31.1.12

Blow



Voy a andar sin respiro hasta el verano y me debo quitar del blog, porque no tengo ni un minuto que perder. Dejo en el escaparate Blow, la nueva exposición de Chema Cobo. El catálogo puede verse (y leerse) aquí. Ha aparecido también este artículo suyo: "Transparencia e invisibilidad". Título perfecto para ausentarse.

27.1.12

La indignación obediente

El fenómeno moral de nuestro tiempo no es la indignación, sino la indignación obediente. Es una indignación adiestrada como un dóberman, que solo le ladra a quien le tiene que ladrar. El adiestramiento, naturalmente, es ideológico. O cromático. Es una indignación que no atiende tanto a los hechos como a los colores; aunque, como esto queda feo, finge que atiende a los hechos. Un azul nunca dirá: “Me indigno porque eres rojo”, sino “Me indigno porque has hecho tal cosa”. Pero, si repasamos el catálogo de las indignaciones de ese azul, comprobaremos cómo todas son hacia algún rojo. Y viceversa. El mismo hecho indignará o no indignará a unos u otros (¡hunos u hotros!) en función de su color: como niños que han aprendido muy bien a colorear y no se salen nunca de la raya.

Pero a mí me fascina el énfasis. Ese prodigioso espectáculo humano. Que el que entonces calló, ahora salte de pronto. Con una furibundez que no se explica cómo la pudo contener entonces. La visceralidad con que la ejerce parece incompatible con su rigurosa obediencia del semáforo. Que ese movimiento en el que parece estar implicado el cuerpo entero, esté regulado de un modo tan preciso por un frío dispositivo cerebral.

Hoy, sin embargo, me siento generoso y quiero ver un indicio de orientación moral en ello. El sujeto obedientemente indignado sabe que entonces hizo mal en callarse: y esa carencia trata ahora de suplirla indignándose el doble. Las ovejas que entonces dejó dispersas por la montaña, las mete hoy también en el corral. Se suele hacer una lectura frívola de la famosa máxima de La Rochefoucauld: “La hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud”. Pero, como buena máxima, tiene mucha miga. El hipócrita, para serlo, debe conocer la virtud; ha de tener abierto un conducto, siquiera de conocimiento, a la fuente moral.

Su sobreactuación debemos considerarla, pues, una autocrítica. En el berrinche del rojo hacia el azul, leemos también el berrinche del rojo hacia sí mismo: hacia su cobardía, su docilidad y su consentimiento ante los mismos hechos que ahora le indignan, cuando eran de su color. Y viceversa.

[Publicado en Jot Down]

23.1.12

La literatura, arte auxiliar

Le he pillado el gusto a leer grandes obras de la literatura. El año pasado leí, entre otras, Moby Dick, La montaña mágica, Doktor Faustus... Y en este llevo la Odisea, el Ulises y las siete tragedias de Esquilo; además de La defensa de Madrid y la que empecé anoche, porque ahora voy a ocuparme de Galdós: Trafalgar. Pero conforme más leo y más voy disfrutando y admirando, más me convenzo de que la literatura es, para mí, un arte auxiliar. No me interesa tanto la literatura como su roce con la vida (o con la realidad, si se prefiere). También como escritor. Por eso me ahogan las disquisiciones de literatos. Me ahoga cuando el discurso se vence hacia el lado de la página. (Me interesan, pero relativamente.) El arte por el arte está muy bien, como supo ver Nietzsche, en tanto liberación del moralismo. El problema es cuando el arte por el arte se convierte en otro moralismo.

22.1.12

El túnel del tiempo

Me encontraba viendo una entrevista de Sánchez Dragó a Haro Tecglen, en que mencionan semanarios de antes como Triunfo o Cuadernos para el Diálogo, cuando recibo de mi amiga Simy un enlace con todos los números de otro de ellos: Hermano Lobo. Una joyita para meterse en el túnel del tiempo. Lo primero que he buscado ha sido las colaboraciones del joven Savater. Luego he visto que también está Triunfo (con más Savater). Cuando yo empecé a leer prensa ya habían desaparecido esas revistas, pero siempre hablaban de ellas sus antiguos colaboradores, que eran los colaboradores presentes de los periódicos que yo leía o de los programas de radio que yo escuchaba. Siempre percibí con extrañeza aquella etapa anterior; la fantasmagoría de la que venían todos. Igual a la fantasmagoría de la que venimos nosotros, para los de después.

20.1.12

Técnicas de masturbación

Femenina y masculina, respectivamente. Se produce un efecto maravilloso (¡duchampiano!) si se pone ambos vídeos a la vez.


17.1.12

La bandera de la República

Me comen los demonios cada vez que veo a nuestros, así llamados, izquierdistas ondear la bandera de la República. Sí, a mí también me gusta más esta bandera; pero la constitucional es la que representa, hoy aquí, la democracia. Y jugar con la democracia es una irresponsabilidad. Lo sangrante es que cuando la República lo necesitaba no estaban con su bandera, sino con otra cosa. Leyendo La defensa de Madrid, del gran Chaves Nogales, me encuentro con esta perlita (Renacimiento, p. 158):
Esta lucha entre anarquistas y comunistas es constante, lo mismo en la retaguardia que en los frentes. Se lucha tanto o más por la preponderancia dentro de la República, que por el triunfo de ésta. La bandera republicana ha sido sustituida en todas partes por la bandera roja de los comunistas o la bandera rojinegra de lo anarcosindicalistas.
Siempre, entonces como ahora, ondeando la quimera frente a la realidad. Con la consecuencia que vimos.

7.1.12

Empieza el año

Hoy es cuando empieza el año. Los Reyes son el rabo de lagartija del anterior. Las uvas habría que tomárselas una vez que se han largado. Pero yo me lo he montado bien estos primeros seis días: metido en la campana de la Odisea, que terminé ayer. Me preguntan por mi edición: la de Clásicos Universales de Planeta, con introducción y notas de José Alsina y traducción (excelente, en verso) de Fernando Gutiérrez. La he leído tarde, pero no sé si antes la hubiese disfrutado igual. Hay que estar un poco baqueteado para que los azotes de ese mar le den a uno; para que la desorientación sea lacerante; para que se anhele, de verdad, llegar a casa.

5.1.12

Llegada a Ítaca

Me lo tomo a broma, porque me da vergüenza, y así voy diciéndole estos días a quien me cruzo: "Oye, estoy leyendo un libro buenísimo, toma nota para que no se te olvide. Título: la Odisea. Autor: Homero". El caso es que no me había puesto a leerla hasta ahora. Se puede llevar una vida entera de lector y ser un lector descarriado. Perdido, como Ulises, por los caminos. Pero ahí estaba Ítaca, esperando que llegaras.

4.1.12

'Nostalgie de la boue'

"Como un operario que pule una pieza,
como un afilador,
fornicar poco a poco mordiéndome los labios."