Por Gonzalo Gragera
José Antonio Montano (Málaga, 1966) es de esas personas que hacen del periodismo un lugar en que habitar y morar . Un poco de filósofo, un poco de periodista, un mucho de filólogo y escritor. Ha trabajado en lo que él llama “la alta cultura” –una biblioteca y una editorial- y en “la baja cultura” –la televisión-. En esta dualidad advertimos su carácter platónico, el cual le hace suspirar por una muchacha llamada Amarna. Por otra parte, ha escrito en Kiliedro, Factual, Frontera D, Zut, Boronía, El Malpensante. Es culto, irónico, agudo, inteligente, satírico, desnudo de todo prejuicio y etiqueta, desclasado. Lo conocerán, casi seguro, por sus ácidas intervenciones tuiteras y por sus columnas –según él más serias y concienciadas- en ZoomNews y, ahora, en El Español de Pedro J; y por sus narraciones en Jot Down Magazine. Montano se oculta y se refugia en su Málaga natal. Montano no sé si es alguien que España se pueda permitir. Escondido tras ese halo de humor y de ingenio. Montano huele a frescura en la prensa y a originalidad en la prosa. Nos atrevemos a charlar con él. Tanto monta, monta-Montano. De aquí en adelante puede suceder cualquier cosa.
En Petrarca fue Laura; en Garcilaso, Isabel Freyre. ¿Quién es para Montano Amarna Miller?
Pues sería una musa carnal (¡gloriosamente carnal, como atestiguan sus películas!). Aunque el hombre es tan mobile como la donna y ya se me ha pasado un poco. He sido menos persistente que Petrarca y Garcilaso, ¡y eso que Amarna vale más que sus damas!
¿Por qué ella? ¡Si es mala y pecaminosa!
Ella ante todo es un encanto, aunque el que sea mala y pecaminosa no resta: suma.
Creo que un buen amante de Amarna Miller no es tal si no se moja en una porra… ¿se atreve a ejercer de adivino y pronosticar un escenario político? Aunque eso de escenario político suene curso. Disculpe.
Bueno, bueno, no soy (ni he sido) amante de Amarna Miller: solo eso que en las películas de Alfredo Landa se llamaba “un admirador”. No me atrevo a pronosticar nada. Solo una cosa: que los columnistas no nos vamos a aburrir.
¿Está Podemos desgastado? ¿Fue un invento de irradiaciones, hegemonías, politólogos y periodistas?
Como alguien dijo en Twitter: el éxito de Podemos habría requerido una situación de pobreza en España muchísimo mayor. Al final les ha fallado el país: no era tan mísero como lo pintaban. La gente sabía que sí que se podía (y se puede) “estar peor”: por ejemplo, bajo un gobierno de Podemos.
¿Y Ciudadanos? ¿Está la naranja preparada para dar sus mejores zumos?
El zumo se puede agriar por el exceso de vitaminas que va a recibir en forma de votos. Me parece un partido saludable (como me lo parecía UPyD), pero no sé si está preparado para soportar tanto peso. A ver si aguanta (sin estropearse).
Todos estos partidos, de una forma u otra, son hijos del desencanto y la corrupción. El medio en que usted trabaja, El Español, ha contado lo que llaman “Los papeles de Rosalía”. ¿Qué son esos papeles y el porqué de su importancia?
Los “papeles de Rosalía” son unas anotaciones a las que ha tenido acceso El Español. Las hizo la esposa de Bárcenas en 2013, cuando el extesorero del PP estaba en prisión, tras hablar con él. Constituyen una especie de catálogo de irregularidades del PP vinculadas con su financiación ilegal, en una de las cuales se lee “pagos obra en casa Mariano”. Con eso está dicho todo.
Hemos visto su charla con Manuel Jabois en Málaga sobre humor y sátira. Usted la despliega sin piedad en Twitter. ¿Qué papel juegan las redes sociales en las nuevas formas de comunicación?
Bueno, en Twitter soy más faltón, pero nunca abandono del todo la piedad. De hecho, más de una vez ha depuesto las armas cuando he visto que la cosa se ponía seria. Para mí es ante todo un juego; pugilístico, pero juego. Las redes sociales nos tienen todo el día enganchados a muchos, así que ante todo cumplen la función de ocuparnos el tiempo. Y en ese tiempo hay de todo: especialmente actualidad. Somos consumidores de actualidad a ritmo de actualidad.
¿Ha tenido algún encuentro tenso con alguna de sus víctimas de la sátira?
No. Aunque cuando me han presentado a algún personaje con el que me he metido, siempre he tenido la duda de si él lo sabía o no. Pero mi jugueteo es solo con el personaje: en persona no tengo nada contra nadie.
Fueron los romanceros del XV, los Quevedo del XVII, los cronistas del XIX, los Valle-Inclán del XX. ¿Se puede explicar España sin la sátira?
Parece que no. Hay un permanente esfuerzo de España por parecerse a su peor retrato. Me animan los que dicen que este es un país normal, y me lo quiero creer... Pero si uno amontona las anormalidades, nos sale justo lo que escribieron Quevedo y Valle-Inclán. Pero la solución está en Cervantes: él nos enseña a convivir con ese retrato, distanciándonos un poco y no perdiendo la sonrisa.
¿Por qué la columna en tiempos de crisis?
Porque la pagan, aunque sea mal.
¿Qué ha de tener una buena columna?
Ante todo, una voz. Una voz que exprese una mirada, o una perspectiva, sobre la actualidad.
¿Referencias? ¿Maestros? ¿Autores que le marcaron el camino?
Mi articulista favorito ha sido siempre Savater. Al principio también Umbral, pero este se me quedó por el camino. Luego vinieron Muñoz Molina, Félix de Azúa, Arcadi Espada... En realidad, salvo este último, mis ídolos nunca han sido periodistas propiamente, sino filósofos o escritores que escribían en periódicos. Y además idolatro a un genio del periodismo brasileño del siglo XX: Nelson Rodrigues.
¿Consejos para los escritores que llegarán? Aunque visto el plan de las humanidades…
Que se dejen “bajar los humos” por el periodismo. Algunos de esos filósofos o escritores a que acabo de aludir me han gustado más en los periódicos que en sus libros: poner los pies en el suelo les favorecía. Lo resumiría con esto de Gil de Biedma: “Además de un medio de arte, la prosa es un bien utilitario, un instrumento social de comunicación y precisión racionalizadora”.
Por último, marca de la casa, la calderilla:
Una creencia: La de que las creencias son peligrosas.
Un movimiento literario: El surrealismo de mi admirado Breton.
Una corriente filosófica: La de Nietzsche en su vertiente ilustrada.
Una obra que le haya influido: Radiaciones, de Jünger.
Un autor de cabecera: Pessoa.
Un bar: Cualquiera que tenga terraza con sol, mejor si da al mar.
Un vicio inconfesable: La procrastinación (¡aunque esté más que confesado!).
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En Revista de Letras.