30.6.11

Fin de año tropical

Meterle el cuchillo al año y partirlo en dos como un melón. El 30 de junio tiene aires de fin de año tropical: algo que concluye entre calores. Seguirá más calor, pero como con la cara nueva. Y además los ciclistas, que nos dejaron solos en la cuesta de enero, vendrán en auxilio con el Tour: pedaladas para impulsar la segunda mitad del año.

29.6.11

Capital del dolor

Goering: "Cuando oigo la palabra cultura, saco el revólver". Bildu: "Cuando saco el revólver, oigo la palabra cultura".



Los donostiarras pueden presumir de tener la librería más atacada de Europa. ¿Por quiénes? ¡Por los amigos del actual alcalde!

* * *
(30.6) Arcadi Espada hace hoy la reflexión definitiva.

28.6.11

Capitales del dolor

Hoy, a las cinco en punto de la tarde, se decide la Capitalidad Cultural de Europa 2016, entre las seis ciudades españolas finalistas. La elección más monstruosa hubiera sido Málaga, pero por fortuna quedó descabalgada en la primera criba. Aun así, menudo papelón el del jurado: tener que escoger entre las capitales de Bildu, Sandokán, Mari Cruz Soriano, el militarismo matamoros y el descuartizamiento –vía plato– de cochinillos... Sólo quedaría Las Palmas: ¡pero de allí es Sánchez Robayna!

* * *
PS. Al final ha ganado la San Sebastián de Bildu. La ciudad que, como dije, tiene a su mejor escritor amenazado de muerte por parte de los correligionarios del actual alcalde merece ser, sin duda, Capital Europea de la Cultura. Por otra parte, es allí donde más puro permanece el mito de la España romántica, que tanto gusta en Europa: el de la España de los bandoleros, las danzas tradicionales y el ceporrismo que desemboca en crimen.


Decorado proetarra para la cultura, hace cuatro días.

27.6.11

La esclusa



Voy a escribir algo en lo que se menciona este cuadro de John Constable, La esclusa, que está en el Museo Thyssen de Madrid. Entro en su web para ver qué dicen, y descubro (pinchando en la pestaña de "más información sobre esta obra") que un boceto a tamaño real se encuentra en el Museo de Filadelfia: el museo duchampiano. Siempre es así. Casi siempre es así.

* * *
(30.5.12) Qué casualidad, de entre todos sus cuadros la baronesa va a vender precisamente este.

(9.12.15) Hoy se subasta en Sotheby's.

25.6.11

Basura



La diferencia entre Nápoles y San Sebastián: en Nápoles la Camorra inunda de basura las calles para acosar al alcalde; en San Sebastián la Camorra pone de alcalde a la basura. (Y en más pueblos del País Vasco, y en la presidencia de la Diputación de Guipúzcoa: la mierda excretada por el Tribunal Constitucional –y suscrita por un montón de repulsivos votantes– está condenada a mantenerse fresca, en perpetua renovación de su hedor.)


[Pínchese en la foto]

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PS. Leo ahora el artículo de Arcadi Espada, que contradice en parte mi exabrupto. Aporta razón: bien está.

23.6.11

¡Es mi opinión!

La cosa columnística en El País está entre el sectarismo duro (Grandes, Torres, Millás, Rivas, Vicent) y el antisectarismo blando (Montero, Lindo). El antisectarismo duro lo han ido eliminando (Bayón, Espada) o disminuyendo (Muñoz Molina, Savater, Azúa). Sí se encuentra el sectarismo blando (David Trueba, Rodríguez Rivero); y un excéntrico caso de semisectarismo duriblando (Javier Marías).

También estaría Enric González, entre los antisectarios duros disminuidos. Un sectario duro al que se echa de menos, por cierto, es Haro-Técglen: era un cabrón, pero grande. El mejor artículo duramente antisectario de los últimos tiempos lo ha publicado Muñoz Molina: pero no en El País (¿por qué?), sino en su blog.

21.6.11

Jacarandás, acacias

El tomo de la Obra poética de Borges quizá sea su libro más perfecto, porque además de los poemas están los prólogos, los originales y los nuevos, que tienen su mejor prosa. Lo empecé a leer anoche, con el propósito de repasarlo entero mientras sigo (a ver si le doy impulso) con La montaña mágica. Ah esos poemas primeros de Fervor de Buenos Aires: "La Recoleta", "El Sur", "Calle desconocida", "La plaza San Martín"... Una ciudad de luz de tarde y metafísica, schopenhaueriana: "Vibrante en las espadas y en la pasión / y dormida en la hiedra, / sólo la vida existe. / El espacio y el tiempo son formas suyas, / son instrumentos mágicos del alma, / y cuando ésta se apague, / se apagarán con ella el espacio, el tiempo y la muerte, / como al cesar la luz / caduca el simulacro de los espejos / que ya la tarde fue apagando". Esta mañana, con el desayuno, he leído el cuarto:
En busca de la tarde
fui apurando en vano las calles.
Ya estaban los zaguanes entorpecidos de sombra.
Con fino bruñimiento de caoba
la tarde entera se había remansado en la plaza,
serena y sazonada,
bienhechora y sutil como una lámpara,
clara como una frente,
grave como ademán de hombre enlutado.
Todo sentir se aquieta
bajo la absolución de los árboles
–jacarandás, acacias–
cuyas piadosas curvas
atenúan la rigidez de la imposible estatua
y en cuya red se exalta
la gloria de las luces equidistantes
del leve azul y de la tierra rojiza.
¡Qué bien se ve la tarde
desde el fácil sosiego de los bancos!
Abajo
el puerto anhela latitudes lejanas
y la honda plaza igualadora de almas
se abre como la muerte, como el sueño.

19.6.11

El arte es limpieza

Ha hablado Arcadi Espada, a pregunta del entrevistador Javier Bilbao, sobre el retrato que esbocé de él en "El artista":
¿Tiene razón el autor de este artículo cuando afirma que posee usted "alma de artista" pese a sus esfuerzos en disimularlo?
Es un comentario de una apreciable inteligencia metafísica. Pero yo no tengo alma de artista, tengo cuerpo. En realidad la mayor parte de mis objeciones siempre son estéticas. Lo que menos soporto de algunos escritores y de algunos políticos no son sus jueguecillos oportunistas e inmorales, sino esa densa capa de patchouli, de pedo perfumado, que impregna sus palabras. La corrección política, por ejemplo… baba de caracol. Ecs. Para mí el arte es limpieza. Y lo más grande se produce cuando a la higiene general de un párrafo se le añade un elaborado descuido, casual, "arreglao pero informal". Para seguir con el ejemplo de Montano: mi arte, fracasado o no, son todos esos esfuerzos por no ser el evento consuetudinario que acontece en la rúa.
No puedo estar más de acuerdo. Acepto el cambio de "alma" por "cuerpo", entre otras cosas porque yo no usé la palabra "alma". También comparto la aversión que refiere, así como la limpia afirmación de que "el arte es limpieza".

La entrevista ha aparecido en la nueva revista Jot Down, que parece estar especializándose en entrevistar espléndidamente a mis ídolos. Además de Espada, ya han pasado Azúa y Savater.

17.6.11

Frigopiés de alpinistas

Hemos hablado demasiado poco del Everest, pero es un caso tremendo. Sea usted una montaña inmensa, la más alta del planeta. Pásese siglos, milenios, centenares y millones de años en el Himalaya. Que entonces llegará un individuo llamado Juanito a embadurnarlo de mierda. Las blancas cumbres del Everest son, de pronto, las marrones cumbres del Everest. Eso por un lado. Y por el otro está lo de los dedos. Todos esos alpinistas dejándose dedos congelados por ahí. Hoy ya no se puede dar un paso por una ladera del Everest sin encontrarse dedos congelados. Los alpinistas no paran de encontrarse dedos congelados de otros alpinistas, antes de, a su vez, dejarse algún que otro dedo congelado por allí. Ahora podrían organizarse expediciones al Everest para recoger dedos congelados, como quien recoge setas. Los alpinistas podrían ir con sus cestos a recoger dedos congelados por las laderas del Everest, antes de, para completar la jornada, cortarse algún que otro dedo congelado para añadirlo a la cesta y así tener uno o dos dedos congelados más. Luego abajo, en el campamento base, se hace un guiso con los dedos congelados, para que se lo coman los alpinistas europeos (los que se llaman Juanito y los que no se llaman Juanito), y los restos se les echa a los sherpas, abundosos en dedos sin congelar. 

 

* * * 

JollyRoger lo redondea con el concepto fundamental:

Yo lo que no entiendo es que Juanito Oiarzábal no denuncie a la casa Frigo por ese plagio descarado que es el Frigopié.

15.6.11

Borges contra los nocillas

Se me quedaron las salutíferas palabras de Borges. Qué modo tan limpio de reconciliación con lo que de verdad merece la pena. He recordado una vez más esto que escribía Jünger en el Prólogo de Radiaciones:
En una situación en que son los técnicos quienes administran los Estados y los remodelan de acuerdo con sus ideas, están amenazadas de confiscación no sólo las digresiones metafísicas y las consagradas a las Musas, lo está también la pura alegría de vivir.
Esas mismas cosas (junto con la gracia, la ligereza, la gratuidad) se encuentran igualmente "amenazadas de confiscación" en nuestra literatura por una cierta pomposidad que se está instalando: la pomposidad de los, así llamados, nocillas. En su día se me ocurrió hacer una gamberrada: espigar frases de Borges (uno de sus ídolos) que parecían atacarles directamente a ellos. Al final no lo hice, en parte por pereza, en parte porque no quise considerarla una batalla para mí. Pero repasando ahora los prólogos –también salutíferos– que hay en su Obra poética he encontrado algunas:
Como los de 1969, los jóvenes de 1923 eran tímidos. Temerosos de una íntima pobreza, trataban como ahora, de escamotearla bajo inocentes novedades ruidosas.

Hacia 1905, Hermann Bahr decidió: El único deber, ser moderno. Veintitantos años después, yo me impuse también esa obligación del todo superflua. Ser moderno es ser contemporáneo, ser actual; todos fatalmente lo somos. Nadie –fuera de cierto aventurero que soñó Wells– ha descubierto el arte de vivir en el futuro o en el pasado. No hay obra que no sea de su tiempo...

Es curiosa la suerte del escritor. Al principio es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad.
Pero mi pasaje favorito quizá sea este otro que no puede aplicárseles directamente a los nocillas, porque estos son unos vanguardistas que (en su afán por hurtarnos toda diversión) han renunciado a la espuma de las vanguardias, lo que les daba gracia, que eran las peleas y las provocaciones; las salidas de tono:
En su cenáculo de la calle Victoria, el escritor –llamémoslo así– Alberto Hidalgo señaló mi costumbre de escribir la misma página dos veces, con variaciones mínimas. Lamento haberle contestado que él era no menos binario, salvo que en su caso particular la versión primera era de otro. Tales eran los deplorables modales de aquella época, que muchos miran con nostalgia. Todos queríamos ser héroes de anécdotas triviales.

14.6.11

Borges oral

Borges murió hace veinticinco años. Se estaba terminando mi primer curso en Madrid, que fue el curso en el que me aficioné a la poesía de Borges. Había leído con diecisiete años El Aleph, pero de sus poemas sólo conocía tres de Los conjurados que recitaron en un programa radiofónico cuando se publicó el libro: "Cristo en la cruz", "Un lobo" y "Son los ríos" ("Y sin embargo hay algo que se queda / y sin embargo hay algo que se queja"). Yo los había grabado por casualidad y pude escucharlos varias veces. Me gustaban, pero la revelación se produciría después, en el primer otoño madrileño, una mañana creo que de domingo en que empecé a leer sus poesías completas, los poemas de Fervor de Buenos Aires. Aquellos versos solemnes: "Convencidos de caducidad / por tantas nobles certidumbres del polvo"... Cuando murió Borges yo ya era borgiano. Al saberlo mecanografié y coloqué en el tablón de anuncios del colegio mayor dos poemas suyos, "El remordimiento" y "Lo perdido", y otro de José María Álvarez que le estaba dedicado. De este sólo recuerdo que aparecía El Aduanero Rousseau, y pienso en la última aduana. Con sus poemas y sus cuentos, y sus ensayos, y sus prólogos, leí los libros de conversaciones con Borges, que son igual de buenos. Hablo, naturalmente, desde el punto de vista hedónico. Años más tarde sacaron en DVD las viejas entrevistas de Soler Serrano a Borges, que eran deliciosas como un libro de conversaciones sin libro. Están enteras en internet (la de 1976 y la de 1980) y he vuelto a verlas. Es un Borges sonriente y parece feliz; pero hablan de "El remordimiento", en que lamentaba no haberlo sido. Al fin y al cabo, felicidad e infelicidad valen para la página: "Yo creo que un escritor debe pensar que todo le ha sido dado para su obra".

* * *
Una buena cauda en los enlaces de Camino de Santiago.

13.6.11

Templo



Me he acordado de Baudelaire ("Correspondencias") al ver los paneles boscosos de Losada colocados entre las columnas:
La Nature est un temple où vivants piliers
Laissent parfois sortir de confuses paroles;
L'homme y passe à travers des forêts de symboles
Qui l'observent avec des regards familiers.


[La Creación es un templo de pilares vivientes
que a veces salir dejan sus palabras confusas;
el hombre la atraviesa entre bosques de símbolos
que le contemplan con miradas familiares.]
Sigue el proceso de Tierra Nueva, sobre el que hoy aparece un buen reportaje en la edición andaluza de El País.

11.6.11

Indignado

El hecho es que mi escritor favorito, Fernando Savater, hace años que tiene que llevar escolta y hay días, muchos días, en que no me lo recuerdo. Hoy sí: ha llegado a alcalde de su ciudad un amigo de los que lo amenazan. Los donostiarras lo han votado, haciendo gala de abyección. Resulta incómodo pensar que uno se da un agradabilísimo paseo por San Sebastián y se está cruzando con un montón de nazis, disfrazados de sonrientes transeúntes. Pocas ciudades hay más bonitas que esta mezcla de París y Río vigorizada por el Cantábrico. Pero está podrida. Yo pasé en ella dos días maravillosos, en el verano de 2002. En la cabeza tenía a Savater, cuyo libro sobre San Sebastián llevaba encima, y el ciclista por el que más pasión he sentido, Pello Ruiz Cabestany (pasión de una magnitud inversamente proporcional a las alegrías que me dio). Al minuto uno de pisarla ya aprendí, por impregnación, que quienes no se metían en líos vivían de putísima madre. Y casi todos vivían de putísima madre. Yo mismo, de ser de allí, probablemente viviría de putísima madre. Me di mis buenos paseos, con gran disfrute; pero no quise quitarme de dentro ese resquemor.

9.6.11

Empaquetarse

Al final he terminado rápido con Claros del bosque, sin gusto. No estoy para esos vuelos de la palabra sola, sus indagaciones desprendidas. Así que retorno a La montaña mágica, para ir avanzando lo que pueda en estas semanas en las que tendré tan poco tiempo. Abro por el marcapáginas y lo que encuentro es el estado ideal para atravesar una buena temporada. Empaquetarse en mantas, aunque llegue el verano:
Cuando volvieron a subir después de la comida, las mantas estaban ya en la habitación de Hans Castorp, sobre una silla, y en aquel día hizo uso de ellas por primera vez. Su experto primo le enseñó el arte de empaquetarse como lo hacían todos y como todo recién llegado debía aprender. Se extendían las mantas, una después de otra, sobre el asiento de la tumbona, de tal manera que sobrase un buen trozo por los pies. Luego se tendía uno encima y se comenzaba por envolverse en la manta interior, primero a lo largo hasta los hombros, luego doblando la parte inferior por encima de los pies, para lo cual había que incorporarse sin separar las piernas y tapárselos con la manta doble, y luego otra vez a lo largo pero con el otro lado, teniendo en cuenta que, para conseguir un paquete sin arrugas y lo más perfecto posible, había que hacer coincidir bien el doblez de los pies con el lateral de la manta. Se procedía luego de la misma forma con la manta exterior, que era un poco más difícil de manejar, y Hans Castorp, que además de novato era poco mañoso, se quejó un poco mientras se estiraba y se incorporaba siguiendo las indicaciones de su primo. Joachim aseguró que sólo algunos veteranos sabían envolverse en las dos mantas a la vez con sólo tres movimientos de auténtica precisión; pero ésa era una habilidad rara y envidiada que no sólo requería largos años de aprendizaje, sino también cierto talento natural. Hans Castorp no pudo menos que reírse al oír esta expresión mientras se dejaba caer hacia atrás con la espalda dolorida, y Joachim, quien al principio no comprendió lo que había de cómico en ella y le miró con gesto inseguro, luego también se echó a reír.
.....—Está bien —dijo, cuando Hans Castorp estuvo tendido en la silla, como un gran rollo de tela, con la blanda almohada bajo la nuca y agotado con tanta gimnasia—; aunque ahora estuviésemos a veinte grados bajo cero no podría pasarte nada. —Y se marchó al otro lado de la mampara de cristal para empaquetarse él también.

6.6.11

Claros del bosque


Gómez Losada, Tierra Nueva

Me esperan varias semanas de obligación con una prosa deleznable, así que he colocado en la mesita otra dulce para contrarrestar. Aplazo de nuevo la montaña y me voy al bosque, a los Claros del bosque de María Zambrano. Curioso el destino de esta mujer, que ahora es una estación de trenes. No es mala cosa para ser, por otra parte. Nunca la he leído mucho, por su intensidad lírica. Pero hace un tiempo vino a mí este párrafo:
Sobreviene la angustia cuando se pierde el centro. Ser y vida se separan. La vida es privada del ser y el ser, inmovilizado, yace sin vida y sin por ello ir a morir ni estar muriendo. Ya que para morir hay que estar vivo y para el tránsito, viviente.
Y desde entonces he estado con la idea de regresar al libro al que pertenece. Lo usaré para limpiarme cada noche, al caer.

4.6.11

El que se mueve no sale en el daguerrotipo



El primer daguerrotipo con presencia humana es este del Boulevard du Temple de París, realizado en 1838. Es conocido, pero yo me lo he encontrado ahora por primera vez, en el blog de Ramón Buenaventura. En la parte inferior izquierda aparecen dos hombres: un limpiabotas con su cliente (en detalle aquí). No eran los únicos que estaban en el bulevar: pero sí los que permanecieron en su sitio el tiempo imprescindible de exposición, que entonces era de diez minutos. Los que se movían en esa franja era como si no hubiesen estado. La fotografía empezó, pues, igual que la filosofía: desdeñando el devenir; saltando por encima.

Hace poco ha sido noticia el primer daguerrotipo de Madrid, datado entre 1840 y 1850. Y este otro es el primero de Barcelona, hecho en 1848. Aquí no se ve a nadie. Se movieron y se perdieron. Pero hay una majestuosa belleza en esa ciudad sin accidentes.

3.6.11

Apuesta sobre seguro

Me ha hecho pensar esta frase de mi amigo/enemigo Ferré en su blog:
Llega el momento en que un escritor, cuando ha hecho apuestas muy fuertes en lo literario, tiene que enseñar las cartas.
Lo mucho que ciertos escritores hablan ahora de apuesta y lo poco que suele verse en ellos el espíritu (lúdico, arriesgado, encomendado al azar) del apostador. El motivo es que no conciben la posibilidad de perder. Para ellos apostar es lo correcto, y por eso no esperan a que dictamine la bolita: por el mero hecho de apostar, ya exigen las ganancias. Si se les niegan, no se encogen de hombros con un "mala suerte", sino que protestan y acusan como si hubieran sido estafados. No se exponen a la incertidumbre de un sorteo, sino que en la propia apuesta depositan su seguridad. Es, pues, una apuesta sobre seguro: una falsa apuesta. Esgrimen el gesto, pero el azar queda coagulado en cuanto el dado ha salido del cubilete.

1.6.11

El artista

En Arcadi Espada –al que sigo admirando, y por eso lo observo y analizo (despecho aparte)– he detectado otro elemento del sumo interés (como diría Arcadi Espada, cuando se pone redicho).

Su denostación de lo irracional y lo romántico (¡en sentido alemán, no me abajen!), que le hace trazar esa línea puritana de carácter neopositivista, es una defensa, obviamente, contra su propia sombra. Es “la sombra de la filosofía”, señalada por el “semáforo del saber”, de que hablaba Eugenio Trías en sus dos primeros libros (La filosofía y su sombra y Metodología del pensamiento mágico). Pero esto es viejo.

Lo nuevo que he detectado en el maestro es lo siguiente: el sujeto de su neopositivismo habría de ser un individuo gris y aplacado, analítico sin ínfulas, modoso. Una especie de funcionario de la verdad. Nuestro Espada, por el contrario, se comporta aspaventosamente, con las maneras de un divo. El sujeto Espada es un artista romántico: individualista, caprichoso, intuitivo, lanzador de grandes (y brillantes) síntesis. No es una hormiguita de los datos, sino una cigarra (laboriosa, eso sí) que canta a partir de ellos y que hace buenos manojos con ellos. El histrionismo, el desplante, la venganza: rasgos todos del sujeto artístico.

Con lo que parece claro el conflicto que lo alimenta: su cerco neopositivista no es sólo a sus sombras emocionales (irracionales), sino también al artista que hay en él. No quiere desbocarse por ahí. Es un artista con catecismo antiartístico.

El resultado me parece fascinante. Es un sujeto en tensión. Y lo que hay de admirable en él se debe a esos dos polos, que son los que producen su electricidad.