una niña sin infatuación respondió a la pregunta de qué era lo que más le había gustado: "Los caballos y los tanques". ¡Claro que sí! ¡Los caballos y los tanques!

Me he acordado del concurso aquel que hubo el año pasado para elegir "la palabra más hermosa del español". Y ahí saltaron todos, encabezados por los escritores (sic) con la pesada retahíla: paz, amor, justicia, ¡solidaridad!... O también, los más sensibles: crepúsculo, melancolía (¡nunca falta melancolía!)... Hasta que llegó un niño y dijo "columpio". ¡Claro que sí! ¡Columpio! ¡Ésa es, sin duda! ¡Columpio! ¡El niño no sólo se remitía a un placer suyo concreto, sino que, de entre todos los placeres suyos concretos, había sabido escoger aquel que era nombrado por la mejor palabra! ¡La más hermosa! ¡Columpio! ¡Admirable!

¡Ah, no se andan por las ramas nuestros perversos polimorfos! ¡Al grano, al grano! ¡Pequeños nerones! ¡Tiberios con chupete!

13.10.08

Confidencias de medianoche

Anoche tuve esta simpática charla en el Messenger con una amiga (a la que llamaré Francis). Nos salió gramaticalmente impecable y no he tenido que corregir ninguna falta (aunque sí alguna ligera errata). He agrupado, cuando se daba el caso, las intervenciones seguidas de un mismo emisor. El efecto de leve desajuste en el diálogo recuerda a los retardos de las conversaciones intercontinentales, y es casi un rasgo literario propio del Messenger: que remite al encanto específico del Messenger.

* * *
Francis dice:
¿Qué planes tienes?

Montano dice:
Bueno, mi plan inmediato, si no tuviera familia ni gente a la que pudiera dolerle el suceso, sería pegarme un tiro. Pero como tengo familia y gente a la que puede dolerle el suceso, seguiré viviendo.

Francis dice:
Un tiro. Eso tiene que doler, creo.

Montano dice:
No me voy a suicidar por no daros el gusto: ¡pero es lo que estáis deseando todos! "Yo conocí a un tipo que se suicidó...": ¡qué bien quedaría eso en vuestras conversaciones! Pero no. Os vais a quedar con las ganas! Resistiré, duodinámicamente!

Francis dice:
No sé en qué saco me metes, pero te equivocas. Además, para suicidas potenciales, antes estoy yo, y no voy pavoneándome tanto de suicida potencial, tío.

Montano dice:
Eh, eh, no me saques ahora tu suicidio! Estamos hablando de mi suicidio! No seas copiona! Tiene huevos la cosa: estoy yo aquí con mi suicidio, y vas y me sacas tu suicidio! Ponte a la cola, guapa! Aquí hay una prelación!

Francis dice:
Es que siempre te las apañas para que toda la conversación tenga que ver contigo y tus jodidos problemas.

Montano dice:
Además, yo no tengo todos los millones esos que te han dado con el finiquito! Si yo tuviera tu finiquito, no estaría tan finiquitado como estoy!

Francis dice:
No tengo nada: los bancos van a quebrar y viviré en la calle, como todos.

Montano dice:
Es que ese es el tema que me interesa... ¿a ti no te interesa? Pensé que te interesaba también. Pero estoy abierto a cualquier otro. ¿Te apetece el coñazo del desfile? Lo mejor que se ha escrito es lo de Arcadi, ¿no te parece? Una vez más, lo mejor es lo de Arcadi.

Francis dice:
Negativo. ¿Por qué piensas que me interesa, en todo caso? ¿Crees que he nacido para ser la Sra. Francis de internet? Puedo hacer un blog personal. ¿Se gana dinero con eso?

Montano dice:
Pensé que te interesaba mi problemática. Pero gracias por decirme que no te interesa mi problemática. Gracias, ¿eh? De verdad: no sabes cuánto te agradezco que no te interese mi problemática.

Francis dice:
No he leído a Arcadi hoy. Ni a casi nadie. He tenido a 8 personas para comer. Me he pasado la mañana en la cocina, y el resto del día entre comida y sobremesa larguísima. Me interesa tu jodida problemática, rey.

Montano dice:
¡Ocho personas para comer! ¡Eso es opulencia! ¡Podríais fundar un nuevo clan de la tortilla y todo, que asaltara el Palacio de Invierno!

Francis dice:
Eres un jodido llorica y yo te soporto: deberías agradecerme cada segundo que te dedico desinteresadamente, en vez de ponerte tan chulo.

Montano dice:
De todas formas, he decidido que no volveré a hablarte de mi problemática. A partir de ahora, hablaremos de temas más generales. O incluso, si tú quieres, de tu problemática: porque a mí sí me interesa tu problemática. Quizá no me interese tu problemática tanto como mi problemática, pero lo cierto es que sí me interesa tu problemática.

Francis dice:
Mientes.

Montano dice:
Cómo te atreves a decir eso? Tu problemática me interesa muchísimo. De hecho, me conozco toda tu problemática: ¿y cómo iba yo a conocerla si no me interesara?

Francis dice:
Te importa un carajo mi problemática. Y aun diría más: te importa un carajo la problemática de cualquiera. Fuera de tu propia problemática, el resto de las problemáticas del mundo te la soplan.

Montano dice:
Te equivocas radicalmente. Yo siempre me he interesado por toda problemática posible e imposible. Soy un gran forofo de las problemáticas. No te voy a negar que, de entre todas las problemáticas, la que más me interesa es mi propia problemática. Pero no es la única. También me interesan todas las demás problemáticas.

Francis dice:
La respuesta es simple: por acumulación. Son años de escuchar un leve zumbido de mi persona, y ha dejado un poso suficiente como para permitirte creer que tienes alguna idea de mi problemática. Cuando lo cierto es que ni te acuerdas de mi puto cumpleaños.

Montano dice:
Tu problemática la conozco diáfanamente. Ahora mismo podría sacarme un doctorado y hacerme catedrático de tu problemática. Por el contrario, me apuesto un cojón a que tú apenas estás en primero de EGB de mi problemática. Tú has fingido siempre que te interesaba mi problemática, pero en realidad siempre has pasado de mi problemática. Por el contrario, yo siempre he fingido que pasaba de tu problemática, cuando en realidad siempre me he interesado por tu problemática.

Francis dice:
No tienes ni idea. Podría meterme en mi garaje y suicidarme con el coche en marcha y quizás alguien te preguntara qué me pudo impulsar al suicidio y tú contestarías que ni siquiera sabías cuándo era mi cumpleaños, y que de mi problemática no sabías nada, y que parecía una tía normal.

Montano dice:
No me acuerdo de tu cumpleaños por una sencilla razón: porque no considero que tu cumpleaños forme parte de tu problemática.

Francis dice:
Por acumulación, el cumpleaños acaba siendo una parte de la problemática de cualquiera.

Montano dice:
No, en absoluto. Sé lo suficiente de tu problemática como para comprender que ahora te metieras en tu garaje y te suicidaras con el coche en marcha. Lo entendería perfectamente. Tu problemática, desde luego, reclama un final así.

Francis dice:
Pero no es esa la cuestión, no: es que mi garaje sólo está cerrado por tres paredes, y la cuarta da al jardín. Es frustrante para alguien que quiere una muerte en su coche. Una no violenta, quiero decir. En todo caso, no me la das: sé la clase de capullo que eres, y que bailarías sobre mi tumba. No cuento contigo ni con tu problemática para nada.

Montano dice:
Con mi problemática no debes contar, desde luego, pero conmigo sí. Al fin y al cabo, a pesar de los pesares, aún no he sido subsumido por mi problemática. Hoy por hoy sigo siendo yo y mi problemática, no únicamente mi problemática. Hay un yo todavía, al margen de su (de mi) problemática. De todas formas, tu queja es una manifestación más de lo de clase media alta que es tu problemática: tu garaje tiene tres paredes, sí, de acuerdo. Pero mi garaje no tiene ni una sola pared, porque yo no tengo ningún garaje.

Francis dice:
Yo tampoco, en realidad. Es del banco. Y el banco puede acabar siendo del Estado, o vaya usted a saber. Quizás acabe siendo un bien social y tenga que compartirlo. Los tiempos están cambiando. Puede que acabe haciendo migas a la fuerza con los albano-kosovares.

Montano dice:
Al final no creo que me suicide. No está sólo la conciencia de la putada que el suicidio de uno sería para sus seres queridos: sino también una cierta curiosidad morbosa por qué va a pasar.

Francis dice:
Eso pienso yo siempre. Suicidarse estaría bien si uno pudiera seguir aquí echando un vistazo.

Montano dice:
Sí, pero no me refería tanto a qué va a pasar con el mundo como con uno mismo. Cómo era el famoso verso de Gil de Biedma?... “Porque la vida nos sujeta porque precisamente no es como la esperábamos".

Francis dice:
Tienes muchísimas más ganas de vivir que yo, querido. Llegarás a viejo.

Montano dice:
Oh, vamos a hablar ahora de tu problemática entonces?

Francis dice:
No, no: es domingo. No me jodas con mi problemática. Prefiero seguir con la tuya.

Montano dice:
No, ya me has cortado el rollo con mi problemática: ahora vayamos a tu problemática!

Francis dice:
Es hora de dormir. Prométeme que no vas a suicidarte, y yo te prometo que seguiré pendientísima de tu problemática.

10.10.08

Milton Banana

Con motivo del cincuenta aniversario de la bossa nova, EMI está sacando en cedé antiguos discos de la Odeon. Les recomiendo especialmente Milton Banana Trio, un elepé instrumental de 1965 que es una pura delicia. Milton Banana fue el baterista emblemático de la bossa nova, que participó en todos los momentos decisivos del movimiento: las primeras grabaciones de João Gilberto (incluida la mítica de "Chega de saudade" en 1958), el estreno de "Garota de Ipanema" en Au Bon Gourmet, el concierto del Carnegie Hall de Nueva York o el disco Getz/Gilberto. A propósito de este último, dice Ruy Castro en Bossa Nova. La historia y las historias que los anteriores bateristas de Stan Getz, norteamericanos, "daban la impresión de tener lumbago comparados con el ritmo y la elasticidad con que se desenvolvía Milton Banana". Otro disco imprescindible del instrumentista, y que a mí me gusta aún más que el mencionado, es The Rhythm and the Sound of Bossa Nova, de 1962, que reeditó Ubatuqui en 2000.

9.10.08

El aniquilador

Artículo de Álvaro Marchesi en El País. Álvaro Marchesi: probablemente el individuo que, él solo, a más españoles ha perjudicado después de Franco. Tras la devastación de nuestra enseñanza pública provocada por él, debería estar escondido debajo de una mesa, avergonzado, carcomiéndose por la culpa. Pero no. Está ufano. Va por ahí dándose aires y proclamando que la Logse necesita más años aún para que se vean "sus resultados". Este hombre no se da por satisfecho con el desastre: aspira a la completa aniquilación.

6.10.08

El sol de Google Earth



Al fin me he bajado la aplicación de Google Earth (¡soy un rezagado mundial!) y me he puesto a planear por el planeta. Primero, por los lugares conocidos y queridos del planeta. La experiencia es, al mismo tiempo, exaltante y nostálgica. Nostálgica por la biografía asociada a esas zonas. Exaltante por el sol unánime que lo alumbra todo. Sí, en Google Earth todo está iluminado, como en un límpido día platónico. De pronto aprendemos, con vértigo, que siempre fuimos felices. (Sufríamos, pero nos miraba el satélite; para él nunca hubo días nublados.)

2.10.08

Sombra transparente



En "Transparent shadow", de Chema Cobo, puede atisbarse el Gran Vidrio de Duchamp (quien, por cierto, murió el 2 de octubre de 1968). El cuadro será presentado hoy, junto con los demás de Eclipse, en la galería Antonio Machón de Madrid. Del texto escrito por el artista a propósito, entresaco estas líneas:
El color funciona cuando no distrae. Mi preocupación ha sido siempre la relación luz-color, color-luz. En la obra me interesa la luz y ahora especialmente. Cuando se pinta despintando, se impone la luz y el color queda soterrado, casi emboscado pero sigue trabajando al acecho. A veces los cuadros tienden a deslumbrar y a buscar ese momento impreciso de luz que se padece en un estado de tránsito entre la vigilia y el sueño o viceversa entre el sueño y el despertar. La nebulosa blanquecina que empaña todos los cuadros incita a un silencio que tamiza ese rumor, el del tiempo.

1.10.08

Correspondencia

Recibo este mail de un lector que firma como Jacobo Deza:
Estimado Montano,

No dejo de preguntarme día a día por un tema que me tiene atribulado: ¿de qué vive usted? Es decir, ¿cómo se gana los berberechos? Mi misión en esta vida es, sin duda, irme a Assilah a escribir una larga temporada, pero me doy cuenta de que al cabo de una semana finalizaría mi estadía por no disponer de crédito (¡bancario!) suficiente.

¿Consiguió usted una honrosa herencia familiar? ¿Ha vendido millones de copias de su traducción sobre la bossa nova? ¿de qué me he perdido por el camino?

Haga el favor, ilumíneme sobre su situación para entender que algún día, yo también, podré encontrar mi Assilah personal.

Saludos.

JD

He aquí lo que le he respondido:

No se fíe de las apariencias: lo mío está siendo un suicidio económico con todas las de la ley.

Saludos,
J. A.