[Dietario]
Playas a tope. El malagueño ha perdido una de sus características esenciales, que era regirse por el calendario y no por la temperatura en lo que se refiere a la playa. Antes nadie se bañaba antes de junio, por más calor que hiciese. Y a partir de junio muchos se bañaban aunque helase. Los foráneos, grandes admiradores de nuestro sol, nos han enseñado que hay que tener un contacto más directo con la realidad. Por eso en mayo las playas están a tope.
Arde Proteo. Qué conmoción el incendio de la librería Proteo. Como muchos malagueños, estuve recordando mientras veía las llamas: como si se le echase memoria al fuego para reconstruir lo que se estaba quemando. Descubrí Proteo (y su vecina Prometeo) con dieciséis por mi amigo Nadales, que tenía la misma edad que yo pero más mundo. La última visita fue con otro amigo, el profesor Alberca. Aunque la mayoría de las veces he estado solo, horas mirando las estanterías. Recuerdo de pronto que allí, en la planta de arriba, conocí en los ochenta al escritor que yo quería ser: el peruano Alfredo Bryce Echenique. Me firmó Un mundo para Julius. Tiempo después arranqué la hoja para regalársela a mi amiga Marga, que estaba locamente enamorada de él desde que leyó La vida exagerada de Martín Romaña, la novela que me pasé años recomendando. El incendio de libros es una aberración porque lo normal es que ardamos los lectores.
Palacio de Ferias. Hacía años que quería visitar el Palacio de Ferias y Congresos, ese simpático imitador del Guggenheim que se ve desde la autovía. Nunca pensé que terminaría haciéndolo para vacunarme en una pandemia que ni me imaginaba. Podría parecer que el edificio, como un ogro, estaba esperando la ocasión. Me quedé fascinado, una vez dentro, con la inmensidad de la nave. Los de mi edad, que éramos muchísimos, no alcanzábamos a llenarla. Me dediqué a hacer fotos, que luego puse en Instagram. Lo bueno es que Diego Ríos Padrón, a quien no vi allí, hacía también las suyas: yo salgo en una, de espaldas entre los sentados durante la espera.
Derivas del pensar. Para no perderme en el acceso al Palacio de Ferias, había decidido ir en taxi. En un momento dado, el taxista se excusó porque se le había pasado la salida correcta de la autovía. “Va uno pensando en lo que no tiene que pensar”, dijo como avergonzado, más para él que para mí. Paró el taxímetro y para volver se metió por el polígono, no lejos del Scándalo. ¿Era ahí adonde lo llevaba la deriva de su pensamiento? Cuando llegamos por fin al destino, se negó a aceptar propina. Estaba verdaderamente avergonzado.
Cuerpos inadecuados. Antonio Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Málaga, ha publicado un libro importante: Cuerpos inadecuados. El desafío transhumanista a la filosofía. En él ahonda en las reflexiones de un libro anterior, que es ya ineludible para los interesados en este novedoso tema: Transhumanismo. La búsqueda tecnológica del mejoramiento humano. El comienzo del nuevo es impactante: "Una forma simple y directa de caracterizar el transhumanismo es entenderlo como la convicción de que el ser humano está en un soporte inadecuado (su cuerpo biológico, tal como nos ha sido legado por la evolución por selección natural) y que la tecnología puede por fin remediar esa deficiencia". Diéguez analiza críticamente esta convicción, aunque dándole la razón al transhumanismo en algunos puntos. Su escritura se caracteriza por la claridad: cortesía de filósofo.
Vuelta al Aula. Ha vuelto el Aula de Pensamiento Político de Manuel Arias Maldonado, que celebra ahora sus sesiones en el Centro Cultural La Malagueta y no en La Térmica, como en los últimos años. El miércoles 26 de mayo vino el profesor y articulista Jorge del Palacio a hablar de “la batalla cultural” y después, contándolo a él, nos fuimos a cenar diez amigos (¡pueden llamarnos amigotes!) en una terraza frente a la plaza de toros. Había la alegría de siempre y esta fue la novedad: se parecía a la vida de antes de la pandemia.
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En Diario Sur.