18.5.07

La giganta

 

Me he puesto a releer Las flores del mal en la traducción de Martínez Sarrión, que estoy disfrutando como nunca. Junto a los poemas de siempre, reparo ahora en otros a los que apenas les había prestado atención, como este delicioso de "La giganta": 
Cuando Naturaleza, en su brío poderoso, 
concebía diariamente monstruosas criaturas, 
vivir habría querido cerca de una giganta 
como al pie de una reina un gato ronroneante. 
Habría visto su cuerpo florecer con su espíritu 
y en libertad crecer con sus juegos terribles; 
sabría si el corazón guarda una llamarada, 
en las mojadas nieblas que bogan por sus ojos. 
Recorrer, al azar, sus magníficas formas; 
escalar las vertientes de sus piernas enormes 
y, acaso, en el estío, cuando soles malsanos 
la tumbaran rendida en mitad de los campos, 
a la sombra del seno dormitar sin cuidado 
como escondida aldea al pie de una montaña.