28.6.06

Borrón y cuenta vieja

Va llegando la hora de decir que si el proceso de paz fracasa va a haber un responsable claro. Sin duda es la dirección del Partido Popular y toda una serie de fuerzas que le están siguiendo... Hace falta que los españoles vayan dándose cuenta que el señor Otegi, cualquiera que sea su pasado, y los dirigentes de ETA, que han hecho la propuesta de negociar la paz... cualquiera que sean sus crímenes están mostrando más sentido de la responsabilidad que esos dirigentes del Partido Popular que quieren que a toda costa que en España siga asesinándose, matándose y que no haya paz. (Santiago Carrillo)
Lo de Carrillo es patético. Es el ejemplo de cómo la gente no se sabe estar quieta, y cuando hace algo bien en la vida, inmediatamente pasa a deshacerlo y emborronarlo.

Para los de mi edad, que no habíamos conocido al Carrillo de la peluca (y menos aún al de Paracuellos), el tipo no era más que ese estólido anciano que hablaba espesamente en el Parlamento. Jamás le prestamos atención porque el hombre jamás dijo nada que nos interesase. Visto con frialdad, sin la emoción a favor o en contra de nuestros padres y nuestros abuelos, Carrillo era un tipo anodino, con cierta retranca tal vez (como mucho); una momia viviente que nos importaba un carajo.

Hubo un par de estampas enternecedoras, sí: su figura solitaria en el hemiciclo durante el 23-F. La foto aquella del Rey acercándole el cenicero. Se le reconocía el mérito en la Transición, etc.; pero, aparte de eso, no aportaba nada. Una figura gris, pesada, cansina. Cuando aparecía en alguna entrevista de la tele, cambiábamos de canal. Aburría a las ovejas.

Pero hete aquí que ahora viene el hombre soltando granujadas. De ser un tipo neutro, se ha convertido en alguien dañino y apestoso. Jamás prestamos oídos a lo de Paracuellos. Si nos hubiesen preguntado entonces, como mucho hubiéramos dicho: "No sé muy bien, pero no creo, ¿no?". Hoy tampoco sabemos muy bien. No hemos estudiado la Historia, y tampoco nos fiamos demasiado de los hooligans episcopales. Pero nos queda la observación del Carrillo en directo: y desde luego, con esa mentalidad que exhibe, ya no nos extraña nada. A estos tipos no los coloquen en un lugar jerárquico de poder. Y menos en las ocasiones históricas sin ley...

¡Pero lo que no soporto es que tengamos que estar todavía con éstas, por culpa, primero, de los que sacaron el dóberman hace trece años, y, a continuación, de todos los que se han venido sumando al suicida festín guerracivilista, incluido (de un modo principal) ZP! ¿Por qué coño toda esa retórica abyecta de los "Paracuellos" y afines debe ocupar ahora mi cabeza? ¡Pero si nos habíamos librado de eso, joder! ¡¡¡Nos habíamos librado ya de todo eso!!!

22.6.06

El siglo de Billy Wilder

Recuerdo que Billy Wilder murió un Viernes Santo, y le dije a una amiga: "Si verdaderamente es Dios, resucitará el Domingo". El Domingo estuvimos pendientes. No pensábamos que en verdad fuese a resucitar, pero sí, quizá, que se produjera algún tipo de pirotecnia guasona por los cielos. No vimos nada. Ahora pienso que deberíamos haber estado pendientes de la tierra, porque Wilder no era Dios pero sí un diablo. Me gustaba esa frase que se decía de él: "Tiene el cerebro lleno de cuchillas de afeitar". La incómoda inteligencia. El que se acerca mucho, sale triturado. Y su propio poseedor recibe sus cortes (aunque desde dentro resultan algo más estimulantes). Quevedo fue su precursor, aunque Wilder ni lo conocería. Sus herederos, claramente, son Los Simpson. Y yo diría que el 90% de las buenas sit-coms. En el cine no ha dejado herencia, pero sí en la tele. Yo tengo para mí que otro espíritu afín a Wilder es el gran Noel Rosa, el cantante y compositor brasileño que murió en 1937 con veintiseis años. También tenía el cerebro lleno de cuchillas de afeitar. Ahora que lo pienso, tal vez sería mejor decirlo así en español: "poblado de navajas". Billy Wilder tenía el cerebro poblado de navajas. O: le salían navajazos del cerebro. O: al idiota, lo navajeaba. O: a los estúpidos, los hacía papilla. O: se le acercaba un panfilote, y salía hecho lonchas.

Como es lógico, Billy Wilder, el cínico, se comportó con integridad en los momentos de su vida en que hubo que hacerlo. A las almas cándidas suele ocurrirles justo lo contrario: se pasan toda la vida predicando, pero en cuanto la cosa se pone cruda, son los primeros en rajarse. Una de esas ocasiones de integridad wilderiana fue cuando su productor le pidió que los carceleros del campo de concentración de Traidor en el infierno pasasen a ser polacos en vez de alemanes para la comercialización de la película en Alemania. "Vete a la mierda", creo que le dijo Wilder, y se cambió de productora. Le enseñó a trabajar Lubitsch, quien, según contaba Wilder, les hacía corregir una y otra vez los guiones. Al final Lubitsch leía la enésima versión. Por primera vez parecía satisfecho. Sonreía un par de veces durante la lectura. Y nada más acabar, decía con entusiasmo: "¡Perfecto! ¡Ahora vamos a mejorarlo!".

Hay muchos momentos memorables en las películas de Wilder. Cientos, miles de momentos. Bastaría cualquiera de ellos para que el famoso extraterrestre que debe bajar a la Tierra dentro de mil años certificase que, en efecto, había habido vida inteligente en el planeta. Vida, incluso, muy inteligente. Pero yo me quedo con un momento pesimista y tierno: el final de La vida privada de Sherlock Holmes. El detective ha perdido el primer caso de su vida porque cometió el desliz de enamorarse. Antes, durante la película, hemos visto cómo Watson, cansado de regañarle a Holmes por su adicción a la morfina sin que éste le haga caso, le ha escondido la jeringuilla y el resto del instrumental. Pero estamos ya en los últimos minutos. Holmes, fracasado, ha vuelto a casa. Recibe una carta y la lee de pie junto a la ventana, mientras Watson lo observa, también melancólico, desde el sillón. Ahora no recuerdo qué dice esa carta, si es ella misma confesándole que todo fue una treta o alguien comunicándole que la dama ha muerto... El caso es que la tristeza se hace insoportable. Holmes suelta la carta sobre la mesa. Mira a Watson y le dice: "¿Dónde está?". Y Watson, con una dignidad médica que jamás podrá comprender nuestra Pitita Salgado, le indica un cajón. Holmes abre, levanta unas carpetas y allí está su jeringuilla. La recoge, se encierra en su cuarto y la película acaba.

Hoy Billy Wilder hubiese cumplido cien años.

19.6.06

El tema de nuestro tiempo

Prozession (Neo Rauch)
El tema de nuestro tiempo es que todo el mundo (el 108% de la población o así) lleva una vida de derechas. Pero un buen porcentaje de esa población de derechas quiere ser llamada de izquierdas. Y entonces lo único que le queda a mano es votar contra el PP. El voto contra el PP es, en realidad, lo único aparentemente de izquierdas que hace toda esa población de derechas. El día que el PP diga que hay que respirar, ese sector de la población dejará de respirar. Y entonces nos habremos librado de ese irritante sector de la población de derechas que quiere ser llamada de izquierdas.

16.6.06

Julián Marías y la Sra. Muir

Gene Tierney en 'El fantasma y la Sra. Muir'


En El fantasma y la Sra. Muir, esa maravillosa película de Mankiewicz que Javier Marías nos enseñó a mirar tan bien, ocurre algo inédito en la historia del cine: el espectador desea que se muera la protagonista, porque sólo ese puede ser el final feliz (final feliz asegurado, por otra parte; como dice Jünger: "A un hombre podrán fallarle todas las citas que tenga previstas a lo largo de su vida –menos una: la cita con la muerte"). La Sra. Muir se ha enamorado del fantasma del capitán, pero éste se ha desvanecido definitivamente y la Sra. Muir sólo podrá reunirse con él cuando muera.

Con el padre de Javier Marías, don Julián, ha pasado lo mismo. Desde que murió su mujer en 1977 se limitó a ser (como dice hoy Eduardo Jordá en un precioso artículo) "un superviviente". Recuerdo un programa radiofónico del Loco de la Colina de principios de los ochenta: Julián Marías se puso a llorar mientras recordaba a su esposa. Durante unos interminables segundos sólo pudimos escuchar los gemidos de dolor de ese hombre. Fue algo intenso, verdadero: lo contrario de los lloriqueos fraudulentos que vendrían después con la televisión basura. No sé por qué, pero aquella noche se me quedó grabada. Luego he venido contemplando a Julián Marías, respetando su limpio cristianismo desde mi estrépito nietzscheano. Un hombre digno que no se vendió nunca, y que por eso proponía la reconciliación en medio de la abyección guerracivilista de los ex-grapo que ahora son neofranquistas, por un lado, y los ex-falangistas reconvertidos en socialdemócratas, por el otro. Frente a ambos, la integridad moral: la decencia. Y por debajo de todo, su duelo amoroso que sólo ha terminado con la muerte. Siempre me acordé, pensando en Julián Marías, de estas hermosas palabras que le dedicó Camus a Breton: "En su perro tiempo, y no se puede olvidar esto, es el único que ha hablado profundamente del amor. El amor es la moral angustiada que ha servido como patria a este exiliado".

Pero alegrémonos: la Sra. Muir ya está otra vez junto al fantasma.

[17-XII-2005]

15.6.06

Dos meses sin Bayón

Dos meses ya sin Bayón. Copio aquí dos de los textos que escribí entonces en el blog de Arcadi Espada. El primero es del 16 de abril, y el segundo del 18. Necrológicas vitales.

* * *
Un año de amistad perpetua

Hace un año, después de que yo colgase aquí la crónica de un acto que hubo en Málaga con Arcadi Espada, Justo Navarro y Félix Bayón, éste me escribió un mail que empezaba así: “Manifiéstate, Atleta”. Le contesté y a partir de entonces hemos mantenido la amistad. Una amistad fundamentalmente telefónica y hotmailiana, ya que sólo nos hemos llegado a ver dos veces en persona, en dos almuerzos que se prolongaron en largas sobremesas de alcohol y risas. A la primera cita llegó tres horas tarde. Le pilló un tremendo atasco de agosto en la autovía de Marbella a Málaga. A pesar de eso, traía un humor excelente. Era un hombre cálido, generoso, bondadoso, inteligentísimo, con un sentido del humor a prueba de bombas (¡y de atascos!). Me hacía gracia lo aficionado que era a los cotilleos, especialmente si eran de faldas. Los celebraba como un niño, sin maldad, como una de las cosas buenas de la vida. También celebraba mis gamberraditas en el blog. El blog, de hecho, le encantaba. Para él era un juguete con el que disfrutaba mucho. Le encantaba descubrir quién era quién. Cuando alguien más o menos conocido le decía que era fan del Atleta Sexual, corría a decírmelo, como para hacerme un regalo. Me había cogido mucho cariño, y yo, además de cariño, cada vez sentía mayor admiración hacia él. Estaba ahora en pleno esplendor columnístico. Yo le había dejado la serie completa de Los Soprano y una vez me llamó entusiasmado con esta frase que dice Tony: “El cunnilingus y la psiquiatría nos han llevado a esto". La última vez que hablamos fue hace dos jueves: “A ver si nos tomamos unas cervezas", me dijo, "y nos reímos del mundo, pero dentro de dos semanas, que ahora viene la Semana del Terror”. La Semana del Terror era esta, en efecto. No he conocido un hombre más enamorado de la vida ni que pusiese tanto mimo en las relaciones personales. Quizá porque vivía con el corazón de un joven ciclista desde hace catorce años. Ese segundo corazón se le paró ayer. No hay consuelo, pero sí más vida por vivir: en su honor, con nuestros corazones.

* * *
Ultima estación

Tercer día de luto, de luto punzante. Para terminar ya de pensar en Bayón muerto (a partir de ahora pensaré sólo en Bayón vivo -vivo y vivificador), he ido esta tarde a Marbella, para buscar su tumba en el cementerio. Quería forzar también así un último encuentro físico. He tomado, desde Málaga, el autobús de las cuatro. En un bolsillo de la chaqueta, un transistor; en el otro, el Interludio azul de Gimferrer: el amor y la muerte (¡même!).

Yo nunca había estado en Marbella. Sí en sus playas y, sobre todo, en Puerto Banús (¡para ver tías buenas y con el prestigio de la prostitución de lujo!), pero no en el pueblo. Aunque primero he ido al cementerio del Carmen, que estaba en la otra dirección, hacia arriba, mientras que el pueblo quedaba hacia abajo. Así que me he encaminado hacia las totémicas montañas. A los diez minutos de bajar del autobús ya había comprendido que en Marbella casi todo el mundo se desplaza en coche y está poco acostumbrada a andar. Todo al que preguntaba me indicaba espantado que el cementerio quedaba muy lejos y que cómo se me ocurría ir a pie. Pero llegué en veinte minutos. El último tramo de la subida, además, se me hizo ameno, porque me llamó mi amigo Hervás y echamos un rato de charleta. Sobre Bayón, entre otras cosas. Y sobre mi propósito: el viaje se volvió ahí autonarrativo.

El cementerio estaba vacío. Quise dar una vuelta primero, por si encontraba el sitio sin tener que preguntar. Pero no lo encontré. Vi a un empleado barriendo y me acerqué. A pesar de su mono azul, tenía los tics hamletianos de todos los enterradores del mundo; tics entrañables, por lo demás. Él no había trabajado ayer y no sabía, pero llamó por el móvil a un compañero. Este le dijo que Bayón fue incinerado y que la familia se llevó las cenizas. Y que hubo mucha gente en la cremación, entre ella (creí entender) una especie de loca que no se pierde una y sobre la que los enterradores hacían chanzas. Pregunté, por confirmar neuróticamente, si la cremación había sido allí mismo y me dijo que sí. Camino de la salida vi unos lavabos, en un rincón entre nichos, y entré. Bebí agua del grifo: agua de cementerio. Muy fresca. En el rellano que hay fuera vi la fachada de la sala de cremación. A falta de tumba, he estado unos minutos ahí de pie, mirándola. Pensando que al fin y al cabo esa fue la última estación de su cuerpo.

Al salir he visto un prado que acababa en un borde que parecía un buen mirador hacia el mar. Así que, en vez de emprender el camino de regreso, he subido un poco más por la carretera y he saltado la alambrada, porque el prado estaba acotado y con las banderolas de una inmobiliaria, presta a construir (si la ley no lo impide). Hoy, por cierto, venía en el Málaga Hoy (junto con los estupendos artículos sobre Bayón de Eduardo Jordá y Berta González de Vega), una noticia sobre del alcalde del pueblo vecino de Mijas (no recuerdo su nombre, pero sí que es conocido como El Tartaja), que se ha subido el sueldo 19.000 eurillos más, por el procedimiento reglamentario de convocar unas oposiciones para la habilitación de no sé qué a las que él ha sido el único en presentarse, sacando aprobado cum laude o algo así. Pero en fin, prosigamos con nuestro sentimental journey. Desde el borde del prado podía verse ya el mar: digno e imperturbable en el horizonte; horripilante en la costa, por la cancerígena expansión del cemento. Hacía una tarde serena, luminosa. Allá hacia poniente podía verse el perfil del Peñón de Gibraltar. Una nube de su misma extensión estaba por encima, a modo de sombrero levitando. Hacia levante, a dos o tres kilómetros, podía distinguirse la torreta del Centro Comercial La Cañada. Con un leve giro del cuello, uno podía desplazarse con la mirada desde La Cañada hasta el cementerio, a unos doscientos metros por detrás de mí. Decidí quedarme un rato en el mirador y me puse los cascos, para buscar algo de música en la radio. En Radio 3 acababa de comenzar El ambigú y el gran Diego Manrique estaba hablando, precisamente, de Bayón.

Luego bajé al pueblo. Sentía morbo por ver el Ayuntamiento, pero no lo he encontrado y tampoco he preguntado por él. Lo que quería ante todo era llegar al mar. Había un buen trecho. Primero un tramo largo e inhóspito, de viviendas sin gracia en zonas mal urbanizadas, en cuesta, desde la estación de autobuses hasta el casco viejo; y luego ya un recorrido más agradable, por callejas entre rústicas y turísticas, y plazoletas con fuentes, y un parque con abundante vegetación, y la fuente más grande de todas, hasta llegar al paseo marítimo. Había mucho hormigueo humano y un latir de vida que uno ahora percibe con más ganas, como si se hubiese hecho el propósito de que ya no se le escape ni una sola burbuja del champán.

Frases cazadas al vuelo: una madre con acento pijo madrileño a su hijo: "Venga, que tienes que coger el d'eso"; una argentina a una amiga: "Me encontré a Nani y se acababa de comprar tres bolsos, cada uno de mil euros"; una niña enseñándole a otra a decir "o sea" (¡lo juro, aunque esto parezca un mal sketch de Los Morancos!). Antes, cuando iba bajando la cuesta, vi a dos chavales de unos 18 años que se acababan de sentar en la mesa de un parque, a la sombra, cada uno con una litrona de cerveza y estaban abriéndolas. Luego, cuando ya subía, los vi aún allí, con las litronas por debajo de la mitad. Charlaban y disfrutaban con la charla, serenamente. Parecía un buen modo de pasar la tarde. Un poco más arriba reparé en un edificio blanco en el que no me había fijado al bajar: eran los Juzgados. Algo es algo, pensé. Pero estaba todo desértico por allí.

Durante el regreso he venido leyendo, maravillado, el libro de Gimferrer (¡el amor!), con el sol por detrás del autobús, declinante.

14.6.06

El futbéisbol



El Mundial también se vive en el Aquí hay tomate. ¿No lo vieron ayer? Sacaron unas imágenes de Ronaldinho bailoteando "a altas horas de la madrugada" en una discoteca teutona. Lo grabaron con el night shot, así que tenía un cierto aire desvanecido de zombie... bueno, de desvanecido nada, que el hombre estaba más vivo que el 99% de la, así llamada, Humanidad. Una rubia de dos metros se le había puesto por delante y se dedicaron a hacer frotaciones. ¡Qué maravilla! ¡Es lo más estimulante que he visto por televisión en mucho tiempo! En un momento dado la rubia se separó y allá que apareció un bate de béisbol marcándosele a Ronaldinho por debajo del pantalón, justo a la altura de la entrepierna. Técnicamente era también un garrote para matar focas; pero ya que estamos en el terreno deportivo dejémoslo en bate de béisbol. La cuestión es: ¿qué dice la FIFA al respecto? ¿Podría usarse para marcar goles? Yo creo que Brasil tiene al fin la ocasión de dedicarse (¡en verdad!) al "jogo bonito". ¡Un deporte nuevo se aproxima: el futbéisbol!

13.6.06

Aquel Brasil

Hoy juega Brasil su primer partido en el Mundial. No sé cuál es su rival: ni lo he mirado. A mí sólo me importa Brasil. Hasta el propio fútbol, el contaminante y abrasivo fútbol, me toca cada vez más las pelotas (y nunca mejor dicho). Para mí Brasil, sólo Brasil.

El primer destello fue, como para muchos, en el Mundial 82. Aquel Brasil de Zico, Sócrates y Falcão. De pronto, arte en el césped. Un hechizo que nos impedía apartar la mirada de aquellas evoluciones alegres y armónicas. Eran literalmente jugadores, jugadores adultos en el sentido del memorable aforismo nietzscheano: "Madurez del adulto: significa haber reencontrado la seriedad que teníamos de niños al jugar". La seriedad de la alegría. O el juego ejercido de un modo implacable, sin ahorro. Aquel Brasil.

Pero aquel Brasil perdió. Y, como dice mi amigo Andújar, tal vez en ese momento quedaron derrotadas muchas cosas. El fútbol se volvió más rácano, y esa racanería lo terminó contaminando todo. Jünger señalaba el naufragio del Titanic como el momento en que se quebró definitivamente la fe en el progreso y el siglo XX se convirtió de golpe en siglo XX. Puede que con aquella derrota de Brasil quedase marcada en las conciencias otra suerte de "se acabó la diversión". El personal se puso a administrar la alegría y a contenerse. Había que exhibir menos desparpajo, calcular mejor, a ver si así se podía ganar. Y para cuando se ha aprendido que ni siquiera con estas victorias se alcanza la alegría de aquella derrota, ya no se ha podido volver.

Después de aquel verano vinieron, por este orden, las canciones brasileñas, las mujeres brasileñas, la literatura brasileña y el propio Brasil, con su paisaje desde la ventana del ônibus y sus ciudades brasileñas (principalmente Río de Janeiro); con el idioma portugués (¡de acento brasileño!) aromándolo todo en todo instante. Y hemos seguido viviendo los Mundiales con un aburrimiento efectivo, pero enganchados a aquella antigua felicidad.

Recuerdo la final del Mundial 94. En el momento del penalty de Baggio le quité la voz a la tele y puse el Fio Maravilha de Jorge Ben. Funcionó. Brasil fue tetra. Durante ocho años fue muy gracioso escuchar a los brasileños exhibir su orgullo de tetracampeones: "Eu sou tetra, menino!". Una vez una amiga brasileña me confesó que también se acostaba con mujeres. Y debí de poner cara de sorpresa (sin duda sería morbo que no acertó a expresarse con desenvoltura), porque avanzó una explicación deliciosa (que me hubiese perdido de haberme mostrado más desenvuelto): "Pero cariño, si soy tetracampeona, ¿cómo no voy a ser bisexual?".

El Mundial 98 me pilló viviendo con Nádia en Torremolinos. Y la comunidad brasileña de la Costa del Sol había preparado una fiesta en un bar de Fuengirola el día de la final. Fue una lástima que Brasil no ganase aquel año. Todavía me entra una nostalgia por lo no vivido al pensar en aquella juerga magnífica, que no se pudo celebrar. Algunos intentaron encenderla a pesar de todo. Pero salía algo deshilachado, apagado, y acabamos regresando a casa.

En el 2002 sí hubo celebración. Y la viví en el mejor sitio posible: la Casa do Brasil de Madrid, bebiendo guaraná y cerveza Brahma. La noche anterior había asistido a un concierto de Caetano Veloso en el Conde-Duque, así que la jornada se presentaba redonda. Era la época del anuncio en el que una brasileña se alzaba la camiseta amarilla para mostrar los pechos: "¿Cuál es el secreto de Brasil?". Muchas hicieron lo mismo aquella mañana de junio para festejar que ya eran penta. Sí, recuerdo una alegría de pechos frescos saltando al ritmo de la batucada. Quiero que este año ocurra también, y si por el camino hay que eliminar a España, casi mejor.

7.6.06

La paz no va a estar tan mal

Quiz (Neo Rauch)
Hablo ya desde la pura perspectiva del espectador televisivo. Hemos perdido (o vamos a terminar de perder inminentemente) la batalla de la justicia. Pero consolémosnos: la "paz" también va a tener su gracia. Televisivamente, por supuesto. Ya estoy salivando, por ejemplo, con la entrevista de contenido humano que sin duda el Loco de la Colina le hará a Permach: "Dinos, Joseba, ¿te gusta contemplar atardeceres?". Quizá, incluso, le consiga un puesto junto al Risitas: de sustituto del Peíto. Y gracias a Rioyo podremos enterarnos de la opinión de Otegi sobre Auster (“el azar era, al fin y al cabo, quien mataba inocentes por medio de nuestras bombas”). O el tal Pernando Barrena, con esa pinta de buenote: perfecto para marcarse un dueto de baile con Rosa de (ya para entonces) Ex-paña. Va a estar bien. Y aquí ni siquiera hay que quitar a la Igartiburu. Ni tampoco tendremos que quitar a Ramontxu García del Grand Prix ni de las Campanadas de Fin de Año (¡qué alivio!). La Goiricelaia irá al programa de Bertín, le taparán los ojos con una venda y meterá la mano en una caja llena de hámsteres, y ella dará grititos entre los aplausos de los espectadores. Va a ser precioso, emocionante. Llamarán a Madina para que tenga un cara a cara con el que le arrancó la pierna, y tal vez consigan que éste acabe acariciando la prótesis (aquí el realizador incrustará un plano de la Gemio soltando una lagrimita). Julio Medem rodará un serial sobre los ex-etarras que hayan reconducido sus vidas como acuarelistas (sin duda, estimulados por el precedente de Hitler: sólo que haciendo el camino inverso). Se hará una nueva carta de ajuste inspirada en la jeta de Atxaga. Quizá manden a Iñaki Anasagasti a la Isla de los Famosos. Veremos cómo es capaz de subsistir en un medio agreste sin su champú (ni el resto de sus comodidades locales). Va a estar bien, ya lo veréis. Imaz podría sustituir a Iker Jiménez en Milenium. Y Arzalluz podría ser el nuevo Rodríguez de la Fuente: ¡qué grandes reportajes podría hacer grabando en sus escondrijos a los antinacionalistas! Ah, y a los chicos de la kale-borroka también les encontraríamos una salida mediática: podrían ser los nuevo Uri Gellers, que romperían en directo sus cucharas a golpe de cóctel molotov. ¡Pero Permarch, sobre todo Permach! Le aguarda un gran futuro. Va a revelarse (¡a destaparse!) como auténtico animal televisivo. Irá al Pasalabras, entrará en los corrillos de Salsa Rosa (podría ser un nuevo Enrique del Pozo, o quizá un nuevo Kiko: especializado en mala leche), puede que lo metan en el Gran Hermano Vips. Ahí descubriremos que a lo mejor tiene insomnio, o que le gusta pasarse las horas semisumergido en la piscina, o que durante todos estos años ha sobrellevado una tragedia íntima en silencio (que revelará en un momento débil): las almorranas. Veremos qué humanos eran todos. Cocinarán con Arguiñano. Responderán al teléfono en los Telemaratones. Harán cameos en Los Serrano. El aurresku (¡al fin!) terminará por resultarnos simpático, como las sevillanas. No tardarán en aparecer Los del Río euskaldunes, endilgándonos una Makarena de éxito internacional. Ah, y la Milá entrevistará a Josu Ternera en el lacrimógeno prime-time: "Josu, ¿qué se siente al matar?". Nos vamos a enterar de detalles muy interesantes. Al fin y al cabo, toda esa gente siempre ha querido lo suyo y, por lo tanto, ha tenido derecho a vivir. A vivir muy bien. Así que ánimo, no desfallezcamos: las cosas van a estar estupendas. ¡La "paz" va a ser un gran espectáculo televisivo!

[Publicado en Basta Ya]

6.6.06

Topología de la infamia




Esas dos fotos muestran bien el lugar que ocupa el nacionalismo: el lugar del grito y el estreñimiento, el del spray lacio y la bandera. Esa gentuza, ahí, ni siquiera está protestando contra el poder establecido, sino contra dos críticos a ese poder. Lo que esa gentuza pretende es simplemente que estos dos no hablen, y que desaparezcan si es posible. Quizá los asesinarían, a poco que las circunstancias fuesen propicias. A Albert Boadella (primera foto) creo recordar que no, pero a Arcadi Espada le llegaron a pegar después del momento que retrata la segunda foto. Se fueron treinta a por él: la horda de la butifarra.

Esos tipejos, sin duda, entre otras cosas, se odian a sí mismos. ¿De qué otro modo podría entenderse que escojan “fascista” como insulto al tiempo que se comportan justo como eso, como fascistas? Los que agreden a los críticos al poder establecido mientras la policía se esconde (en este caso la policía folclórica: los Mossos d'Esquadra) son técnicamente camisas pardas, por muy guays que vistan. Aunque quizá, en efecto, vaya siendo hora de dejar de llamarles nazis o fascistas: son, simplemente, como ellos quieren, nacionalistas. A estas alturas, es ya un calificativo lo suficientemente lleno de mierda y de sangre como para que nos valga como insulto.

Por fortuna, esas dos fotos nos muestran también un lugar estimulante: el de la civilización y la sonrisa (más o menos maliciosa), el de la alegría íntima que bota en los corazones volterianos. No deja de ser un gustazo, en el fondo, tener unos enemigos tan impresentables. O dicho de otro modo: tener la razón tan limpiamente, con tan poco esfuerzo (esfuerzo mental al menos: del moral sí que se requiere en este ámbito empozado). Uno mira esas dos fotos y ha de ser muy enfermo para querer estar en el lado de los energúmenos. No se puede querer estar ahí: ahí se está por fanatismo, por obcecación, por mediocridad, por inercia o por aprovechamiento. Porque el lugar apetecible, el de la dignidad, la inteligencia y la alegría está enfrente: donde Boadella y Espada.

2.6.06

Desnazifíquense

Hatz (Neo Rauch)




El que no se sienta nacionalista ni quiera a lo suyo no tiene derecho a vivir. (Javier Maqueda, senador del PNV)
Señores del PNV: ustedes tienen un problema, y ese problema se llama 100%. O lo que es igual: desnazifíquense y luego hablamos.

Lo paradójico (¡e irritante!) de todos estos perniciosos idiotas Maquedas, es que, de facto, son ellos, los nacionalistas, los que más odian lo suyo: los que necesitan hipostasiar, acartonar, engolar, empobrecer, apompar, arruinar lo suyo para poder aplicarle ese irrisorio pseudosentimiento que ellos tienen y que llaman (¡equivocadísimamente!) "amor".

* * *
Cyril Connolly, en Enemigos de la promesa: "El escritor debe ser un detector de mentiras que exponga las falacias de las palabras y los ideales antes de que maten a medio mundo".