29.4.07

Momento

El amigo Eliseo Cardona califica de espantoso el nuevo disco de Bebel Gilberto, Momento, en su BlueMonk. Puede ser... pero la verdad es que a mí me gusta esa música tranquilizante y somnífera. A Bebel Gilberto la vi en Madrid, en la Sala Arena (hoy Heineken), en julio de 2001. Llevaba un escote lateral, a lo largo de todo el costado, que me hizo tilín. También me encantó el desparpajo de sus gestos, que le otorgaban una carga erótica de la que su mero físico quizá carecía. La música era inferior en directo que en el disco, aunque no quedaba mal del todo. Pero a mí siempre se me van los pensamientos por otros derroteros que no son los musicales. Aquella noche el asunto era que Bebel Gilberto estaba allí, y existía, y también estábamos allí nosotros viéndola, porque en 1963 le empezó doler una mano a João Gilberto. Ese dolor de mano fue una de las condiciones del nacimiento de Bebel, porque sin él quizá João Gilberto y Miúcha, la madre, no se hubieran emparejado. El nacimiento de cada uno de nosotros, y el nacimiento (o la aparición) de cada uno de los elementos del mundo, tiene como condición el nacimiento (o la aparición) de todo lo demás, anterior y simultáneo (y quizá futuro). Pero esto es tan vasto y abrumador que no nos lo podemos representar. Sólo podemos proceder metonímicamente y extraer uno solo de los hilos de esa trama; y tanto mejor si ese único hilo es el que concierne a los progenitores. Este es el motivo por el que siempre me ha interesado conocer las circunstancias que condujeron a un hombre y a una mujer (que después iban a procrear) al encuentro. En el caso de los padres de Bebel Gilberto, Ruy Castro lo cuenta así en su Chega de saudade. História e histórias da Bossa Nova, que traduzco:
João Gilberto también se echó a la carretera en aquel tiempo, sólo que entre almohadones. En julio [de 1963] partió de Nueva York para Europa con João Donato, quien salió expresamente de California para acompañarlo, el contrabajista Tião Neto y el batería Milton Banana. Astrud fue con ellos, pero sólo en calidad de esposa de João (aunque el matrimonio ya estaba acabado). Su Garota de Ipanema permanecía inédita y ella no cantó en ninguna de las actuaciones del grupo. Empezaron por Roma, donde pasaron una semana en el Foro Itálico, y partieron para Viareggio, en el sur de Italia, donde llenaron durante tres meses el Bussoloto, el reservado de una enorme casa de espectáculos llamada La Bussola. (Los cuatro jamás habían ensayado juntos, y João Gilberto y João Donato se pasaban la actuación riéndose por lo bajini de sus errores mutuos; pero, aun así, según Tião, lo que hacían era sensacional.)
.....El Bussoloto estaba en el piso superior, y era frecuentado por intelectuales y artistas. En el gran salón de abajo, la orquesta de Bruno Martino tocaba hully-gullies y solía terminar con un bolero de su propia autoría titulado Estate, que muchos años después João Gilberto recordaría y grabaría. En la Bussola se presentaban también las grandes figuras comerciales, como Jean Sablon, el chansonier de Vous qui passez sans me voir, y Chubby Checker, el rey del twist. Ambos, después de sus actuaciones, subían al Bussoloto para escuchar a João Gilberto. No es difícil presumir la impresión que Sablon, viejo amigo de los brasileños, se llevaría; pero es imposible tratar de imaginar qué pasaría por la cabeza de Chubby Checker al escuchar a João Gilberto, salvo que algo se le descolgaría allí dentro.
.....Frente al hotel donde se alojó el grupo, en Marina Pietrasanta, a sólo cincuenta metros se abría una playa de cuatro kilómetros de longitud. Pero en los tres meses que pasaron allí, João Gilberto no dejó sus huellas en la arena ni una sola vez, ni siquiera con los zapatos. Permaneció encerrado en su apartamento, acariciando una gata que se había traído de Roma, llamada Romaninha, y preocupado con los primeros síntomas de una distensión muscular que iría a afectarle la mano y parte del brazo derecho. Las horas diarias de guitarra de los últimos años, haciendo con los dedos aquella posición que todo el mundo encontraba imposible, finalmente le estaban pasando factura.
.....Tuvieron que dar por concluida la temporada en octubre, rechazar invitaciones para tocar en Túnez y deshacer el grupo. Donato, Tião Neto y Milton Banana regresaron a Nueva York, y Astrud a Río. João Gilberto fue a París, con el objeto de tratarse con un médico acupuntor, el Dr. Zapalla, que “había cuidado de Pelé”. El médico no consiguió curarlo (el problema sólo sería resuelto al año siguiente, en Nueva York), pero allí en París conoció a una estudiante llamada Miúcha Buarque de Holanda.

En este vídeo de Momento se incluyen algunas grabaciones de la infancia de Bebel, la más entrañable de las cuales es la del principio: João Gilberto y Miúcha presentándola en sociedad.

25.4.07

Cambio radical

Hace dos domingos estaba en mi casa solo, aburrido, y le di una oportunidad al estólido zapping. Tras un breve tránsito por céspedes polémicos, di en Cambio radical. Me espantó. Me espantó principalmente Teresa Viejo: esa mujer ha conseguido dejar a la Gemio en un segundo puesto en el ránking de la horrorabilidad. Teresa Viejo. La autora de Hombres. Modo de empleo. Yo conocí a su pareja de entonces: el hombre empleado. Era digno de ella; tal vez no tanto de la de entonces como de la de ahora. Se precipitaron en la separación.

En la pantalla, acababa de salir un tipo del cambio radical y traía un aspecto como de chulo de discoteca, con una dentadura reluciente (sin duda a cuenta del programa) que iba como dos metros por delante de su morro. Le habían puesto también una bufandita blanca. Parecía un suplente del Alavés ataviado para la comida de Navidad del club.

Iba a largarme de allí cagando leches, cuando apareció la siguiente en ser cambiada. Era una tía de Gijón, de treinta y nueve años, sosa, melancólica, pero que no estaba mal del todo. Aparecía caminando por la playa de San Lorenzo con unos pantalones anchotes, con bolsillos, y una camisa de pana marrón oscuro. Tenía algo de hosquedad norteña, de mujer caída en un agujero existencial... pero a mí me parecía potable. Ella, en cambio, se detestaba. Contó que a los diecisiete años había sufrido una decepción de la que aún no se había recuperado: se había dedicado a follar con uno, a ella le gustaba mucho el chaval, y ella estaba convencida de que al chaval también le gustaba ella... Hasta que un día descubrió que el menda la iba criticando por ahí, motejándola de fea por todas partes, y que lo único que le gustaba de ella era precisamente que se la dejaba meter. Se imagina uno las lúgubres noches gijonesas, llenas de historias así.

Total, que la tipa es elegida por Cambio Radical y da saltos de alegría. Sus amigotes (¡y amigotas!) lo celebran. Es como si le hubiera tocado el gordo. Empieza a visitar a los cirujanos del programa. Son entrevistas curiosas: la chica deposita ilusiones espirituales en detalles físicos muy concretos, un poquito menos de nariz aquí, esas patas de gallo fuera, más tetas y más firmes esas tetas, las cartucheras de los muslos fuera... El cirujano da su opinión técnica, de albañil del cuerpo, y ella la recibe como la creyente que va a recibir la comunión. Ojos de éxtasis por librarse de las grasas: como si fuesen el lastre que impidiese la elevación de su globo aerostático.

Empiezan las operaciones. Durante un tiempo sólo la vemos a ella con veladuras ópticas, y vendada. Es una momia que camina. Por entre los esparadrapos del rostro, su boca sigue hablando de ilusión. En fin, ahorrémonos el proceso: le cambian todo lo que le tenían que cambiar, ella al principio pasa una crisis, piensa que va a quedar más fea, se arrepiente "de haber entrado"; pero al final, ya sin vendajes, le ponen delante un espejo y ella se ve más guapa, alucina con sus tetas nuevas, con su dentadura nueva, con su nariz nueva. Da grititos histéricos de alegría. En un momento dado manifiesta su satisfacción por haber largado a "la bruja" (se llama así) que era antes. Los espectadores no hemos visto esos cambios todavía. Ni su familia tampoco. Eso será en directo y en el plató.

Antes, los últimos arreglitos (podríamos llamarlos de postproducción): un asesor gay la lleva de compras a Serrano, le enseña escaparates, entran en tiendas, le prohíbe seguir usando "pantalones con bolsillos" (sic, cómo está el mundo gay) y le receta faldas. Luego pasan por peluquería, por manicura, por maquillaje... Al fin llegamos al momento actual. Ella se encuentra al otro lado del portón luminoso, con una pasarela por delante que la traerá, guapísima, hacia todos nosotros. Tachán tachán, se abre el portón... y sale un horripilante espantajo de mujer. Está cinco, diez, veinte veces más fea que antes. Pero ella bota de alegría, todos aplauden, sus familiares se emocionan, Teresa Viejo imposta una exultante felicidad. Gracias a Cambio radical hay una chica melancólica menos en Gijón, no guapa pero tampoco fea, y hay una nueva petarda, espantosa al cien por cien. Y lo que es peor: con autoestima. Creo que es el programa más obsceno que he visto jamás.

24.4.07

Don de eludir

Un título que nos encantaba a Andújar y a mí, antes de que supiéramos portugués, era Dom de iludir, que traducíamos por Don de eludir (esto es lo que nos gustaba). Luego resultó que "iludir" no es eludir, sino ilusionar o engañar. La expresión la habíamos encontrado en el álbum de Caetano Veloso Totalmente demais, por los tiempos de la caída del muro de Berlín (que a mí, por cierto, me pilló en pleno baño de espuma: alguien aporreó la puerta avisándome del acontecimiento histórico, pero yo opté por seguir en mi espuma atemporal). En ese disco en directo de Caetano viene una versión de Pra que mentir, el clásico de Noel Rosa que empieza "Pra que mentir / se tu ainda não tens / esse dom de saber / iludir", y a continuación el guiño del propio Caetano a ese tema, Dom de iludir. En las dos canciones se dicen cosas magníficas. En la de Noel, por ejemplo: "pra que mentir / tanto assim / se tu sabes que eu sei / que tu não gostas de mim / tu sabes que eu te quero / apesar de ser traído / pelo teu ódio sincero / ou por teu amor fingido?". Y en la de Caetano, además de aquello maravilloso de "você sabe explicar / você sabe entender / tudo bem", el memorable final: "você diz a verdade / e a verdade é o seu dom de iludir / como pode querer que a mulher / vá viver sem mentir". En 2001 Caetano volvió a grabarla en Noites do Norte ao vivo, que trajo de gira por España en el verano del año siguiente (yo lo vi las dos veces que actuó en el Conde-Duque). Hela aquí en la grabación del DVD, hecha en Brasil. El del solo de guitarra es Davi Moraes, hijo de Moraes Moreira y pareja de Marisa Monte durante años. En los conciertos aquellos iba vestido de negro y se aislaba en su rincón. Yo lo atribuía a un grimoso narcisismo... luego supe que estaba pasando su duelo sentimental.

23.4.07

Fugacidad

Después de mi lectura de La última noche, encontré la reseña de Guelbenzu, que tenía por ahí recortada y guardada en otro libro de James Salter. Hay en ella una idea fecunda, liberadora:
Salter tiene muy buen cuidado de no abandonarse a la nostalgia y consigue librarse de ese lastre por su admirable tratamiento de la fugacidad. La fugacidad se concibe como una forma de realidad y nada más (y nada menos), no como la sola emotiva representación de una pérdida, lo cual ayuda a elevar la temperatura dramática de los relatos de manera convincente.

22.4.07

Septiembre

Cartel de la Vuelta
El ciclismo era un deporte intermitente. No era como el fútbol, que estaba todo el año. El ciclismo desaparecía, nos olvidábamos completamente de él y entonces, sin aviso, resurgía. En la Vuelta del 90 me aficioné en serio, y a partir de ese año sí fue una afición sin pausa: seguía la temporada desde la Ruta del Sol a la Escalada a Montjuich, estaba al tanto de los equipos y los fichajes, de las concentraciones, de los entrenamientos, me compraba el Meta 2Mil, el Ciclismo a fondo y el Bicisport. Pero era mejor antes, cuando uno era un aficionado bruto. Un amante cruel, que se olvidaba completamente de la amada en cuanto desaparecía (exactamente al final del Tour, nada de clásicas ni mundiales, ni de vueltas pequeñas, ni del Giro: el ciclismo era sólo Vuelta y Tour)... para volverla a acoger apasionadamente a su regreso. Aquella sensación pura de felicidad (de alegría sin trámites) está recogida en dos canciones que no pierden capacidad de evocación por más que las escucho: no se desgastan. Fueron las sintonías de las Vueltas del 79 y del 80. Y en ellas la sensación de felicidad va asociada a una fantasmagoría de perfiles de etapa y pedaleos. Son Born to live alive de Patrick Hernandez, y September de Earth, Wind & Fire. Entonces la Vuelta era en primavera y solía comenzar por estas fechas de abril. Ahora es en septiembre, como si nos lo hubiera avisado la canción.

15.4.07

Vivir del presupuesto

Como anuncié ayer, este martes 17 de abril llega a las librerías Vivir del presupuesto, la antología de artículos de Félix Bayón que edita la Fundación Lara. La selección la hemos hecho unos cuantos amigos a los que convocó su mujer, Sagrario Álvarez. El prólogo es de Arcadi Espada y el epílogo de Hermann Tertsch. Además, hay una sección final con recuerdos de amigos y colegas de profesión. Copio aquí el mío.
* * *
Félix Bayón Moscú

En la época en que empecé a leer periódicos, él estaba de corresponsal en Moscú. Y esa palabra, escrita siempre tras su firma, parecía su segundo apellido: Félix Bayón Moscú. Años después nos conocimos y desde el primer momento me sorprendió su abierta generosidad. Creo que yo fui su último amigo, y por lo tanto el que menos pudo disfrutar de su presencia. Pero fue suficiente para que su recuerdo ya siempre me acompañe. Y su aliento. Y su doble ejemplo: el de su risa y el de su integridad. Estaba en pleno esplendor columnístico cuando nos dejó. Era un respiradero en nuestro paisaje de asfixiante sectarismo. Nos queda la alegría (melancólica) de que no conoció la decadencia. Y la de que podemos seguir leyéndolo. No he conocido a nadie que pusiese tanto mimo y tanta calidez en las relaciones personales. Nadie más alejado del frío de Moscú que Félix Bayón.

14.4.07

La República, de vacaciones

Yo soy republicano por convicción ilustrada, por anhelo de pulcritud y racionalidad políticas. O sea, por lo mismo por lo que detesto a nuestros, así llamados, republicanos actuales. En tanto republicano, hoy por hoy me parece más aceptable un decadente pero democrático Borbón antes que un oscurantista (y no menos decadente, por cierto) Puigcercós. Si algo echa uno de menos de nuestra Segunda República es su vigor sintáctico, que está en las antípodas de la fofa sintaxis de subsecretario franquista del masticador de palabras Llamazares, por poner. Pero hoy es el día en que los Puigcercós y los Llamazares se pasean como misses del despropósito. Para contrarrestarlos un poco, recupero el higiénico artículo que Félix Bayón publicó el año pasado por estas fechas (exactamente el 9-IV-2006, en los diarios del Grupo Joly). El aniversario de la República cayó entonces en plenas vacaciones de Semana Santa... y el destino quiso que Bayón nos dejase al día siguiente (mañana se cumple un año). Este fue, pues, su último artículo. Sirva también como avance de la selección que ha editado la Fundación José Manuel Lara y que estará en las librerías a partir del próximo martes 17, con el título de Vivir del presupuesto (y otras obras maestras).
También es mala suerte que el 75 aniversario de la II República caiga en Viernes Santo, con Madrid vacío y la gente haciendo viajes exóticos, viendo procesiones o comiendo espetos de sardinas. La fecha impedirá que la conmemoración tenga el relieve que se barruntaba durante los últimos meses, en los que se ha vivido un revival de la República y de la Guerra Civil que se ha hecho notar tanto en los debates políticos como en los medios de comunicación y en las mesas de novedades de las librerías.
.....El miércoles pasado, en el Congreso de los Diputados, José Luis Rodríguez Zapatero dijo que "la España de hoy mira a la España de la Segunda República con reconocimiento y satisfacción". Dudo que a la mayoría de los españoles les provoque cualquier sentimiento -ni positivo ni negativo- ese trozo de nuestra historia. No cabe duda, en cualquier caso, de que la II República fue, en su inicio, un período esperanzador durante el que se pretendía modernizar nuestro país y atenuar las inmensas diferencias de clase. Sin embargo, el experimento fue un fracaso.
.....Es muy difícil construir una democracia sin demócratas, y la II República fue boicoteada tanto por la derecha como por la izquierda. Se levantó una trinchera sobre la cuestión religiosa y ambos bandos, alternativamente, se opusieron a las leyes modernizadoras. No sólo la derecha: recordemos -aunque en estos días se suela confundir los hechos- cómo Clara Campoamor, hoy prohijada por los socialistas, logró conquistar el voto femenino con la fuerte oposición del PSOE, que consideraba que las mujeres eran más influenciables y votarían por los conservadores. Por si todo eso fuera poco, el convulso ambiente de Europa acabó con los sueños de paz y libertad del 14 de abril de 1931 y convirtió a España en campo internacional de maniobras.
.....No es el de la II República un período histórico que pueda darnos envidia. Más bien al contrario, los españoles de los años treinta no podían ni soñar que algún día este país fuera libre, confortable, asegurase como derechos universales la salud y la enseñanza y demostrásemos ser capaces de vivir en paz. Está bien que se conmemore el hecho histórico, por frustrante que fuera, y que se recuerde en nuestros callejeros a los más destacados dirigentes republicanos. Tenía razón el senador de ERC Carles Josep Bonet i Reyes cuando el miércoles pedía una calle de Madrid para el presidente Niceto Alcalá-Zamora, aunque resulte paradójico que la petición proceda de un seguidor de Lluís Companys, que tan mal se lo hizo pasar a don Niceto.
.....Lo único malo de estas conmemoraciones es que están fuertemente adulteradas por el sectarismo político que busca proyectarse sobre los bandos en disputa de aquellos años. Es un empeño estéril: los españoles de hoy sólo podemos encontrar en la memoria de aquel tiempo ejemplos de lo que nunca debería volverse a repetir.

13.4.07

Vonnegut en Connecticut

Yo nunca me leí a Vonnegut. Un lejano día decidí que sólo podría leerme a Vonnegut en Connecticut. Y, como nunca he estado en Connecticut, nunca he podido leerme a Vonnegut. La impaciencia por leer a Vonnegut, sin embargo, no es excesivamente acuciante... como tampoco es excesivamente acuciante la impaciencia por viajar a Connecticut. Por ahora no tengo pensado viajar a Connecticut. Pero si algún día la vida me lleva a Connecticut, ese mismo día leeré a Vonnegut.

12.4.07

La bullanga alegre de las cosas

Mi amigo Joaquín García Weil publicó en el año 2000 un Manual de primeros auxilios para vidas destrozadas que, ya desde el título, ironizaba sobre los libros de autoayuda... y a la vez conseguía ser (quizá por eso mismo) un genuino libro de autoayuda. Ahora ha querido darle una nueva oportunidad, para lo que ha abierto esta bitácora donde lo irá ofreciendo entero, junto con comentarios actuales. Anticipándome a su turno, copio aquí mi pasaje favorito, titulado como este post:
Incluso en los momentos más amargos de decaimiento, ira, confusión y tristeza he tenido una certeza inconmovible, y reto a cualquier sabio que trate de demostrarme lo contrario: la esencia profunda de las cosas es alegre. Sólo nuestras complicaciones y nuestras torpezas pueden alejarnos de este hecho fundamental.
.....Hay en cada persona una reminiscencia vaga de algo que se sabe pero no se consigue precisar de modo cierto. Es ese algo que los ojos absortos registran en la danza de las llamaradas en el fuego, en el vaivén de las olas, en el paso de las nubes. Hay en nosotros el vaporoso recuerdo, la velada certeza de algo noble, puro y bello. No sabemos muy bien lo que es, pero intuimos que es algo a lo que una vez pertenecimos y que también nos pertenece.
.....La brisa en el verano, el frescor del agua, el calor de una manta en invierno, el humilde sabor del arroz y del trigo, una sola mirada amable entre la muchedumbre, el aroma de las plantas tras la lluvia, el rumor de las olas llegando a la escollera, todo en la naturaleza grita alegría, grita amor y grita paz. Y eso es algo de lo que no podemos ser desposeídos.
.....Escucha la bullanga alegre de las cosas.

11.4.07

Falcone grazie

Giovanni Falcone
¿No vieron anoche un Documentos TV sobre la mafia? Lo dieron en una de las cadenas estatales, La 2, pero debió de colárseles a los censores, porque era demoledor contra los políticos -socialistas (o socialisti) incluidos (o incluidi). Con qué asco sale uno de los demócratacristianos, los socialdemócratas y los berlusconis. Y con qué admiración hacia el juez Falcone. Unos meses antes de su asesinato cumplido, se logró abortar un intento: habían colocado una bomba en los sótanos de la casa donde iba a pasar sus vacaciones. ¿A que no saben qué dijo la prensa entonces? Que él mismo la había colocado, para fomentar su victimismo. Victimismo, sí, oh, desde luego: victimismo. La apoteosis de su victimismo fue cuando, como digo, pocos meses después fue finalmente asesinado: por otra bomba. Salían declaraciones de Falcone. Tenía un gesto afable y grave, de héroe cívico (de héroe cívico de cine -de cine europeo, quizá más francés que italiano). Cuando le preguntaron si tenía miedo dijo que sí, claro, pero que la valentía estaba en que el miedo no le paralice a uno. "El valiente muere sólo una vez", citaba, "el cobarde muchas veces". Después de que lo mataran, apareció una pintada en un muro perdido del barrio más pobre de Palermo: "Falcone grazie". Mataron también a su sucesor, Borsellino, y después, bajo el amparo de los nauseabundos políticos italianos (encabezados por Andreotti), se relajó la presión sobre la mafia. Por eso, anticipándose, el pueblo abucheó y empujó a Andreotti en el segundo de esos funerales. Y por eso el pueblo gritaba hacia la iglesia en que se congregaban los políticos: "¡Que la mafia salga de la iglesia!".

10.4.07

La última noche

Leí el comentario de Hervás y, aprovechando que venía de visita, le pedí que me trajera el libro. Son diez relatos perfectos. Así acaba "Palm Court" (no reviento nada porque la emoción de este párrafo depende de lo que lo precede):
Salió por el mismo vestíbulo de siempre, con su mosaico gastado y la gente entrando. Aún era de día, la luz plena y pura que precede al crepúsculo, el sol reflejado en un millar de ventanas orientadas al parque. Caminando por la calle con tacones altos, solas o en grupo, había chicas como la que Noreen había sido, en gran número. Ellas seguramente no iban a quedar un día para almorzar. Pensó en el amor que había llenado la gran habitación central de su vida y en que no volvería a conocer a nadie como ella. No supo qué lo embargaba, pero en medio de la calle se echó a llorar.

3.4.07

España como coñazo

Nos pensábamos que íbamos a ser la primera generación de españoles en librarnos del tema de España. Pero no, aquí está otra vez, renacido: ¡menudo coñazo! Yo recuerdo que, entre los vapores de la Transición, me resultaba imposible comprender cómo este país se había estado matando cuarenta años atrás. Ahora lo comprendo perfectísimamente. Ahora lo comprendo (¡lo visualizo!) de putísima madre. Al menos tenemos esa ventaja gnoseológica. Durante la Transición, que nos pilló terminando la escuela y luego a lo largo del instituto, todos esos impresentables bufones de la Historia de España (¡El Conde-Duque de Olivares, Carlos II el Hechizado, Fernando VII, el relamido Godoy, el Espadón de Loja, Alfonso XIII, hasta Franco ya!) se nos aparecían como extraterrestres (recuerden a Tejero: era literalmente un marciano bajado al planeta Tierra). Leíamos a Quevedo, a Larra, a Unamuno, a Machado, y nos decíamos: "cómo han sufrido los pobres, qué país les tocó" —dando por descontado que ya no era el nuestro. Leíamos a Gil de Biedma ("de todas las historias de la Historia / sin duda la más triste es la de España") y pensábamos: "a éste aún le alcanzó de refilón, pero al menos va a tener una madurez potable". Y nos veíamos tan felices: ¡no nos lo podíamos creer! Era como si El coloso en llamas se hubiese transformado de repente, y sin mudarnos de butaca, en Las verdes praderas (o La matanza de Texas en El lago azul). Leíamos todas esas discusiones sobre "el tema de España", "España invertebrada", "el problema de España" o "España como problema" y nos sonaban a chino: parecían peleas bizantinas de remotos (¡e incomprensibles!) efectos sanguinarios, algo así como sudokus sobre la carnicería del cerdo. Pero nosotros ya nos habíamos librado de esa matraca. Ya respirábamos. Ya podíamos pensar en otras cosas. Esto nos permitía vivir, naturalmente; ser europeos, ser cosmopolitas; ser en España (¡al fin!) “hombres de nuestra época” (¡a ver si aún podíamos engancharnos a la jodida Ilustración!).

Pero esta liberación tan saludable tenía un problema de orden sentimental: nos despegaba de nuestros abuelos. Nos cortaba todo acceso mental (y emocional) a nuestros antepasados. Era como si una hornada de hombres civilizados se hubiese asentado en un antiguo territorio de bárbaros de los que ya no quedaban restos. Leíamos la Historia de España y nos parecía la historia de Ceilán (¡o Transilvania!). Pero no. Nos equivocamos. La España eterna seguía ahí, escondida, y otra vez la tenemos de frente, dispuesta a partirnos la boca y a helarnos (en sus dos subdivisiones) el corazón. ¿Cómo ha podido suceder? Yo creo que ha ocurrido como con la cultura clásica, que durante la Edad Media sobrevivió gracias a los copistas de los monasterios. Aquí las esencias (¡obtusas!) de España habían sobrevivido en los retrógrados monasterios del nacionalismo vasco y catalán, cuyos esquemas mentales (por debajo de los ligeros colorines del folklore) son estrictamente, como ya se ha repetido, los de la España negra. Mientras España parecía civilizarse, el cáncer de la otra España sobrevivió allí, se mantuvo en esas cepas, y de ahí ha comenzado a expandirse nuevamente por todo el cuerpo. Han bastado unas chispas para que todos sintamos rebullir nuevamente nuestras esencias cavernarias. Ya estamos otra vez divididos entre hunos y hotros. España vuelve a ser un inmenso taxi de sectarios al volante (“tú me llamas, amor, y yo vuelvo a coger el taxi del sectarismo”). Esta vez, por fortuna, no va producirse otra guerra civil: están las leyes europeas y está también la acomodación benditamente burguesa del personal, que intuye que matar, al fin y al cabo, cuesta esfuerzo (¡y ensucia!). Pero la mentalidad embrutecida ya está otra vez ahí. Y, sobre todo, ya están ahí otra vez, ocupando el escenario, nuestros entrañables bufones: el relamido Godoy ZP (¡Príncipe de la Paz!), el Carod-Duque de Olivares, Ibarretxe II el Hechizado, Otegui Astray, Polanco VII, Doña Urraca Fernández de la Vega, Aznar I de Génova y V de las Azores, Rajoy XIII, Acebarias Navarro, el Zaplanón de Loja... Ya podemos leer otra vez lo del "intratable pueblo de cabreros" y verles las caras. Nuestra Literatura, nuestra Historia, sigue siendo nuestro espejo.

[Publicado en Nickjournal]